3 may 2024

El misterioso caso del obispo/Raymundo Riva Palacio

 Estrictamente Personal

El misterioso caso del obispo/Raymundo Riva Palacio

El Financiero, mayo 03, 2024 | 


La desaparición de Salvador Rangel Mendoza, obispo emérito de la Diócesis de Chilpancingo-Chilapa, está comenzando a tomar la ruta de un escándalo que no tiene nada que ver con las primeras versiones proporcionadas a los medios por el fiscal estatal Uriel Carmona, quien, sin tener información clara ni la declaración del prelado, aseguró que se trataba de un secuestro exprés. Lo que está emergiendo a través de filtraciones de documentos oficiales a la prensa obliga a Rangel Mendoza y al Episcopado Mexicano a aclarar rápidamente lo que sucedió y explicarlo con detalle –sea lo que sea–.

El giro radical del caso de Rangel Mendoza se dio el miércoles, con revelaciones puntuales en el portal Central de Noticias de Morelos y en El Universal, que contradicen todo lo que hasta ahora se había dicho. Documentos oficiales que se entregaron a sus periodistas desmienten que el obispo, que fue reportado como desaparecido el lunes, hubiera ingresado voluntariamente el domingo al Hospital General de esa capital.

Las dos publicaciones señalaron que paramédicos lo recogieron en un hotel en Ocotepec, a una media hora de Jiutepec, donde el obispo vive, y fueron quienes lo llevaron al hospital. Central de Noticias, que obtuvo una copia de los reportes oficiales, citó: “Mencionan los paramédicos que lo recogieron inconsciente y desnudo en una habitación del Hotel Real de Ocotepec. Los paramédicos presentan las pertenencias del paciente en una bolsa negra, la cual se le recoge, y es un pantalón de vestir gris oscuro, una camisa de cuadros morada, un gel lubricante íntimo y un estuche pequeño color negro con seis condones (uno abierto) y cinco pastillas azules”.

El Universal subrayó los resultados de los exámenes toxicológicos, que mostraron presencia de cocaína y benzodiacepinas –un opiáceo que requiere prescripción médica para tratar alteraciones como la ansiedad–, sin encontrar marcas en el cuello o el tórax.

Los medios reprodujeron la bitácora que muestra que ingresó al hospital a las 10 de la mañana del domingo, poco más de 12 horas después de que lo vieran en una pizzería al sur de Cuernavaca y un día antes de que las autoridades lo localizaran, “con deterioro neurológico, a expensas de estupor, sin pertenencias y con un blíster de dos pastillas de Sildenafil”, un medicamento que trata la disfunción eréctil y estimula sexualmente a quien lo toma.

Sobre esto el gobernador interino de Morelos, Samuel Sotelo, señaló sus dudas desde las primeras horas después de que fue localizado el obispo de que se tratara de un secuestro exprés. La puntilla se la propició al obispo el comisionado estatal de Seguridad Pública, José Ortiz Guarneros, que aseguró ayer que Rangel Mendoza entró al hotel por “voluntad propia” y acompañado por un hombre que “después se retiró”. El Hotel Real de Ocotepec tiene servicio de hotel y de motel, no registró al obispo porque, dijo un dependiente, estaría por corto tiempo.

Rangel Mendoza salió de su casa a una hora no precisada el sábado pasado sin sus dos teléfonos celulares; uno se estaba cargando y el otro estaba apagado. Se fue en su vehículo, dijo un funcionario. El automóvil en el que se movió ese día no ha aparecido. El vehículo sería fundamental porque a través de él se podrían reconstruir sus rutas, la hora exacta en la que entró y salió del hotel y el paradero actual de la unidad, pero se desconoce el avance de las investigaciones para encontrarlo –si no lo han hecho ya–, y revisar sus trayectos y recorridos. La declaración ministerial del obispo permitirá también llenar las lagunas de información sobre su desaparición y conocer su versión de los hechos.

El obispo no había declarado ante el Ministerio Público porque los médicos señalaban que no estaba en condiciones físicas y mentales para poder hacerla, aunque no explicaron por qué si estaba siendo tratado desde la mañana del domingo, no se hubiera podido recuperar. El silencio no lo ayuda, como tampoco encontrará beneficio en ello la Conferencia del Episcopado Mexicano, que sólo emitió una declaración cuando presentaron la denuncia sobre su desaparición, y una más cuando reapareció.

Rangel Mendoza ha sido un obispo altamente polémico desde hace varios años. Alcanzó notoriedad nacional en febrero, cuando se hizo pública la negociación que hizo con las dos principales bandas criminales en Guerrero, Los Tlacos y Los Ardillos, para lograr una tregua y restablecer la paz en Chilpancingo y otras zonas de la entidad. Desde hace más de tres años había estado proponiendo un pacto con criminales, generando una fuerte reacción negativa que lo obligó a renunciar a la Diócesis en febrero de 2022.  (la renunica es obligada al cumplir 75 años) Pocos meses después regresó como obispo emérito, sin hacer las funciones de su sustituto, José de Jesús González, pero absorbiendo todo el protagonismo.

Poco circunspecto, Rangel Mendoza es una figura mediática que, al tener tantos reflectores encima, lo que le suceda, para bien y para mal, tiene un impacto en la alta jerarquía eclesiástica. Los comunicados de la Conferencia del Episcopado Mexicano abonan en esa relación simbiótica que tienen, aunque no todos los prelados coinciden con él ni comparten sus iniciativas. Sus enemigos están dentro y fuera, en particular por el frágil equilibrio cuando se trata con dos bandas criminales enemigas.

Pero en este caso, él y el Episcopado van juntos y tienen que actuar rápido y con la verdad para enfrentar la información que están dando a conocer las autoridades en Morelos –o algún otro poder fuera del gobierno con acceso a la información–, que apunta que lo sucedido tiene de fondo actividades que lastiman la credibilidad de la Iglesia católica y lo implican en acciones que tampoco sanciona el Vaticano. Los documentos que se han filtrado a la prensa elevan la necesidad de una respuesta contundente de él, mediante explicaciones que abonen a la transparencia, sean sólidas y creíbles.

Rangel Mendoza se está jugando su fama pública y las autoridades han puesto a la Conferencia Episcopal Mexicana en la disyuntiva de saber la verdad y apoyarlo hasta el final o deslindarse de él.

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Las autoridades de Morelos enredan el caso del obispo emérito Salvador Rangel

Pablo Ferri

PABLO FERRI

El País, México - 02 MAY 2024 

El secretario de Seguridad de Morelos, José Antonio Ortiz Guarneros, ha negado este jueves que la desaparición, el fin de semana, del obispo emérito de Chilpancingo, Salvador Rangel, en Cuernavaca, respondiera a un secuestro exprés, como informó la Fiscalía estatal el lunes. Almirante en retiro, Guarneros ha dicho que Rangel estuvo en realidad en un motel con otro hombre, que luego se retiró del lugar. Horas antes, medios locales recogían el contenido del formato de alta voluntaria de Rangel, del hospital al que llegó el lunes, a donde habría sido trasladado desde el hotel en cuestión. En el documento se dice que el obispo traía consigo pastillas tipo viagra y que había dado positivo a cocaína y benzodiacepinas.

Sorprende la evolución del caso Rangel, incluso para los estándares de un país como México, acostumbrado a la impunidad, en medio de la pugna política a cuenta de la campaña electoral. La guerra entre el Gobierno de Morelos, en manos ahora de Samuel Sotelo, gobernador interino, sustituto de Cuauhtémoc Blanco, y la Fiscalía estatal, dirigida por Uriel Carmona, florece en territorios insospechados, ninguno tanto como la desaparición, del viernes al lunes, del obispo emérito. Rangel ha sido un habitual de los medios estos años por su papel mediador entre los grupos del crimen organizado en el estado vecino de Guerrero.

Guarneros no se ha pisado la lengua, tampoco el gobernador interino Sotelo, que el martes dijo que “no había un solo elemento para determinar que [Rangel] haya sido privado de la libertad como tal”. Sotelo se refirió a las informaciones de los primeros días, algunas referidas por el abogado de Rangel, Pedro Martínez, sobre los retiros de dinero de su cuenta bancaria. “Los datos que se tienen objetivos es que hubo dos retiros, uno el sábado en la mañana y otro en la tarde noche, pero hasta ahí. No hay testigos, ni cámaras que muestren que fuera privado de la libertad”, ha dicho.

La extrañeza aumenta todavía más. A los datos del formato de alta del hospital, las drogas, el viagra, la vista al motel, Sotelo añadía la presunta reunión de Rangel en una pizzería del municipio de Emiliano Zapata, al sur de Cuernavaca, con un trabajador del mismo restaurante. La vaguedad de los datos, directamente filtrados o mencionados por los funcionarios, esbozan un relato en que Rangel, más que una víctima, parece un juerguista. Lo que en palabras de Carmona –la sospecha de que el obispo había sido drogado, como parte de su secuestro– apuntaba a un escenario muy concreto, en el relato del Ejecutivo estatal apunta a otro muy distinto.

Meras piezas de un puzzle difícil de armar ahora mismo, los datos divulgados muestran en realidad la cantidad agujeros informativos de esta historia. Prestos a señalar incongruencias de la Fiscalía, ni Sotelo ni Guarneros han informado de cuándo habría llegado el obispo al motel, el Real Ocotepec, en el norte de Cuernavaca, o cuánto tiempo habría pasado allí. Tampoco han dicho cuándo habría ido a la pizzería, en el sur de la zona metropolitana, a unos 40 minutos del hotel, ni cuánto tiempo habría permanecido allí. O quién dio la voz de alarma y mandó ambulancias al hotel, el lunes en la tarde. No se sabe prácticamente nada, pero, con lo poco que se sabe, uno y otro lado tratan de dibujar escenas distintas, casi opuestas.

EL PAÍS ha contactado vía mensaje de texto y llamada al abogado de Rangel, Pedro Martínez, pero no ha obtenido respuesta. Este diario ha hecho lo propio con el almirante Guarneros, con el mismo resultado. Lo mismo ha ocurrido con el teléfono personal de Rangel, apagado. El obispo tiene pendiente rendir su declaración ante la Fiscalía de Morelos para dar su versión de la historia. El religioso salió de su casa de Jiutepec, junto a Cuernavaca, el viernes. Lo hizo solo, en su camioneta. Su chofer y el dueño de la casa que renta, sus personas más cercanas, no supieron más de él hasta el lunes en la tarde cuando apareció en el hospital.

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Renuncia Pedro Martínez Bello, abogado del obispo Salvador Rangel. 

David Monroy/AMEXI, Corresponsal

CUERNAVACA, Mor., 02 may (AMEXI).- Pedro Martínez Bello, presidente del Foro Morelense de Abogados, renunció a la defensa del obispo emérito de Chilpancingo-Chilapa, luego de darse a conocer un video, en cual se observa al prelado entrar a un motel en compañía de un hombre.

Con esas imágenes, las autoridades morelenses modificaron la versión de que el religioso Salvador Rangel Mendoza, había sido víctima de un secuestro exprés, como su representante legal sostenía.

En un video difundido en redes sociales, Martínez Bello dio a conocer que su renuncia obedece a que se cumplió con el objetivo inicial que fue localizar al obispo, quien había sido reportado como desaparecido, debido a un supuesto secuestro.

El abogado afirma que a partir de que se localizó a Rangel Mendoza, fueron los abogados de la Diócesis de Cuernavaca los que se hicieron cargo del tema y de todos los asuntos derivados de su localización.

Sin embargo y a pesar de su declaración Martínez Bello, se apartó de este asunto y de las declaraciones a la prensa a partir de que se conoció que la desaparición del obispo emérito de Chilpancingo no se derivó de un supuesto secuestro exprés, lo cual fue inicialmente señalado por el gobernador interino de Morelos, Samuel Sotelo


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