Revista Proceso # 2113, 30 de abril de 2017
Hasta en 600% se disparan asesinatos en los estados/
Jorge Carrasco Araizaga
Una de las mayores promesas de campaña de Enrique Peña Nieto fue reducir la marejada de violencia que desató su antecesor, Felipe Calderón, al lanzar al Ejército contra los cárteles de la droga. Lo logró durante los primeros meses de su gobierno, pero este 2017 se está convirtiendo en el año más mortífero desde que se desató la guerra antinarco, de acuerdo con un estudio de la Universidad de San Diego. En algunas entidades, por ejemplo, los asesinatos han aumentado en forma dramática.
En ningún país del mundo occidental la violencia ha crecido tanto como en México desde que los militares salieron a las calles a combatir al narcotráfico. Cada hora, en promedio, dos personas han muerto desde 2007 a causa de la guerra contra las drogas declarada por el gobierno de Felipe Calderón, mantenida por el de Enrique Peña Nieto y que el gobierno de Donald Trump pretende acelerar.
Aunque en América Latina aparece aún en cuarto lugar en la tasa de asesinatos, México es un país donde el ritmo de la violencia ha crecido de manera incesante. La mala noticia no es ésa. Las estimaciones indican que la embestida se mantendrá hasta bien entrada la próxima década.
Según el proyecto de investigación Justicia en México, de la Universidad de San Diego, entre 70 y 90 mil personas más morirán en las mismas condiciones en que han ocurrido los homicidios dolosos de la última década, con la marca de la delincuencia organizada.
El proyecto Justicia en México está a cargo del Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad de San Diego, que desde 2010 elabora un reporte para dar seguimiento a la violencia en el país. El informe 2016, dado a conocer el 20 de abril en el Instituto Krock para la Paz y la Justicia de esa universidad, fue elaborado por los investigadores Klimberly Heinie, Octavo Rodríguez Ferreria y Davi A. Shirk.
De acuerdo con ese estudio, la guerra antidrogas en México ha sido incluso más letal que para los estadunidenses la Primera Guerra Mundial (en la que tuvieron 53 mil bajas), la de Corea (con 36 mil), la de Vietnam (58 mil), y muy lejos de los conflictos de Afganistán, con 2 mil soldados estadunidenses muertos, o de Irak, con 4 mil.
En Violencia por las drogas en México, datos y análisis de 2016, los investigadores aseguran que hay otros tres países más violentos que México, tomando en cuenta el número de homicidios y la cantidad de población: Honduras, con un nivel cuatro veces mayor; El Salvador, tres veces superior; y Colombia, que con todo y su “historia de éxito” en la reducción de la delincuencia tiene una tasa que es casi 50% superior a la de los años recientes en México.
En una perspectiva histórica, el reporte asegura que los homicidios en México declinaron desde los años treinta del siglo pasado hasta mediados de la primera década del siglo, a finales del gobierno de Vicente Fox –la primera administración del PAN en la Presidencia de la República.
De 2007 a 2011, la tasa de México se elevó de manera notoria, pasando de 8.1 a 23.5 homicidios por cada 100 mil habitantes; es decir, en los primeros cuatro años de Felipe Calderón la violencia se triplicó en comparación con la tendencia histórica, según las cifras del Inegi utilizadas por los investigadores.
La elevada violencia de México es de especial preocupación si se le compara con el resto de América Latina, pues a diferencia de los pequeños países que tienen tasas más altas, el aumento en el índice de homicidios se traduce en un número mucho mayor de personas asesinadas, debido al tamaño de su población, de más de 119 millones de personas, la tercera más grande después de Estados Unidos (324 millones) y Brasil (200 millones).
Por modesto que sea el incremento, se traducirá en un alto número de muertos. Entre 2007 y 2011, que ha sido el peor periodo para el país, el número de asesinatos anuales pasó de 8 mil 867 homicidios a 27 mil 199. “Ningún otro país en el hemisferio occidental vio tan grande incremento en el número absoluto de homicidios en las últimas dos décadas”, señala el reporte.
La prospectiva es igual de mala. Dicen los investigadores: “Considerando los altos niveles de violencia que México ha experimentado durante este periodo, es probable que continué por algún tiempo.
“Incluso si los homicidios tienen una renovada tendencia de descenso a un ritmo de 10% al año, como ocurrió entre 2012 y 2014, es improbable que el número de homicidios pudieran regresar a los niveles de 2007 sino hasta después de 2020.”
Advierten: “En los próximos cuatro años podríamos esperar de manera realista que México se mantenga como una ‘sociedad extremadamente violenta’ en la que entre 75 mil y 90 mil personas van a morir a manos de otras sin víctimas o perpetradores claros”, es decir, con características asociadas a la delincuencia organizada: batallas entre bandas, grupos de ejecución, tortura, desmembramientos, armas de alto poder, decapitaciones, narcomensajes, fosas clandestinas y otros métodos similares.
El periodo de Calderón es hasta ahora el más violento, pero a dos años de que termine el de Peña Nieto, puede concluir igual o peor. De acuerdo con el Inegi, con el panista se registraron 121 mil 613 homicidios. Eso significó un promedio anual de 20 mil muertos, más de 55 personas al día o dos cada hora.
Hoy se estima que en los cuatro años de Peña Nieto ya van 90 mil víctimas. Es decir, un promedio de 22 mil 400 al año. Esa cifra supera en 5 mil a los primeros cuatro años de Calderón, lo que se traduce en 61 homicidios por día o 2.5 asesinatos cada hora en ese periodo. Con Peña Nieto, los homicidios violentos han tenido un alza consistente desde 2015.
Los investigadores aseguran que la intervención del gobierno para interrumpir (“o a veces para facilitar”) las actividades criminales tiene un importante efecto, que no siempre es positivo o predecible. Aseguran que a pesar del argumento gubernamental de que la reducción de la violencia de 2012 hasta mediados de 2014 se debe atribuir a un mejor cumplimiento de la ley por parte de los gobiernos estatales y federal, hay otros factores, como el predominio del Cártel de Sinaloa, que jugaron un papel importante. Eso se hizo evidente por el incremento de la violencia que siguió a la recaptura y extradición del Chapo Guzmán.
“Las autoridades mexicanas responsables de hacer cumplir la ley tienen un largo camino antes de que puedan dar un efecto duradero de protección contra el crimen organizado y la violencia”, dice el texto.
En un esbozo de perfil de las víctimas, los analistas estiman que entre 25.4% y 52.8% de todos los homicidios identificados en 2016 tuvieron características que los vinculan con la delincuencia de los cárteles.
Añaden que la vasta mayoría de las víctimas, al menos 75%, fueron identificadas como hombres. De manera sorprendente, dicen, la edad promedio de las víctimas es de 33 años, lo que parece contradecir la idea de que en la delincuencia organizada están involucrados jóvenes sin educación y desempleados.
Sin precedentes
Cuando Felipe Calderón salió del poder, la expectativa fue que Peña Nieto bajara laviolencia. Así ocurrió en sus primeros tres años, de 2012 a 2014. En 2015 se rompió esa tendencia y de plano se incrementó 20% en 2016. Este año pinta peor.
En lo que va de 2017 la violencia se ha disparado a niveles similares a los de 2011, el peor año de Calderón en cuanto al número de fallecidos. En marzo pasado, el registro alcanzó 2 mil 20 muertos en todo el país, una cifra que no se veía desde hace seis años, cuando Ciudad Juárez estaba considerada la ciudad más violenta del mundo.
De acuerdo con las cifras del Semáforo Delictivo, organización no gubernamental que la semana pasada dio a conocer las cifras de marzo, ese ha sido el mes con más homicidios en lo que va del año. A partir de números oficiales, indica que en enero se registraron mil 930; en febrero, mil 825, y en marzo, 2 mil 20. En total, 5 mil 775 en tres meses; es decir, 64 al mes.
Para los investigadores del Proyecto Justicia en México de la Universidad de San Diego, “el empeoramiento de las condiciones de seguridad en los últimos dos años es un retroceso importante para el presidente Enrique Peña Nieto, quien se comprometió a reducir la violencia de manera significativa durante su administración”.
En 2016, los homicidios intencionales aumentaron en 24 estados. Los principales fueron Colima (con 600%), Nayarit (500%) y Zacatecas (450%). Los tres tienen un papel importante en la producción de droga o tráfico, además de ser escenarios de conflicto entre grupos de delincuencia organizada. Los tres estados tienen una característica en común: desde el inicio de la guerra al narcotráfico han tenido, en distintos momentos, a jefes militares como responsables de la seguridad pública estatal y en sus principales municipios (Proceso 2111).
En el lado opuesto, Querétaro y Campeche han tenido un marcado descenso de los homicidios intencionales. En el primero bajaron 69% y en el segundo, 24%. Eso sí, los expertos puntualizan que es claro que la reducción de la violencia en un año determinado o en un determinado lugar no se puede atribuir necesariamente a un mejor cumplimiento de la ley.
Para los autores, el arresto y extradición del Chapo Guzmán explican en parte el incremento de la violencia durante 2015 y 2016.
De acuerdo con el reporte, cada vez son más los municipios que se contagian de la violencia.
Explican que hasta 2007, 46% de los municipios del país (mil 108, de 2 mil 466) estaban casi libres de violencia. Pero después de que Calderón declarara la guerra al narcotráfico, el número bajó a 818; es decir, ya sólo una tercera parte de los municipios estaban libres de asesinatos relacionados con la delincuencia organizada.
Además, hubo un incremento sustancial en el número de municipios con más de 25 homicidios al año: pasaron de 65 en 2007 a 179 en 2012; en tanto que aquellos con más de 100 asesinatos se cuadruplicaron en el mismo periodo, al pasar de 10 a 41.
Con Calderón, entre los estados más violentos estaban los seis de la frontera norte: Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas; además, algunos del Pacífico: Sinaloa, Nayarit, Michoacán y Guerrero. Con Peña Nieto, el año pasado destacaron Guerrero, con 2 mil 213 homicidios; Estado de México, con 2 mil 53; Michoacán, mil 287; Veracruz, mil 258; Colima, mil 232; Baja California, mil 179; Sinaloa, mil 161, y Jalisco, mil 152.
Chihuahua registró 600 homicidios y en lo que va del año está repuntando como uno de los estados más violentos. Pero los cinco estados que el año pasado incrementaron los homicidios al estilo de la delincuencia organizada en los porcentajes más altos fueron Colima (600%), Nayarit (500%), Zacatecas (405%), Yucatán (200%) y Nuevo León (119%).
El incremento de la violencia en México a partir de la decisión de Calderón de utilizar a las Fuerzas Armadas para combatir a los cárteles en las calles fue demostrado también en 2015 en un estudio de la experta en análisis cuantitativo de Google, Valeria Espinosa, en un estudio titulado ¿Las intervenciones militares en la guerra mexicana a las drogas incrementaron la violencia? (Proceso 2007).
El análisis, avalado por la Asociación de Estadística de Estados Unidos, y apoyado también en cifras oficiales, asegura que la decisión de involucrar a los militares en la guerra a las drogas “incrementó en promedio la tasa de asesinatos en las regiones donde hubo intervenciones militares”.
El gobierno de Donald Trump ha insistido en que los militares tengan un papel aún más activo en el combate a la delincuencia organizada. El secretario de Seguridad Interior, el general retirado John Kelly, quien fue jefe del Comando Sur de Estados Unidos y uno de los operadores del Plan Colombia, ha insistido en que México y el resto de América Latina deben considerar “la historia de éxito” de los colombianos en la reducción de la violencia.
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