20 mar 2011

En el próximo mundo

En el próximo mundo

EDGARDO DOBRY
Babelia: 19/03/2011
Para Mario Campaña (Guayaquil, 1959) la poesía no es una identidad sino un destino, menos una actividad concreta que un lugar -el lugar donde se habita en permanencia
Poesía. Para Mario Campaña (Guayaquil, 1959) la poesía no es una identidad sino un destino, menos una actividad concreta que un lugar -el lugar donde se habita en permanencia-. En los últimos años -desde Barcelona, desde Glasgow, desde Ecuador o desde el campus de alguna universidad estadounidense- ha traducido a Mallarmé y a Baudelaire, ha razonado antologías (Casa de luciérnagas, de poetas latinoamericanas, y Poesía argentina de hoy, ambas en Bruguera), ha escrito artículos y ensayos, y dirigido
la revista Guaraguao, de cultura latinoamericana, que se edita en Barcelona desde 1996. Uno de los mejores volúmenes de poesía publicados en España en los últimos años, inexplicablemente inadvertido para la crítica, Pájaro relojero (Galaxia Gutenberg, 2009), que reúne obra de enormes poetas centroamericanos del siglo XX -Salomón de la Selva, José Coronel Utrecho y Carlos Martínez Rivas, entre ellos-, fue concebido, seleccionado y prologado por Campaña.
Si la poesía es para Campaña un espacio, un lugar donde se habita en cualquier localidad, es comprensible que sus libros no sean un collar de instantes inspirados sino construcciones, proyectos meditados. Apenas hay anécdota en sus poemas; como en 'Muerte sin fin', de Gorostiza, donde todo lo que puede pasarle al hombre está contenido en la observación de un vaso de agua, los versos de Campaña no narran: dibujan el cambiante contorno donde podría suceder toda acción. En su libro anterior, Aires de Ellicott City (Candaya, 2006), en el que Carlos Germán Belli creyó ver un viaje circular (lo dice en el prólogo), Campaña creaba, redescubierto el habla de su infancia, el castellano del Pacífico ecuatoriano, una atmósfera nueva, cerrada, un bucle en el que vuelve lo que fue, no como nostalgia: como materia prístina. Como cadencia, esa medida detrás del ritmo que sustenta y da sentido a la materia verbal. En el próximo mundo es, también, un poema único, aunque en su segunda mitad se abra a un conjunto de satélites que ascienden hacia ese orbe prometido, menos una utopía que un sueño desvelado en que se puede volver en el tiempo, no en el espacio: "En el próximo mundo lo viejo será joven y lo joven / Primero existirá en su pura belleza, / Luego madurará y será aún más joven". Porque en los primeros versos había dicho: "Sin estrépito el mundo empieza, mudo. / Un hueco calcinado". Un ámbito complejo, donde el poema alcanza su verdadero destino: trabajo artístico, forma simbólica, planeta alejado de toda efusión emocional.-
***

En el próximo mundo podremos más.
También ahora podemos más,
Pero las huellas del desastre
Y la falta de sueño
Nos impiden creer que podemos más.

En el próximo mundo no será tarde
Para poder más. Nunca será tarde
En el otro mundo.
Y por eso podremos más.

Cuando hagamos otro mundo
Las piezas que hoy no encajan
Encajarán sin falta.

Música y mundo, por ejemplo,
Irreconciliables ahora,
Volverán a armonizarse.

Tendrá derecho a existir el delirante.
El que cree y el que no cree.
El que vive de la esperanza
Y quien se despoja de toda ilusión
Para seguir vivo al día siguiente.

En el próximo mundo lo viejo será joven y lo joven
Primero existirá en su pura belleza,
Luego madurará y será aún más joven.

Sólo el vencedor se quedará sin sitio
En las galerías de nuestro próximo mundo.
Sólo la reina de la fiesta se quedará sin bailar.
Y sólo el que duerme, sin soñar.
Pero a la casa del próximo mundo
Entraremos todos.

Porque en el próximo mundo los puentes
Serán más largos y no unirán sólo orillas
Sino islas que flotan en nosotros,
Y más allá de nosotros.

Ni la fuerza ni la astucia
(Del escorpión que esconde su ponzoña)
Tendrán espacio allí:
Todos mostraremos nuestros males, cada uno
Sabrá en dónde está cada veneno
Y conocerá el antídoto.
El próximo mundo estará lejos de éste,
Y hasta allí llegaremos vagueando,
Girando y girando sobre nuestras cabezas,
Porque el próximo mundo cambiará siempre de lugar:
Ni el amigo ni el enemigo serán nunca estables.

En ese tiempo nuestro pobre mundo
Ya habrá aprendido a vivir con la penumbra.
No nos engañará la luz, artificiosa,
Como a los peces,
Cazados por lamparillas que ocultan
La sabiduría de la noche.
 

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