Columna Razones/Jorge Fernández Menéndez
Excélsior, 25 de enero de 2010
Para mi amigo Mario Pintos y su familia, con un abrazo solidario.
Siguiendo la tesis del “enemigo común” se han hecho demasiadas barbaridades históricas, comenzando por el pacto Hitler-Stalin. “No creo que sea conveniente una alianza… el PRI y el PAN son lo mismo, no hay diferencia alguna”, volvió a decir López Obrador el viernes. Pues bien, ese mismo día, sus más cercanos simpatizantes, tanto en el PRD como en el PT y en Convergencia, estaban trabajando a brazo partido para lograr alianzas con el PAN y con el PRI. El ex candidato presidencial ya ha señalado en varias oportunidades que ahora el enemigo no ni el PAN ni Calderón, sino el PRI y Peña Nieto, pero lo paradójico es que con ambos están haciendo alianzas. Y si la de Oaxaca es la que más ha llamado la atención, la que se está planteando en Zacatecas es para Ripley.
Allí el PRD designó como candidato a Antonio Mejía Haro, senador con licencia y a quien impulsaba la gobernadora Amalia García. Como reacción, se espera la renuncia al partido de los otros precandidatos: Raymundo Cárdenas, quien trabajó políticamente con Amalia durante años; del también senador Tomás Torres, quien perdió hace seis años la candidatura con la ahora gobernadora, y de Juan José Quirino, uno de los fundadores de El Barzón. Con ellos abandonará el PRD otro grupo de militantes, quienes conformarán una corriente política independiente. Hasta ahí todo normal, pero la novedad es que probablemente formarán parte de una alianza contra el PRD, que impulsan el PT, encabezado por el senador Ricardo Monreal, y el PRI, a la que se sumarían nada menos que Nueva Alianza y el Partido Verde. ¿Quién sería el candidato? Ricardo quiere que sea su hermano David, pero hay varios otros aspirantes. Sin embargo, lo insólito es que en este caso la coalición no sólo es contra el partido del sol azteca, sino también que participa en ella quien se considera el principal enemigo del lopezobradorismo, el PRI, y el partido a quien siempre han golpeado en esa corriente, Nueva Alianza, con todo el sello de Elba Esther Gordillo.
El pleito es añejo y tampoco tiene nada que ver con los principios. Es simplemente rencor. Amalia García no pertenecía a las corrientes que apostaron por López Obrador desde un inicio y eso nunca se lo perdonó el tabasqueño. Cuando vino la sucesión en Zacatecas, hace seis años, López Obrador y Monreal querían que fuera Tomás Torres el candidato, pero se terminó imponiendo Amalia. Desde entonces, la relación de López Obrador con la gobernadora fue tan mala como cercana la que mantuvo con Ricardo Monreal. Cuando López fue candidato, Amalia lo apoyó e impulsó, pero pasada la elección, en el primer mitin en el Zócalo, fue agredida por los grupos ultras del PRD, con los que siempre había tenido diferencias profundas y que la acusaron de traidora. López Obrador, que estaba en ese momento en el micrófono, nunca la defendió. Desde entonces la relación es fría y con la alianza antiAmalia que unirá al lopezobradorismo con el PRI ha llegado a punto de congelación. Pero, una vez más, ¿dónde quedaron los principios para que esa corriente prefiera unirse con el PRI y Elba Esther para zanjar diferencias personales? Quizás ahora nos quieran vender que, según López Obrador y sus seguidores, el PRD y Amalia García son también parte de la mafia.
Mientras tanto, las alianzas PRD-PAN contra el PRI han logrado algo inesperado: una profunda división en el gabinete presidencial y en el PAN, más que en el PRD y sus aliados, porque allí saben que lo que se logre, lo que sea, les beneficia. Fernando Gómez Mont calificó esas alianzas como un fraude y un instrumento antidemocrático. Luego dicen que rectificó, pero cuando se lee la declaración con cuidado se ve que no es así: dijo que no lo son si están sustentadas en un programa común, etcétera. Pero el problema con estas alianzas es que no existe programa común alguno para sustentarlas. Al secretario de Gobernación se sumó Diego Fernández de Cevallos quien, entre otros adjetivos, dijo que para el PAN era humillante aliarse al PRD (¿y no tiene una muy buena parte de razón?). Y se unieron a esa posición panistas tan diversos como Francisco Ramírez Acuña, Ricardo García Cervantes o Manuel Espino. Hoy el CEN del PAN deberá decidir si va o no en alianzas. Tendrá que optar por los principios o por seguir la línea de López Obrador: ahora el enemigo común son los priistas (si no necesitan aliarse con ellos).
“El enemigo común”
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