“Edith Piaf siempre fue dos personas”: Nathalie Lermitte
La cantante y actriz francesa trae por primera vez a México Piaf! The Show; habrá cuatro presentaciones los días 7, 8, 9 y 10 de septiembre en el Auditorio Blackberry
Nota de José Juan de Ávila/ Milenio,/ 12.08.2023
Para la cantante y actriz francesa Nathalie Lermitte, Edith Piaf fue siempre dos personas: Edith y Piaf, pero de ambas destaca que eran una fuerza tremenda y verdadera, que desde niña buscó amor. “Y a esa pequeña niña es a la que canto”, comenta la popular artista francesa, siempre sonriente, en entrevista vía Zoom desde Francia.
Lermitte (Soissons, 1966) nació tres años después de la muerte de Piaf, ocurrida el 10 de octubre de 1963, pero desde que tenía 4 años, la cantante de La vie en rose se metió en su vida, al grado que desde hace un cuarto de siglo protagoniza espectáculos ligados a la cantante de “Non, je ne regrette rien”.
Nathallie conversa sobre Piaf! The Show, creado por Gil Marsalla, con el que ha recorrido 50 países para más de 600 funciones, y que por primera vez trae a México con cuatro presentaciones los días 7, 8, 9 y 10 de septiembre (20:30 horas) en el auditorio Blackberry (Tlaxcala 160).
Un espectáculo donde con una veintena de temas recorre la vida de Piaf, acompañada de músicos y videos con imágenes históricas de la carrera de la artista de la época de oro de la canción francesa.
Edith Piaf ha estado en su vida desde niña, ¿cómo te cambió?
Muchísimo, cambió mi concepción de esta profesión igual que como ser humano. Y me aportó eso que ella misma buscó toda su vida: el amor.
En Piaf! The Show ¿quién sube al escenario: Nathalie Lermitte, Edith Piaf o sus canciones?
Es una mezcla sabia. De cualquier manera, no es Edith Piaf, porque ella es única, irremplazable e inimitable; por tanto, no soy Edith Piaf. Ella me hizo vibrar algo que hace que finalmente suceda en mí. ¿Cómo explicarlo? Es como si yo fuera una guitarra a la que Piaf le hubiera puesto una cuerda.
¿Qué es lo que más amas de sus canciones?
Que son como pequeñas obras de teatro de tres minutos. Soy cantante, y a la vez actriz; al final estas canciones son pequeñas obras que actúo durante tres minutos. Es una dramaturgia, un dolor que interpreto en 90 segundos. Y más allá de eso, lo que amo también de sus canciones es que son populares, van dirigidas a la mayoría de la gente y van a tocar sus corazones. Eso es lo que amo de sus canciones: que son populares.
Jugando con su canción “Chante moi” (Cántame), la canción de su vida. ¿Cuál es la canción de la tuya?
De hecho, es una que no canto en Piaf! The Show, una canción que me ha trastornado desde que tenía cuatro años, que es muy particular para escuchar, casi teatral; se llama “Les blouses blanches” (Las blusas blancas, 1961), que es la historia de una mujer que se vuelve loca. Es quizás la que guardaría en mi memoria, porque está muy arraigada en mí.
¿Cuál es tu Piaf preferida? y ¿cuál es tu Nathalie Lermitte preferida en este contexto?
Ja, ja, ja. Qué bonita pregunta. Mi Piaf preferida, esa que me llega, a la cual me engancho, es la de niña. De hecho, no es Piaf, es Edith, la pequeña Edith, que buscó el amor toda su vida; esa que reflexionó sobre sus heridas de abandono. Ella me conmueve enormemente. Es la pequeña Edith que lloraba y pedía amor en las canciones de Piaf. En ella pienso todo el tiempo, y es a esta pequeña Edith a la que canto. Y respecto a mí, (mi preferida Nathalie) también es la pequeña niña que se trastornó por cómo veía a esa pequeña Edith a la que también, aunque era igual de pequeña, quería abrazar.
Para mucha gente en México, las canciones de Piaf pueden sonar muy tristes, pero hay mucha esperanza en ellas…
Respecto a las que escogimos para el espectáculo Piaf! The Show, creo humildemente que eso quería que pasara con Piaf, incluso en la dramaturgia. Porque es verdad que sus canciones son tristes regularmente, pero detrás de todo eso hay muchísimas esperanza. No importa qué cosa le pasara, Piaf tenía una fe inquebrantable en el amor y en algo mucho más grande. Y eso son, de hecho, las canciones de Piaf: hoy estamos tristes, pero mañana será un día maravilloso; y si nos caemos mañana, pasado mañana nos volvemos a levantar. Esa era Piaf. Era esta fuerza increíble. Por eso cuando ella murió tan joven, a los 47 años, nadie podía creerlo, la creíamos eterna. Y, al final, ella permanecerá eterna gracias a su fuerza y a su legado. Ella ahora es eterna.
En octubre se cumplen 60 años de su muerte. Gracias a ti, los jóvenes en Francia están recuperando a Edith Piaf, a pesar de la influencia que tienen otros ritmos. ¿Cómo lo logras?
No es nada complicado, porque aunque fueron creadas hace ya un tiempo, hay algo de mágico en estas canciones tan populares. Tenemos la sensación de que pasan a través del ADN, que los padres y los abuelos que lloraron con éstas se las pasan a la generación joven. Las canciones populares son eternas, como los refranes. Otra cosa que nunca muere, que es la verdad, y Piaf era tan verdadera, tan real, tan íntegra, y sus canciones expresaban esto. La verdad no muere jamás, es eterna.
¿Cómo cantas las canciones de ese París de Piaf y el París de la actualidad?
París, es verdad, tiene un aura muy, muy fuerte. El mundo se mueve y las cosas evolucionan, pero la energía de París se mantiene igual y es importante mostrar eso al extranjero, traer esto a ustedes, a México, traer esta energía parisina y francesa también. Es muy importante. Es cierto que Piaf estaba apegada a París, es un símbolo, es importante observar eso. De hecho, este espectáculo es un viaje en el que ustedes permanecen en su silla, pero con las fotografías que son reproducidas, da la sensación de estar viajando en el tiempo y mundo.
Fuera del escenario, ¿mantienes algún diálogo con Edith Piaf?
En cierta manera, sí. Con toda humildad le digo —y como estoy en escena, a oscuras, con el público que sólo escucha la voz de Piaf—: “Todo esto es para ti”. Porque tenemos la oportunidad de viajar por el mundo, de que el público ovacione nuestro trabajo, no sólo a mí, también a los músicos, el técnico; sé profundamente que cuando la gente se para al final, se paran por nuestro trabajo, y sobre todo, por estas canciones, por lo que ella dejó en sus corazones. Y eso le pertenece a ella sola.
Eres como una médium que nos trae a Piaf. Si la tuvieras de frente en una sesión espiritista ¿qué le dirías?
Ja, ja, ja. Le preguntaría si soy digna (de ella), si soy lo suficientemente digna.
¿Quién es Edith Piaf y quién es Nathalie Lermitte?
Edith Piaf es Edith y Piaf. Son siempre dos personas. Nathalie Lermitte es un canto de amor por esta mujer y un canto de amor para que sea bien comprendida.
“La foule” (1957) es una canción cuya melodía es muy reconocida en América Latina; está inspirada en un vals peruano escrito por dos argentinos, Que nadie sepa mi sufrir (Ángel Cabral y Enrique Dizeo, 1936), y por la versión en cumbia de La Sonora Dinamita. Tres versiones, tres ritmos, diferentes letras.
Sí, estoy consciente de ello. Será extraordinario cantar “La foule” con ustedes, como cuando fuimos a Sudamérica. Es un instante mágico, hay una pequeña sorpresa para ustedes los mexicanos: está montada de una manera diferente. Es una canción para mi muy importante, y todas sus versiones son increíbles. Yo respeto profundamente el trabajo del autor de la canción, Michel Rivgauche, que escribió un texto magnífico porque le dio una dimensión diferente a lo que se pasaba en otras versiones. Entonces, hay una pequeña pirueta en esta canción, pero ya no te contaré más, es sorpresa.
¿Hay alguna canción que lamentas haber dejado fuera Piaf! The Show?
Demasiadas, hay muchas otras que me hubiera gustado incluir. Hay una que me gusta mucho y que no es una canción muy conocida de su repertorio. Me recuerda a “Bolero”, de Maurice Ravel, en su intensidad. Se llama “Toi, tu l’entends pa”s (Tú no lo entiendes). Es magnífica. Para mí está aquí toda la potencia de Piaf, pero no pudimos incluir todas, desgraciadamente. Me encantaría hacer muchos espectáculos diferentes con todo su repertorio.
¿De qué se arrepiente Nathalie Lermitte en su relación con Piaf?
A veces me arrepiento de arrepentirme.
Esperaba que me dijera: “Rien, rien de rien. Non, je ne regrette rien”.
Tampoco. Muchas veces me ocurre, por eso lo digo: me arrepiento de arrepentirme.
José Juan de Ávila
jdeavila2006@yahoo.fr
Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.
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