Con fallas,
abren súper vía Mazatlán-Durango
Nota
de JUAN VELEDÍAZ
En La Silla
Rota, 12 de octubre de 2013;
Detrás
de dicha carretera que será abierta este sábado, vienen problemas como fraudes,
depredación ecológica, violación de resoluciones judiciales, y fallas en la
construcción
La
súper vía Mazatlán-Durango que después de más de una década de trabajos se
prevé inaugure el presidente de la república el próximo 17 de octubre, es un
microcosmos de fraudes, depredación ecológica, violación de resoluciones
judiciales, fallas en la construcción y encima, tiene a un grupo de ejidatarios
afectados de Durango, Sinaloa y Nayarit sin que se les pague hasta el momento
un solo peso por la expropiación de sus tierras.
En
julio del 2012 don Pedro Loaiza Velarde,
un campesino de Sinaloa de 62 años, venía por el camino de terracería rumbo a
su comunidad llamada el Vainillo, un poblado localizado a menos de una hora al
sur de Mazatlán. Llevaba varias semanas de ir y venir al puerto, donde
realizaba trámites en las oficinas agrarias para que los derechos ejidales de
su familia, fueran respetados por las autoridades tras el fallecimiento tiempo
atrás de su padre. Las tierras eran de su papá, recordaba, ahora eran de su
madre, una señora ya mayor, y tenía que quedar todo arreglado para que sus
descendientes no “batallaran” cuando alguno hiciera falta, y llegara la hora de
los reclamos por la propiedad.
Aquel
día, poco tiempo después de las elecciones federales del 2 de julio, pasó a
saludar a un vecino cuando le avisaron que lo buscaban. Era la Policía
Ministerial, quienes ya habían detenido a cinco de los ejidatarios por una
protesta que días atrás habían realizado contra la construcción de la autopista
Mazatlán-Durango, una obra en la que no se les había pagado nada hasta ese
momento, desde que años atrás se decretó
la expropiación de sus tierras ejidales.
"Nos
detuvieron a seis, nos fincaron un delito, yo venía de Mazatlán, iba por un
caballo pasé por donde estaban ellos y me agarraron. Los compañeros que son
pequeños propietarios, los agarran llegando a su trabajo. Tres días estuve
detenido en la cárcel, salí libre bajo caución y cada 15 días tenía que ir a firmar,
esto que les cuento pasó el 13 de julio de 2012, pasadas las elecciones, fueron
120 mil pesos de fianza los que tuve que pagar”, aseguró.
Don
Pedro es un hombre delgado, bajo de estatura, de voz clara y fuerte, no
representa la edad que tiene. Podría ser un rasgo de los campesinos de la
región donde se unen los estados de Sinaloa, Durango y Nayarit, una zona ejidal
que por estos días de octubre viven una efervescencia poco antes vista ante la
eventual inauguración de la autopista Mazatlán-Durango, una vía que se abrirá
este fin de semana y que tardó más de una década en construirse, y la cual se
tiene contemplada inaugure de manera oficial el presidente Enrique Peña Nieto
el próximo jueves 17.
La
efervescencia es porque son 29 los ejidos de estas tres entidades que fueron
afectados, no solo por la depredación ecológica, sino porque hasta el día de
hoy no han recibido un solo peso de las autoridades de la Secretaría de
Comunicaciones y Transportes (SCT), como pago de la indemnización a la que
tienen derecho tras la expropiación.
Éste
fue uno de los motivos por los cuales se iniciaron las protestas, recuerda don
Pedro. “En lugar de pagarnos, nos despojaron y nos detuvieron que por destruir
las vías federales cuando no había nada, nosotros no hemos destruido nada”.
Los
ejidatarios del Vainillo, en Sinaloa, se unieron a los de Bonitas, el Pescadero
y otras comunidades ejidales afectadas en Nayarit. Para agosto del 2012
empezaron a organizarse como región los ejidatarios de Durango, y en diciembre
los campesinos de 29 ejidos en los tres estados, conformaron el Movimiento por
la Justicia Agraria. Su petición central hasta el día de hoy es que se les
liquide a precio justo, previo avalúo, el monto que importa por sus tierras y
que fueron usadas para construir la mega autopista que comunicará en dos horas
y media, cuando antes eran seis, la ciudad de Durango con el puerto de
Mazatlán.
Devastación
ecológica
Hace
varios años que por los alrededores de El Salto, en plena sierra de Durango, se
dejó ver la guacamaya verde. De su plumaje en cuello y alas salían unos colores
azul metálico brillante, siempre contrastantes con el color verde oscuro del
bosque. Simón Olivarría Zepeda es un hombre de más de 70 años que forma parte
del consejo de vigilancia del ejido Pueblo Nuevo, donde se encuentra el
municipio de El Salto, recuerda que antes era común ver volar esa ave por esta
zona. Luego de la llegada de la maquinaria que empezó a abrir cerros y tirar
árboles, para construir la carretera, la guacamaya desapareció. Este caso es
uno de los que los campesinos denunciaron ante la autoridad, pues según sus
documentos, nunca se les presentó un estudio de impacto ambiental.
Junto
a esta especie endémica, la afectación por la construcción de la carretera
también se vio reflejada en el agua, en los arroyos y riachuelos, algunos de
los cuales fueron cubiertos por el asfalto que regaron a las orillas del trazo
de la vía las constructoras. Durante un recorrido a finales de agosto pasado
por los 154 kilómetros de la carretera, que unen a El Salto, Durango con Villa Unión, Sinaloa,
tramo que por esos días en la parte que va del puente Baluarte —uno de los
atirantados más grandes en su tipo en el América Latina—, hacia el municipio
sinaloense de Concordia se pudo constatar los daños al medio ambiente que dejó
la obra.
Miguel
Ángel García Ávila, secretario del grupo la Fortuna del ejido Pueblo Nuevo,
comentó que lo primero que afectaron las constructoras fueron los caminos
ejidales, la gran mayoría quedaron bloqueados por el trazo de la carretera. “Y
lo peor, no se construyeron alternativas”. No respetaron el derecho de vía, ni
las mediaciones a las orillas que delimitaban el espacio de la obra.
Construyeron en espacios que ya no estaban contemplados, taparon manantiales,
pavimentaron arroyos e invadieron campos con los escombros.
La
obra cuenta con más de 40 túneles en el trazo de El Salto a Villa Unión,
algunos de ellos como el llamado “Pino Gordo”, fueron construidos en cerros los
cuales se han desgajado en esta temporada de lluvias y, aún sin que se
inauguren han tenido que volver a ser habilitados.
“Teníamos
un camino de saca en zonas donde los ejidatarios tienen ranchos, los ranchos
están incomunicados por la carretera. Nuestros caminos están bloqueados. Los
túneles están muy bonitos pero nos perjudicaron. Una de nuestras peticiones es
que queremos nuestros accesos, son caminos de agostadero, saca, es de los
ganaderos del ejido de Pino Gordo”, dice.
El
puente Baluarte es la frontera física entre los estados de Sinaloa y Durango,
la obra fue inaugurada parcialmente por Felipe Calderón el año pasado, el tramo
de éste lugar a Villa Unión, localidad ubicada a menos de media hora de
Mazatlán, estaba hasta hace pocos días a un 10 por ciento por concluir.
Larga
espera
El
viernes 11 de octubre estaba programada en Mazatlán, una reunión entre una
comisión de los ejidatarios de los tres estados afectados por la carretera y
las autoridades de la secretaría de Comunicaciones y Transportes. El tema a
tratar eran los avalúos que permitieran comenzar la negociación de la
liquidación de los predios donde se levantó la obra. Tras varias semanas de
contactos y reuniones en la ciudad de México, los integrantes del Movimiento
por la Justicia Agraria, que agrupa a los ejidatarios afectados en Sinaloa,
Nayarit y Durango, recibieron el respaldo del congreso de éste estado que
solicitó a la SCT mediante un punto de acuerdo el jueves 10, “que en las
estimaciones se retribuya a los campesinos de una manera justa”.
Los
voceros del movimiento informaron que en esa reunión, que se prolongó durante
buena parte de la tarde del viernes, cada una de las partes presentaría sus
avalúos y en caso de que no llegaran a acuerdo, el precio de las tierras se
sometería a la decisión de un tercero para que el pago se realice en un tiempo
no mayor a los 90 días, lapso que se acordó en una junta previa realizada el
pasado 30 de septiembre.
Cuando
en el año 2002 iniciaron los trabajos, se contempló que la vía formara parte
del eje troncal carretero para unir Matamoros con Mazatlán, el cual pasaría por
Monterrey, Saltillo, Torreón, Durango y el puerto sinaloense. Desde esa fecha
las irregularidades se acumularon de tal manera que en cada uno de los tres
estados por donde se trazó la vía para unir la capital de Durango con Mazatlán,
los ejidatarios vivieron distintas maneras de fraudes y despojos para levantar
la obra.
El
pasado 15 de septiembre varios ejidatarios del municipio de Rosamorada, en
Nayarit, denunciaron la realización de una asamblea sin representatividad
ejidal en la que se levantó un acta con firmas falsificadas con las cuales se
“avaló” el paso de la vía por sus tierras. Este caso forma parte de un grueso
expediente en tribunales agrarios donde la vía Mazatlán-Durango aun se litiga.
En
mayo pasado los ejidatarios de El Salto dieron a conocer la concesión de un
amparo definitivo de tribunales federales para que se les repararan los daños
ocasionados en más de 500 hectáreas de su propiedad por donde pasa la súper
carretera. En esa fecha acordaron esperar a que las negociaciones avanzaran y
lograr que se les pagara el precio que pedían por sus tierras. Al paso de los
meses, y que las negociaciones se estancaron, decidieron comenzar a presionar
lo que se tradujo en una nueva ronda de pláticas las cuales se trasladaron de
la ciudad de México a Mazatlán.
En
este escenario el gobierno de Sinaloa anunció la realización de un festejo este
sábado para anunciar la puesta en marcha de la súper carretera. Mientras los
ejidatarios encabezados por su representante Ernesto Pérez Virgen, anunciaron
que de no avanzar en las negociaciones y la autoridad se negara a pagar el
precio justo por sus tierras, muy probablemente realizarían una protesta en la
autopista el 17 de octubre, día que el gobierno federal tiene contemplada su
inauguración.
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