Política zoom
Uriel Carmona, alias 'el Chivo (expiatorio)'/Ricardo Raphael
Milenio, 23.09.2023
El caso de Uriel Carmona Gándara se ha convertido en uno de los despropósitos más sorprendentes de la historia criminal mexicana contemporánea. En vez de conseguir justicia para Ariadna Fernanda, una chica de 25 años que perdió la vida el domingo 30 de octubre del año pasado, la fiscal general de Justicia de la Ciudad de México, Ernestina Godoy, está obsesionada con meter a la cárcel a su homólogo de Morelos acusándolo de feminicida.
El móvil de este comportamiento es notoriamente político y como prueba está el pronunciamiento de cuatro diferentes tribunales federales a favor de que Carmona enfrente en libertad el proceso derivado de las órdenes de aprehensión dictadas en su contra. Producto de esta cuádruple decisión, el viernes de esta semana el fiscal Carmona pudo abandonar el penal de máxima seguridad del Altiplano y regresar a su oficina de Cuernavaca para continuar despachando como fiscal del estado de Morelos.
Ciertamente la venganza política contra Carmona ha colocado en segundo plano la investigación que se sigue en la Ciudad de México a propósito de la víctima. Hasta ahora nada se sabe sobre lo que realmente ocurrió en el departamento del presunto perpetrador, Rautel N. Tampoco se tiene una explicación a propósito de las razones por las que este sujeto habría arrojado el cuerpo de Ariadna Fernanda a un bajopuente de la carretera a Tepoztlán.
Hasta ahora hay dos hipótesis cuya presunta incompatibilidad ha sido utilizada con mero propósito político. Cuando se colocan una frente a la otra surge evidencia de que en este caso hay más lucha de poder que discrepancias de naturaleza criminalística. Al fiscal Carmona se le acusa por haber expuesto públicamente, el viernes 4 de noviembre del año pasado, la hipótesis formulada por su dependencia. Su delito habría sido declarar que no contaba con elementos para asegurar que se haya tratado de un feminicidio.
Cabe precisar que ésta no es la primera vez que Carmona ha sido acusado por sus adversarios de haber cometido un delito grave. Un año antes la Fiscalía General de la República quiso implicarlo, sin éxito, como lavador de dinero. Las pruebas supuestas de este delito fueron provistas por el gobernador Cuauhtémoc Blanco, con quien Carmona sostiene una pésima relación.
Las hipótesis criminales de Morelos y la CdMx coinciden en que Ariadna Fernanda pasó la tarde del domingo 30 de octubre en el restaurante Fisher’s de la colonia Condesa, en la capital del país. Hacia las 18:30 siete personas habrían partido de ese lugar para trasladarse a casa de Rautel N. Los testigos coinciden en afirmar que el consumo de alcohol fue grande, tanto en el restaurante como en casa del anfitrión.
Hacia las 20:00 horas cuatro de los invitados dejaron esa vivienda, permaneciendo en el sitio Rautel, su novia Vanessa y Ariadna Fernanda. Tres horas después, un video registrado en el estacionamiento del inmueble captó a Rautel subir el cuerpo de una mujer a su automóvil. El análisis posterior de telefonía celular confirmaría que Rautel habría arribado después de la media noche a la desviación de la carretera que lleva a Tepoztlán y luego regresó a la Ciudad de México.
Hacia las 13:40 del día posterior un grupo de ciclistas halló el cuerpo de Ariadna Fernanda y tras su llamado arribaron al punto la policía estatal, el ministerio público y los servicios forenses. Las fotografías tomadas en el lugar y también las que se levantaron previo a la necropsia muestran pequeñas heridas en el rostro de la víctima. Sin embargo –he aquí la primera discrepancia–, mientras la forense de Morelos, Jazmín Soto, afirma que esas escoriaciones no pudieron haber producido la muerte de Ariadna Fernanda, la fiscalía de la CdMx asegura que fueron justamente esas heridas las responsables de la tragedia.
La hipótesis de Morelos sostiene que Ariadna Fernanda murió por broncoaspiración. Ofrece cuatro argumentos para sostener su versión de los hechos: 1) el cuerpo de la víctima tenía signos contundentes de haber padecido falta de oxígeno, 2) el aparato respiratorio de Ariadna Fernanda se encontró obstruido por bolo alimenticio, 3) el hígado presentaba una hemorragia y 4) al hacer el análisis de toxicomanía se descubrió que la víctima conservaba niveles altísimos de alcohol en la sangre, esto es, 493 unidades por decilitro. (Para poder dimensionar la ingesta alcohólica que este dato significa vale decir que una copa de vino tinto equivale a 1.2 unidades por decilitro).
Estos cuatro razonamientos llevaron a la forense Soto, a la fiscal anti-feminicidio de Morelos, Fabiola Betanzos, y al fiscal general de justicia de Morelos, Ulises Carmona, a afirmar, como causa de muerte, la broncoaspiración. A pregunta expresa de la prensa –realizada durante la conferencia del viernes 4 de noviembre– , los fiscales dijeron con prudencia que no podían corroborar la hipótesis del feminicidio.
Un día después, la entonces jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, acusó a Uriel Carmona de encubrir el delito. Luego, la fiscal Ernestina Godoy decidió imputar a Carmona por obstrucción de justicia al argumentar como causa de muerte la broncoaspiración y no las heridas que, según su convicción, habrían provocado la muerte. También lo acusó de feminicida en categoría de auxiliador, señalándolo como cómplice de Rautel N, ya que este hombre habría arrojado el cuerpo de la víctima en Morelos porque presuntamente sabía que en esa entidad despachaba el fiscal Carmona.
La forense Soto, una mujer que goza de muy buena reputación en su gremio, rebatió las acusaciones afirmando que ninguna de las heridas registradas por la víctima, juntas o por separado, hubieran podido quitarle la vida. Se trataría de raspones provocados por la caída, así como de mordeduras de roedores que atacaron su cuerpo durante las horas que estuvo en el bajo puente.
Se rumora que Rautel N y Ulises Carmona tenían una relación previa. Gabriel Regino, abogado de Carmona, en entrevista con quien escribe estas líneas, asegura que en ninguna de las carpetas, tanto de la CdMx como de Morelos, existe una sola línea de investigación que corrobore esa supuesta relación. “Se trata de cizaña sembrada por los voceros de la fiscalía de la capital. Información vertida a los reporteros para fabricar una culpabilidad inexistente”.
Por lo pronto, Carmona ha regresado a su oficina y será procesado en libertad. Esto, siempre y cuando, el móvil de la política no vuelva a inventar un nuevo delito con el objeto de apartarlo de un cargo que no habría de concluir sino hasta 2027. La muerte de esta chica tiene sin cuidado a quien debería investigarla. Es inmoral querer utilizar a Ariadna Fernanda como arma arrojadiza para defenestrar a un enemigo político. No solo los narcotraficantes usan los cuerpos de mujer para extorsionar al rival, lo mismo hacen las autoridades presuntamente legales.
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