“Me dolió que se usara a Benedicto”: el papa Francisco reveló detalles de la convivencia entre dos papas y lanzó dardos contra su secretario
En un nuevo libro, “El sucesor, mis recuerdos de Benedicto XVI”, el Pontífice tira por la borda el falso mito de los dos papas enemigos y deja claro que Joseph Ratzinger “nunca se entrometió” ni le quitó el apoyo
La Nacion, 2 de abril de 2024;
Elisabetta Piqué CORRESPONSAL EN ITALIA
ROMA.- “Me dolió que se usara a Benedicto”, confiesa el papa Francisco en “El sucesor, mis recuerdos de Benedicto XVI” (Planeta), un nuevo libro que sale a la venta este miércoles en España y pronto en la Argentina. En diálogo con el periodista español Javier Martínez Brocal, por primera vez Jorge Bergoglio cuenta allí detalles de esa convivencia inédita que tuvo con su querido predecesor, Joseph Ratzinger y no oculta que tuvo una relación difícil con su secretario privado, el arzobispo alemán Georg Gänswein.
“Que el día del sepelio se publique un libro que me pone de vuelta y media, contando cosas que no son verdad, es muy triste. Por supuesto, no me afecta en el sentido de que no me condiciona. Pero sí me dolió que se usara a Benedicto. El libro salió publicado el día del entierro, eso lo viví como una falta de nobleza y de humanidad”, lamenta el Pontífice, aludiendo a “Nada más que la verdad. Mi vida al lado de Benedicto XVI”, libro de Gänswein que, en enero de 2023, días después de la muerte de Joseph Ratzinger, causó zozobra en la Iglesia al sacar a relucir supuestas tensiones entre los dos papas, el reinante y el emérito.
“El sucesor, mis recuerdos de Benedicto XVI”, libro de 238 páginas, es fruto de tres encuentros de unas cuatro horas, entre julio pasado y principios de este año, del Papa con Martínez-Brocal, corresponsal del diario ABC, en la residencia de Santa Marta. De 45 años y vaticanista desde hace más de 20, Martínez Brocal también incluyó algunos llamados telefónicos del Papa que le aclaraba ciertas cuestiones, según contó a LA NACION.
Se trata de un documento clave: tira por la borda el falso mito de los dos papas enemigos o contrapuestos que algunos sectores contrarios al Pontífice argentino intentaron azuzar en los casi diez años de convivencia que tuvieron. Fue una cohabitación larga, desde el 13 de marzo de 2013 -cuando fue electo Jorge Bergoglio en un cónclave distinto porque no había muerto un papa, sino había renunciado, algo clamoroso, que no se daba en seis siglos-, hasta el 31 de diciembre de 2022, cuando murió el papa emérito. Pero armoniosa.
“Al principio venía acá a comer conmigo. Venía acá o yo iba a comer con él al monasterio. Su cocinera hacía unos bifes argentinos bien jugosos; con demasiada pimienta, pero muy buenos”, revela el papa Francisco, que cuenta que también rezaban juntos y que hablaban de todo “con mucha libertad”. Como ya había hecho muchas veces durante su pontificado, no oculta su enorme admiración por su predecesor. Lo vuelve a llamar “un grande” y lo define como “un hombre que tuvo el coraje de renunciar y que, a partir de entonces, siguió acompañando a la Iglesia y a su sucesor”. “Nunca se entrometió (…) Nunca me quitó el apoyo (…) me dejó crecer y me dio libertad para tomar decisiones”, asegura.
Tras aclarar con ironía que los papas no están obligados a conservar el secreto y al responder preguntas del autor, Francisco confirma detalles que ya habían trascendido del cónclave de 2005 posterior a la muerte de Juan Pablo II, cuando el cardenal Bergoglio fue el segundo más votado. Entonces “intentaron usarme para que Ratzinger no fuera elegido”, denuncia, al revelar, por otro lado, que su candidato era Benedicto. También confirma esas intrigas que hubo durante el cónclave que lo eligió, cuando en el almuerzo del 13 de marzo de 2013, el día que fue electo, algunos fueron a preguntarle si era cierto que le faltaba un pulmón, versión falsa (sólo adolece de un pequeño lóbulo del pulmón derecho que le quitaron en 1957) que hicieron correr sus opositores. Y confirma que no tuvo dudas de aceptar la carga de ser Papa.
En esta imagen de archivo, el arzobispo Georg Gaenswein mira al papa Francisco durante una audiencia en el Salón Pablo VI, en el Vaticano, el 4 de febrero de 2017.
En esta imagen de archivo, el arzobispo Georg Gaenswein mira al papa Francisco durante una audiencia en el Salón Pablo VI, en el Vaticano, el 4 de febrero de 2017.
Francisco confirma que durante la inédita convivencia Benedicto “siempre me defendió”, y que una vez hasta echó del monasterio Mater Ecclesiae, donde vivía, a alguien que fue a hablar mal de él. Pero admite que nunca se llevó bien con Georg Gänswein: “Su secretario me lo hizo algunas veces difícil”, reconoce.
Francisco convivió con Gänswein como prefecto de la Casa Pontificia hasta el escándalo que estalló en enero de 2020, cuando salió un libro a favor del celibato del cardenal africano Robert Sarah firmado supuestamente también por Benedicto. Era una operación pergeñada por el ala ultraconservadora que temía que tras el sínodo de la Amazonía Francisco pudiera darle vía libre a la ordenación sacerdotal de diáconos permanentes indígenas casados. Al darse cuenta de que ese libro podía interpretarse como una injerencia en el magisterio de su sucesor y visto que sólo había aportado un breve artículo, Benedicto pidió que retiraran su firma. “Me vi obligado a pedir al secretario de Benedicto que solicitara una ‘licencia voluntaria’, manteniendo el cargo de prefecto de la casa pontificia y también el sueldo”, evoca Francisco, que revela que cuando Gänswein el año pasado dejó el Vaticano para regresar sin función alguna a su Alemania natal se llevó “dos tráilers” de mudanza.
“No es buena cosa un secretario todopoderoso”, también afirma Bergoglio, que lamenta que alrededor del papa emérito “había una aduana muy grande”. En este marco explica por qué decidió “de entrada” disolver la Secretaría papal. En efecto, precisa que él sólo tiene dos secretarios que no están a tiempo completo, sino que tienen otros trabajos y que suele cambiarlos cada cuatro o cinco años. “Ser secretario es muy difícil. Un buen secretario te ayuda y no deja huella”, sentencia.
Al evocar el funeral de su antecesor, como ya había trascendido Francisco confirma que dio disposiciones para ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor y no en las Grutas de la Basílica del Vaticano -como la mayoría de los antecesores-. Y que modificó el ritual de los funerales pontificios para que sean más simples y menos recargados, “para que los papas sean velados y sepultados como cualquier hijo de la Iglesia”. “Con dignidad, como a cualquier cristiano, pero no sobre almohadones”, explica Francisco, al adelantar que el cadáver del papa ya no estará expuesto fuera del ataúd, en un catafalco y que sólo habrá un velatorio y con cajón cerrado. “Eso de hacer dos velatorios me parecía excesivo. Que se haga uno solo y con el papa ya en el ataúd, como en todas las familias”, dice.
Finalmente, el Papa niega que esté preparando nuevas normas para el cónclave y reitera que, si bien sigue siendo una posibilidad la renuncia, “por el momento no he sentido la necesidad”.
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