Ayer, hoy y mañana:
siempre PRI/Antonio Navalón
Publicado en El Pais, 20 de abril de 2012
Desde el año 1994, en el que al ex presidente de México,
Carlos Salinas de Gortari, le estalló el país entre las manos en forma de
ejército zapatista, asesinato de Luis Donaldo Colosio y todo lo que siguió,
México, se puso a la búsqueda de un modelo que sustituyera al patrocinado por
el PRI y que había cubierto el papel de ser el mentor, el padre, el autor de la
dictadura perfecta según la declaración del Premio Nobel Vargas Llosa.
Pero la búsqueda de nuevos paradigmas es difícil. Dieciocho
años después todas las encuestas dicen que Enrique Peña Nieto, en un ejercicio
impecable de unidad de su partido, con toda la maquinaria de todos los
gobernadores priistas a su servicio y que gobiernan casi el 60% de la nación,
ganará las elecciones del 1 de julio.
En esta situación lo primero que se constata es que tanto en
las principales redes sociales como en toda la campaña reina la absoluta
vaciedad de los mensajes, tanto de quien encabeza las encuestas como de los que
lo siguen. Bien es verdad que los dos que parecen no tener ninguna posibilidad
de ganar, en principio —como es el caso de Gabriel Quadri y Andrés Manuel López
Obrador— con independencia de que éste último desplace a la candidata del
partido en el poder Josefina Vázquez Mota, tienen más contenido en sus
propuestas pero lo explican tan mal que se equiparan a aquella vaciedad de
Enrique Peña Nieto.
La pregunta que surge es por qué el PRI ganará unas
elecciones en las que ni se valora la corrupción, ni se apela a la memoria de
los 70 años del “padre”. La respuesta podría ser obvia pero no exenta de
aristas porque se necesita regresar a aquel paradigma que ofreció una seguridad
y una tranquilidad que se han perdido en el camino.
Un camino que nos muestra que desde 1997 México ha estado
dividido (minoría en el Congreso) y desde el año 2000 con cambios en la cabeza
que no le han significado dejar de estar absolutamente estancado, habiendo sido
absolutamente incapaz de articular ninguna reforma básica porque ninguno de los
partidos políticos ha tenido la voluntad de generar acuerdos.
Lo grave es que en ese regreso al pasado para hallar la
ilusión perdida no se está haciendo de manera reflexiva, sino sin pensar y bajo
toda una lujuria de mercadotecnia televisiva que nos llevará probablemente a la
elección más televisada de la historia del mundo.
Esto explica que la ley que se hizo en México después de
2006 para evitar las campañas sucias ha desembocado en un ejercicio obsceno de
cientos de horas de spot dedicados no a difundir sino a calmar o hacer
aborrecer cualquier intento de tener un mensaje político.
Si las cosas siguen como van y Peña Nieto gana, lo que
estará triunfando no es la capacidad o la propuesta, ni tampoco las ideas o los
valores necesarios para recuperar la credibilidad del sistema sino la orfandad
y la incapacidad del mismo que se ha mostrado incapaz de hacer la más mínima
reforma estructural.
Entre indecisos y Twitter, hay quien puede tener el sueño
loco de que no todo está perdido pero la verdad es que técnicamente, día a día,
lo único que se ve es el ciclón Peña Nieto que consiste en, como enseñan cuando
aprendes a estar frente a una cámara de televisión: nadie recuerda nada de lo
que dirás, lo importante es que a nadie le choque ninguna tontería que digas y
que seas agradable en la percepción que das.
México no elige un programa o una propuesta sino una
composición de colores y juega a creerse que la unidad absoluta a la que aspira
Peña acabará con la separación, la orfandad y la paralización de la vida
nacional. El costo es lo que se verá después.
En las elecciones nada está decidido hasta el último
momento, pero lo peor de todo es que mucho más pesado que ver esas encuestas es
ver los gritos de ahogados y desesperados de los otros candidatos que no
consiguen dañar lo que refleja la imagen del candidato priista: no decir nada y
no molestar.
Si el 1 de julio las encuestas se cristalizan en realidad,
la siguiente parada de reflexión política sobre México será el 1 de enero de
2014. De diciembre de 2012 a diciembre de 2013 saldremos adelante por el bono
democrático…. ¿y después? Si no ha habido reformas ni grandes cambios,
estaremos más contentos, con más color pero en un peor sitio y mucho más vacíos
y frustrados
También puede ser que Peña Nieto y su equipo tengan un plan
secreto para saber qué hacer con el país y lo que pasa es que como saben que
están arriba en las encuestas no lo necesitan contar para ganar las elecciones.
Pero si fuera así, el país necesitará recuperar el paradigma de la ética y la
responsabilidad, tan olvidados en los últimos años tanto por priistas como por
panistas.
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