QUÉ
O QUIÉN ES PUTO?
La Pagina La Otra Opinión de Ricardo Alemán,
La
Real Academia de la Lengua española define “puto” como un adjetivo de
calificación denigratoria –”me quedé en la puta calle”, menciona como ejemplo–;
también lo describe como un adjetivo que, por antífrasis, puede resultar
encarecedor –”ha vuelto a ganar. ¡Qué puta suerte tiene!”–, lo iguala con necio
y finalmente, puto es un hombre que tiene concúbito con personas de sus sexo.
Su
origen, dice la RAE, es incierto, pero su aparición en otras lenguas romance,
como la italiana (“putto” y “putta”) y la francesa (“putain”), sugieren su cuna
en el latín vulgar.
Si
se revisa la historia por medio de la literatura de nuestra lengua, quizá una
de sus primeras apariciones esté en la Tragicomedia de Calisto y Melibea y de
la puta vieja Celestina, obra escrita por Francisco Rojas en 1492. Asimismo, en
boca de Sancho Panza (Don Quijote, 1605 y 1615) es una de las maldiciones
favoritas del escudero: “Pues ¡voto a tal! Don hijo de la puta, don Ginesillo
de Paropillo, o como os llaméis, que habéis de ir vos solo, rabo entre piernas,
con toda la cadena a cuestas”. Y éstos no son casos aislados, sino que se
repiten continuamente a lo largo de novelas, poemas y obras de teatro escritos
a partir del siglo XIV y hasta nuestros días. Pedro Calderón de la Barca, en el
siglo XVII, puso en boca de uno de sus personajes los siguientes versos: “Si
traen dulces, tú te huelgas / como un padre de comerlos / y yo ayuno como un
puto / pues ni los toco ni veo”.
Lo
anterior viene a cuenta porque, para la FIFA, gritar “puto” durante el despeje
de un portero, en medio de un partido de futbol, es un acto de discriminación,
de racismo y hasta de homofobia.
O
al menos, esa es la versión que circula en buena parte de los medios de
comunicación. La cual, por cierto, ya fue aderezada con una posible sanción
para el once mexicano y con la amenaza de que el partido frente a Croacia se
realizaría a puerta cerrada.
Sin
embargo, resulta absurdo que la FIFA adopte esas posturas. No sólo porque
exhibe una gran mojigatería y doble moral. No sólo porque se escandaliza por
una porra y deja pasar casos de corrupción y malos arbitrajes. Y no sólo porque
la moralina de la Federación de Futbol es rebasada por el tamaño -y lo cuestionable-
del negocio de las patadas. Sino porque en la FIFA no entienden que el
significado y el sentido de las palabras no es algo fijo y petrificado; ambos
se construyen.
Cierto,
existe una definición general que se encuentra en los diccionarios, pero también
se deben considerar los elementos ajenos a la palabra; como los vocablos que la
rodean y su relación con éstos, el contexto en que se usa, el tono de voz con
que se dice y otros aspectos pragmáticos que se hallan fuera de la lengua. De
lo contrario, la campaña de lo “políticamente correcto” que parece defender la
FIFA corre el riesgo de conducir a excesos.
Un
ejemplo de esto se vive en Estado Unidos, donde por años se ha perseguido y
silenciado a quienes pronuncian las palabras que -para la opinión pública- son
parte de una lista de indecibles. Es decir, términos como nigger, fuck, queer,
faggot, etc.
Y
decimos que se trata de un exceso porque cada una de estas palabras -ofensivas
todas para las buenas conciencias- tienen un eufemismo bien recibido el cual,
irónicamente, puede emplearse de forma tan despectiva como la palabra que busca
ocultar.
En
México, la historia no ha sido muy distinta. El año pasado, la Suprema Corte de
Justicia censuró palabras como “puñal” y “maricón” -ambas en su acepción vincualda
con prácticas homosexuales-, y la decisión le valió algunas muestras de apoyo,
pero también severas críticas. Después de todo, era inaceptable que la SCJN
tratara de extender su poder a los vocablos.
En
definitiva, la discriminación no se acaba con la prohibición de las palabras,
entidades en constante e interminable cambio. Pensarlo así, además de
ignorancia, demuestra pereza mental, pues el problema no se resuelve con una
consulta al diccionario, sino que requiere de la evaluación completa del contexto
en que la palabra non grata apareció.
Con
esto dicho, vale preguntar a la FIFA, ¿Realmente cree que la afición mexicana
pretenden dañar la dignidad de los oponentes?
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