Columnas
Ajedrez diplomático/Raymundo Riva Palacio
La
Razón, 19 de enero de 2013
PRIMER
TIEMPO: El gambito de Dama. Para los expertos en ajedrez, el Gambito de Dama es
una apertura cerrada del juego, donde las fichas blancas desafían en forma
agresiva a las negras, al comenzar con el movimiento agresivo del peón de la
Reina. De entrada lo aporta como pieza de sacrificio, al saber que en cualquier
momento, con el respaldo de la reina, puede recuperarlo y tomar ventaja. Algo
así sucedió con Eduardo Medina Mora al llegar a Washington en relevo del
embajador Arturo Sarukhán, quien pese a saber desde hace meses que no tendría
futuro inmediato en el gobierno de Enrique Peña Nieto, al final del camino su
estómago pudo más que su mente. Sarukhán, gran diplomático, perdió la cabeza en
enero y de entrada decidió quedarse en su casa en lugar de, como manda el
protocolo, asistir a la junta anual de embajadores en la ciudad de México. Tuvo
a bien recibir a Medina Mora el fin de semana pasado para decirle que
necesitaba un mes para mudarse de la residencia oficial, lo que sólo se
equipara con los dos meses que se quedó en la residencia oficial Mario Moya
Palencia, cuando fue relevado como embajador ante las Naciones Unidas en 1989.
Bueno, eso se lo puede pasar, pues finalmente la familia de Medina Mora se
quedará en Londres hasta que su hijo menor termine la escuela en unos meses.
Puede vivir en un hotel y que la crisis familiar, reflejada en la cara enojada
de Verónica, esposa de Sarukhán, este viernes en su despedida en la Embajada en
Washington, no sea mayor. Pero las cosas no terminaron ahí, pues Sarukhán le
dijo a Medina Mora que la oficina tampoco se la podría entregar, lo que ya fue
un exceso. La oficina, que es donde despachará sí, o ¿pensaría que puede
hacerlo en el Starbucks cercano? Sarukhán tuvo que entregar la oficina pero se
quedará a vivir en Washington, como consultor. En un principio, como en el
Gambito de Dama, Sarukhán puede tomar el peón de la Reina, pero su trabajo
requerirá de una gran relación con la Embajada de México, que de entrada, ya
dinamitó.
SEGUNDO
TIEMPO: La Apertura Escocesa. Los ajedrecistas suelen identificar dentro de
este tipo de apertura en un juego al Gambito Evans. Es un inicio abierto y
agresivo, donde se juega con piezas que rápidamente se colocan en forma
estratégica sobre el tablero. Se utilizan al alfil y el caballo, que en sólo
cuatro movimientos ya tienen listo el ataque. La racional de esta estrategia es
que si se empieza bien, se debe terminar bien. Si el presidente Enrique Peña Nieto juega de esa manera ante el
gobierno de Cuba, el próximo embajador en La Habana tendrá que ser Lázaro
Cárdenas Batel. El ex gobernador de Michoacán que hace tiempo hace vida
académica en Washington, es la cabeza de la terna que tiene Peña Nieto para
remplazar a Gabriel Jiménez Remus. El veterano panista llegó a Cuba como
embajador del gobierno de Felipe Calderón y todas las expectativas que había sobre
él se derrumbaron. No trabajó, no tejió relaciones en La Habana y hoy en día es
un diplomático del cual no hablan nada bien los cubanos. Una personalidad como Cárdenas Batel tiene mucho sentido. No sólo
porque conoce bien Cuba —su esposa es cubana— y tiene viejas amistades en
la isla, sino porque lleva la marca del nacionalismo mexicano, “Cárdenas”, que
para los hermanos Fidel y Raúl Castro, que gobiernan en Cuba, significa un
eterno agradecimiento por el apoyo que recibieron de él cuando estaban exiliados
en México. Cárdenas Batel es un vínculo al pasado, pero un puente hacia el
futuro. Político joven y experimentado, es una gran jugada que tiene Peña
Nieto, lista para moverla sobre su tablero de ajedrez.
TERCER TIEMPO: La Defensa Italiana: Cuando en
un juego de ajedrez arranca el peón de la Reina y la ficha negra que tiene el
primer movimiento es el peón del alfil, se le suele llamar Defensa Italiana,
que es una estrategia defensiva que es agresiva pero, al mismo tiempo, no
confronta en la entrada. Contrataca pero en forma flexible, pues le permite a
las fichas negras moverse en torno al ataque de las blancas y poderlas rodear e
ir haciéndolas retroceder. Una personalidad de esa naturaleza necesita el
gobierno de Enrique Peña Nieto para ocupar la Embajada en Venezuela que se
encuentra acéfala desde hace varios meses. La cancillería mexicana decidió
retirar al embajador Carlos Pujalte de manera discreta, después de que en enero
del año pasado fue secuestrado junto con su esposa, en una cadena de incidentes
diplomáticos con varias naciones que hicieron pensar que más que un problema de
inseguridad, era un tema de hostigamiento de las fuerzas chavistas. Pero
Venezuela es un país grande y petroleramente importante, donde las relaciones
se desbarrancaron en el gobierno de Vicente Fox y el encargo del presidente
Felipe Calderón a la canciller Patricia Espinosa de mejorarlas, se quedó
solamente en el punto de la distensión. En Los Pinos consideran que Venezuela
requiere de un muy buen trabajo político y diplomático, agresivo pero sin
confrontar. ¿Quién para ese cargo? Alguien
del Servicio Exterior no parece llenar el perfil para esa tarea que no es tan
diplomática. Pero en la terna para la Embajada de Cuba aparece un ex secretario
de Estado, muy conocedor del funcionamiento de los Estados modernos —su
profesor en Harvard fue Samuel Huntington, quien admiraba su inteligencia—, y
lleva 12 años sin ser aprovechado. Se
trata de Fausto Alzati, que fue director de Conacyt en el gobierno de Carlos
Salinas y efímero secretario de Educación en el de Ernesto Zedillo. No hay
ninguna terna aún para ir a Caracas, pero Alzati emerge como una figura que,
para las necesidades que se ven en Venezuela, entra como el peón negro en la
Defensa Italiana.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
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