3 oct 2012

Los agresores de Adela y el 2 de octubre

Los agresores de Adela y el 2 de octubre/Jorge Fernández Menéndez  
Columna Razones en Excélsior, 2 de octubre de 2012
 Hace 44 años fueron asesinados en la plaza de Tlatelolco decenas de jóvenes. Muchos otros terminaron en la cárcel y se abrió una oscura noche en la vida del país que apenas comenzaría a clarear con la reforma política que implementó varios años después don Jesús Reyes Heroles. Fue una noche fruto de la estupidez y la intolerancia, ejercida sobre todo contra los jóvenes pero que, en realidad, buscaba atacar toda disidencia, todo pensamiento alternativo a la vía única de una Revolución Mexicana que, como bien había dicho Cosío Villegas unos años atrás, ya había muerto.
Han pasado los años, casi medio siglo, y la herida sigue abierta. Lo que resulta triste y paradójico es que esa intolerancia la han asumido hoy los herederos de quienes la sufrieron entonces, eso cuando no son los mismos protagonistas que simplemente han cambiado de etiqueta y se siguen moviendo con la misma lógica política de entonces. Hace 44 años, por ejemplo, Porfirio Muñoz Ledo defendía, ya en el Congreso y como gran promesa política, la actuación del gobierno contra los estudiantes a los que calificaba como parte de una conspiración marxista en contra del democrático presidente Gustavo Díaz Ordaz. En la secretaría de Gobernación, junto a Luis Echeverría, ya trabajaba otro destacadísimo funcionario, caracterizado como un muy buen operador, Manuel Bartlett, hoy, como Porfirio, férreos defensores de Andrés Manuel López Obrador, uno hasta hace unas semanas diputado por el maoísta PT, el otro, flamante coordinador de los senadores de ese mismo partido.
Pero decíamos que los herederos de los reprimidos en el 68 hoy actúan en muchas ocasiones con la misma intolerancia que sufrieron sus padres. El sábado, la querida amiga y compañera Adela Micha recibía un doctorado honoris causa en Veracruz, en las instalaciones del Congreso. Como ocurrió en San Lázaro la semana pasada, de la mano con legisladores locales de corrientes ultras, ingresaron al evento un par de jóvenes que, para demostrar su valentía, agredieron a Adela arrojándole unos huevos. Ella  reaccionó como lo que es, como una mujer con valentía, estilo y profesionalismo. Los jóvenes huyeron y poco después fueron detenidos. Tengo entendido que pagaron una fianza y salieron en libertad.
¿Por qué atacaron a Adela? Pues porque no apoya a López Obrador. Así se han sucedido las agresiones, desde 2006, contra muchos comunicadores, agresiones de todo tipo, desde bloquear periódicos y empresas de comunicación hasta boicotear presentaciones de libros; desde la agresión física directa hasta el insulto que intenta intimidar. Ha ocurrido ahora con Adela, y no hace demasiado con Carlos Marín y con Ricardo Alemán. Olvidemos por un momento las innumerables agresiones e insultos que dirigen estos grupos por las redes sociales a cualquier comunicador que no coincida con su líder o sus acciones.
Son acciones fascistoides. Lo grave no es sólo que ocurran: es más grave aún que no pase nada, que no exista un dirigente del PRD o de los otros partidos de izquierda (o de los medios tan incondicionales con ellos, en el periodismo escrito o la radio) que critique y descalifique a esos héroes de la agresión. ¿Dónde ha estado la descalificación de estos hechos por parte de los dirigentes del PRD, del Morena, de López Obrador?, ¿qué hubieran hecho estos personajes si la agredida en lugar de Adela hubiera sido Carmen Aristegui, si un par de huevazos se estrellaran contra la humanidad de López Obrador, si se hubiera bloqueado la entrada de La Jornada o Proceso, si hubiera sido boicoteada la presentación de un libro de cualquiera de ellos? En ninguno de esos medios ni entre esos dirigentes políticos ha habido un rechazo ni implícito ni explícito a las acciones contra comunicadores. Al contrario, en las pocas ocasiones en que allí se informa sobre ellas se hace de una forma ascéptica, sin juicio de valor alguno, como si todo fuera causado por alguna extraña fuerza de la naturaleza.
Estos grupos, lo mismo que un #YoSoy132 que ya nada tiene que ver con lo que en algún momento fue, convertido en una simple extensión del Morena, el SME y similares, han agredido una y otra vez a periodistas y medios. Son los mismos grupos y personajes que pueden exigir justicia expedita cuando alguien que alguna vez trabajó en un medio de comunicación sufre un ataque de un grupo del narcotráfico (aunque lamentablemente se compruebe que la misma es consecuencia de la relación que tenía con esas organizaciones), pero que son incapaces, no sólo de condenar la agresión contra cualquier comunicador real, importante, de peso, de los que realmente trabajamos día con día, sino que, además, terminan siendo cómplices, en el mejor de los casos por omisión, de los agresores. Un abrazo solidario para mi querida Adela Micha.

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