Columna Itinerario Político/Riicardo Alemán
Publicado en El Universal, 8 de febrero de 2009;
Reino del cinismo
En la página 3 de Milenio del pasado 6 de febrero, el cartonista Jabaz moteja —como pocos hasta ahora— el fondo del conflicto ético y moral que viven los Legionarios de Cristo
Maciel. El tiempo no perdona
Jabaz: “legionarios del Peje”
En la página 3 de Milenio del pasado 6 de febrero, el cartonista Jabaz moteja —como pocos hasta ahora— el fondo del conflicto ético y moral que viven los Legionarios de Cristo.
A su peculiar estilo, el cartonista presenta una fotografía de Jesús Ortega —con rostro de funeral—, quien señala con el índice diestro una pantalla de televisión en la que aparece Andrés Manuel López Obrador, flanqueado por el sello del Partido Convergencia de Dante Delgado.
En globos que encierran su declaración, el jefe nacional del PRD dice, al tiempo que señala a AMLO: “Quiero informarles con gran tristeza que hemos descubierto que nuestro guía moral lleva una doble vida... Tiene al menos una amante con la que ha procreado una candidatura”.
Una declaración casi idéntica —en relación a la doble o triple moral del sacerdote Marcial Maciel, hoy probado pederasta e inmoral jerarca católico— formularon voceros de los Legionarios de Cristo al reconocer de manera pública lo que todos sabían —pero todos ocultaban en torno al fundador de la legión—: que Maciel fue uno de los más grandes cínicos y mentirosos entre los católicos del pasado medio siglo.
No sólo abusó sexualmente de niños y jóvenes que creían en el apostolado de la legión, no sólo mantenía escandalosos amasiatos y tiene hijos —en plural, porque existen versiones que aseguran que procreó más de un hijo—, no sólo buscó impunidad política y policiaca en gobiernos del PRI y del PAN, sino que fue protegido por poderosos empresarios que hoy prefieren guardar silencio. Y claro, por décadas muchos jerarcas católicos locales y del Vaticano no quisieron ver y menos escuchar esa vedad de escándalo.
Pero lo curioso del asunto es que el cartonista Jabaz no se queda en lo que todos han visto y entendido del engaño y la doble moral de Maciel. No, el crítico no sólo moteja con humor fino la tragedia que viven los Legionarios, sino que emplea el mismo recurso del humor para llevarnos de la mano a otro de los centros de culto al cinismo: la política partidista.
Primero debemos aclarar que la institución política más antigua del mundo es precisamente la Iglesia católica. Y que los hombres de sotana practican lo que ellos mismos han bautizado como “la política negra”, por el color de las sotanas. Pues bien, Jabaz contrasta lo que ocurre en los dos templos católicos, con lo que resulta cotidiano en las iglesias políticas, en donde también son comunes la doble o triple moral de sus respectivos sacerdotes. AMLO y su “movimiento” son —y no lo ven sólo aquellos que no lo quieren ver— una religión.
Y en esa religión muy a la mexicana no sólo se dan casos de pederastas políticos, no sólo se rompen los votos de castidad, no sólo se procrean hijos fuera y contra los principios de esa religión, no sólo se llega a extremos incestuosos sino —como aquí lo documentamos desde 2001— se diseñan y ejecutan parricidios políticos.
Queda claro el parentesco del engaño, la infidelidad y la doble o triple moral de Maciel frente a los creyentes y a la Iglesia católica, y el engaño, infidelidad y la doble o triple moral practicados por AMLO, frente al partido que lo construyó, que lo llevó al liderazgo y al que hoy combate con las peores artes de la política. Acaso por eso el cartón de Jabaz se titula “Los Legionarios del Peje”. ¿Existe alguna diferencia entre la iglesia de Maciel y la de AMLO?
Política negra
Pero debemos reconocer que no es nuevo lo que vemos y vivimos. Resulta que con voz de profeta —o conocedor de las entrañas del cinismo, del cual era fervoroso practicante—, en septiembre de 1976 —hace justo 33 años—, el entonces candidato presidencial del PRI, José López Portillo, acuñó uno de sus memoriales discursivos: “Lo peor que le puede pasar a México es convertirse en un país de cínicos”. Tres décadas después México no sólo parece; es un país de cínicos.
Aun así, López Portillo pidió perdón en dos momentos. El 1 de diciembre de ese mismo 1976 dijo, en un discurso memorable... “si algo tengo que pedir a los pobres y los desposeídos, es perdón, perdón por no haber acertado a sacarlos de la postración...”. Otro mes de febrero, pero ahora de 1982 —cuando ya había llevado a la quiebra al país, cuando terminó convertido en el mayor cínico de la política mexicana—, López Portillo lloró, pidió perdón y se dijo dispuesto “a defender el peso como perro”.
Igual que hoy, la crisis económica amenazaba con la ruina. Y hace tres décadas esa crisis terminó por vaciar las arcas nacionales. Entonces se ordenó una investigación para descubrir y castigar a los sacadólares de entonces. Hoy, 33 años después, nadie sabe quiénes fueron.
Pero esa es la política pública. En la política del alma, de Dios, otros tienen la obligación de aclarar, de ofrecer perdón por décadas de engaño, doble moral, insultos y persecuciones.
¿QUIÉN PEDIRÁ PERDÓN?
¿Quién, desde Benedicto XVI, pasando por los cardenales mexicanos, los nuncios apostólicos —por cierto, todos sabían que Girolamo Prigione, igual que Maciel, tenía amantes y se hablaba de hijos—, los nuevos jefes de los Legionarios de Cristo, los sacerdotes mexicanos y los empresarios que defendían con todo a Maciel, van a pedir perdón a los ciudadanos agraviados, a los feligreses ofendidos por la doble o triple moral de Maciel, a los medios y periodistas perseguidos? ¿Quién?
La Iglesia reclama a los políticos y al poder público transparencia, congruencia, responsabilidad, ética, verdad y perdón por los errores y omisiones. Y es un reclamo legítimo. ¿Pero dónde está la transparencia, la congruencia, responsabilidad, ética, verdad y el perdón de parte de la Iglesia católica por los errores y horrores de Maciel y los suyos, contra los creyentes? ¿Dónde están los beneficiarios de hoy de “la obra” de Maciel, en caravana de rodillas a la casa de la Guadalupana, pidiendo perdón y expiando sus pecados? Por cierto, ¿a poco Marcial Maciel se mandaba solo; a poco era el único practicante de la doble o triple moral? Y es que igual que en el crimen organizado, en la política negra también existe complicidad e impunidad.
LEGIÓN DEL PG
En el caso de la religión política de AMLO ocurre algo muy parecido a lo que hemos visto en los Legionarios de Cristo. Entre sus cardenales, sus sacerdotes y feligresía —y por supuesto entre sus intelectuales—, no sólo nos les parece pecaminosa esa doble moral de seguir viviendo bajo el templo amarillo, de los dineros que reportan los poderes amarillos, y traicionando las reglas amarillas, sino que con alegría lo justifican y celebran.
Muchos no quieren ver la traición, el engaño, la mentira, la destrucción de un partido político que es propiedad de todos; se hacen desentendidos ante la opaca rendición de cuentas, ante el autoritarismo grosero y nada democrático, estimulan el caudillismo, el engaño colectivo. Y en el extremo de la amnesia y la subcultura de la doble moral, olvidan que AMLO actuó igual que Fox en su momento; metió la mano para imponer a sus preferidos a la dirigencia partidista, a cargos de elección popular, dejó encargado el changarro, manoseó la elección presidencial y hasta fue el que más spots pagó.
La doble moral que no quieren ver los obispos, cardenales, curas de la religión que es AMLO. Y claro, tampoco darán explicación alguna, tampoco harán una revisión histórica. Y ni hablar de perdón. La historia pondrá a cada quien en su sitio. Al tiempo.
En la página 3 de Milenio del pasado 6 de febrero, el cartonista Jabaz moteja —como pocos hasta ahora— el fondo del conflicto ético y moral que viven los Legionarios de Cristo
Maciel. El tiempo no perdona
Jabaz: “legionarios del Peje”
En la página 3 de Milenio del pasado 6 de febrero, el cartonista Jabaz moteja —como pocos hasta ahora— el fondo del conflicto ético y moral que viven los Legionarios de Cristo.
A su peculiar estilo, el cartonista presenta una fotografía de Jesús Ortega —con rostro de funeral—, quien señala con el índice diestro una pantalla de televisión en la que aparece Andrés Manuel López Obrador, flanqueado por el sello del Partido Convergencia de Dante Delgado.
En globos que encierran su declaración, el jefe nacional del PRD dice, al tiempo que señala a AMLO: “Quiero informarles con gran tristeza que hemos descubierto que nuestro guía moral lleva una doble vida... Tiene al menos una amante con la que ha procreado una candidatura”.
Una declaración casi idéntica —en relación a la doble o triple moral del sacerdote Marcial Maciel, hoy probado pederasta e inmoral jerarca católico— formularon voceros de los Legionarios de Cristo al reconocer de manera pública lo que todos sabían —pero todos ocultaban en torno al fundador de la legión—: que Maciel fue uno de los más grandes cínicos y mentirosos entre los católicos del pasado medio siglo.
No sólo abusó sexualmente de niños y jóvenes que creían en el apostolado de la legión, no sólo mantenía escandalosos amasiatos y tiene hijos —en plural, porque existen versiones que aseguran que procreó más de un hijo—, no sólo buscó impunidad política y policiaca en gobiernos del PRI y del PAN, sino que fue protegido por poderosos empresarios que hoy prefieren guardar silencio. Y claro, por décadas muchos jerarcas católicos locales y del Vaticano no quisieron ver y menos escuchar esa vedad de escándalo.
Pero lo curioso del asunto es que el cartonista Jabaz no se queda en lo que todos han visto y entendido del engaño y la doble moral de Maciel. No, el crítico no sólo moteja con humor fino la tragedia que viven los Legionarios, sino que emplea el mismo recurso del humor para llevarnos de la mano a otro de los centros de culto al cinismo: la política partidista.
Primero debemos aclarar que la institución política más antigua del mundo es precisamente la Iglesia católica. Y que los hombres de sotana practican lo que ellos mismos han bautizado como “la política negra”, por el color de las sotanas. Pues bien, Jabaz contrasta lo que ocurre en los dos templos católicos, con lo que resulta cotidiano en las iglesias políticas, en donde también son comunes la doble o triple moral de sus respectivos sacerdotes. AMLO y su “movimiento” son —y no lo ven sólo aquellos que no lo quieren ver— una religión.
Y en esa religión muy a la mexicana no sólo se dan casos de pederastas políticos, no sólo se rompen los votos de castidad, no sólo se procrean hijos fuera y contra los principios de esa religión, no sólo se llega a extremos incestuosos sino —como aquí lo documentamos desde 2001— se diseñan y ejecutan parricidios políticos.
Queda claro el parentesco del engaño, la infidelidad y la doble o triple moral de Maciel frente a los creyentes y a la Iglesia católica, y el engaño, infidelidad y la doble o triple moral practicados por AMLO, frente al partido que lo construyó, que lo llevó al liderazgo y al que hoy combate con las peores artes de la política. Acaso por eso el cartón de Jabaz se titula “Los Legionarios del Peje”. ¿Existe alguna diferencia entre la iglesia de Maciel y la de AMLO?
Política negra
Pero debemos reconocer que no es nuevo lo que vemos y vivimos. Resulta que con voz de profeta —o conocedor de las entrañas del cinismo, del cual era fervoroso practicante—, en septiembre de 1976 —hace justo 33 años—, el entonces candidato presidencial del PRI, José López Portillo, acuñó uno de sus memoriales discursivos: “Lo peor que le puede pasar a México es convertirse en un país de cínicos”. Tres décadas después México no sólo parece; es un país de cínicos.
Aun así, López Portillo pidió perdón en dos momentos. El 1 de diciembre de ese mismo 1976 dijo, en un discurso memorable... “si algo tengo que pedir a los pobres y los desposeídos, es perdón, perdón por no haber acertado a sacarlos de la postración...”. Otro mes de febrero, pero ahora de 1982 —cuando ya había llevado a la quiebra al país, cuando terminó convertido en el mayor cínico de la política mexicana—, López Portillo lloró, pidió perdón y se dijo dispuesto “a defender el peso como perro”.
Igual que hoy, la crisis económica amenazaba con la ruina. Y hace tres décadas esa crisis terminó por vaciar las arcas nacionales. Entonces se ordenó una investigación para descubrir y castigar a los sacadólares de entonces. Hoy, 33 años después, nadie sabe quiénes fueron.
Pero esa es la política pública. En la política del alma, de Dios, otros tienen la obligación de aclarar, de ofrecer perdón por décadas de engaño, doble moral, insultos y persecuciones.
¿QUIÉN PEDIRÁ PERDÓN?
¿Quién, desde Benedicto XVI, pasando por los cardenales mexicanos, los nuncios apostólicos —por cierto, todos sabían que Girolamo Prigione, igual que Maciel, tenía amantes y se hablaba de hijos—, los nuevos jefes de los Legionarios de Cristo, los sacerdotes mexicanos y los empresarios que defendían con todo a Maciel, van a pedir perdón a los ciudadanos agraviados, a los feligreses ofendidos por la doble o triple moral de Maciel, a los medios y periodistas perseguidos? ¿Quién?
La Iglesia reclama a los políticos y al poder público transparencia, congruencia, responsabilidad, ética, verdad y perdón por los errores y omisiones. Y es un reclamo legítimo. ¿Pero dónde está la transparencia, la congruencia, responsabilidad, ética, verdad y el perdón de parte de la Iglesia católica por los errores y horrores de Maciel y los suyos, contra los creyentes? ¿Dónde están los beneficiarios de hoy de “la obra” de Maciel, en caravana de rodillas a la casa de la Guadalupana, pidiendo perdón y expiando sus pecados? Por cierto, ¿a poco Marcial Maciel se mandaba solo; a poco era el único practicante de la doble o triple moral? Y es que igual que en el crimen organizado, en la política negra también existe complicidad e impunidad.
LEGIÓN DEL PG
En el caso de la religión política de AMLO ocurre algo muy parecido a lo que hemos visto en los Legionarios de Cristo. Entre sus cardenales, sus sacerdotes y feligresía —y por supuesto entre sus intelectuales—, no sólo nos les parece pecaminosa esa doble moral de seguir viviendo bajo el templo amarillo, de los dineros que reportan los poderes amarillos, y traicionando las reglas amarillas, sino que con alegría lo justifican y celebran.
Muchos no quieren ver la traición, el engaño, la mentira, la destrucción de un partido político que es propiedad de todos; se hacen desentendidos ante la opaca rendición de cuentas, ante el autoritarismo grosero y nada democrático, estimulan el caudillismo, el engaño colectivo. Y en el extremo de la amnesia y la subcultura de la doble moral, olvidan que AMLO actuó igual que Fox en su momento; metió la mano para imponer a sus preferidos a la dirigencia partidista, a cargos de elección popular, dejó encargado el changarro, manoseó la elección presidencial y hasta fue el que más spots pagó.
La doble moral que no quieren ver los obispos, cardenales, curas de la religión que es AMLO. Y claro, tampoco darán explicación alguna, tampoco harán una revisión histórica. Y ni hablar de perdón. La historia pondrá a cada quien en su sitio. Al tiempo.
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