Desobediencia /Sergio Sarmiento
Reforma, 7 Sep. 12
"La desobediencia civil... es un honroso deber cuando se aplica a los ladrones de la esperanza y la debilidad del pueblo". Andrés Manuel López Obrador
El proceso electoral ha terminado. Enrique Peña Nieto es legalmente presidente electo de México. Los equipos de transición han empezado el trabajo de preparar la entrega de la administración pública y de delinear pendientes y trabajos que deben tener continuación.
Andrés Manuel López Obrador, sin embargo, no ha reconocido el resultado electoral, ni hay visos de que lo vaya a hacer. La resolución del Tribunal Electoral es legalmente inatacable, pero López Obrador ha sugerido que podría acudir a instancias internacionales, como la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Es poco probable que el recurso prospere, sin embargo, especialmente porque los observadores de la OEA señalaron que la elección fue limpia.
Ricardo
Monreal, quien es hoy diputado por la misma elección cuya
legitimidad cuestiona, ha anunciado que promoverá juicios políticos contra los
consejeros del IFE y los magistrados del Tribunal. Pero si bien en 2007 el
Congreso le regaló a López Obrador el descabezamiento del IFE, resulta difícil
pensar que hoy se consigan los votos legislativos suficientes para desmembrar
las dos principales instituciones electorales del país.
López
Obrador ha convocado a un mitin en el Zócalo de la Ciudad de México este
próximo domingo para anunciar su estrategia a partir de ahora. Por
lo pronto ha adelantado que no se retirará a su rancho La Chingada de Palenque,
como había anunciado previamente (otra de sus promesas incumplidas, como la de
respetar las decisiones de las autoridades electorales). Ha indicado además que
la desobediencia civil es un camino honroso cuando se quebranta la voluntad
popular. Es muy probable, por lo tanto, que ése sea el camino que siga.
Bajo el nombre de
desobediencia civil, no obstante, se ocultan muchas opciones. Desobediencia
civil puede implicar desde llevar a cabo manifestaciones periódicas hasta
bloquear de manera permanente calles o carreteras importantes, desde promover
un boicot de las empresas que se dice ayudaron al rival político hasta bloquear
de manera violenta sus accesos, desde negarse a asistir a actividades del nuevo
presidente hasta físicamente tratar de impedir que éstas se lleven a cabo.
López Obrador tiene una
presión doble y de sentidos opuestos. Algunos de sus seguidores, muchos de los
cuales se cobijan debajo del manto cada vez más indefinido del movimiento
##YoSoy132, quieren a un líder radical que mande una vez más al diablo las
instituciones. Hay simpatizantes de la izquierda, sin embargo, que consideran
un peligro seguir apoyando a Andrés Manuel en estas aventuras. Por lo pronto es
significativo que Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno electo del Distrito
Federal, haya estrechado la mano del presidente electo Peña Nieto en el informe
del gobernador mexiquense Eruviel Ávila.
Nadie puede prever las
decisiones de López Obrador. El bloqueo que ordenó en 2006 al Paseo de la
Reforma, con casas de campaña que se quedaban vacías todo el día y
simpatizantes que jugaban futbol en una avenida paralizada, tuvo un costo
electoral muy importante para la izquierda. El propio Andrés Manuel lo sabe y
por eso subrayó en la campaña del 2012 que él perdonaba a todos, incluso a
Felipe Calderón, en el marco de su república amorosa.
Hoy, sin embargo, López
Obrador tiene poco que perder. Por segundo sexenio consecutivo queda marginado
del poder presidencial. Sabemos que este próximo domingo no anunciara ni su
retiro ni aceptará el resultado electoral. Convocará a la resistencia civil,
pero no sabemos si será pacífica o violenta bajo un velo de paz y amor.
PROHIBIR ENCUESTAS
Los diputados del PRD Gerardo
Villanueva y Martí Batres presentaron una iniciativa para prohibir la difusión
de encuestas electorales. Una vez más se busca limitar el derecho a la
información para sostener el mito de que AMLO perdió por las encuestas.
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