Los
desafíos del ‘Brexit’ y de Trump/Henry Kamen es historiador británico.
El Mundo, Jueves,
17/Nov/2016
El
hecho de que algunos separatistas catalanes, entre ellos Artur Mas, hayan
elogiado la victoria de Donald Trump en las elecciones norteamericanas, como si
fuera el camino a seguir en la lucha contra el establishment político, revela
los abismos increíbles a los que ha caído el discurso político en los últimos
meses. Con demasiada frecuencia, los comentaristas se han referido a la
inesperada victoria de Donald Trump como si fuera consecuencia de un
recrudecimiento del populismo en las democracias occidentales. Se ha sugerido
que la gente común se ha rebelado contra las políticas apoyadas por los
políticos tradicionales, y ha preferido poner su fe en una alternativa radical.
Sin
embargo, la situación tiene muy poco que ver con el populismo. Más bien,
sugiero que la no inteligencia, fomentada por ciertas tendencias, se ha hecho
con el control del proceso político. Esta semana, en los principales periódicos
conservadores del Reino Unido, los columnistas han ventilado su cólera contra
los críticos de Trump y los han identificado con los enemigos del Brexit. Para
estos periódicos, Trump es el gran héroe del Brexit. Sabemos que Trump mismo se
ha referido a su victoria como un triple Brexit. Pero hay algo fundamentalmente
malsano en un proceso político donde el símbolo del éxito, en las dos
principales naciones occidentales, es una persona pública que se distingue por
su hostilidad a la inteligencia.
Del
mismo modo, en Inglaterra la élite laborista que debería haber organizado a sus
votantes para defender sus principios se mostró completamente incapaz de
oponerse a la propaganda a favor del Brexit. Los votantes con ingresos bajos se
consideraron abandonados por quienes esperaban haber sido defendidos. En
amplias zonas del este de Inglaterra y del sur de Gales, la gente empleó el
referéndum no con el fin de hacer una elección sobre Europa, sino para expresar
su descontento con el declive de su condición social.
Eso
nos lleva al hecho central: en los Brexits, tanto en Estados Unidos como en el
Reino Unido, las formaciones políticas que han triunfado han optado por buscar
el apoyo de los votantes a través del engaño. En ciertas tendencias populistas
de Europa, ciertamente ha habido un rechazo deliberado de la inteligencia,
incluso hasta el punto de rechazar cualquier formulación de ideas políticas
serias. En los Brexits, sin embargo, ha habido un rechazo mucho más amplio de
la inteligencia, adoptando posturas que apelan abiertamente al prejuicio
popular. En Inglaterra, los partidarios del Brexit no sólo difundieron
falsedades, particularmente sobre inmigración, sino que también hicieron
promesas que no tenían intención de mantener, como financiar la Seguridad
Social.
En
Estados Unidos, la campaña de Trump siguió el mismo camino. Tanto sus discursos
como sus declaraciones públicas se sustanciaron en frases quebradas, de tal
manera que el contraste con la presentación altamente intelectual de los
discursos de Hillary Clinton fue llamativo. Casi todos los aspectos de la
promesa de Donald Trump de “hacer grande a América” se enraízan en la no
inteligencia. Sus promesas de “construir el muro” (con México) y detener la
inmigración (de musulmanes) ya ni se mencionan, porque ya ha conseguido atraer
al votante que quería un cambio. El rasgo central de la política no inteligente
fue, por supuesto, la proyección dada al “payaso”, ya sea en forma de Trump o,
en Inglaterra, de Boris Johnson. El cabello desordenado de Johnson y el
exuberante de Trump tenían papeles comparables. Trump nunca pronunciaba una
sola frase inteligible: sus mensajes siempre estaban formulados en
declaraciones incompletas. No es extraño, por tanto, que haga un uso intensivo
de Twitter -esa famosa herramienta literaria de alfabetismo limitado- para
expresar sus pensamientos. Queda por ver si el personal de seguridad de la Casa
Blanca le permite seguir usando Twitter.
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