Discurso del Presidente FCH
Señor Senador Manlio Fabio Beltrones Rivera, Presidente del Senado de la República.
Señor Diputado Jorge Carlos Ramírez Marín, Presidente de la Cámara de Diputados.
Señores Legisladores.
Señores integrantes del Poder Judicial.
Señor Presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Señoras y señores:
La dignidad de una Nación se mide, también, por la forma en que recuerda y rinde homenaje a sus héroes, a sus fundadores.
Con enorme gratitud, con admiración y respeto, hemos trasladado los restos de nuestros héroes patrios del Palacio Nacional a ésta, la Columna de la Independencia, en donde reposarán, nuevamente, a partir del día de hoy.
Es un honor, como mexicano y Presidente de la República, estar en este acto solemne que llena, también, de solemnidad y de orgullo a México entero.
Desde aquel 1823, el Congreso de la Unión decretó que sería honrada la memoria de los beneméritos de la Patria, como justamente se les llamó. Los Legisladores de entonces ordenaron que se exhumaran los restos de los héroes que lucharon y murieron durante el Movimiento Insurgente, para traerlos a la Ciudad de México, a su Catedral Metropolitana, y celebrar ahí una ceremonia para darles sepulcro. Ese fue el primer homenaje organizado por la República a los héroes de la Independencia.
En Catedral permanecerían por un siglo, hasta que en 1925, fueron conducidos a la Columna de la Independencia, junto con los restos de otros héroes de la gesta libertaria, que fallecieron tiempo después de que México se independizara de España.
Y, en 2010, durante los orgullos Festejos del Bicentenario de la Independencia, los restos de nuestros héroes fueron trasladados al Museo Nacional de Historia, en el Castillo de Chapultepec, con el objeto de evaluar su estado físico y prever su conservación adecuada.
Allí se constató, por cierto, que además de los 12 héroes que se sabía estaban en esta Columna, también, estaban ahí los restos mortales de los Insurgentes Pedro Moreno y Víctor Rosales, un dato que se perdió o, quizá, ignoró, al trasladar los restos de la Catedral a la Columna. Y, asimismo, se corroboró fehacientemente, la autenticidad de los restos mortales de José María Morelos y Pavón, el Siervo de la Nación.
El 15 de agosto pasado, los restos fueron trasladados del Castillo de Chapultepec al Palacio Nacional, donde los mexicanos les rendimos un justo homenaje en el Año de la Patria, y pudieron ser visitados por un millón 250 mil mexicanos que ahí le rindieron, presencialmente, el tributo nacional.
Hoy, nuestros libertadores vuelven a la Columna de la Independencia. A partir de este día descansarán, nuevamente, en este sitio emblemático, en el corazón simbólico de las mexicanas y de los mexicanos.
Son 14 héroes que México recuerda con emoción, orgullo y gratitud.
Aquí, descansará el Padre de la Patria, don Miguel Hidalgo y Costilla. Hoy, 30 de julio de 2011, es una fecha trascendental. Y se ha escogido esta fecha porque, precisamente, hoy, se cumple el bicentenario de la muerte del Padre Hidalgo. 200 años de que fue vilmente traicionado en Acatita de Baján, y fusilado en Chihuahua, un día como hoy, pero hace dos siglos.
México evoca su glorioso nombre en este día con respeto. Hidalgo es el artífice del México soberano y libre que hoy somos. El hombre que despertó del letargo a todos los nacidos en estas tierras, para que lucharan por su libertad y por su igualdad. Gracias a él, gracias a quienes le siguieron, México existe y nuestra Bandera se yergue orgullosa, simbolizando, con ello, la independencia y la unión de todos los mexicanos.
Aquí reposarán, también, Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez, quienes acompañaron a Hidalgo desde aquél mítico 16 de septiembre de 1810, en su gesta por liberar a los mexicanos. Ellos no se amilanaron ante el reto de desafiar a un imperio, combatieron en Guanajuato, en Monte de las Cruces, en Aculco, en Puente de Calderón, y dieron su vida por la libertad.
Junto a ellos yacerá José María Morelos y Pavón, uno de los más grandes héroes que haya dado la Nación, un firme creyente en la libertad, en la igualdad y la democracia de los mexicanos, y luchó hasta la muerte por hacer realidad estos ideales, anheló la independencia de la Nueva España, y combatió por ella, señalando con claridad que esa era su misión en la vida, y que finalmente cumplió.
Morelos fue un genio militar. Un genio que dio a la causa insurgente muchas de sus más importantes victorias. Pero, además, fue un estadista sin igual, en toda la extensión de la palabra, pues diseñó las instituciones que debían regir a México. Decretó la libertad de la
América mexicana, y estableció en la Constitución de Apatzingán un régimen republicano, en el que la soberanía radicara en el pueblo, que
se estableciera la división de poderes, que procurara las mejores leyes, y la aplicación recta de la justicia y el buen Gobierno, así como la abolición de la esclavitud y la equidad entre los mexicanos.
Reposarán, también, aquí, en esta magnífica Columna, Mariano Matamoros, Nicolás Bravo, Vicente Guerrero y Guadalupe Victoria, ellos estuvieron entre los principales Generales de Morelos y fueron verdaderos gigantes que lo acompañaron en su epopeya. Victoria, Guerrero y Bravo serían, después, orgullosamente Presidentes de México.
Reposará con ellos Leona Vicario, que padeció persecución por apoyar con recursos y armas a los insurgentes. Hay ese ejemplo de la valentía que distingue a las mujeres mexicanas, y también su esposo Andrés Quintana Roo, quien fuera uno de los distinguidos Diputados del Congreso de Chilpancingo, que estableció los inicios de la Independencia del país y los premonitorios avances de lo que sería la Constitución de Apatzingán.
Juntos lucharon y juntos reposarán aquí por la Independencia. Aquí, yacerá, también, Francisco Javier Mina, aquel valiente militar peninsular que decidió dejar España para pelear por la libertad de nuestra Patria y romper nuestras ataduras. Junto con él está su compañero de armas, Pedro Moreno, quien había mantenido la llama de la Independencia en los Altos de Jalisco y en el Bajío.
Y, finalmente, descansará aquí, también, Víctor Rosales, el aguerrido insurgente que tomó Zacatecas y mantuvo vivo el movimiento libertador en el Centro del país a la muerte de Hidalgo.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia ha procedido a realizar los trabajos de preparación de las criptas en las que serán depositados los restos de los Héroes dentro de esta Columna de la Independencia, a fin de asegurar su conservación.
Estos héroes reposarán por siempre en este Altar de Honor y su memoria vivirá eternamente en el corazón de los mexicanos.
Señoras y señores:
Nuestros héroes dieron la vida para que fuéramos libres, para que fuésemos México y mexicanos.
Su sueño parecía entonces una quimera, un proyecto imposible. Confiaron en la fuerza de sus convicciones y con su firme decisión se arrojaron a labrar el futuro.
Hoy, podemos decir con orgullo y gratitud que su lucha ha dado frutos, que México es independiente y soberano, que somos una Nación libre, de 112 millones de habitantes y una de las principales economías del mundo y con una democracia vigorosa.
Nuestros héroes lucharon incansablemente por nuestra libertad. Hoy, a la generación del Bicentenario, nos toca lucha por preservar esa libertad.
Ellos soñaron, lucharon y murieron por darle a México nuevas instituciones. Hoy, a nosotros, nos toca preservar y transformar esas instituciones para que sirvan, precisamente, al propósito de justicia, de equidad, de igualdad, de representatividad y de democracia que querían nuestros héroes.
El mejor homenaje que podemos hacerles, a dos siglos de su gesta, es retomar su espíritu de cambio que los inspiró para hacer de México un país más próspero, un país justo, igualitario, un país más democrático y seguro.
Un homenaje es ser, también, visionarios y generosos, como ellos lo fueron, para hacer prevalecer el interés nacional, sobre cualquier interés personal o de corto plazo.
Porque con Vicente Guerrero nosotros decimos: La Patria es primero.
Es momento de unirnos, como el mismo pueblo que somos, para conquistar un mejor destino para todos.
Debemos trabajar unidos. Unidos para construir un México más seguro, donde las familias vivan en paz. Debemos luchar por un México más justo, en el que sólo distinga a un mexicano de otro el vicio o la virtud, como lo anheló el gran Morelos en Los Sentimientos de la Nación.
Unir esfuerzos, todos, para consolidar una democracia cada vez más fuerte, cada vez más representativa, cada vez más sensible ante las ingentes demandas de la sociedad.
Nuestros héroes nos enseñaron que no hay imposibles, cuando la voluntad de los mexicanos se une. La unidad, la unidad de los mexicanos nos hará prevalecer ante cualquier enemigo y ante cualquier adversidad. Y la unidad es la mayor divisa para que México salga, siempre, triunfante ante cualquier desafío.
Unámonos todos los mexicanos para construir un futuro a la altura de nuestra dignidad, de nuestros anhelos y de nuestra historia.
Y que vivan siempre en nuestro corazón, en nuestra alma, en el espíritu nacional, los héroes que nos dieron Patria y que nos dieron libertad.
Qué vivan los héroes de nuestra Independencia.
Qué viva México.
Diversas Intervenciones en el Homenaje a los Héroes Insurgentes
30 jul 2011 | Discurso
-MODERADORA: El Senador Manlio Fabio Beltrones Rivera, Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Senadores, hará uso de la palabra.
-SENADOR MANLIO
-MODERADORA: El Senador Manlio Fabio Beltrones Rivera, Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Senadores, hará uso de la palabra.
-SENADOR MANLIO FABIO BELTRONES RIVERA: Señor licenciado Felipe Calderón Hinojosa, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos; señor Diputado Jorge Carlos Ramírez Marín, Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados; distinguido presídium; señoras; señores.
Al igual que en los Festejos del Bicentenario, el regreso de los restos de nuestros héroes al Ángel de la Independencia debe ser nueva oportunidad para reflexionar. En el marco de los 200 años del fusilamiento de Miguel Hidalgo y Costilla, qué tanto hemos avanzado en la construcción de una Patria soberana, un régimen de libertades y un Estado que garantiza derechos sociales para todos los mexicanos.
Sin duda, en México hemos avanzando en la construcción de una Nación de libertades. Sin embargo, el reto mayor es lograr que nuestra democracia vaya más allá de una simple rotación de partidos políticos en el poder, cuestión que no nos permite ver la necesidad urgente de alcanzar soluciones duraderas, que logren una verdadera transformación social, e impulsen políticas de Estado pactadas, acordadas, que trasciendan los sexenios. Es que, sólo así, obtendremos la certeza jurídica que permite desarrollarse a los estados modernos.
Hoy, recordamos a quienes originaron la gesta libertadora, a quienes dieron vigencia a aquellas ideas de independencia, a quienes organizaron y también a quienes resistieron y consumaron la Independencia de nuestra Nación.
Hoy, honramos el recuerdo de quienes, con determinación, lealtad y valor, así, con claridad, vencieron, porque supieron contar con el pueblo, ordenar su fuerza y darle rumbo a su lucha.
Como generación de la primera alternancia hemos aprendido que no hay cambios concluyentes, y que el hombre tiene el compromiso de darle vigencia a sus luchas, al igual que lo hicieron aquellos héroes que hoy recordamos, nuestros retos, aunque diferentes, en contraste con el pasado, coinciden en la necesidad de darle rumbo a nuestros afanes, por construir un país en el que acabemos con los privilegios, haya una democracia sólida y dé resultados, crecimiento económico, seguridad humana y ciudadanía social.
Sin embargo, para iniciar estos cambios se requiere de la concurrencia de todas las fuerzas políticas, de los poderes públicos y la ciudadanía, sin excepción.
Quién podría estar en contra de que todos los mexicanos tengan acceso a la alimentación, salud o una vivienda digna. Quién se opondría a que México genere más riqueza y, sobre todo, que se distribuya mejor.
Impulsar cambios institucionales, en materia política, que incentiven el acuerdo entre fuerzas políticas y mejoren la participación ciudadana, asegurará, en el futuro, gobiernos sólidos y de resultados más rápidos.
No dudemos. Hacer cambios es indispensable para poder ver al mundo desde México. Las reformas que hoy se discuten en el Congreso, deben ser y serán el elemento catalizador de otros cambios indispensables que nos permitirán construir acuerdos y tomar urgentes decisiones de interés general.
Crear las nuevas instituciones y modernizar las que ya tenemos, eso lo sabe su Gobierno, señor Presidente Calderón, que ha visto nacer y ha impulsado la creación de instituciones.
Hará más fácil que las personas desarrollen su potencial productivo y que su esfuerzo sea suficiente para llevar una vida digna y honesta, sólo ello hará posible alcanzar un crecimiento sostenido como la solución de fondo de la pobreza, la desigualdad y el miedo que acosa a la población por los problemas de seguridad pública.
Reconozcamos que las reformas son inaplazables, porque en la medida en que no se realicen, el deterioro social podría ser mayor y podríamos haber perdido la oportunidad de emprenderlas en un clima propicio, sin alteraciones que lleven a medidas desesperadas ante situaciones imprevistas.
La Independencia permitió que en el Siglo XIX los mexicanos alcanzáramos la ciudadanía civil, en la que fueron reconocidos los derechos civiles de todos los mexicanos como una serie de derechos propios del hombre en sí, propios del hombre en sí por su calidad humana: la libertad de tránsito, el derecho de usar y disponer de su propiedad fueron, entre otros, importantes conquistas del Siglo XIX y un legado inmediato de la Independencia de México.
Luego, en el Siglo XX vivimos un periodo de lucha por la conquista de los derechos políticos, se trató del siglo en el que logramos construir la ciudadanía política en donde todos los mexicanos, independientemente del origen étnico, religioso o de género, tuvieran derecho a votar y a ser votados; se trató de un siglo de creación y adecuación de las instituciones que permitieran tener elecciones libres, transparentes y justas.
Hoy, en el Siglo XXI, nuestro reto es el de construir la ciudadanía social. Como generación, es nuestra responsabilidad asegurar que todos los derechos sociales sean válidos y respetados para todos los mexicanos.
La construcción de esa ciudadanía social sólo se alcanzará si los partidos, el Gobierno y los Legisladores colocamos al hombre y su calidad de vida en el centro de todas las actividades del Estado.
La Independencia nos hace recordar que no hay nada más poderoso que una idea cuando le ha llegado su tiempo.
Ante el monumento que honra y resguarda a nuestros Héroes de la Independencia, orgulloso, como ustedes, de ser mexicano, hoy, reitero mi compromiso por consolidar un nacionalismo moderno, basado en las libertades humanas y sumar esfuerzos para hacer siempre valer, desde el Congreso, el interés nacional sobre cualquier otro, individual o de grupo.
Eso es lo que México exige y los mexicanos lo reclaman.
Muchas gracias.
-MODERADOR: El Diputado Jorge Carlos Ramírez Marín, Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, hará uso de la palabra.
-DIP. JORGE CARLOS RAMÍREZ MARÍN: Licenciado Felipe Calderón Hinojosa, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos; señor Presidente del Senado, licenciado Manlio Fabio Beltrones Rivera; señor Secretario de la Defensa; señor Secretario de Marina; señores Representantes del Poder Ejecutivo de México; amigos, amigas.
Estos restos, estos huesos de Hidalgo, que ante nosotros desfilaron, eran, hace 200 años, una sola vida, carne que temblaba. Hace 200 años, sentados en una silla, temblando ante la emoción de la próxima descarga, mientras su dueño, el hombre que los usara para enseñar, para producir, para educar, para empezar una Independencia, los usaba para apuntar con el dedo al corazón, al pelotón de fusilamiento. Los ojos vendados, el alma, hasta el último aliento, vigilante.
Dice Ralph Roeder, que temblaban más los huesos y la carne de los soldados ante Hidalgo, sentado en una silla, con los ojos vendados. Cuatro veces fallaron. No moría. Al final, la última descarga a quemarropa. Posiblemente pensaron que allá terminaba todo.
Y aquí estamos nosotros, 200 años después, precisamente, porque nada terminó aquella mañana, sino, al contrario, solamente empezó.
Por eso, estimados amigos, comienzo citando al gran poeta tabasqueño Carlos Pellicer que, respecto del pueblo mexicano, dice: Tiene dos obsesiones: el gusto por la muerte y el amor por las flores.
Antes de que nosotros habláramos castilla, hubo un día del mes consagrado a la muerte. Había una extraña guerra que, extrañamente, se llamaba Florida, y en los altares chorreaban de sangre y buena suerte.
Y, aquí seguimos nosotros, el pueblo mexicano, trayendo flores a nuestros muertos. Recordándoles y honrándoles 200 años después de que dieran su vida por construir una Nación donde cupiéramos todos.
Qué significa honrar a los muertos.
Casi lo mismo. Son dos opciones ante una tumba: llorar o reflexionar. Y llorar es siempre un verbo reflexivo. No se llora a un muerto, lloramos por uno mismo. Podría ser que el día de hoy, que estamos regresando a los Insurgentes a su casa, como fin de un periplo festejo Bicentenario, lloráramos ante esta tumba por el tiempo, no el de ellos, sino el nuestro, que es todavía lejano al que auguraron y por el que ofrendaron su vida.
Si en aquel tiempo la gesta insurgente los liberó de la esclavitud, hoy debemos reflexionar cómo hemos hecho para reinventarla, y de tantas maneras, 200 años después, de maneras mucho más trágicas. Porque es verdad, somos un país democrático, pero somos también esclavos de intereses particulares. Somos un país libre, pero somos un país cimbrado por la violencia.
Somos un país de instituciones, pero somos un país, donde las instituciones son amenazadas por la corrupción. Somos un país de iguales y, sin embargo, vivimos en un tiempo donde campea la pobreza.
Larga trayectoria de luminosos y obscuros periodos, llevamos 200 años batallando por construir la Nación de todos. Pero, y hay que decirlo y comprenderlo, afanándonos también, en ser nosotros mismos los artífices del obstáculo, jugando de manera peligrosa, acercándonos a un punto en el que pudiéramos no tener retorno.
Por eso hay que reflexionar hoy. Miremos el sacrificio de los Héroes de Independencia, que no es verdadero más que el que ofrenda la propia vida, en un acto de infinita generosidad, de absoluta convicción acerca de la consecuencia de su gesto. Finalmente, morir ante un pelotón de fusilamiento, sentados en una silla y con los ojos vendados, gesto que es dador de vida, a conciencia de una Nación entera.
Por qué no entonces, el sacrificio de posponer cualquier interés que no sea el de la unidad nacional, y la victoria definitiva sobre nuestros verdaderos enemigos de hoy: la corrupción, la desigualdad, la pobreza, la injusticia.
Repasemos nuestros grandes momentos de convulsión en los que fue la heroicidad del pueblo mexicano, su voluntad de cambiar la que nos permitió seguir teniendo historia propia y en los tiempos de paz, construirla.
Repasemos este extraordinario país desde esta Columna de la Independencia. Hemos sido capaces de edificar un país significante en el ámbito mundial con un Estado cimentado en instituciones, con un sistema de representatividad siempre dinámico y en construcción. Un país cuya democracia se basa en la educación para todos, en la salud para todos, en las oportunidades para todos y para todas.
Un país de infraestructura levantada por la inteligencia y las manos mexicanas. Un país de cultura universal, de poesía surgida de la grandeza intangible de nuestra propia alma.
Démonos cuenta de que en nuestras manos está dejar de socavar nuestro futuro, convoquemos otra vez a la unidad, convoquemos otra vez a una agenda única, convoquemos otra vez a ser la nueva Independencia y la nueva liberación de estas nuevas formas de esclavitud.
El pueblo maya consideraba que el universo y todo lo que lo integraba tenía una existencia cíclica. La vida y la muerte, la creación y la destrucción coexisten en una porción dinámica y necesaria. Una gigantesca ceiba considerada como el eje del mundo, con sus ramas, raíces y tronco, era la que mantenía el orden del universo. Contactaba al mundo terrestre con el inframundo, el Xibalbá y su Dios Hun Camé que residía ahí.
Mexicanos, reunámonos en derredor de una ceiba. Reivindiquemos en este fin de ciclo en el que nos debatimos entre la vida y la muerte, nuestra voluntad como pueblo rico y su diversidad, y pongamos fin a la oscuridad.
Cambiemos todos, seamos capaces del heroísmo más grande: Ser héroes de nosotros mismos, como decía Octavio Paz. Que en nosotros este acto viva recordándonos nuestra estirpe heroica y asumamos los compromisos que hoy tenemos miedo de asumir.
Hidalgo, Allende, Aldama, Jiménez, Guerrero, Guadalupe Victoria, Leona Vicario, Andrés Quintana Roo, Francisco Javier Mina, Morelos, Matamoros, Nicolás Bravo, Moreno y Víctor Rosales, sean bienvenidos de regreso a su morada. La significativa Columna de la Independencia Mexicana.
Que en cada corazón mexicano exista otra columna, donde no haya restos depositados, sino la semilla del nuevo mundo, que como ellos, hace 200 años, nosotros aún anhelamos.
Muchas gracias.
Ciudad de México, 30 de julio del 2011
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