Más grave aún, se perciben diferencias importantes en el equipo que alguna vez fue compacto, que se expresan en muchos ámbitos, pero hoy, sobre todo, en el proceso de selección del nuevo presidente nacional del PAN, convencidos todos, con razón, de que esa elección determinará el futuro del proceso sucesorio, por lo menos en lo que respecta a elegir al candidato presidencial panista.
El proceso parece estar ya seriamente contaminado por esa lucha cada día menos sorda. La candidatura de Gustavo Madero, que parecía tener el apoyo del calderonismo, ha mostrado que no las trae todas consigo, y eso es evidente desde el lanzamiento de Roberto Gil. Las campañas contra éste han sido una respuesta durísima que proviene de distintas fuentes, desde las que lo acusan de no ser militante del partido con más de cinco años de antigüedad hasta quienes muestran que no queda claro su lugar de origen, si en Chiapas o en Oaxaca. Ante esa división, cada día más enconada, quien puede concentrar mayores apoyos, muy eclécticos por cierto, es Francisco Ramírez Acuña, aunque algunos consideran que el ex gobernador y ex secretario de Gobernación está representando los intereses de Santiago Creel.
Lo cierto es que nada de eso resulta una verdad o una mentira absoluta y está detrás una lucha bastante descarnada entre diferentes grupos. Madero sigue manteniendo el apoyo de grupos del calderonismo, también de distintos senadores y gobernadores, pero su apoyo en el equipo más cercano se ha ido diluyendo y quién sabe si le alcanzará para llegar a la presidencia panista. La candidatura de Gil le afecta directamente porque viene con el apoyo de muchos personajes cercanos al mandatario o con peso en el partido. Se asegura que sobre todo detrás de la candidatura de Gil está Patricia Flores, la ex jefa de la Oficina de Los Pinos (no dejó de llamarme la atención una entrevista reciente de Flores donde asegura que fue ella la que decidió renunciar a esa posición en la casa presidencial y que nadie le solicitó hacerlo) y Jorge Manzanera, el principal operador electoral del blanquiazul en los últimos tiempos. Pero allí también están, desde el antecesor y sucesor de Flores en Los Pinos, Gerardo Ruiz Mateos, hasta Germán Martínez, con quien Gil ha colaborado durante años, pero también Fernando Gómez Mont, quien regresaría al PAN, dijo, si su ex subsecretario logra la presidencia del partido.
En esa amplia amalgama de intereses lo que estaría faltando es respaldo de sectores tradicionales del panismo, los mismos que le generaron costos altísimos a la gestión de Germán Martínez e incluso a la de César Nava. Lo que no queda nada claro es con quién compiten los demás integrantes del equipo del presidente Calderón. Y tampoco han dado mucha luz los precandidatos a la Presidencia de México, salvo que Alonso Lujambio parece apoyar a Gil (y dicen que allí también estaría Heriberto Félix, de una estrecha relación con Patricia Flores y Rafael Jiménez), mientras que Creel apoyaría a Ramírez Acuña, pero, ¿qué sucede con Cordero, Lozano, Josefina?, ¿qué con los gobernadores? Pareciera que están esperando una señal presidencial que dudo mucho que esta vez se presente, al menos en forma abierta.
La pregunta hoy en el panismo no es sólo quién quedará en la presidencia del partido, sino cuántas heridas dejará ese proceso y si van a poder cicatrizar a tiempo.
Viendo los resultados de las elecciones en Estados Unidos se comprende que el presidente Calderón no considere en forma tan negativa como algunos analistas los resultados electorales de 2009 y 2010. En la Unión Americana, un presidente que llegó al poder con enorme respaldo, con mayoría absoluta en ambas cámaras, no pudo resistir una crisis económica que él no había generado y ha pagado costos altísimos pese a haber podido sacar adelante reformas como la sanitaria. Es un consuelo para el panismo haber mantenido la forma en una crisis con una caída de 10% del PIB y un altísimo costo social. Pero la lección para el futuro inmediato tendría que ser que el secreto está en el bienestar económico de la gente y en una agenda de seguridad basada en los crímenes que más le afectan: el robo, el secuestro, la extorsión. Y ambos procesos van ligados. Y requieren, regresando al inicio de esta columna, un control y una cooperación interna que muchas veces no existe.
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