El agente de la CIA que se ha rebelado contra Trump
La renuncia de Edward Price evidencia la inquietud que ha desatado la nueva presidencia entre los funcionarios del Gobierno
Nota de JOAN FAUS/El País, Washington 22 FEB 2017 - 12:34 CST
Trump, en la sede de la CIA, el pasado enero, en su segundo día como presidente OLIVIER DOULIERY EFE
Edward Price trabajó como analista de la CIA bajo los gobiernos del republicano George W. Bush y el demócrata Barack Obama. Pero ha decidido no hacerlo para el de Donald Trump. La guerra del presidente republicano con los servicios de espionaje le incomoda demasiado. “Como profesionales de inteligencia se nos enseña a desconectarnos de la política”, esgrime Price. “Pero esta Administración ha dado la vuelta a la dinámica: los políticos son los que se han desconectado de los profesionales de inteligencia”.
No es un caso aislado de rebelión. Evidencia la inquietud que ha desatado la nueva presidencia entre los funcionarios de carrera del Gobierno. Trump ha tenido dificultades para reclutar a trabajadores de seguridad nacional. En el Departamento de Estado, ha habido renuncias de altos cargos incómodos con la nueva Administración. Y decenas de empleados de la Agencia de Protección Medioambiental se movilizaron para intentar, sin éxito, que el Senado rechazara al nominado de Trump para dirigir el organismo, que es un escéptico del cambio climático.
“Puedo decir que hay un fuerte sentimiento de desmoralización”, dice Price, sobre la plantilla de la CIA, en una entrevista al diario The Washington Post, en el que escribió el martes un artículo en el que hace pública su renuncia. El analista dimitió la semana pasada tras 15 años en la agencia de espionaje, incluida una etapa en el Consejo de Seguridad Nacional de Obama.
Consultado por este periódico, un portavoz de la CIA declinó hacer una valoración de la opinión de Price.
Edward Price TWITTER
El exanalista alega que un detonante de su dimisión fue la visita que hizo Trump, en su segundo día como presidente, a la sede de la CIA, a las afueras de Washington. “Estoy con vosotros en un 1.000%. El motivo por el que sois mi primera visita es que estoy embarcado en una guerra con los medios. Están entre los seres humanos más deshonestos de la tierra”, dijo el republicano ante el muro de homenaje a los trabajadores de la agencia muertos en servicio.
Price lamenta que el discurso de Trump pareciera un acto de campaña. “No eran las declaraciones que muchos de mis colegas y yo queríamos escuchar de nuestro comandante en jefe”, aduce.
Los otros motivos de su renuncia fueron las críticas de Trump a la conclusión de la comunidad de inteligencia de que Rusia robó correos electrónicos del Partido Demócrata para ayudar electoralmente al republicano. Y la decisión del presidente de dar un puesto en el Consejo de Seguridad Nacional a Steve Bannon, su estratega jefe y exresponsable de Breitbart News, una publicación de referencia para la extrema derecha.
Price argumenta que lo que hace única a la Administración Trump respecto a todas las anteriores es su “negativa” a escuchar a los servicios de inteligencia y su decisión de anteponer la opinión de asesores políticos. “Lo que más quieren los profesionales de inteligencia es que los frutos de su labor reciban la deferencia adecuada en el proceso de decisiones políticas”, señala.
Trump ha cuestionado que necesite recibir cada día, como sus predecesores, un informe de los servicios de inteligencia. Ha equiparado a sus espías con la Alemania nazi tras filtrarse un informe sobre un presunto escándalo sexual suyo en Rusia. Estudia colocar a un hombre de su máxima confianza para hacer una purga de las agencias de espionaje. Y, en su ofensiva contra la CIA, se ha jactado de que la agencia errara sobre las inexistentes armas de destrucción masiva que justificaron la invasión de Irak ordenada por Bush en 2003. Entonces, la creciente politización dañó la imagen la CIA. El temor es que, en el primer mes de Trump en la Casa Blanca, se haya cruzado un nuevo umbral.
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