25 nov 2018

Videgaray, el operador: Carlos Navarrete Presunto pacto AMLO-Peña Nieto

Revista Proceso #2195, 25 de noviembre de 2018..
Videgaray, el operador: Carlos Navarrete Presunto pacto AMLO-Peña Nieto/
ÁLVARO DELGADO
La polémica amnistía ofrecida por Andrés Manuel López Obrador a la clase gobernante –gracias a la cual Peña Nieto y sus colaboradores se irán con la tranquilidad de que nadie los investigará– fue amarrada, según Carlos Navarrete, expresidente del PRD, mediante un presunto “pacto” entre el presidente electo y el saliente, en el que el operador fue Luis Videgaray. Pero ese perdón no es nuevo en la agenda del tabasqueño. De hecho, lo anunció desde 2010 en su libro La mafia que se adueñó de México.

La amnistía de Andrés Manuel López Obrador a Enrique Peña Nieto y a los funcionarios de su gobierno para no ser investigados por corrupción es producto de un pacto entre ambos, y el operador para concretarlo fue el canciller Luis Videgaray, asegura Carlos Navarrete, expresidente del PRD.
Ese acuerdo se formalizó en plena campaña electoral en una reunión entre López Obrador y Videgaray, previo al segundo debate de los candidatos presidenciales, el 20 de mayo, precisa Navarrete y afirma que a eso obedece la “transición de terciopelo” tras las elecciones y que incluye la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) en Texcoco.
“Es un guion que pactaron para sus decisiones: el repliegue de Peña Nieto está pactado, el despegue de Andrés Manuel está pactado, la amnistía está pactada. Peña Nieto se podrá ir sin ningún problema y su gabinete también. El presidente podrá tomar sus decisiones. No le han puesto ni un obstáculo del tamaño de una canica. Nada. Todo camina. El fraseo con el presidente: ‘Es un demócrata, es respetuoso de la ley, el país está muy bien’. Todo pactaron con guion.”
–¿Incluyendo la cancelación del aeropuerto?

–Incluyendo el aeropuerto: “Esa es tu decisión, presidente”.
En entrevista con Proceso, el 29 de octubre y el viernes 23, el exsenador no revela sus fuentes, pero garantiza que Videgaray aconsejó a Peña actuar igual que ante el inminente triunfo de Donald Trump, porque el candidato priista, José Antonio Meade, no le ganaría a López Obrador.
“Videgaray le dice: ‘Presidente, va a ganar (López Obrador). Así como te dije que iba a ganar Trump y que había que platicar, te digo que va a ganar Andrés.’ Y platicó. Por eso la transición de terciopelo.”
–¿Lo sabe usted de cierto?
–Por supuesto. No te puedo decir las fuentes.
–¿Pero cómo fue la negociación?
–Videgaray y Andrés.
–¿Se reunieron ­personalmente?
–Sí. Videgaray, que es un témpano para tomar decisiones, le dijo al presidente: “No hay forma. La tendencia es imparable y con el nuestro no hay forma”.
Precisa: “Estamos hablando de antes del segundo debate. Ya Andrés había mando tres mensajes antes sobre la amnistía, sobre el borrón y cuenta nueva y no había tenido respuesta en Los Pinos. Les dijo en un discurso, se los dijo en Acapulco con empresarios. Y Peña Nieto decía: ‘Quién sabe’”. 
Además del crecimiento de López Obrador y el estancamiento de Meade, otro elemento que gravitó para la consecución del acuerdo fue la amenaza que lanzó Anaya, el 5 de marzo, de encarcelar a Peña si se comprobaba que había cometido graves actos de corrupción y que para ello crearía una comisión de la verdad.
“Ese fue el último elemento que los convenció”, subraya Navarrete, a quien sus fuentes del gobierno le recordaron que, hacia el segundo debate de los candidatos presidenciales, en Tijuana, todas las encuestas marcaban una amplia ventaja para López Obrador. Por ejemplo, Reforma le daba 48 puntos por 30 de Ricardo Anaya y 17 de Meade, mientras que ­Mitofsky registraba 44, 28 y 19 en ese orden. 
Miembro de la corriente Nueva Izquierda del PRD, que encabeza Jesús Ortega, y uno de los artífices de la alianza con Anaya y el PAN, Navarrete insiste en que incluso la cancelación del NAIM forma parte del pacto de López Obrador con Peña.
“¿Se ha escuchado una opinión de alguien del gabinete, salvo la de Enrique de la Madrid, que se brincó las trancas y opinó en redes sociales para no usar la Secretaría de Turismo? Fue el único. Nadie del gobierno ha salido para defender Texcoco. ¡Está pactado!”
–¿Aunque sea la obra emblema de Peña?
–Es preferible la tranquilidad.
–¿La impunidad?
–Impunidad. El borrón y cuenta nueva es en serio. Es en serio. 
Acuerdo “transparente”
Navarrete asegura que él se enteró de este acuerdo a finales de julio, pasada la elección, en una comida con “un alto funcionario del gobierno” de Peña, cuya identidad se comprometió a no revelar.
El primer punto del acuerdo, según él, fue la petición de López Obrador a Peña de no intervenir en la elección, como lo hizo Vicente Fox en la de 2006 para imponer a Felipe Calderón: “Desde Los Pinos”, recuerda Navarrete, “habían operado con gobernadores, con medios, con guerra sucia, con recursos, con todo”. 
El segundo punto, añade, fue que reconociera su triunfo de inmediato para evitar un conflicto poselectoral y el tercero, una transición estable, de julio a diciembre, para asumir decisiones antes de tomar posesión.
“Para la contraparte (de Peña) no fue menor el acuerdo: ‘No te preocupes: no habrá una cacería de brujas ni habrá fincamiento de responsabilidades. A partir del 1 de diciembre empieza una nueva etapa’.”
Y aclara: “Por cierto, nada diferente a lo que le había dicho Andrés públicamente. En esa materia hay que reconocer que ha sido bastante transparente. No es un acuerdo soterrado, no; se los mandó decir públicamente. Y después lo concretó en marzo y el contacto se mantuvo con él permanentemente.
“¿Qué ocurre ahora? Todo es perfectamente lógico con un acuerdo de esa naturaleza: El aeropuerto, lo de Javier Duarte, que es un chivo expiatorio, lo de Rosario Robles, que es cosa secundaria. Son señales para Peña: ‘Yo voy a cumplir el acuerdo’. Eso es lo que yo conozco.”
–¿Qué revela este acuerdo si López Obrador lo ofreció públicamente y lo está cumpliendo?
–Revela una decisión política: Llegar al poder mediante un acuerdo con el viejo régimen. Y a partir de la llegada, intentar instaurar un nuevo régimen con todo el poder concentrado en sus manos, sin obstáculos de los personeros perdonados mediante un acuerdo de impunidad.
–Pero también Anaya quiso pactar con Peña.
–Nunca prosperó ese intento. Nunca hubo interlocución, nunca hubo operadores, nunca hubo apertura.
En efecto, a lo largo de la semana pasada López Obrador reiteró su amnistía a Peña y a todos los funcionarios de su gobierno que hayan incurrido en corrupción, pero también incluyó en el paquete de impunidad a los expresidentes Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón.
En un circuito de entrevistas en Televisa, TV Azteca e Imagen Televisión, así como con las conductoras Carmen Aristegui y Azucena Uresti, aseguró que no alcanzarían las cárceles para meter a tantos corruptos y que, de proceder contra éstos, se generaría una confrontación entre mexicanos que empantanaría su proyecto de transformación –“sería conspirar contra la estabilidad política”–, algo que ya había planteado en su campaña y aun antes.
La “amnistía anticipada” la ofreció en 2016, en una conferencia que pronunció ante empresarios en Acapulco, y también la planteó por escrito, desde 2010, en su libro La mafia que se adueñó de México… y el 2012.
Aun así, propuso que el enjuiciamiento a expresidentes y corruptos sea parte de la consulta que se llevará a cabo el 21 de marzo del próximo año, ya reformadas la Constitución y la ley para que sea organizada por el Instituto Nacional Electoral, cuando también se pregunte si se avalan la Guardia Nacional y el consejo asesor integrado por magnates. 
El “pacto de impunidad” con Peña fue una imputación que hizo el excandidato presidencial Anaya a López Obrador, quien desde el año pasado aseguró que un grupo de magnates, encabezados por Claudio X. González, le pidió al presidente cerrarle el paso.
Hace casi dos años, el 31 de enero de 2017, López Obrador afirmó en un video que un amigo de Peña le contó que González fue a pedirle que evitara su triunfo, porque es “un peligro para México”.
“Este personaje, Claudio X. González, fue el que actuó, entre otros, junto con Fox, para cometer el fraude electoral y miren en qué situación está el país”, recordó López Obrador, quien también evocó que el hijo del mismo nombre del magnate, propietario de Kimberly Clark de México, preside Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad.
“Pero lo que es chistoso es la contestación de Peña. Esto me lo transmitió un amigo de Peña.
“Palabras más, palabras menos, Peña le dijo: ‘Mira éstos, me acusan de ratero (el hijo de Claudio X. González tiene una asociación –son de esas cosas kafkianas–, la familia X. González, para combatir la corrupción) y vinieron a pedirme que yo evitara que Andrés Manuel ganara la Presidencia. Me acusan de ratero y corrupto en su asociación y ahora quieren que yo me robe la elección presidencial’.” 
López Obrador dijo en ese video, sobre la petición de González: “No cabe duda de que son siniestros. Y fíjense lo que son las cosas: Coincido con Peña Nieto. Es lamentable que estos personajes estén conspirando contra la democracia en nuestro país. Ojalá cambien de modo de parecer, porque hasta las piedras cambian de modo de parecer, y que dejen que el pueblo de México elija libremente al próximo presidente de la República. Además, no lo van a poder evitar. Vamos a ganar la Presidencia”.
“Amnistía” desde 2010
Medio año antes, el 11 de agosto de 2016, López Obrador ofreció, de manera inequívoca, una “amnistía anticipada” al “grupo en el poder”, en el mensaje que pronunció al participar en el ciclo de conferencias “Era Familiar Princess 2016”, en Acapulco, en el que participaron también, por separado, Margarita Zavala y Carlos Salinas.
“Les decimos a los integrantes del grupo en el poder que, a pesar del gran daño que le han causado al pueblo y a la nación, no les guardamos ningún rencor y les aseguramos que, ante su posible derrota en 2018, no habrá represalias o persecución para nadie. Declaramos esta amnistía anticipada, porque lo que se necesita es justicia, no venganza.”
En una ponencia de 18 cuartillas denominada “Cambio y porvenir de México (una visión hacia el 2018)”, López Obrador recordó que en 2006 ofreció también una amnistía a la “mafia del poder”:
“Aquí es oportuno volver a responder sobre el trato que recibirán los integrantes de la mafia del poder cuando triunfe nuestro movimiento. Es indispensable contestar puntualmente esta pregunta porque, en nuestra concepción, el principal problema de México es, precisamente, el predominio de un puñado de personajes que detentan el poder, formal o informalmente, y son los responsables de la actual tragedia nacional.
“Y como es obvio, si estamos empeñados en establecer la democracia y transformar al país, es mejor que desde ahora se sepa qué haríamos con los corruptos y traficantes de influencias, al triunfo de nuestro movimiento.”
Como en 2006, puntualizó: “De nueva cuenta les decimos a los integrantes del grupo en el poder que, a pesar del gran daño que le han causado al pueblo y a la nación, no les guardamos ningún rencor y les aseguramos que, ante su posible derrota en 2018, no habrá represalias o persecución para nadie”.
Añadió: “Declaramos esta amnistía anticipada, porque lo que se necesita es justicia, no venganza. No odiamos a nadie. Sencillamente deseamos lograr el renacimiento económico, social, político, pero, sobre todo moral de México. Dicho de otra forma, se trata de inaugurar una etapa nueva de la vida pública del país, con un presidente que no esté subordinado a ningún grupo de interés creado y que sólo tenga como amo, al pueblo de México.
Y rubricó: “Respetamos a quienes sostienen la máxima de ni perdón ni olvido, pero no la compartimos. Podríamos decir: olvido no, perdón sí. En esta virtud, igual que en la honestidad, reside la esperanza de un mejor porvenir. Si hacemos a un lado el odio y optamos por el perdón, podremos caminar con el emblema de la honestidad hacia una sociedad mejor”.
En su mencionado libro incluyó un capítulo para plantear a los integrantes de la oligarquía que, de ganar, no habría represalias: “Declaramos esta amnistía anticipada”, escribió, “porque lo que se necesita es justicia, no venganza, y ellos tendrán que entender que ningún grupo, por importante y poderoso que sea, puede seguir conspirando contra la paz social. Nada ni nadie puede valer más que el bienestar y la felicidad del pueblo”.
Como si diera por hecho que ganaría, López Obrador escribió en el libro, editado en junio de 2010, que en el nuevo gobierno democrático se garantizarán las libertades y cada quien podrá dedicarse a la actividad que más le satisfaga y convenga.
“Pero, obviamente, todos tendremos que ceñirnos a la nueva legalidad y a reglas claras; se podrán hacer negocios, pero no habrá influyentismo, corrupción ni impunidad; el presupuesto será realmente público; se le dará preferencia a los pobres; se cuidarán los recursos naturales; la riqueza de la nación. Y los frutos del trabajo de los mexicanos se distribuirán con justicia; pagarán las impuestos los que más tienen y nunca más se permitirá que los privilegios de pocos se sustenten en la opresión y la miseria de muchos.”

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