Revista Proceso # 1883, 2 de diciembre de 2012;
- Cartas a proceso en el número 1884, y respuesta de Berman (abajo).
Para apreciar la oportunidad que tal suceso nos abre, hay que dar un paso atrás en el tiempo.
La satanización de la mariguana se inició en los años setenta del siglo pasado, cuando un muy puritano y rígido presidente Richard Nixon declaró la guerra contra las drogas. Así la pobre motita, que era una planta con una larga tradición entre nosotros, recientemente adoptada como alteradora de la conciencia por los jipis, se convirtió en un asunto de seguridad nacional para Estados Unidos. Y luego, y en consecuencia, México, siempre fiel tanto a la Virgen de Guadalupe como al poder estadunidense, también la criminalizó y persiguió su cultivo y tráfico.
La legalización de la mariguana en ya 18 estados del país vecino, y los próximos plebiscitos previstos para decidir su estatus en otros tres estados, anuncian su paulatina pero inexorable rehabilitación. La Hierba Verde va en el norte en vía segura de transformarse de satánica en un enhacer, un incentivador de la sensualidad, especialmente preferido a los alteradores artificiales por la suavidad de sus efectos y la ausencia de sedimentación en el hígado o el corazón.
El Huffington Post señala dos beneficios inmediatos para Estados Unidos de la legalización de la planta. El ahorro de más de 13 mil millones de dólares anuales, incluidos mil millones tan sólo en gastos carcelarios. Y el aumento de la recaudación fiscal al integrar el comercio de the weed a la legalidad.
Si esos son los beneficios de la legalización allende nuestras fronteras, de este lado son aún mayores.
Amén de los mismos, el ahorro de los gastos de la persecución de sus traficantes y la recaudación de impuestos en su comercialización, por fin pararíamos esta guerra boba. Boba porque es contra una plantita, carambas. Boba porque fue una guerra mal planeada y mal ejecutada. Y boba porque todas las guerras son bobas: son el resultado de la incapacidad de la inteligencia humana.
Además, podríamos separar el crimen del narcotráfico. Separarlos permitiría que nuestro Ejército y nuestras policías dediquen y afinen su capacidad balística y de inteligencia en el combate de los delitos que verdaderamente destruyen vidas y familias y han llenado de agujeros nuestro tejido social. El asesinato, el secuestro, la extorsión, el robo, la trata de blancas.
Igual de trascendente, la legalización reintegraría a la nación zonas y poblaciones hoy gobernadas por el narco, las zonas donde miles de campesinos cultivan y empaquetan la mota y las zonas donde otros tantos de mexicanos arriesgan la vida transportándola hacia el norte. Un cálculo somero es de 30% del territorio nacional.
En otro aspecto más creativo, la mariguana podría convertirse rápidamente en la base de una industria que la exporte al mundo entero. Hoy existe un mercado de 78 millones de consumidores (y esos son sólo los que así se confiesan en las encuestas): 34 millones en Europa, 44 millones en Norteamérica, según cifras de la ONU.
Claudio Lomnitz propone que busquemos pronto el derecho a la “apelación de origen” para nuestra mariguana comercial. Es decir, que únicamente nuestras plantas tengan el privilegio de llamarse mariguana. Tal logramos con el tequila, con beneficios espléndidos. Tal lograron hace más tiempo los franceses con la champaña o el coñac.
Mariguana mexicana lado a lado al coñac francés en las boutiques de sustancias finas para la dulce traslación de los sentidos desde el estrés al placer. ¿Por qué no? Uno puedo soñar ya las etiquetas. Acapulco Golden, mariguana pura de las colinas bañadas por el sol guerrerense, lado al lado del Remy Martin, de los viñedos del corazón del coñac.
Claudio Lomnitz imagina también líneas de comercialización a precios populares con marcas como Sardo o Levita o Avándaro o El 68. No sé, en este punto diferimos. Le concedo que tales puedan venderse únicamente en México, y al extranjero destinemos sólo las más costosas. Yo quisiera ver a los estadunidenses y a los europeos olisqueando nuestras latas con 20 cigarrillos de mariguana dentro como si olisquearan una exquisitez. Caviar. Caracoles. Té de rosas chinas.
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Posicionamientos:
Sobre Legalizar ya
Carta a Berman en Proceso
Sobre el artículo Legalizar ya, de Sabina Berman (Proceso 1883), cabe mencionar que la parcial legitimación de la mariguana en Estados Unidos, que ella menciona, amerita analizar cuidadosamente el impacto que tendrán esas acciones en el país, así como las estrategias que se aplicarán para atender el narcotráfico; sin olvidar que la legalización de esa hierba fue una propuesta objetada inclusive por la Organización de las Naciones Unidas.
La mariguana no es dañina porque esté prohibida, está prohibida porque es dañina.
La guerra contra las drogas en Estados Unidos no fue producto de un presidente rígido, como expone Sabina Berman, sino de los descubrimientos sobre las repercusiones nocivas de esas sustancias. Es cierto que la legalización total de la planta generaría ahorros en gastos carcelarios, los que serían mayores si también se legalizara el robo o el secuestro, o bien, si ya no se persiguiera a secuestradores (o a narcotraficantes, como ella manifiesta).
Es francamente inadmisible su razonamiento de exportar ese producto. De manera irónica podría decirse que es preferible hacerlo con el peyote, cuyo nombre deriva de nuestro origen prehispánico.
Si a los traficantes de drogas se les dejara eventualmente sin negocio por esa medida legislativa, es ilógico suponer que se ocuparían de una actividad lícita; ofrecerían su producto a conductores de vehículos de transporte público, a menores de edad y a otros sectores a los que se limitara la compra o uso de esa planta. Por otro lado, su libre circulación, aun reglamentada, aumentaría su consumo. Un sinnúmero de estudios –que resultaría imposible detallar– avalan esta afirmación.
Expreso las dudas que formula el doctor Rafael Velasco Fernández en uno de sus textos sobre este tema. De darse la legalización, pregunta: ¿quiénes podrían recurrir a la mariguana?, ¿cuándo y dónde estaría permitido su consumo?, ¿qué institución regularía su uso y cuál aplicaría las sanciones, o acaso no las habría?
Por último, tómese en cuenta que naciones que han adoptado posturas de consumo controlado están dando marcha atrás por los resultados desfavorables de esas decisiones.
Atentamente
Psicólogo Carlos Hiram Culebro Sosa
Girasol 425
Fraccionamiento Monte Azul
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas
carloshiram9@hotmail.com
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Respuesta de Sabina Berman
Señor director:
Le agradeceré publicar la presente respuesta.
Estimado psicólogo Carlos Hiriam: Es claro que debemos debatir la legalización de una planta cuyo cultivo y comercio ha trastornado nuestra vida nacional. Sin embargo, leo con cuidado sus razones para no hacerlo y las encuentro, con sinceridad, débiles, y dispersas en distintas categorías de realidad, y con el único denominador común de desembocar otra vez en el NO, no legalicemos, no cambiemos, esperemos mejores resultados no cambiando nada.
Como psicólogo usted sabe que esa es una de las definiciones de la neurosis. La esperanza de que los resultados cambien sin cambiar las conductas que los ocasionan.
La mariguana no es dañina de forma absoluta. Lo es únicamente cuando es consumida adictivamente. Como el alcohol. Como el cigarro. Como los calmantes. Como la coca cola. Como el azúcar. No sé si lo sabe, pero no hay registro de un solo muerto por exceso de mariguana en los hospitales del mundo.
Además, sus adictos no son violentos. Precisamente los mariguanísimos destruyen sus vidas porque caen en una pasividad lamentable, en contraste con los adictos del alcohol, la coca o la heroína, que sí pierden los inhibidores de la agresión.
Le diré qué es preocupante con los consumidores de mariguana: hoy para conseguirla en México deben hacer citas clandestinas en lugares oscuros con dealers que a menudo también los incitan a drogas duras y son parte del crimen organizado. Legalizar también libraría a los jóvenes de frecuentar esos peligros.
El robo, el secuestro, el homicidio, la extorsión, la trata de blancas (Sic por trata de personas): yo digo que son los grandes crímenes que sí debemos atacar, con cero tolerancia, porque causan daños directos y tremendos a terceros. El que prende un chubi ¿a quién daña? Aun concediéndole a usted que a él mismo, lo seguro es que a nadie más. Otra razón para legalizar la mariguana.
Los campesinos que cultivan mariguana lo hacen porque ganan más que cultivando maíz o forzados por los cárteles. Déles la tercera opción de cultivar el cannabis legalmente y les dará una forma de vida legal y digna. Otra razón para legalizar. Y no me parece ilógico que al separar la mariguana del crimen, muchos narcotraficantes elijan integrarse a la vida civil: la mariguana tratada como un cultivo de lujo, ahora y entonces les dará más ingresos que esos crímenes.
¿Y por qué le parece inadmisible prepararnos para ser exportadores de mariguana? La cerveza estuvo vetada en EU y ahora les mandamos Coronitas, y con orgullo.
Aprovecho para recordarle algunos usos benéficos de la mota. Remite los dolores de cabeza de la migraña. Detiene el avance del glaucoma. Alivia las náuseas asociadas al tratamiento de quimioterapia. Abre los pulmones de los que padecen enfisema. Despierta la imaginación. Erotiza. Como sabían nuestras abuelas, en alcohol cura el dolor de la artritis y el reumatismo y en pomada los granos de la piel. El cáñamo es base de un papel de calidad equivalente al que deriva de la madera.
¿Estoy afirmando que la mariguana es una panacea? ¿Que legalizarla compondrá nuestro mundo? Nada de eso. Estoy diciendo algo más simple. No es Satán. Y satanizarla es el pecado. No solamente nos ha llevado a una guerra, en el futuro nos hará avergonzarnos de haber destruido al país mientras ya se legaliza en el país del norte. Ups, perdón por los tiempos gramaticales: no describo el futuro, sino el presente: ya se está legalizando en el país del norte.
Atentamente
Sabina Berman
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