La vida breve de Miguel Hernández
Tributo al genial escritor en el centenario de su nacimiento. Escriben: Antonio Muñoz Molina, Elena Medel, Luis Muñoz, Alfonso Guerra, Benjamín Prado, Joan Manuel Serrat, Eutimio Martín y Luis García Montero
La vida breve de una leyenda
El País, 7/03/2010
El poeta pastor. El místico, el sensual. El cronista en verso del frente. El comunista que antes fue católico. El despreciado, el desubicado. El desafortunado. En 2010 se cumplen 100 años del nacimiento de uno de los poetas más importantes, simbólicos y enigmáticos del siglo XX español. Dos escritores, un político, un músico y el autor de su última biografía reflexionan en estas páginas sobre las distintas facetas de un creador tocado por la leyenda. Y tres poetas le rinden homenaje con nuevos poemas en exclusiva para ‘El País Semanal’.
POESÍA SOCIAL Por BENJAMíN PRADO
Lo mismo que inventar es comprender
algo que aún no existía
y traducir lo oscuro al lenguaje de la luz,
leer su corazón
fue soñar un idioma sin la palabra usura,
sin miseria, injusticia, desigualdad, prohibido...
sin palabras que fuesen el veneno en el agua,
y la sal en la herida.
Si otros querían vidas análogas a un mundo
en el que el generoso es rehén del ingrato
y el fuerte hace culpable de su violencia al débil
y el embustero acusa
al engañado de querer saber,
él hablaba de libertad,
banderas,
equilibrio y razón.
Si decían que nada es verdad para siempre,
que todo se transforma con decirlo al revés,
del modo en que el azar se hace la raza
o el líder el redil
o el animal la lámina,
Miguel les contestaba que era posible un mundo
en el que se pudiese cambiar de dirección
sin cambiar de sentido
–como aviva,
como oro,
como radar,
como ala–;
un mundo con respuestas, más allá del pasado,
en el que cada vida no pudiese encerrarse
en un solo destino.
Leías a Miguel y en el espejo
de sus poemas, ya se reflejaban
todos los nombres de sus asesinos.
CON SUS PALABRAS (Miguel Hernández) Por LUIS MUÑOZ
Dilo con tus palabras –pide
mientras que el autobús renquea
al emprender una subida.
Yo no sé –le responde–,
es como un nudo en medio
del esternón,
algo que no te deja libre
ni un momento,
un golpe sin destino
que si lo olvidas da, al poco rato,
mucho más fuerte.
Ahora con las suyas,
de uno de sus últimos poemas:
Sólo la sombra. Sin astro. Sin cielo.
Seres. Volúmenes. Cuerpos tangibles
dentro del aire que no tiene vuelo,
dentro del árbol de los imposibles.
EXPULSIÓN DE LOS MERCADERES DEL TEMPLO Por ELENA MEDEL
Vidas de tres o cuatro años en cajas
de cartón: tanto entregué que conmigo se marcha.
Ni un vacío: vidas de tres o cuatro años,
sus siluetas marcando la pared.
Me libré de los templos. Sonreídme, decid
adiós al hueco: dadnos hoy
la boca que sople, apagando el volcán.
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