2 ene 2021

La esposa ajena de José Angel Buesa

El poeta cubano José Angel Buesa  (1910-1982)  escribió Canción para la esposa ajena. No sabemos quien fue esa dama, esa esposa ajena a la que se refiere en sus líneas,  pero el poema es ideal, dedicado al poeta español Antonio Machado (1875-1939), quien en el ocaso de su vida se enamoró de una mujer casada, de la que guardó hasta la muerte su nombre verdadero Pilar de Valderrama (1889-1979) pero a la que le compuso varios poemas con el nombre de Guiomar

El poeta murió en 1939, y aquella esposa ajena sobrevivió 30 años más y antes de morir confesó que ella fue la musa del bardo sevillano que muriera en un país vecino...

Guionmar  murió a. la edad de 90 años y tuvo una gran descendencia pero nunca olvido aquel amor que sintió por el poeta, pero antes de morir confesó que ella era la musa, que conoció al poeta Machado a principios de junio de 1928 en Segovia; de hecho se lo confesó antes a su  amiga Concha Espina, quien lo comentó en 1950, pero sin conocerse aun el nombre verdadero de Guiomar...

En aquel tiempo Pilar era una hermosa mujer madrileña, de 38 años, madre de tres hijos, y católica; Machado tenía 52 años se enamoró de inmediato y tuvieron un amor secreto.. Dos años después de su. muerte se publicó "Si, soy Guiomar. Memorias de mi vida, ED. Plaza & Janés, Barcelona. 1981, con el epistolario de Machado; y la historia se noveló en 2019 . en "Esos días azules. En el amor, la locura es lo sensato” de NIEVES HERRERO, Ed. Ediciones B, 2019..

En 1938 la guerra separaría para siempre a los dos enamorados que se amaron en silencio. durante ocho años. Jamás se volvieron a ver; de hecho Pilar, como buena católica nunca abandonó a su marido, y se fue con él a Portugal, y. como sabemos el poeta emigró a Francia donde murió  a las tres y media de la tarde del día 22 de febrero de 1939;  tres días más tarde moría su madre.

Los poemas de Buesa - Canción para una esposa ajena, poema de la culpa, poema de despedida y carta sin fecha-, le quedan a Machado y a Guiomar como anillo al dedo, en serio, leamos:

Canción para la esposa ajena/José Angel Buesa..

Tal vez guardes mi libro en alguna gaveta,

sin que nadie descubra cuál relata su historia,

pues será simplemente, los versos de un poeta,

tras de arrancar la página de la dedicatoria...

Y pasarán los años... Pero acaso algún día,

o acaso alguna noche que estés sola en tu lecho,

abrirás la gaveta - como una rebeldía,

y leerás mi libro- tal vez como un despecho.

Y brotará un perfume de una ilusión suprema

sobre tu desencanto de esposa abandonada.

Y entonces con orgullo, marcarás la página...

y guardarás mi libro debajo de la almohada.“ 

##

Poema de la culpa

Yo la amé, y era de otro, que también la quería.

Perdónala Señor, porque la culpa es mía.

Después de haber besado sus cabellos de trigo,

nada importa la culpa, pues no importa el castigo.

Fue un pecado quererla, Señor, y sin embargo

mis labios están dulces por ese amor amargo.

Ella fue como un agua callada que corría ...

Si es culpa tener sed, toda la culpa es mía.

Perdónala Señor, tu que le diste a ella

su frescura de lluvia y su esplendor de estrella.

Su alma era transparente como un vaso vacío:

Yo lo llené de amor. Todo el pecado es mío.

Pero, ¿cómo no amarla, si tu hiciste que fuera

turbadora y fragante como la primavera?

¿Cómo no haberla amado, si era como el rocío

sobre la yerba seca y ávida del estío?

Traté de rechazarla, Señor, inútilmente,

como un surco que intenta rechazar la simiente.

Era de otro. Era de otro que no la merecía,

y por eso, en sus brazos, seguía siendo mía.

Era de otro, Señor, pero hay cosas sin dueño:

Las rosas y los ríos, y el amor y el ensueño.

Y ella me dio su amor como se da una rosa

como quien lo da todo, dando tan poca cosa...

Una embriaguez extraña nos venció poco a poco:

Ella no fue culpable, Señor ... ni yo tampoco!

La culpa es toda tuya, porque la hiciste bella

y me diste los ojos para mirarla a ella.

Sí, nuestra culpa es tuya; sí, es una culpa amar,

sí, es culpa de un río cuando corre hacia el mar.

Es tan bella, Señor, y es tan suave, y tan clara,

que sería pecado mayor si no la amara.

Y por eso, perdóname Señor, porque es tan bella,

que Tú, que hiciste el agua, y la flor, y la estrella,

Tú, que oyes el lamento de este dolor sin nombre,

Tú también la amarías, ¡si pudieras ser hombre!

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Poema de la despedida

Te digo adiós, y acaso te quiero todavía. 

Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós. 

No sé si me quisiste... No sé si te quería... 

O tal vez nos quisimos demasiado los dos. 

Este cariño triste, y apasionado, y loco, 

me lo sembré en el alma para quererte a ti. 

No sé si te amé mucho... no sé si te amé poco; 

pero sí sé que nunca volveré a amar así. 

Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo, 

y el corazón me dice que no te olvidaré; 

pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo, 

tal vez empiezo a amarte como jamás te amé. 

Te digo adiós, y acaso, con esta despedida, 

mi más hermoso sueño muere dentro de mí... 

Pero te digo adiós, para toda la vida, 

aunque toda la vida siga pensando en ti.

@#

Carta sin fecha

“.. Esa mujer es tuya, pero también es mía.

Si es más mía que tuya, lo saben ella y Dios.

Sólo sé que hoy me quiere como ayer te quería (...)

 Quédate tú con ella. Yo seguiré el camino.

Ya es tarde, tengo prisa, y aún hay mucho que andar,

y nunca rompo el vaso donde bebí un buen vino,

ni siembro nada, nunca, cuando voy hacia el mar.

 Y pasarán los años favorables o adversos,

y nacerán las rosas que nacen porque sí;

y acaso tú, algún día, leerás estos versos,

sin saber que los hice por ella y para ti…..


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