Ante una Iglesia que quiere todo, el Estado
“respeta”/RODRIGO VERA
Revista Proceso No. 1905, 5 de
mayo de 2013
La Iglesia católica no ceja en
su empeño de impulsar cambios constitucionales a fin de que se reconozca en su
totalidad la llamada “libertad religiosa”. Con ésta pretende que se le permita
poseer medios de comunicación masiva, impartir educación de corte confesional
en las escuelas públicas y que sus ministros de culto puedan acceder a cargos
de elección popular. En entrevista con Proceso, el nuevo embajador de México
ante El Vaticano, Mariano Palacios Alcocer, afirma que esos asuntos son materia
de política interna y les corresponde a las Iglesias tratarlos con el Congreso
y la Secretaría de Gobernación.
A punto de hacer sus maletas
para viajar a Roma, donde ocupará la embajada de México ante El Vaticano, el
político priista Mariano Palacios Alcocer adelanta que en su agenda diplomática
no figuran los temas de bioética que tanto preocupan a la Iglesia, como el
aborto o los matrimonios entre personas del mismo sexo.
“La bioética no es tema en la
agenda que llevo, pues en esa materia el gobierno mexicano es plural, ya que
cada estado de nuestro país legisla autónomamente sobre esos asuntos”,
argumenta, y se desmarca del asunto relativo a la “libertad religiosa”
relacionado con la instrucción religiosa en escuelas públicas o con el derecho
de los sacerdotes a ocupar cargos de elección popular.
“La libertad religiosa es un
asunto de política interna que le corresponde tratarlo a las distintas Iglesias
con el Congreso o con la Secretaría de Gobernación, en un ejercicio de
soberanía nacional. Hay que distinguir entre el ámbito interno y el de la
política exterior”, aclara.
En su espacioso despacho
privado de la Ciudad de México, Palacios Alcocer se acomoda con el índice sus
anteojos de alta graduación y agrega enfático:
“A la política exterior le
corresponde el trato con los Estados, bajo el principio de igualdad y de no
intervención. No debe fundarse en subjetividades, sino en principios.”
Con una larga trayectoria en
la política mexicana –fue gobernador de Querétaro, dirigente nacional del PRI,
senador y embajador en Portugal–, Palacios Alcocer fue designado por el
presidente Enrique Peña Nieto embajador ante la sede pontificia, cargo en el
que acaba de ratificarlo el Senado.
El queretano dice tener muy
claro su punto de partida, así como el destino al que ahora se dirige. Dice al
respecto:
“El Estado mexicano y el
Estado Vaticano son de naturalezas muy distintas. No hay que olvidarlo.
Nosotros pertenecemos a un Estado laico, federal, representativo, popular y
democrático, donde conviven en libertad distintos credos religiosos.
“En cambio, entre la comunidad
de naciones, el Estado Vaticano es muy sui generis; es una monarquía absoluta,
no hereditaria y de carácter teocrático, cuyos cánones y dogmas se aplican
entre sus creyentes a nivel universal.”
Ante esto, dice que llegará a
la embajada con la Constitución mexicana en la mano, para “representar con
dignidad a un Estado laico y secularizado, donde se respeta la libertad de
creencias”.
–El Vaticano tiene una postura
muy definida en materia de derechos sexuales y reproductivos. En los países con
los que tiene relaciones diplomáticas siempre trata de influir para que se
penalice el aborto y se prohíban los matrimonios entre personas del mismo sexo,
por citar sólo dos ejemplos. ¿Cuál será la postura de su embajada ante posibles
presiones de este tipo? –se le pregunta.
El diplomático se inclina
sobre su escritorio y responde:
“Mire, conozco perfectamente
bien cuál es esa postura doctrinaria y dogmática del Estado Vaticano, la cual
parte del principio de respeto incondicional a la vida desde el momento de la
concepción hasta la muerte natural.
“Sin embargo, México es un
país plural donde hay diversidad de criterios sobre ese punto, que además no es
competencia del ámbito federal, sino de la soberanía de cada uno de sus
estados. De ahí que tengamos entidades que permiten la interrupción del
embarazo o los matrimonios entre personas del mismo sexo, como es el caso del
Distrito Federal, como también tenemos estados que prohíben esas prácticas.
“Los legisladores y los grupos
locales son quienes se encargan de hacer sus leyes para regular lo relativo al
aborto, la eutanasia, la reproducción asistida, el matrimonio entre personas
del mismo sexo, el congelamiento de embriones y otros aspectos incluidos en la
bioética.
“Seré representante de un Estado
federal regido por una legislación civil secular y respetuoso de la soberanía
de sus entidades federativas. De manera que la bioética no es un tema de la
agenda que llevo como embajador, porque el Estado mexicano no tiene un
planteamiento concreto en la materia.”
Presiones
En 1991, durante el gobierno
de Carlos Salinas de Gortari, Palacios Alcocer integró un equipo de destacados
juristas a fin de darle soporte legislativo a dos cambios históricos que se
dieron en ese sexenio: el reconocimiento jurídico a la Iglesia y la reanudación
de relaciones diplomáticas entre México y El Vaticano.
De entonces a la fecha, la
jerarquía católica ha venido pidiendo a los gobiernos en turno que den el
siguiente paso, consistente en realizar nuevos cambios constitucionales para
que se reconozca plenamente la llamada “libertad religiosa”.
Esta libertad incluiría entre
otros puntos el que la Iglesia pueda poseer medios de comunicación masiva,
impartir instrucción religiosa en las escuelas públicas y que sus ministros de
culto puedan acceder a cargos de elección popular.
Y puntualiza: “Sí, en 1991 se
dieron aquellas reformas constitucionales que le dieron personalidad jurídica a
las Iglesias. También se dictó la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto
Público. Pero distintas Iglesias se quedaron con algunas pretensiones que no
pudieron concretarse porque aquél no era el momento histórico para
realizarlas”.
–¿Y usted, como embajador,
apoyará esas demandas de la Iglesia católica?
–La libertad religiosa es un
asunto de política interna que le corresponde tratarlo a las distintas Iglesias
con las autoridades de gobierno facultadas para hacerlo, como son el Congreso o
la Secretaría de Gobernación, en un ejercicio de soberanía nacional. Ahí debe
darse el análisis y el avance de esos temas.
“Como embajador me corresponde
actuar en el ámbito del derecho internacional público, en la discusión de la
agenda global, en las posiciones multilaterales y, por supuesto, en la relación
bilateral entre México y el Estado Vaticano. Hay que saber distinguir entre el
ámbito interno y el de la política exterior.”
A diferencia de Palacios
Alcocer, su contraparte en México, el nuncio apostólico Christophe Pierre, está
metido de lleno en esos asuntos que atañen a la política interna de México, pese
a pertenecer a esa monarquía teocrática extranjera.
En el marco de la visita del
Papa Benedicto XVI a Guanajuato, realizada en marzo del año pasado, el nuncio
declaró a Proceso que está trabajando con “paciencia y sin cansancio” para que
en México haya “libertad religiosa” plena, ya que es uno de los temas
prioritarios del Vaticano.
Resaltó que “la libertad
religiosa es un derecho de todos los ciudadanos, sin excepción, y no una
concesión otorgada por el Estado”.
Tal derecho, agregó, es
incluso reconocido por algunos tratados internacionales firmados por el
gobierno mexicano, como la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (Proceso 1845).
Todavía el pasado 8 de abril,
el presidente del episcopado mexicano, Francisco Robles Ortega, recalcó que la
libertad religiosa seguirá siendo una petición de la sede pontificia y un tema
importante en la agenda diplomática bilateral.
“Hay temas que siguen su curso
independientemente de embajadores o de gobiernos en turno. Y uno de ellos es
precisamente el tema de la libertad religiosa, que es un derecho fundamental de
la persona humana”, dijo.
Y agregó que las leyes
mexicanas deben respetar plenamente ese derecho, como ya lo hacen las
democracias modernas. “En México debemos estar a la altura de esas
democracias”.
Pierre y Robles Ortega ya
tuvieron sus primeros encuentros con Palacios Alcocer. Pero en ellos todavía no
abordan sus diferentes concepciones del quehacer diplomático: una de carácter
intervencionista y otra de respeto a la autonomía de los Estados.
Palacios Alcocer dice en torno
a esas reuniones:
“Con el nuncio me he reunido
en tres ocasiones. En una me invitó a comer y yo acudí con un funcionario de la
Cancillería. Y con los obispos mexicanos estuve el pasado 9 de abril, durante
su asamblea plenaria que realizaron en la sede del episcopado. Pero en ningún
momento tratamos temas de agenda. Fueron encuentros de mera cortesía y de
cuidado de las formas.”
–Ellos argumentan que las
leyes mexicanas deben ajustarse a los convenios internacionales que hablan de
respeto irrestricto a la libertad religiosa, la cual no debe ser una concesión
otorgada por el Estado. ¿Qué opina usted?
–Mire, en ese sentido la
Suprema Corte de Justicia ya determinó que esos convenios tienen el mismo rango
jerárquico que nuestra Constitución; por lo tanto deben respetarse y muy
especialmente si hablan de derechos humanos y de libertades, como la libertad
religiosa.
“En ese mismo sentido, el
artículo primero de la Constitución tuvo una modificación muy importante.
Anteriormente decía que todo individuo gozará de las garantías que ‘otorga’ la
Constitución. Ahora, en cambio, dice que la Constitución ‘reconoce’ esas
garantías. Se cambió el verbo ‘otorgar’ por el verbo ‘reconocer’. Fue un cambio
filosófico trascendental, porque ahora el constituyente acepta que está
reconociendo derechos y libertades que ya existían y que son inherentes a todo
ser humano.
“Acorde con este proceso de
cambios legislativos en la materia, actualmente se está discutiendo la reforma
al artículo 24 constitucional, la cual ya habla específicamente de reconocer la
‘libertad religiosa’, así como la ‘libertad de conciencia’ y la ‘libertad de
convicciones éticas’. En estos momentos, las legislaturas de los estados están
sometiendo a votación esta reforma.
“En caso de aprobarse, después
tendría que haber una ley secundaria, en la cual debería detallarse en qué
consiste esta libertad religiosa, cómo se va a ejercitar y cómo se va a
aterrizar en los hechos concretos.”
“En estos momentos sería muy
aventurado decir dónde desembocará todo este ejercicio de la voluntad popular
que se da en los congresos estatales y que es, repito, un asunto de política
interna del Estado mexicano, no de su política exterior, que mantiene
relaciones con Estados musulmanes o con Estados que tienen otros credos
religiosos.”
–¿Cuáles son entonces las
prioridades de su agenda como embajador?
–Aprovechar las coincidencias
que tenemos con el Estado Vaticano en asuntos internacionales. Por ejemplo,
compartimos una política muy clara en la búsqueda de la paz, la erradicación
del terrorismo y el desarme en todos sus órdenes, particularmente en la
desnuclearización.
“La defensa de los derechos
humanos, muy especialmente de los migrantes, ha sido otro punto en común entre
México y el Estado Vaticano que se manifiesta en los foros internacionales. Lo
mismo la defensa de los derechos ambientales. El Papa Francisco tiene un
alegato muy bien logrado en la defensa de la naturaleza y en el desarrollo
sustentable.”
Discusión añeja
El embajador anuncia que
promoverá intercambios culturales y académicos entre los dos Estados. Por lo
pronto, dice, esta semana se inaugurará en los Museos Vaticanos una extensa
exposición de artesanías mexiquenses. “La inauguración será este martes 7.
Asistirá Eruviel Ávila, gobernador del Estado de México”.
–¿Por qué sólo artesanías
mexiquenses? ¿Por ser Peña Nieto de ahí?
–Esa muestra artesanal es el
primer paso de una política de promoción cultural que incluye a otras entidades
del país. Los Museos del Vaticano, visitados por alrededor de 6 millones de
personas al año, son uno de los mejores escaparates del mundo para mostrar y
vender las artesanías de México. Hay que aprovecharlos.
Las relaciones diplomáticas entre
México y el Estado Vaticano apenas llevan dos décadas. Por la representación
mexicana han desfilado desde personajes ligados a la masonería hasta políticos
panistas identificados con el conservadurismo católico: Agustín Téllez Cruces,
Enrique Olivares Santana, Guillermo Jiménez Morales, Horacio Sánchez Unzueta,
Fernando Estrada Sámano, Javier Moctezuma Barragán, Luis Felipe Bravo Mena y
Federico Ling Altamirano.
Plantea que a él le toca ser
embajador en una “coyuntura particularmente atractiva”, pues representa a un
“gobierno mexicano que inicia”, ante “un papado que también comienza, y además
es encabezado por un pontífice latinoamericano”.
Entrevistado dos días antes de
viajar al Vaticano –salió el jueves 2–comentó:
“Me pondré en contacto con los
funcionarios clave de la curia romana. Podré saber de primera mano cuáles son
las prioridades del Papa Francisco en su relación con México. Cuando Benedicto
XVI vino a Guanajuato, algunos jerarcas planteaban avanzar en esos aspectos
legislativos que comentábamos… Ya veremos qué me plantean ahora.
–Ciertos sectores en México
ven el riesgo de que el Estado laico se transforme en Estado confesional…
–Tenemos más de 200 años con
esa discusión, que no terminará con la actual generación de jóvenes mexicanos.
Forma ya parte de nuestro debate democrático. Mientras tanto, yo voy
representando a un Estado laico.
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