La caída de Medina Mora
Ejecentral.com 28 de agosto de 2009;
Ejecentral.com 28 de agosto de 2009;
Desde hace meses, los rendimientos políticos del procurador general Eduardo Medina Mora ante el presidente Felipe Calderón, eran decrecientes. Pero ni el descubrimiento de una red de corrupción al servicio de los cárteles de la droga en la oficina que supuestamente debía combatirlos, ni la protección que dio o las traiciones que recibió de algunos de los implicados en esas redes, fue suficiente para que le costaran el trabajo. Paradójicamente, lo que tiene la cabeza de Medina Mora en la guillotina es el haber cumplido cabalmente con su obligación y responsabilidad al haberse negado a utilizar la procuración de justicia con fines políticos, en vísperas de las elecciones de julio pasado.
Medina Mora fue objeto de reprimendas sibilinas por parte de líderes panistas tras la derrota electoral del 5 de julio, cuando mencionaron a los “desleales” que habían actuado en contra del partido y, por tanto, del presidente Felipe Calderón. Cuando vinieron esas denuncias se pensó en la forma como operó en contra de la estructura el ex dirigente Manuel Espino, y sobre la locuaz boca del ex presidente Vicente Fox, quien cada vez que habla enrarece el ambiente político. Pocos sabían, en ese momento, quién era uno de los verdaderos destinatarios. Pocos saben, hasta hoy, cuáles eran las razones que llevaron a un enjuiciamiento público pero disfrazado. Esto es, todo indica, la marca de la casa calderonista.
En las semanas previas a las elecciones los gobernadores priistas recibieron advertencias muy claras de que el gobierno federal planeaba proceder contra varios de ellos, para vincularlos con el narcotráfico. La información original había llegado de un grupo de empresarios tamaulipecos que aseguraron a los líderes del PRI en el estado que el presidente del PAN en ese momento, Germán Martínez, les había anticipado que tras el operativo en Michoacán contra narcopolíticos, ahora le tocaría a estados gobernados por el PRI. Los priistas hicieron su trabajo en control de daños y de cohesión hacia el interior del partido. Pero también recibieron un apoyo inesperado, de acuerdo con información que tienen las cúpulas de ese partido, y provino de Medina Mora.
De acuerdo con esta información, Medina Mora recibió la documentación para proceder contra el gobierno de Natividad González Parás en Nuevo León, por presuntos vínculos de su hermano Luis con negocios de oscura procedencia -una acusación vieja en tierras regias y compartida por las élites de esa región-; contra Ismael Hernández de Durango, por la presunta relación con el cártel de Sinaloa, en especial con Ismael “El Mayo” Zambada e Ignacio Coronel; contra José Reyes Baeza en Chihuahua por la presunta relación de cuando menos un miembro de su gabinete con el Cártel de Juárez; y contra Eugenio Hernández de Tamaulipas, en la forma indirecta de ir actuar contra el ex gobernador Tomás Yarrington. Según la información en poder de las cúpulas del PRI, Medina Mora se negó a manipular la procuración de justicia con fines políticos y que fuera utilizada con un propósito netamente electoral. Ahí se firmó su suerte, confió un estratega priista.
¿Realmente pagará Medina Mora con la destitución el haber cumplido con su trabajo? No hay razones para pensar que no sea así. Hace varios meses el gobierno de Felipe Calderón viene utilizando los aparatos de inteligencia para propósitos políticos, y en especial el CISEN, que depende orgánicamente de la Secretaría de Gobernación, cuyo director, Guillermo Valdés, es íntimo amigo del Presidente, y que durante muchos años fue quien leyó las encuestas que mandaba a hacer el PAN. Dos ejemplos recientes muestran la forma burda como el servicio de inteligencia civil está actuando de manera política.
El primero fue un documento solicitado de urgencia al CISEN sobre el gobernador de Hidalgo, Miguel Osorio Chong, a fin de usarlo para modificar la decisión de construir una refinería en Hidalgo. El segundo, el sábado pasado, cuando el CISEN elaboró un reporte falso sobre una presunta reunión entre el gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, y el ex presidente Carlos Salinas, que un funcionario de la Secretaría de Gobernación se lo entregó a El Universal, que difundió esa información, se cree con el desconocimiento del diario, de comenzar la guerra sucia contra el mandatario mexiquense, que es puntero indiscutible en las preferencias electorales para la contienda presidencial en 2012, y poner en entredicho la llegada de Francisco Rojas, cercano a Salinas, como coordinador de la bancada del PRI en el Congreso.
Dentro del gobierno no han entendido que los órganos de inteligencia no funcionan como policía política, sino para salvaguardar los intereses de seguridad nacional de la nación. La forma libertina como los están utilizando contra todos -desde un edificio detrás de la Lotería Nacional el CISEN tiene un centro de escuchas dirigido al Senado y a varios medios de comunicación-, regresa el delicado sistema de inteligencia y contrainteligencia civil mexicano a las épocas negras de cañerías del sistema político, donde la información se utilizaba para mermar las capacidades y las posibilidades de los actores políticos.
Se supone que era una era rebasada, pero no es así. El mal uso de los instrumentos en poder del Estado tiene consecuencias, inclusive, hacia el interior del gobierno mismo. Una de ellas es la probable salida de Medina Mora de la PGR, en represalia por haberse negado a ser un operador de campo de la ilegalidad gubernamental. El trabajo del procurador puede cuestionarse de muchas maneras y en muchos casos que tienen que ver con la procuración de justicia, y que tendrían que haber sido motivo de su remoción hace tiempo. Pero en este, que es la causal por la cual lo están enterrando, Medina Mora actuó con ética institucional, al gobierno y al Estado, aunque éstos no se hayan dado cuenta.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
Medina Mora fue objeto de reprimendas sibilinas por parte de líderes panistas tras la derrota electoral del 5 de julio, cuando mencionaron a los “desleales” que habían actuado en contra del partido y, por tanto, del presidente Felipe Calderón. Cuando vinieron esas denuncias se pensó en la forma como operó en contra de la estructura el ex dirigente Manuel Espino, y sobre la locuaz boca del ex presidente Vicente Fox, quien cada vez que habla enrarece el ambiente político. Pocos sabían, en ese momento, quién era uno de los verdaderos destinatarios. Pocos saben, hasta hoy, cuáles eran las razones que llevaron a un enjuiciamiento público pero disfrazado. Esto es, todo indica, la marca de la casa calderonista.
En las semanas previas a las elecciones los gobernadores priistas recibieron advertencias muy claras de que el gobierno federal planeaba proceder contra varios de ellos, para vincularlos con el narcotráfico. La información original había llegado de un grupo de empresarios tamaulipecos que aseguraron a los líderes del PRI en el estado que el presidente del PAN en ese momento, Germán Martínez, les había anticipado que tras el operativo en Michoacán contra narcopolíticos, ahora le tocaría a estados gobernados por el PRI. Los priistas hicieron su trabajo en control de daños y de cohesión hacia el interior del partido. Pero también recibieron un apoyo inesperado, de acuerdo con información que tienen las cúpulas de ese partido, y provino de Medina Mora.
De acuerdo con esta información, Medina Mora recibió la documentación para proceder contra el gobierno de Natividad González Parás en Nuevo León, por presuntos vínculos de su hermano Luis con negocios de oscura procedencia -una acusación vieja en tierras regias y compartida por las élites de esa región-; contra Ismael Hernández de Durango, por la presunta relación con el cártel de Sinaloa, en especial con Ismael “El Mayo” Zambada e Ignacio Coronel; contra José Reyes Baeza en Chihuahua por la presunta relación de cuando menos un miembro de su gabinete con el Cártel de Juárez; y contra Eugenio Hernández de Tamaulipas, en la forma indirecta de ir actuar contra el ex gobernador Tomás Yarrington. Según la información en poder de las cúpulas del PRI, Medina Mora se negó a manipular la procuración de justicia con fines políticos y que fuera utilizada con un propósito netamente electoral. Ahí se firmó su suerte, confió un estratega priista.
¿Realmente pagará Medina Mora con la destitución el haber cumplido con su trabajo? No hay razones para pensar que no sea así. Hace varios meses el gobierno de Felipe Calderón viene utilizando los aparatos de inteligencia para propósitos políticos, y en especial el CISEN, que depende orgánicamente de la Secretaría de Gobernación, cuyo director, Guillermo Valdés, es íntimo amigo del Presidente, y que durante muchos años fue quien leyó las encuestas que mandaba a hacer el PAN. Dos ejemplos recientes muestran la forma burda como el servicio de inteligencia civil está actuando de manera política.
El primero fue un documento solicitado de urgencia al CISEN sobre el gobernador de Hidalgo, Miguel Osorio Chong, a fin de usarlo para modificar la decisión de construir una refinería en Hidalgo. El segundo, el sábado pasado, cuando el CISEN elaboró un reporte falso sobre una presunta reunión entre el gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, y el ex presidente Carlos Salinas, que un funcionario de la Secretaría de Gobernación se lo entregó a El Universal, que difundió esa información, se cree con el desconocimiento del diario, de comenzar la guerra sucia contra el mandatario mexiquense, que es puntero indiscutible en las preferencias electorales para la contienda presidencial en 2012, y poner en entredicho la llegada de Francisco Rojas, cercano a Salinas, como coordinador de la bancada del PRI en el Congreso.
Dentro del gobierno no han entendido que los órganos de inteligencia no funcionan como policía política, sino para salvaguardar los intereses de seguridad nacional de la nación. La forma libertina como los están utilizando contra todos -desde un edificio detrás de la Lotería Nacional el CISEN tiene un centro de escuchas dirigido al Senado y a varios medios de comunicación-, regresa el delicado sistema de inteligencia y contrainteligencia civil mexicano a las épocas negras de cañerías del sistema político, donde la información se utilizaba para mermar las capacidades y las posibilidades de los actores políticos.
Se supone que era una era rebasada, pero no es así. El mal uso de los instrumentos en poder del Estado tiene consecuencias, inclusive, hacia el interior del gobierno mismo. Una de ellas es la probable salida de Medina Mora de la PGR, en represalia por haberse negado a ser un operador de campo de la ilegalidad gubernamental. El trabajo del procurador puede cuestionarse de muchas maneras y en muchos casos que tienen que ver con la procuración de justicia, y que tendrían que haber sido motivo de su remoción hace tiempo. Pero en este, que es la causal por la cual lo están enterrando, Medina Mora actuó con ética institucional, al gobierno y al Estado, aunque éstos no se hayan dado cuenta.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
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