27 abr 2007

Intolerancia ¡otra vez!

Mi solidaridad con Jorge Fernández Menéndez por los actos de anteayer.
¡No se vale!
Reproduzco su columna Razones publicado en Excelsior.
¿Hasta cuándo los solapará el perredismo?/Jorge Fernández Menéndez
Columna Razones, en Excelsior, 27 de Abril de 2007.
Estábamos presentando mi libro Calderón Presidente, la lucha por el poder, el miércoles en la noche en el hotel Camino Real. Raymundo Riva Palacio acababa de decir que no estaba de acuerdo con alguno de los criterios centrales del libro, particularmente con la concepción de que el lopezobradorismo tenía ambiciones golpistas, o que había en él elementos fascistoides. Marcela Gómez Zalce había hecho un análisis del presidente Calderón a partir de las entrevistas que se publican en ese libro y cuando comenzaba a hablar Federico Reyes Heroles, un grupito de diez personas, de alguna manera hay que llamarlos, comenzó con gritos y provocaciones, insultos de todo tipo y calibre, diciendo, entre otras cosas que ni ese “pinche gachupín”, ni ese “pinche exiliado” (se supone que se referían a Federico y a un servidor) teníamos derecho a hablar. Los insultos, subieron más de tono y los intentos de agresión también. Como no tuvieron respuesta, el tipejo que los dirigía, que ya había participado activamente en reventar la presentación del libro de Carlos Tello Díaz, 2 de julio y que se negaba a identificarse, decidió retirarse y llevarse consigo a sus idiotas a sueldo. La presentación continuó luego de casi media hora de agresiones e insultos que hubo que aguantar sin responder, porque eso, precisamente, es lo que esperan los provocadores a sueldo.
Le dije a Raymundo que esa era una muestra de lo que él negaba, de las intenciones fascistoides que pervivían en el lopezobradorismo y en otros grupos, como algunos cercanos a la APPO, financiados por personajes oscuros, como José Murat. Imaginémonos a esos personajes que han hecho suya la tarea de reventar cualquier acto, cualquier participación (lo han hecho en la UNAM, en la presentación de los libros de Salvador Camarena y Jorge Zepeda, de Carlos Tello y lo volvieron a hacer el miércoles y son siempre el mismo grupito de patanes pagados) que no sea del supuesto agrado del “líder” del “movimiento” (así se identificaron) desde el poder. No es muy diferente a la decisión del gobierno de Hugo Chávez de quitar la concesión al canal de televisión más antiguo de su país argumentando que lo critica, o la legislación cubana que permite detener y aplicar altas penas de prisión a periodistas que se presume “van a cometer un delito”, que puede ser algo tan terrible como criticar a Fidel. Tampoco se diferencian de los grupos de choque que, impulsados desde el gobierno, durante años, reventaron cualquier expresión opositora a las dictaduras de Centro y Sudamérica. Y es que el autoritarismo y la utilización de provocadores van de la mano.
En Calderón Presidente contamos, entre otras cosas, que miembros del primer equipo de López Obrador estuvieron en los días finales de la campaña recorriendo medios, indicando qué periodistas podrían seguir trabajando después del triunfo de su candidato. Ahora están en la calle, pero sus grupos de choque, fascistoides, siguen cumpliendo esa labor. Quieren impedir que se presenten opiniones críticas para el “líder”, seleccionan quiénes pueden o no hablar, quiénes son aceptables o no. A todo eso lo sazonan con otros ingredientes típicos del fascismo: el fanatismo, la violencia y la xenofobia, para colmo mal informada.
Se alegará que ése no es el PRD, que en el perredismo hay hombres y mujeres serios, talentosos, comprometidos, con los que se puede o no estar de acuerdo pero que son inteligentes, tolerantes y disfrutan de un buen debate de ideas. Es verdad, conozco y soy amigo de muchos de esos perredistas. Esos provocadores no son, ni remotamente, la esencia del PRD. Pero mientras los perredistas no se deslinden de estos patanes, de estos provocadores a sueldo, mientras no establezcan con claridad que esos personajes no son parte de su movimiento, todos ellos se convierten en cómplices de esas corrientes fascistoides que se incuban en su movimiento. Y ese deslinde tiene que ser público: muchos de esos amigos y amigas del perredismo se dicen, en privado, espantados, asqueados, de estos personajes. Pero ninguno lo expresa en público. Se asegura que por miedo a la excomunión del “líder”, sin comprender que precisamente ese silencio engendra el huevo de la serpiente de un poder autoritario y antidemocrático. Debería ser el propio López Obrador el que comenzara por establecer ese deslinde, el rechazo a esos grupos y esos métodos. Lamentablemente, por lo menos hasta hoy, para el ex candidato presidencial esas son expresiones de “resistencia civil”.
Del proceso electoral del 2006, salimos, como sociedad, divididos y lastimados. Hubo demasiadas palabras e intenciones envenenadas, se dio una ruptura real. En esa presentación del miércoles recordaba un texto de Bob Dylan, publicado en el primer tomo de sus crónicas. “Uno se pregunta, dice Dylan, cómo personas unidas por la geografía y los ideales religiosos podían convertirse en enemigos acérrimos. Al final, sólo queda una cultura del sentimiento, de días negros, del cisma, del ojo por ojo, del destino común de la humanidad descarriada. Todo se reduce a una larga canción fúnebre, con cierta imperfección en los temas, una ideología de elevadas abstracciones, de hombres exaltados no necesariamente buenos...Todo está envuelto en un manto de irrealidad, grandeza y mojigatería... Por aquel entonces el país fue crucificado, murió y resucitó”. Habla Dylan de las épocas más oscuras de la Unión Americana, luego de la guerra civil. Pero ése es el sentimiento que me quedó después del proceso electoral del año pasado. Creo que nuestro país, también, “fue crucificado, murió y resucitó”. Nuestros principales actores políticos deben asumir su responsabilidad.
En este caso el perredismo está obligado, públicamente, a deslindarse de los fascistas y provocadores que se han cobijado en el seno del “movimiento” y que se escudan en ese silencio para recurrir a la violencia.

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