Revista Proceso # 1890, 20 de
enero de 2013
Ezequiel Yadir Elizalde Flores, supuesta
víctima de la banda Los Zodiaco y cuyo testimonio fue clave para incriminar a
Florence Cassez, pudo ser secuestrado mediante un plan urdido por su propia
madre, Raquel Flores Martínez, según un documento de la Procuraduría General de
Justicia del Estado de México (PGJEM).Ezequiel fue secuestrado el 4 de octubre de 2005 en el billar Elimen, en la colonia San Miguel Jacalones de Chalco, Estado de México. Trabajaba en ese establecimiento cuyo propietario era su padre, Enrique Elizalde Menchaca.
De acuerdo con su testimonio –contenido en la averiguación previa PGR/SIEDO/UIES/190/2005–, como a las 10 de la mañana tres hombres armados lo sacaron del billar y lo subieron a una camioneta Chevrolet Express Van gris. Lo llevaron a una casa de seguridad que posteriormente la policía ubicó en el número 54 de avenida Xochimilco, en el pueblo de Santa Cruz Xochitepec. Ahí se encontró con otros dos secuestrados: Cristina Ríos Valladares y su hijo Christian Hilario Ramírez Ríos.
Los secuestrados luego fueron llevados al
rancho Las Chinitas, donde Genaro García Luna, entonces titular de la Agencia
Federal de Investigación (AFI) y después secretario de Seguridad Pública, y su
colaborador cercano, Luis Cárdenas Palomino, excoordinador de Seguridad
Regional de la SSP, organizaron el montaje de rescate que fue transmitido por
televisión la mañana del 9 de noviembre de 2005 y en el que mostraron como
secuestradores a Florence Cassez y a su novio Israel Vallarta.
Desde su primera declaración ministerial,
Ezequiel –quien actualmente tiene 29 años– identificó a Cassez como una de sus
captores. Dijo que la mujer “hablaba con acento extranjero, al parecer de
origen francés, ya que arrastraba la erre”. Sostuvo que a él le llevó unos
sándwiches y le recomendó no hacerse “el héroe” ni hacer “pendejadas” porque
“si no, íbamos a acabar mal”.
También dijo que llevaba pasamontañas y
lentes negros, pero se asomaba parte de su “cabello teñido color güero”. Afirmó
que tres días antes de que lo rescataran “la mujer con acento extranjero” le
dio un piquete en el meñique de la mano izquierda que le dejó una cicatriz (la
cual resultó ser una pequeña marca congénita). Además lo amagó con enviarle un
“regalito a su papá” y le dio a escoger entre un dedo o una oreja.
Las llamadas
Cuando ocurrió el secuestro de Ezequiel,
su padre presentó la denuncia ante la PGJEM que inició la averiguación previa
PER/III/6599/05. Elizalde Menchaca solicitó la asesoría de agentes del grupo
CEISAR, especializado en casos de secuestro y adscrito a la Dirección General
de la Policía Ministerial.
Ramón Lozano Ramírez, jefe del grupo
CEISAR en Nezahualcóyotl, envió el 29 de noviembre de 2005 un oficio al agente
del Ministerio Público en turno en el Centro de Justicia de Neza-La Perla. En
dicho documento hace una cronología de las llamadas telefónicas que los
secuestradores de Ezequiel hicieron a su padre.
De acuerdo con esa relación –cuya copia
obtuvo Proceso–, el 4 de octubre de ese año “un sujeto del sexo masculino”
llamó cuatro veces a Elizalde Menchaca para decirle que tenía secuestrado a su
hijo. Pidió dos millones de dólares para liberarlo. En una llamada posterior
redujo la suma a 10 millones de pesos.
Como Elizalde Menchaca apagó su celular
durante varios días el secuestrador llamó el 10 de octubre al teléfono de
Enrique Elizalde Flores, hermano de Ezequiel. Le dijo que ya sabía que su padre
“fue de puto con sus amigos” y que le transmitiera el mensaje de que “prendiera
su teléfono”. Ese mismo día el secuestrador llamó a Elizalde Menchaca:
–¿Ya tienes mi dinero? –preguntó el
secuestrador.
–Sólo cuento con 127 mil pesos…
–En eso no quedamos. Si no juntas el
dinero voy a matar a tu hijo y después te voy a matar a ti.
Una semana después, el 17 de octubre, el
secuestrador contactó de nuevo con Elizalde Menchaca, quien le dijo que había
juntado 192 mil pesos. El secuestrador le advirtió que “los sujetos que tenían
a su hijo podían darse un pasón y él no respondería por la vida” del muchacho.
Unas horas después volvió a llamar. Amenazó: “Ya quiero acabar con esta
situación y tú nada más te estás haciendo pendejo. Yo sé que tienes una chavita
con Inés (la segunda esposa de Elizalde Menchaca) y también voy a ir por ella
para chingármela”.
El documento señala que el 2 de noviembre,
desde un teléfono público, “una persona del sexo masculino” llamó a Elizalde
Menchaca para decirle que “fue su esposa Raquel (Flores Martínez) la que planeó
el secuestro de su hijo”. También le comentó: “Lo tienen cerca de donde vivía
Karen (Pavlova Gachuz Gómez, de origen ruso y en esas fechas esposa de Ezequiel
Elizalde Flores)” y le pidió que avisara de ello a las autoridades.
La cronología señala que desde el 17 de
octubre ya no hubo más llamadas de los plagiarios y que el 28 de noviembre
Elizalde Menchaca comunicó que ya no deseaba el apoyo del grupo antisecuestros
CEISAR, pues “de ese momento en adelante él llevaría solo el asunto de su
hijo”.
Esos datos coinciden con la declaración
ministerial que ofreció Karen Pavlova Gachuz Gómez. Según la declaración
–contenida en la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIS/190/2005–, ella escuchó
algunas conversaciones entre su suegra, Raquel Flores Martínez, y el jefe de
los secuestradores. Contó que el secuestrador se quejaba con la señora de que
Elizalde Menchaca había desconectado sus teléfonos celulares y no quería pagar
el rescate.
–Pero yo no tengo el dinero que quieren
–explicó la señora, según esta versión.
–No, doña Raquel. Yo a usted no le voy a
pedir nada –contestó el secuestrador–. Yo sé la alimaña que es ese hijo de su
chingada madre (en referencia a Elizalde Menchaca) y sé todo lo que le quitó.
Y agregó: “Usted cree doña Raquel, me dijo
ese cabrón que no tiene dinero”.
–¿Eso le dijo? ¿Que no tiene dinero?
En su declaración Karen se dijo
sorprendida de escuchar a su suegra “muy tranquila”. Era como si “conociera al
secuestrador”, dijo.
Karen recordó que en otra conversación
Raquel le pidió al secuestrador que no lastimara a Ezequiel. Y agregó: “Lo que
vaya a pagar el señor Elizalde, que lo pague él, no mi hijo”.
Esto coincide también con la primera
declaración ministerial de Israel Vallarta, quien señaló que el secuestro de
Ezequiel era un “asunto personal” entre el padre de éste y el jefe de la banda,
de quien dijo conocer sólo su nombre: Salustio.
Según Vallarta, Salustio le dijo que
“algunos años atrás se había aventado un jale, es decir, un secuestro” con
Elizalde Menchaca pero “ese cabrón lo había bailado y lo único que quería era
recuperar su dinero que le había tocado por dicho secuestro”.
Conexiones
El caso de Ezequiel incluye hechos y
situaciones que lo hacen aún más extraño. Por ejemplo cuando el joven hizo su
primera declaración ministerial, el 9 de diciembre de 2005, estaba golpeado. El
expediente asienta que tenía un vendaje en la cabeza y se quejaba de dolor en
la espalda, piernas, cabeza y abdomen. Además “se aprecian heridas en rodilla
izquierda y espinilla izquierda”.
En una declaración posterior reconoció:
“Cuando llegaron los de la AFI, sí me apuntaban con sus armas y me golpeaban.
Me preguntaban cómo te llamas. Hubo jalones y me golpearon hasta que una de las
AFI dijo ‘es víctima’”. Pensaron que era el cuidador de los secuestrados.
La periodista Anne Vigna, autora del libro
Fábrica de culpables: Florence Cassez y otros casos de la injusticia mexicana,
comentó a este semanario (Proceso 1790) que el 2 de marzo de 2006 Ezequiel
rindió una nueva declaración ministerial en la que relató que en una fiesta se
presentaron dos personas que fueron invitados por su suegra y su cuñado. Las
identificó por sus apodos: El Norteño y El Jaime. Declaró que esos dos
individuos estuvieron involucrados en su secuestro, pero nunca fueron
investigados.
Vigna recuerda lo que le comentó Alejandro
Cortés Gaona, abogado de Israel Vallarta: que uno de estos individuos se parece
a Alejandro Mejía Guevara, cuñado de Israel Vallarta y quien era el titular del
contrato de arrendamiento de la casa de seguridad de Xochimilco, donde
estuvieron cautivos Ezequiel, Cristina y su hijo Christian.
Mejía Guevara es amigo de los hermanos
Marco Antonio y José Fernando Rueda Cacho, quienes participaron en el secuestro
de la joven Valeria Cheja, cuyo caso supuestamente permitió a los agentes de la
AFI descubrir que Vallarta era secuestrador.
Sin embargo, señaló Vigna, los Rueda Cacho
están libres. La PGR realizó un cateo en su casa y encontró un Volvo gris plata
que fue usado en el secuestro de Cheja. No obstante no se ejerció acción penal
contra ellos.
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