25 jul 2013

La luna llena roba el sueño

La luna llena roba el sueño
Mucha gente se queja de dormir peor las noches de luna llena. | Current Biology, Cajochen et al.
Laura Tardón |
El Mundo.es  25/07/2013

Como si de un efecto mágico y 'oscuro' se tratara, parece que la luna, cuando está en su fase llena, atrapa el sueño de los humanos. Al menos en parte. Un equipo de investigadores de la Universidad de Basilea en Suiza ha observado que durante las noches de plenilunio, a los hombres les cuesta más tiempo conciliar el sueño, duermen menos y peor.
Dicen que despierta a las fieras, los lobos aúllan más, altera los estados de ánimo de las personas, aviva sus instintos más básicos, las atenciones en Urgencias aumentan... Desde tiempos ancestrales, a la luna se le ha otorgado el don de la fertilidad, el de influir sobre las mareas, sobre el comportamiento de los animales y de los hombres.
La relación entre la luna y el hombre ha sido y sigue siendo un misterio plagado de mitos y leyendas. Una de las creencias más extendidas tiene que ver con la conexión entre este satélite y el sueño del ser humano. Para comprobar hasta qué punto están unidos, un grupo de expertos ha realizado un experimento con 33 personas. "Mucha gente se queja de dormir peor los días de luna llena", explican los autores de este estudio retrospectivo, publicado en la revista 'Current Biology'.
"Tenemos la hipótesis de que las personas que duermen peor en periodos de luna llena es porque están expuestas a más luz ambiental (procedente de la luna en esta fase)", argumenta Francisco Javier Puertas, especialista en la Unidad del Sueño del Hospital Quirón de Valencia. "En la retina hay unas células que detectan la luz, sobre todo la blanca (como la de la luna). Estas células están conectadas al núcleo nucleo supraquiasmatico, que es el reloj biológico, de tal forma que la presencia de luz inhibe la secreción de melatonina y por la noche, la secreción de esta sustancia es indicador de buen sueño".
Sin embargo, esta investigación se centra en el sueño de los participantes en un ambiente controlado, en el laboratorio, donde los humanos desconocen las fases lunares. Los científicos monitorizaban su actividad cerebral (a través del electroencefalograma), observaban los movimientos oculares y medían las secreciones hormonales. Después de repetir los experimentos y comprobar varias veces las mediciones, "nos dimos cuenta de que, efectivamente, los humanos responden a los ritmos geofísicos de la luna", afirma Christian Cajochen, principal autor de la investigación y psiquiatra del Hospital de la Universidad de Basilea (Suiza).
Según los resultados obtenidos, durante las noches de luna llena, la actividad cerebral relacionada con el sueño profundo se redujo en un 30%. Además, los participantes "tardaron en quedarse dormidos cinco minutos más que en otras fases lunares y el sueño terminó 20 minutos antes". No sólo eso, también tenían la sensación de que su sueño en luna llena había sido peor, menos reparador. "Sus niveles de melatonina (una hormona que está relacionada con la regulación de los ciclos del sueño y la vigilia) eran más bajos".

Estos hallazgos, subraya Cajochen, "constituyen la primera evidencia convincente de que los ciclos lunares pueden modular el sueño en humanos incluso cuando no ven la luna [como ocurre en este experimento] y no tiene conocimiento de la fase lunar real". Es, dice, ni más ni menos que "herencia de un pasado en el que la luna podría haber sincronizado los comportamientos humanos con fines reproductivos o de otro tipo, como también ocurre en animales".
"Han pasado miles de años y, de alguna forma, ha quedado en nuestra genética el ciclo lunar grabado en nuestro ritmo del sueño. Así, como dicen los autores de este estudio, siete de cada 28 días (ciclo lunar) dormimos peor (por el influjo de la luna)", concluye el especialista español al comentar el estudio suizo.
En la actualidad, agregan los autores de la investigación, el efecto de la luna podría quedar ensombrecido por la luz eléctrica que ilumina las casas y las calles por la noche y otros aspectos de la vida moderna que también incfluyen en la calidad del sueño (como los trabajos a turnos). Es importante "seguir avanzando e indagar en las bases moleculares y neuronales que subyacen en la alteración del sueño producido, en teoría, por los efectos geomagnéticos y electromagnéticos de la luna". Haría que estudiar, además, "el efecto lunar sobre otros aspectos como el rendimiento cognitivo y el estado de ánimo".
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Menos sueño, más riesgo de obesidad
Cristina G. Lucio | Madrid
El Mundo.es 02/09/2010
Los bostezos continuos y la falta de atención en clase no son las únicas consecuencias de la falta de sueño en la adolescencia. Dormir menos de ocho horas al día también puede influir de forma considerable en las posibilidades de acumular kilos de más, según los resultados de una reciente investigación.
Sus datos, que se publican esta semana en la revista 'Sleep', muestran que los jóvenes que descansan menos de lo necesario consumen más cantidad de productos ricos en grasas y 'snacks' que el resto de sus compañeros.
Los autores de este trabajo, investigadores de la Universidad de Case Western Reserve (Cleveland, EEUU), realizaron un seguimiento a 240 adolescentes cuyas edades oscilaban entre los 16 y los 19 años.
Además de un análisis de sus hábitos alimentarios –realizado mediante de un exhaustivo cuestionario que repasaba todo lo consumido en las 24 horas anteriores-, también midieron las horas de sueño de cada participante a través de un dispositivo capaz de captar los movimientos colocado en su muñeca.
Los resultados de su trabajo pusieron de manifiesto que "comparados con quienes dormían más de ocho horas, los jóvenes con carencias de sueño consumían una mayor proporción de productos ricos en grasas y una menor proporción de calorías procedentes de carbohidratos", tal y como explican los investigadores en su trabajo.
Además, los más noctámbulos también tomaban una mayor proporción de aperitivos y 'snacks' que el resto.
"Una corta duración del sueño puede incrementar el riesgo de obesidad al producir pequeños cambios en los patrones alimenticios que alteran el balance energético", comentan los autores, quienes subrayan que esta relación resultó ser mucho más fuerte entre las chicas.
Aunque no han podido establecer los mecanismos que explican esta asociación, los investigadores sugieren que, además de proporcionar más oportunidades para asaltar la nevera, la falta de sueño puede alterar la función metabólica, provocar mayor sensación de estrés o reducir la energía y las ganas de practicar ejercicio.
"Es fundamental establecer pautas adecuadas de sueño y alimentación desde la niñez porque llevar una vida desorganizada en este sentido afecta al funcionamiento del organismo y, en personas predispuestas genéticamente, puede conducir al sobrepeso", apunta Cristina Azcona, especialista en Endocrinología Pediátrica de la Clínica Universidad de Navarra.

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