Señales de la Santa Sede sobre el novedoso fenómeno de las caravanas migrantes, que en estos días atraviesan México con el objetivo de desafiar
Vatican Insider, 21/11/2018;
ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZ
CIUDAD DEL VATICANO
Ya no es caravana. Son caravanas. Movimientos multitudinarios de centroamericanos que, por grupos, están atravesando el territorio de México con destino a los Estados Unidos. Un fenómeno novedoso, que ha puesto de nuevo bajo la lupa de la prensa internacional una perenne crisis humanitaria de migración en el norte de América. En Roma, el Papa sigue de cerca las noticias que llegan de aquella parte del mundo. Está “enteradísimo” y sabe de la solidaridad demostrada por el pueblo mexicano a los caminantes.
Francisco tuvo la oportunidad de abordar este tema con el embajador mexicano ante la Santa Sede, Jaime del Arenal Fenochio, a quien recibió en audiencia privada el sábado 17 de noviembre en el Palacio Apostólico del Vaticano. El diplomático acudió en “visita de despedida”, a pocos días de concluir su misión. Una salida programada. Él prefirió no esperar al cambio de gobierno (previsto para el 1 de diciembre) ni a la designación de su sucesor. En breve estará de regreso en México.
“(El Papa) mostró su preocupación por la caravana migratoria que está cruzando el país. Me dijo que estaba muy complacido con la actitud del pueblo mexicano hacia ese fenómeno, reconoció que se portó muy bien, así me lo dijo literalmente”, contó del Arenal al Vatican Insider. Además precisó que el pontífice mostró estar “enteradísimo” sobre todos los detalles con respecto a la caravana migrante y destacó especialmente el rol de la Iglesia mexicana en la atención a los caminantes.
“También me dijo que estaba pidiendo a la Virgen de Guadalupe por el pueblo de México. A nombre del gobierno mexicano le regalé una impresión, una litografía de la imagen guadalupana que recibió con mucho gusto. Me garantizó que iba a seguir rezando por México, yo le insistí que rezara por nuestro país, por nosotros. Al final, muy enfáticamente me pidió: por favor, recen por mí”, añadió el todavía embajador.
Quien informa constantemente al Papa sobre la caravana y sobre todo lo relacionado con los migrantes en el mundo es el padre Fabio Baggio. Religioso escalabriniano, conoció a Jorge Mario Bergoglio mientras prestaba servicio pastoral en Argentina, a fines de la década de los 90. De ahí su perfecto español con inconfundible acento sudamericano.
Desde enero de 2017, junto con el padre Michael Czerny, Baggio dirige la Sección Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio al Desarrollo Humano Integral del Vaticano. Ambos son subsecretarios, pero dependen directamente de Francisco. Por voluntad expresa del pontífice, quien reservó para él mismo la potestad de decidir en este campo. Una determinación emblemática y sugestiva. Por eso, cada mes, los dos sacerdotes sostienen reuniones de trabajo con el líder católico, quien se preocupa personalmente de seguir cada tema.
Apenas surgió la iniciativa de las caravanas migrantes, los obispos centroamericanos, los de México y Estados Unidos escribieron inmediatamente al Vaticano para informar de todos los detalles. Desde Roma, la primera recomendación dirigida a las conferencias episcopales de esos países fue la de interactuar y coordinarse, además de reflexionar juntos.
De esta reflexión compartida, Baggio destacó dos aspectos fundamentales: primero, tener cuidado con la manipulación que podría darse a estas iniciativas y, segundo, el deseo porque a nadie le falta nada, que todas las personas sean atendidas. “Es bastante evidente en la prensa el intento de instrumentalización política de las caravanas, de una parte y de otra, de los gobiernos y las oposiciones, cada uno con su interpretación, usando como carne de cañón a la gente”, constató.
No identificó específicamente a los responsables de la manipulación. Es más, advirtió que la instrumentalización ha sido aprovechada por gobiernos y actores políticos de oposición. En México, en Estados Unidos y otros países. La suya no fue una crítica a una persona en especial sino, más bien, la estigmatización a una actitud oportunista. Y es que existen demasiados intereses creados en torno a la migración con flujo de centro a Norteamérica.
En realidad, el subsecretario vaticano fue más allá. A la reflexión de los obispos él agregó un punto suyo: “En esta frontera del sur de México transitan 400 mil personas por año, y nueve mil captaron la atención de los medios por viajar en caravana. Que esto no disminuya las violencias, los abusos y las explotaciones, todas las dificultades que afrontan los demás. Es muy fácil ahora que lleguen ayudas, pero es una frontera que está muy transitada desde hace mucho tiempo”, añadió.
Como si, de repente, las caravanas migrantes hubiesen despertado una solidaridad de origen mediático ante una realidad que lleva demasiado tiempo ahí, presente, pero que había sido ignorada por la mayoría. Baggio también reservó cierta crítica, aunque muy respetuosa, hacia quienes viajan en las caravanas. Afirmó “con toda sinceridad” que “no ayudan en la construcción de un cuadro general” el que ellos usen frases como “¡vamos a invadir!” o “¡vamos a entrar sin permiso!”.
Pero, a final de cuentas, constató que las caravanas manifiestan los problemas no resueltos en la mayoría de los países de Centroamérica y que no dependen sólo de algunos gobiernos, porque persisten desde hace muchas décadas. Por eso se mostró partidario de una “alianza” mucho más efectivas entre las naciones de esa región y también con México.
“Hay muchos recursos que se pueden poner en común entre los mismos países para mejorar la situación. La Iglesia, con su rol crítico, debe llamar la atención a quien esté gobernando porque es su responsabilidad”, ponderó.
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