26 nov 2013

Siéntate. Celebra tu vida!


El amor después del amor/Derek Walcott

El tiempo vendrá
cuando, con gran alegría,
tú saludarás al tú mismo que llega
a tu puerta, en tu espejo,
y cada uno sonreirá a la bienvenida del otro,
y dirá, siéntate aquí. Come.
Seguirás amando al extraño que fue tú mismo.

Ofrece vino. Ofrece pan. Devuelve tu amor
a ti mismo, al extraño que te amó
toda tu vida, a quien no has conocido
para conocer a otro corazón,
que te conoce de memoria.
Recoge las cartas del escritorio,
las fotografías, las desesperadas líneas,
despega tu imagen del espejo.
Siéntate. Celebra tu vida.
 Derek Walcott. Poeta y dramaturgo antillano nacido Castries, Isla de Santa Lucía en 1930.
Es Premio Nobel de Literatura 1992.
Estudió en el St. Mary's College  de la isla y luego obtuvo el título en Literatura por la Universidad de  Jamaica. Trabajó  hasta 1976 dirigiendo el Taller de Teatro de Trinidad, y en 1981 se radicó en Estados Unidos oficiando como profesor en la Universidad de Harvard. Actualmente alterna su residencia entre Trinidad y Boston donde dicta la cátedra de Literatura en la Universidad de Boston. 
Es autor de una vasta obra poética representada en gran parte por "Colección de poemas 1948-1984", "Testamento de Arkansas 1987 y "Omeros" en 1990. La gran riqueza verbal que retrata en gran parte las costumbres y experiencias de su raíz caribeña, lo confirman como el representante actual del Caribe anglófono.
Obtuvo becas de la Fundación Rockefeller en 1957,  Eugene O'Neill en 1969 y Fundación MacArthur en 1981. 
Miembro honorario de la Academia Americana de Artes y Letras, Medalla de Oro de la Reina de Inglaterra y Premio Obi 1971.
Encuentro de repente a Whitman en Walcott.

Canto a mí mismo/ Walt Whitman
"El sostén de la creación es el amor..."
"Ni yo ni ningún otro puede andar por ti ese camino,
¡Eres tu quien debe andarlo!"
Dice Harold Blomm que es difícil ir al paso de Whitman, "nos pasa y nos sobrepasa siempre."
Agrega que Walt es el poema de nuestro aire, el genio de las orillas de Norteamérica. No hay otro americano que sea un poeta tan del mundo como él, que sobrevive a todas las traducciones y a las revisiones radicales. 
Escribió en lengua americana pero se siente como e casa en portugués, en español, en alemán y en ruso.
Precisa el profesor de humanidades de la universidad de Yale que "Cada vez que me topo con Whitman y que lo recito en voz alta me encuentro con su elegía del yo, me encuentro con el poeta de la tierra del atardecer.(...) los desposeídos hallaron en él una voz (ser el poeta de la democracia), pero el peso real de su canto no es la democracia tanto como el elevado costo de la confirmación del yo, un desgaste total" .
Marjorie Smith subraya que "las cincuenta y dos secciones expresan una musicalidad exquisita y un manejo sobresaliente del lenguaje, y una elevación del yo que levanta la dignidad del ser humano".
D. H. Lawrence dijo que Whitman era el único poeta americano que había abierto un nuevo camino:"Whitman capturo para siempre la imagen del camino abierto: nadie o ha podio usurpar desde entonces".
¡Tienen razón!
Canto a mí mismo fue publicado originalmente en 1885 como parte de la primera edición de Hojas de hierba. León Felipe, hizo esta traducción al español en 1941, y para muchos es la mejor.
Este es sólo un fragmento del poema que comparto en esta bitácora.
Me celebro y me canto a mi mismo.
Y lo que yo diga ahora de mi, lo digo de ti,
porque lo que yo tengo lo tienes tu
y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también.
/
Vago... e invito a vagar a mi alma.
Vago y me tumbo a mi antojo sobre la tierra
para ver cómo crece la hierba del estío.
Mi lengua y cada molécula de mi sangre nacieron aquí,
de esta tierra y de estos vientos.
Me engendraron padres que nacieron aquí,
de padres que engendraron otros padres que nacieron aquí,
de padres hijos de esta tierra y de estos vientos también.
/
Tengo treinta y siete años. Mi salud es perfecta.
Y con mi aliento puro
comienzo a cantar hoy
y no terminaré mi canto hasta que muera.
Que se callen ahora las escuelas y los credos.
Atrás. A su sitio.
Sé cuál es su misión y no la olvidaré;
que nadie la olvide.
Pero ahora yo ofrezco mi pecho lo mismo al bien que al mal,
dejo hablar a todos sin restricción,
y abro de para en par las puertas a la energía original de la naturaleza
desenfrenada.
/
Con estrépitos de músicas vengo,
con cornetas y tambores.
Mis marchas no suenan solo para los victoriosos,
sino para los derrotados y los muertos también.
Todos dicen: es glorioso ganar una batalla.
Pues yo digo que es tan glorioso perderla.
¡Las batallas se pierden con el mismo espíritu que se ganan!
¡Hurra por los muertos!
Dejadme soplar en las trompas, recio y alegre, por ellos.
¡Hurra por los que cayeron,
por los barcos que se hundieron el la mar,
y por los que perecieron ahogados!
¡Hurra por los generales que perdieron el combate y por todos los héroes
vencidos!
Los infinitos héroes desconocidos valen tanto como los héroes mas
grandes de la Historia.
/
¿Quién va allí?
Grosero, hambriento, místico, desnudo... ¡quién es aquél?
¿No es extraño que yo saque mis fuerzas de la carne del buey?
Pero ¿qué es el hombre en realidad?
¿Qué soy yo?
¿Qué eres tú?
/
Cuanto yo señale como mío,
Debes tú señalarlo como tuyo,
Porque si no pierdes el tiempo escuchando mis palabras.
Cuando el tiempo pasa vacío y la tierra no es mas que cieno y
podredumbre,
no me puedo para a llorar.
Los gemidos y las plegarias adobadas con polvo para los inválidos;
y la conformidad para los parientes lejanos.
Yo no me someto.
Dentro y fuera de mi casa me pongo el sombrero como de da la gana.
/
¿Por qué he de rezar?
¿Por qué he de inclinarme y suplicar?
/
Después de escudriñar en los estratos,
después de consultar a los sabios,
de analizar y precisar
y de calcular atentamente,
he visto que lo mejor de mi ser está agarrado de mis huesos.

Soy fuerte y sano.
Por mi fluyen sin cesar todas las cosas del universo.
Todo se ha escrito para mi.
y yo tengo que descifrar el significado oculto de las escrituras.
/
Soy inmortal.
Sé que la órbita que escribo no puede medirse con el compás de un
carpintero,
y que no desapareceré como el círculo de fuego que traza un niño en la
noche con un carbón encendido.
Soy sagrado.
Y no torturo mi espíritu ni para defenderme ni para que me comprendan.
Las leyes elementales no piden perdón.
(Y, después de todo, no soy mas orgulloso que los cimientos desde los
cuales se levanta mi casa.)
/
Así como soy existo. ¡Miradme!
Esto es bastante.
Si nadie me ve, no me importa,
y si todos me ven, no me importa tampoco.
Un mundo me ve,
el mas grande de todos los mundos: Yo.
Si llego a mi destino ahora mismo,
lo aceptaré con alegría,
y si no llego hasta que transcurran diez millones de siglos, esperaré...
esperaré alegremente también.
Mi pie está empotrado y enraizado sobre granito
y me río de lo que tu llamas disolución
por que conozco la amplitud del tiempo.
/
Creo que podría volverme a vivir con los animales.
¡Son tan plácidos y tan sufridos!
Me quedo mirándolos días y días sin cansarme.
No preguntan,
ni se quejan de su condición;
no andan despiertos por la noche,
ni lloran por sus pecados.
Y no me molestan discutiendo sus deberes para con Dios...
No hay ninguno descontento,
ni ganado por la locura de poseer las cosas.
Ninguno se arrodilla ante los otros,
ni ante los muertos de su clase que vivieron miles de siglos antes que
él.
En toda la tierra no hay uno solo que sea desdichado o venerable.
/
Me muestran el parentesco que tiene conmigo,
parentesco que acepto.
Me traen pruebas de mi mismo,
pruebas que poseen y me revelan.
¿En dónde las hallaron?
¿Pasé por su camino hace ya tiempo y las dejé caer sin darme cuenta?

Camino hacia delante, hoy como ayer y siempre,
siempre mas rico y mas veloz,
infinito, lleno de todos y lo mismo que todos,
sin preocuparme demasiado por los portadores de mis recuerdos,
eligiendo aquí solo a aquel que más amo y marchando con {el en un abrazo
fraterno.
/
Este es un caballo ¡Miradlo!
Soberbio,
tierno,
sensible a mis caricias,
de frente altiva y abierta,
de ancas satinadas,
de cola prolija que flagela el polvo,
de ojos vivaces y brillantes,
de orejas finas,
de movimientos flexibles...
Cuando lo aprisionan mis talones, su nariz se dilata,
y sus músculos perfectos tiemblan alegres cuando corremos en la pista...
pero yo solo puedo estar contigo un instante.
Te abandono, maravilloso corcel.
¿Para qué quiero tu paso ligero si yo galopo mas de prisa?
De pie o sentado, corro más que tú.
***
La UNAM tiene en la red esta versión:
http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/derhum/cont/56/pr/pr33.pdf

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