18 sept 2013

El Vaticano sabía de los judíos refugiados en los conventos

El Vaticano sabía de los judíos refugiados en los conventos
El Yad Vashem de Jerusalén
En Jerusalén, en la exposición dedicada a los 50 años de los “Justos” entre las naciones, continúa el proceso que comenzó con la revisión del panel sobre Pío XII
Giorgio Brnardelli
Vatican Insider.... Milán
En una exposición del Yad Vashem (el Museo del Holocausto) en Jerusalén se vuelve a afrontar el tema de la relación entre el Vaticano y la Shoah. Y, confirmando el resultado del debate historiográfico que en 2012 reformuló al criticado panel dedicado a Pío XII en el recorrido del museo, se afirma que el Vaticano tenía sabía de la apertura de los conventos a los judíos.
La exposición en cuestión está dedicada a los 50 años de la institución (en 1953) de los Justos entre las naciones, el reconocimiento que se otorga en Jerusalén a los que pusieron en riesgo la propia vida durante la Shoah para salvar las de algunos judíos. La exposición, inaugurada hace algunas semanas, se titula “Soy yo el custodio de mi hermano” con una clara alusión bíblica aunque sin el tono interrogativo de la pregunta original de Caín. La exposición hace el recorrido de algunas historias emblemáticas entre las de los 25 mil Justos reconocidos por el Yad Vashem. Una de las secciones está dedicada específicamente a los hombres de las Iglesias cristianas (de todas las confesiones) que llevaron a cabo un gesto heroico.
Llamada “Bajo las alas de la Iglesia”, esta parte de la muestra, aun insistiendo claramente en el punto de vista de la historiografía judía, tiene en consideración las objeciones que suscitaron las polémicas sobre el panel dedicado a Pío XII. «El comportamiento de los cristianos durante el Holocausto sigue representando un desafío para el mundo cristiano incluso en el siglo XXI –se lee en la introducción. Frente al exterminio de los judíos, muchos líderes de las Iglesias y sacerdotes permanecieron en silencio y algunos incluso llegaron a colaborar. Algunos (de todas las confesiones cristianas) pusieron en riesgo la propia vida para salvar a los judíos y alzaron sus voces en contra de su exterminio».
En cuanto a la relación entre los prejuicios antijudíos y el antisemitismo nazi, la muestra sostiene que «aunque el antisemitismo racista de los nazis fue un fenómeno diferente con respecto al tradicional antijudaísmo cristiano, se fundó de cualquier manera en prejuicios existentes». En cuanto a la actitud específica de la Iglesia católica se dice que «la falta de una postura abierta e inequívoca por parte del Vaticano dejó a los responsables de las instituciones católicas la decisión de emprender el salvamento de los judíos.  Alguno ssuperiores de conventos y monasterios –continúa el texto– abrieron sus puertas a los fugitivos judíos y, a veces, el Vaticano estaba al corriente. En algunos casos, los obispos y otros líderes católicos pidieron al clero y a los fieles que ayudaran a los judíos».
Para concluir, se especifica «que algunos Justos entre las naciones manifestaron un respeto profundo por la fe de sus protegidos; no solo salvaron sus vidas, sino que los ayudaron a seguir sus preceptos religiosos –celebrando las festividades, rezando y siguiendo las reglas religiosas judías, mientras estaban escondidos».
En conjunto, pues, a pesar de las diferentes opiniones sobre las acciones de Pío XII (a quien no se alude específicamente en este caso), la exposición sobre los Justos ofrece a los visitantes del Yad Vasehm algunos elementos nuevos que pueden ayudar a comprender los términos del debate al cual el panel corregido en 2012 solamente alude.
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