EL DÍA DE MANCERA /Ricardo Alemán
En La Otra Opinión, 6 de diciembre de 2012
Desde temprano, los simpatizantes de Miguel Mancera se apostaron a la entrada del Auditorio Nacional. Algunos, los menos, traían gorras, playeras y chamarras amarillas. Otros, los más, vestían de corbata –ellos– y de traje sastre las mujeres.
Como era temprano y el viento helado soplaba con fuerza, los invitados al mensaje del que ya era Jefe de Gobierno se refugiaron en los puestos de garnachas, tamales y tacos.
En todo momento, a pesar de que Mancera no llegaría antes de cuatro horas, los accesos del Auditorio veían pasar a grupos de seguidores del que también fue Procurador Capitalino.
Al mismo tiempo, en el otro extremo de la ciudad, la esquina de Allende y Donceles se preparaba para dar inicio al protocolo de investidura. La Asamblea Legislativa marcaría el comienzo oficial de la jefatura de gobierno de Miguel Mancera.
Minutos antes de las 10, Mancera llegó al recinto legislativo donde lo esperaban el secretario de Gobernación, Miguel Osorio; el tres veces candidato presidencial, Cuauhtémoc Cárdenas, Alejandro Encinas y no pocos líderes sociales, políticos y de opinión.
Para las 10:40, el Jefe de Gobierno ya había rendido protesta y los aplausos y muestras de apoyos ratificaban la aplastante victoria en las urnas electorales del pasado uno de julio.
En ese momento, Miguel Mancera dio el primero de los tres discursos de la agenda. Agradeció a sus antecesores –Ebrard, Obrador y Cárdenas–, invitó a sus iguales de los estados céntricos para garantizar la seguridad de sus gobernados a través de una operación "Escudo centro" y además, expuso algunos proyectos de su gobierno:
Reducir el hambre, encabezar un gobierno cercano a la gente, regalar computadoras a los estudiantes de secundaria, incrementar el número de cámaras de seguridad, acabar con la corrupción y también desarrollar una ciudad sustentable y digital.
Luego del discurso, el Jefe de Gobierno escuchó a Manuel Granados, presidente de la ALDF; saludó a sus invitados y se dirigió al Palacio del Ayuntamiento donde anunciaría y tomaría protesta a los miembros de su gabinete.
A la par, las butacas del Auditorio Nacional se ocupaban a un ritmo acelerado. Gobernadores –electos y en funciones–, dueños y trabajadores de los medios–entre ellos Carlos Slim y Ricardo Salinas Pliego–; servidores públicos y simpatizantes... todos aguardaban el arribo del Doctor Mancera, quien ya había sido investido como Jefe de Gobierno.
Para acortar la espera, la cantante Susana Zavaleta amenizó el acto. Entre Bésame Mucho y la Habanera de la ópera Carmen, Zavaleta acomodó algunas porras y vivas para el nuevo gobernante. Y al tiempo que la soprano derrotaba a los agudos, Miguel Mancera tomaba protesta a su gabinete.
Algunos de sus nuevos colaboradores son de larga carrera y pillaje político. Otros, verdaderas sorpresas como Salomón Chertorivski quien fuera secretario de Salud en el último periodo de Felipe Calderón y ahora será el responsable del desarrollo económico de la capital. O Carlos Navarrete cuya expresión recordó que parecía enfilado para ocupar la secretaría de Gobierno y al final se quedó con la de Trabajo y Fomento al Empleo.
Luego de la protesta al gabinete, Mncera se acompañó de su equipo y se dirigió a la cita que tenía con sus invitados en el coloso de Reforma, en donde personalidades como Arturo Núñez, gobernador de Tabasco, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez y Ernesto Cordero –quien por cierto se llevó una sonora rechifla–,exponían ante las cámaras y micrófonos sus buenos deseos para el nuevo Jefe de Gobierno.
Finnalmente, minutos antes de la una con treinta, la voz del maestro de ceremonias presentó, uno a uno, a los veinte miembros del gabinete. Los aplausos fueron más para unos que para otros. Rosa Icela Rodriguez, quien encabeza la secretaría de Desarrollo Social, fue la más apapachada. Los nuevos encargados de las oficinas de la capital se acomodaron nueve a la diestra del orador y once a lado opuesto.
Pocos notaron que en el primer grupo había quedado una silla vacía, e incluso menos sabían que ese asiento estaba reservado para la sorpresa de la tarde.
A la una con treinta, el Auditorio se puso se pie para recibir a Miguel Mancera. El Jefe de Gobierno lucía emocionado aunque también nervioso. Durante veinte minutos se dirigió a su audiencia. Nuevamente habló del trato igualitario, la seguridad, las mejoras en infraestructura y la promesa de mejorar la capacidad de respuesta de las autoridades.
Cuando un Mancera conmovido aseguró que no fallaría a sus votantes, el aplauso fue el más sonoro que se había escuchado hasta entonces. Sin embargo, hubo una ovación todavía mayor cuando el nuevo gobernante mencionó al ocupante del asiento 21. Cuauhtémoc Cárdenas sería el Coordinador de Asuntos internacionales, por ello, ocuparía el espacio reservado junto al resto del gabinete.
El jefe de Gobierno agradeció, se comprometió y se despidió. En cuestión de minutos el escenario estaba vacío y el aforo que en instantes previos se cuajó de porras y aplausos, estaba lleno de pasos, murmullos y gritos de las no menos de 9 mil personas que se dieron cita para aplaudir a su nuevo gobernante.
¿Y qué viene ahora?
Lo que siga al aplauso y la confianza es cuestión del tiempo.
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