5 ago 2012

No hubo dolo de Poniatowska en el libro de Borges”: Capistrán

No hubo dolo de Poniatowska en el libro de Borges”: Capistrán
Armando Ponce, reportero.
Revista Proceso # 1866, 5 de agosto de 2012

El escritor e investigador Miguel Capistrán, quien trajo a Jorge Luis Borges a México por vez primera en 1973, y que en 1999 editó el volumen Borges y México, explica el conflicto por el cual María Kodama, la viuda del literato argentino, protestó por la reedición que vino a presentar a México la semana pasada. El malestar de Kodama fue la inclusión de un poema apócrifo atribuido a Borges en la entrevista de Elena Poniatowska publicada originalmente en el volumen Todo México (1990), lo cual consideró una “falta de ética”. Sin embargo, para Capistrán el asunto se magnificó y no había necesidad de hacer una reedición, como lo anunció ya Random House, sobre todo sacrificando un texto tan valioso como el de Poniatowska.
Durante su visita a México para presentar las Obras Completas de Jorge Luis Borges y la reedición de Borges y México, del investigador Miguel Capistrán bajo el sello de Random House, la viuda del escritor María Kodama rechazó esta última por reproducir un poema apócrifo del argentino que la escritora Elena Poniatowska había incluido en la primera edición de 1999.

Los editores decidieron no lanzar a la venta el tiraje de 2,000 ejemplares,  y hacer una nueva edición con algunos cambios: se retirará el poema “Instantes” (que circuló muchos años por internet como si fuera de Borges), agregado por Poniatowska a la entrevista que ésta le hizo al narrador y poeta en 1973, durante su primera visita a México, y que también podría ser retirada.
“Me duele profundamente porque la entrevista es un texto muy fresco, muy original, y que demuestra la gran admiración de Elena por Borges, el asunto ha sido un despropósito”, dijo a Proceso Capistrán, a quien se debió la visita inicial del escritor a nuestro país cuando recibió el Premio Alfonso Reyes.
Para la autora de La noche de Tlatelolco tampoco significó una falta grave, incluso le llamó telefónicamente a Kodama para ofrecerle una disculpa, pero ésta no quiso revelar la conversación a este semanario, ante quien la acusó de “falta de ética profesional”.
Dijo a su vez Poniatowska a Proceso:
“Una amiga muy querida me entregó el poema y yo lo intercalé junto a la entrevista en el libro Todo México. Fue una tontería. Kodama me dijo que cómo yo no había estado al tanto de que era apócrifo. Pues no, yo no estaba al tanto.”
–Dígame usted –interrogó Kodama a este reportero–, ¿puede confundirse alguien con ese poema conociendo la obra de Borges?
–Mucha gente se confundió, al igual que con otro poema que circuló en internet atribuido a García Márquez.
–Pero ella es escritora.
–Bueno, narradora y periodista, no poeta.
–Entonces, ¿por qué escribe?
–¿Usted cree que pueda haber dolo?
–Borges era una persona absolutamente ética. Aquí hubo una falta de ética profesional.
–Se habla de eliminar la entrevista toda de Poniatowska en la reedición, ¿no le parece un exceso?
–Eso es cosa de los editores.
La historia del error es ésta:
Poniatowska, invitada por Capistrán, entrevista a Borges en 1973 (el material se publica en cuatro entregas en diciembre en el diario Novedades).
La entrevista se reproduce en Todo México, varios tomos con trabajos de Poniatowska (Ed. Diana, 1990), y la escritora intercala el poema atribuido a Borges que circuló por internet.
Aparece Borges y México (Plaza & Janés, 1999), que incluye la entrevista de Poniatowska (“Un agnóstico habla de Dios”) tomada del libro y no del original pues no se consiguió el periódico.
Para la actual reedición de Borges y México, los editores de Lumen reproducen la primera edición.
Una edición que, a decir de Capistrán, no le fue entregada para su revisión, salvo el prólogo y ya muy tarde.
La beligerancia de Kodama ya es proverbial pues la ha llevado a juicio diferencias con personas que han trabajado con o alrededor de Borges o escrito sobre él.
Por ejemplo, en 1984 la editorial Gallimard propuso a Borges publicar sus Obras Completas en francés en la prestigiosa colección La Pléiade y confió la coordinación de ese trabajo al especialista en su obra, el profesor, traductor e investigador Jean Pierre Bernés. Pero María Kodama lo impidió y la obra no se llevó a cabo. Dijo Barnés en entrevista con la corresponsal de Proceso, Anne Marie Mergier, en abril de 2007, quien narró toda la historia:
“¿Por qué negarlo? Soy un hombre profundamente herido. Me dolieron y me siguen doliendo los tormentos que me infligió María Kodama. Cuestionó públicamente mi ética profesional y personal. Me desgarró y afectó mi vida literaria…”
También contó:
“En 1987, Norah, hermana de Borges, y sus dos hijos, cuestionaron su último testamento que convirtió a María Kodama en heredera única de todos los bienes de Borges. Sus abogados afirmaron que al final de su vida Borges no estaba lúcido. Esa disputa acabó también ante los tribunales. María Kodama me suplicó presentarme ante la Corte argentina para asegurar que la conciencia de Borges había permanecido intacta hasta el final. Acepté. Viajé a Buenos Aires con los últimos casetes que había grabado con él. No fue necesario escucharlos. El tribunal me creyó. María Kodama ganó su juicio. Me asombra que se haya olvidado de eso.”
Este asunto del testamento y de la boda de Borges con Kodama lo trató el escritor y periodista argentino Juan Gasparini en su libro Borges, la posesión póstuma (Ed. Foca, España, 2000), por lo que también Kodama lo demandó. La justicia gala falló a favor de Gasparini, como resumió el autor (ver recuadro).
Sobre su participación en la elaboración de esta edición última de Borges y México, Miguel Capistrán dijo a Proceso:
“Fue la misma que en la edición de 1999 que se preparó con motivo del centenario del natalicio de Borges, con la novedad de que en esta ocasión se incluyeron los textos de Borges que no aparecieron anteriormente pues no se contaba con los derechos de autor del escritor argentino, además de que Emecé, que era la casa editorial de Borges desde hace mucho tiempo, exigía que apareciera su sello también; por otra parte se suprimió la bibliohemerografía dado que no es una edición de carácter estictamente académico para dar cabida a los textos borgesianos. Y es pertinente, asimismo, señalar que desde 1999 quedó pendiente la publicación de un volumen adicional que contenía trabajos de estudiosos mexicanos en torno a la producción literaria de este autor que tanta bibliografía ha provocado precisamente en el campo de la crítica.”
–¿Qué piensa del reclamo de María Kodama acerca de que la inclusión de un poema apócrifo atribuido a Borges fue una falta de ética profesional de Elena Poniatowska?
–A esto contesto en parte con una pregunta: ¿Es en rigor verdaderamente calificar de una falta de ética profesional de Elena Poniatowska haber incluido en su entrevista –por lo demás espléndida– a Borges unos poemas que no eran de él o que no se corresponden cronológicamente con la entrevista recogida en Borges y México que publicó Diana en 1990? A este respecto debo mencionar que invité muy especialmente a Elena a entrevistar a Borges no sólo porque como manifestó ella ante don José Gorostiza durante el homenaje que le organizamos al poeta al cumplir 70 años, “acaso no soy yo sinónimo de entrevista”, lo cual era una verdad innegable y, asimismo porque en su interrogatorio al argentino alude a mi obsesión porque viniera éste a México. En fin, es impensable que por su admiración a Borges y que por un desliz involuntario, que ella ha reconocido, pueda hablarse, magnificando los hechos, de una falta de ética profesional. Por lo cual se advierte que no hay ningún dolo en este hecho.
–¿Por qué cree que se dio esa situación?
–Lo único que se me ocurre pensar es que ha sido una situación que va más allá de todo lo imaginable y que me afecta en lo personal en primer lugar, pero sobre todo que se denigre profesionalmente a una amiga tan excepcionalmente querida por mí como Elena, que fue solidaria como ninguna otra y estuvo a mi lado aquel 19 de septiembre de 1985, el fatídico día en que trágicamente como tantas otras familias yo perdí parte de la mía, y no es necesario que abunde en tantas otras circunstancias por las cuales la admiro y la respeto. Y me indigna que esta situación que se ha dado en estos días tantos individuos sin nombre desde las redes sociales se lancen contra ella por sus convicciones políticas, sin considerar sus más que altos méritos personales que la definen como un ser humano de excepción.
–Ha corrido la especie de que con la eliminación del poema se suprima la entrevista de Poniatowska a Borges.
–A estas alturas lo que se consideraba una especie es ya una realidad, pues ya se procede a un nuevo tiraje del libro que desde luego ha sido impuesto en virtud del fragmento donde se incluye lo que podría llamarse “piedra del escándalo” y cuyo origen parte de la primera edición sobre la cual yo asumo la responsabilidad en todo lo cual me incumba. Sobre la reciente edición que será sacrificada debo decir en mi descargo que salvo lo que respecta a unos mínimos ajustes que hubo que hacer en ésta, nunca recibí las planas para cotejo y corrección, amén de que no puedo sino lamentar la decisión que eliminó la entrevista de Elena en su totalidad, pues bastaría con suprimir meramente la mención errónea que ha ocasionado un vendaval absurdo de opiniones sin mayor sustento, puesto que el trabajo de Elena es magnífico y resalta dentro del acervo de entrevistas que se le hicieron a Borges prácticamente toda su vida. En este punto debo señalar que fue el 26 de julio pasado en que yo recibí unos ejemplares del libro y que por ello estaba fuera de toda posibilidad corrección alguna de los materiales.
–¿Qué opina de que la editorial haga una nueva impresión?
–Después de 12 años de haber aparecido la edición Borges y México resulta un tanto extraño, por decir lo menos, que venga a plantearse una situación que resulta peculiar no sólo por esa tardanza sino por cuanto el motivo real de la querella carece realmente de fundamento sólido y objetivo. Teniendo en cuenta de que la edición anterior de 1999 ya era conocida por la señora Kodama, puesto que yo mismo le entregué un ejemplar tan luego salió, pues vino a México entonces también. No había necesidad de llegar al extremo de una reedición

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