9 may 2009

Abusos en niñas

ESTUDIO EN SWAZILANDIA
Las consecuencias de sufrir abusos sexuales durante la infancia
En el mundo, 150 millones de niñas menores de 18 años que sufren violencia sexual
Los familiares y vecinos de las pequeñas son los principales responsables
Muchas jóvenes sufren ETS, dificultad para dormir, depresión y consumo de alcohol
Portal de El Mundo, actualizado sábado 09/05/2009 06:31 (CET)
CRISTINA DE MARTOS
MADRID.- Depresión, abuso de sustancias, embarazos no deseados o contagio de enfermedades de transmisión sexual. Éstos son algunos de los 'efectos secundarios' que sufren a largo plazo las mujeres que experimentan alguna forma de violencia sexual durante la infancia, además del trauma psicológico provocado por el episodio. Una tragedia, destaca un editorial de la revista 'The Lancet', "demasiado extendida como para seguir ignorándola".
Las cifras producen escalofríos. Una de cada tres niñas sufrirá al menos un episodio de violencia sexual antes de cumplir 18 años. Lo más probable es que el agresor sea un varón de la familia, un vecino o el novio. Al menos el 40% de las menores se ve sometido a este tipo de vejaciones en más de una ocasión y 13% de las veces ocurre en el colegio. Estos datos son resultado de un estudio realizado por UNICEF y los Centros de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) en Swazilandia.
Ya sea como arma de guerra, para 'prevenir o curar el sida', como castigo o por la sencilla razón de que, para algunos, el hombre tiene derecho a usar a la mujer cuándo y cómo les plazca. El hecho es que los abusos sexuales son un problema sanitario global y una violación de los derechos fundamentales de las mujeres, que pone en riesgo sus vidas, la de sus familias –porque las mujeres son el pilar fundamental del hogar en muchas culturas- y el desarrollo económico y social de los países más pobres.
En el África subsahariana la violencia sexual comienza a ser una preocupación, aunque existen pocos estudios fiables acerca de la situación en la región. La revista 'The Lancet' publica un trabajo realizado en Swazilandia, el segundo país más pequeño del África continental y el más afectado por el VIH del mundo, que dibuja un panorama desalentador.
Los investigadores seleccionaron 1.242 familias en las que había al menos una mujer con una edad comprendida entre los 13 y los 24 años y se entrevistaron en privado con ellas. Además de aportar datos sobre los abusos sexuales sufridos antes de cumplir los 18, proporcionaron información acerca de su salud y comportamientos de riesgo.
Un tercio de las encuestadas había vivido al menos un episodio de violencia sexual durante la infancia. Lo más frecuente era que hubieran sufrido un intento de violación, tocamientos o sexo bajo coacción. Una sexta parte de las chicas entre 13 y 17 años dijo haber sufrido abusos en los 12 meses anteriores a la entrevista. Normalmente, el agresor era alguien conocido (desde un padre a un vecino, pasando por el novio o marido) y el encuentro se produjo en la casa de la agredida, en el colegio
o de camino al mismo.
Estas vejaciones "estaban asociadas con un aumento significativo de la probabilidad de sufrir depresión, tener ideas e intentos de suicidio, embarazos no deseados, complicaciones durante el mismo y abortos espontáneos, enfermedades de transmisión sexual, dificultad para dormir y consumo de alcohol", señalan los autores del estudio.
Los resultados de este primer informe fiable acerca de la violencia sexual en menores en un país africano "deberían disipar la percepción de que África ha escapado de algún modo a esta tragedia global", señalan Laura Murray y Gilbert Burnham, de la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins (EEUU) en un editorial. "La prioridad –continúan- es desarrollar estrategias para prevenir y tratar los abusos sexuales en la infancia". Medidas que "deben ir más allá de los límites de los sistemas de salud para implicar a las organizaciones comunitarias, ONGs y grupos religiosos".
Según la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente el 20% de las mujeres y el 5%-10% de hombres han sufrido abusos sexuales durante la infancia. Es decir, en el mundo hay 73 millones de niños y 150 millones de niñas menores de 18 años que sufren violencia sexual en forma de tocamientos y relaciones sexuales forzadas.
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UN CRIMEN IGNORADO
La violación como arma de guerra
'PLoS' denuncia la impunidad con la que se viola a las mujeres en los conflictos armados
Actualizado martes 27/01/2009 03:02 (CET)
ISABEL F. LANTIGUA
MADRID.- Tienen consecuencias devastadoras para la víctima y sus allegados y, desde 1994, están consideradas como un crimen por el Tribunal Penal Internacional, pero las violaciones en tiempos de guerra siguen siendo habituales, ante la impasibilidad de la comunidad internacional que cierra los ojos al problema. Lo denuncia un revelador editorial de la revista 'PLoS Medicine', que afirma que "la violación no es una consecuencia inevitable e indeseable de la guerra, sino una táctica bélica de lo más destructiva".
Tan sólo en el conflicto que desde 1991 se vive en la República Democrática del Congo han sido violadas más de 500.000 personas, en su mayoría mujeres y niñas, aunque algunos hombres tampoco se han librado del trance. Tras descubrir los "campos de violación" donde las chicas eran esclavizadas en los territorios de la extinta Yugoslavia y después de conocer el genocidio de Ruanda, donde otro medio millón de mujeres sufrieron violaciones sistemáticas, los líderes mundiales lo reconocieron con un problema internacional. No obstante, las violaciones masivas han seguido produciéndose en recientes conflictos como los de Bangladesh, Burma, Colombia, Liberia, Sierra Leona y Somalia.
"Esta pandemia de violencia sexual es obscena y extremadamente salvaje", escribe en las páginas de 'PLoS' Stephen Lewis, ex enviado especial de la ONU para luchar contra el VIH en África y que ha visto con sus propios ojos algo que sólo puede definir como "feminicidio".
El doctor Denis Mukwege, fundador del hospital Panzi, al este del Congo, trata cada día a más de una decena de mujeres que han sobrevivido a la brutalidad de una violación. "Es la monstruosidad del siglo", dice convencido. Y, lo peor, afirma el editorial, es que se desarrolla con total impunidad y es constantemente ignorado por las autoridades.
De hecho, la revista recoge que el Tribunal Penal Internacional olvida en demasiadas ocasiones incluir los cargos de violencia sexual a la hora de juzgar crímenes de guerra.
Innumerables consecuencias
La violación como estrategia bélica no sólo daña a la persona afectada sino que devasta a toda la comunidad. Entre las consecuencias físicas de estos actos se encuentran los embarazos no deseados, la adquisición de infecciones de transmisión sexual, entre ellas el VIH, lesiones genitales, hemorragias o incapacidad para concebir durante el resto de la vida.
Asimismo, en muchos conflictos las violaciones se producen ante la familia, el marido, los hijos, que son obligados a mirar y a sufrir lo que le hacen a su ser querido sin poder evitarlo. El trauma por lo vivido, en este caso, es casi imposible de olvidar.
Pero la situación puede ser aún peor, cuando los violadores utilizan cristales, palos, barras y machetes para, además de violar, provocar un daño irreparable a los genitales femeninos.
En muchos casos, las mujeres quedan tan tocadas psicológicamente que son incapaces de cuidar a sus hijos, sienten tanto miedo que no se atreven a moverse de la cama e, incluso, pueden llegar a ser rechazadas por sus esposos.
Ante esta realidad, 'PLoS Medicine' pide a toda la comunidad médica y política que denuncien esta atrocidad, que no siga siendo cómplice de actos tan brutales. "Hablar de ello es lo menos que podemos hacer", concluye el doctor Mukwege.

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