10 oct 2009

Las nuevas claves de Turquía

Las claves de Turquía/JOSÉ MARÍA GUELBENZU
Babelia EP; 10/10/2009;
Orhan Pamuk retrata con decisión y eficacia el complejo entramado social y el proceso de modernización de su país en El Museo de la Inocencia. Pero su nueva novela se empantana en minucias, insistencias y reiteraciones que no otorgan progreso dramático al relato
Kemal, joven heredero de una de las fortunas de Turquía y miembro activo de la buena sociedad estambulí, está prometido a Sibel según las tradiciones familiares. Ambos jóvenes se quieren e incluso han alcanzado la relación prematrimonial en un país donde la entrega de la virginidad de la esposa es un requisito social, relación que una joven sólo acepta si está convencida de que la lleva al matrimonio. Un día, Kemal conoce por casualidad a una muchacha de 18 años, Füsün, de condición muy inferior, pariente lejana suya, y se enamora locamente de ella. Es un auténtico amour fou que, poco a poco, va desgastando la relación con Sibel. La obsesión de Kemal le lleva a romper con todo cuanto se opone a su amor desenfrenado y finalmente rompe su compromiso con Sibel. Sin embargo, Füsün desaparecerá de su vida y el reencuentro será un penar de años en espera de recuperar el amor perdido aunque, como él dice, "el amor consiste en estar cerca de la persona amada". Como símbolo de esta obsesión construye un museo lleno de todos los objetos que de un modo u otro han estado presentes en su relación con ella: el Museo de la Inocencia.
La relación entre Kemal y Füsün es, más que una relación amorosa, una obsesión sexual, y dura apenas dos meses, al cabo de los cuales ella, ofendida por determinados acontecimientos, desaparece voluntariamente de su vida; el resto de la novela cuenta cómo un día Kemal consigue volver a ver a Füsün (casada con otro hombre) y desde entonces, y durante nueve años, acude sumisamente a la casa de sus padres, donde ella vive, para estar cerca de su amada, en espera de un reencuentro amoroso. La vigorosa pluma de Pamuk cuenta con decisión y eficacia esta compleja situación, la integra en el núcleo de la sociedad tradicional turca y, a partir de ella y abriéndose tanto al mundo de Kemal como al de Füsün, hace un retrato magnífico de la Turquía de los años setenta y ochenta del pasado siglo; un retrato social que entretendrá al lector europeo con acierto, pues le permite adentrarse en un mundo distinto y fascinante con las claves en la mano. Es, además, un momento decisivo de la evolución de Turquía hasta el momento actual, al borde de una discutida aún, pero previsible, entrada en la Comunidad Europea. El proceso de modernización de un país, que comienza con Kemal Atatürk y se va filtrando y encontrando resistencias de una sociedad de mentalidad feudal, el encontronazo entre religiosidad y laicismo, la adaptación paulatina por capas sociales, la resistencia numantina de los tradicionalistas... todo está muy bien traído y encajado en la escritura de Pamuk, y creo que éste es el mayor mérito de la novela y lo que la hace verdaderamente atractiva con la ayuda de una siempre sugerente historia de amor por medio.
Si embargo, hay una objeción de cierto calado. La historia de Kemal es, hablando pronto y mal, la historia de un encoñamiento seguida de la historia de una empecinada obsesión que, como todas las obsesiones, resulta ser malsana. Pero no es una historia de amor, es decir: no desarrolla un territorio amoroso, sino un territorio obsesivo. Esto no puede ser un reproche, pues nadie obliga a nadie a describir una verdadera relación amorosa; lo que sí es reprochable es el hecho de que la parte de historia que relata la espera de nueve años de Kemal para recuperar a su amada resulta ser una extensa zona donde la novela se empantana en minucias, en insistencias y reiteraciones que ni trascienden lo amoroso de la obsesión ni otorgan progreso dramático al relato, sino que lo dejan en una especie de tono menor costumbrista y, por parte del protagonista, lastimero. Si a ello añadimos que la situación planteada (desproporcionada en extensión y de difícil solución) la despacha de un bajonazo, estaremos ante una novela de gran potencial que se va apagando a lo largo de más de seiscientas páginas por una morosidad compulsiva que entierra su ambición.
El encuentro final de Kemal con el propio Orhan Pamuk, a quien, como escritor, encarga hacer el relato del amour fou con destino a los visitantes del Museo, no deja de tener un aire de cuento de hadas, sobre todo teniendo en cuenta que el Museo contiene los mil cachivaches que a Kemal le recuerdan su relación con Füsün. Pamuk habla de "museo" como el deseo de conservar lo amoroso y como un regalo para futuras generaciones; lo que busca es transmutar una obsesión sexual en un monumento amoroso, pero los cachivaches del museo sólo tienen sentido para Kemal; para el lector son simplemente una almoneda
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