¿Un
avance hacia la paz en Palestina?/Henry Kamen es historiador. Su último libro es Pequeña historia de la conquista de América (Espasa, 2014).
El
Mundo | 21 de enero de 2015
El
asesinato criminal de ciudadanos franceses por terroristas islámicos no ha
ayudado en nada a la causa terrorista, y sólo ha acrecentado la determinación
de los líderes mundiales para llegar a una solución a los problemas actuales relacionados
con la amenaza islámica. Al elegir también atacar un supermercado judío, los
terroristas han confirmado que entre estos problemas, que durante muchas
décadas han sido vistos como la amenaza principal a la paz mundial, está el de
Palestina e Israel.
El
Gobierno español, como se ve ha visto en la reciente visita del ministro de
Asuntos Exteriores a la zona, ha hecho un esfuerzo por identificarse con la
causa Palestina, pero existen dudas válidas sobre si está actuando de una
manera útil. En España, durante décadas ha existido la creencia común de que el
apoyo a los derechos de Palestina debe tomar la forma de hostilidad hacia
Israel. Este mes, la Fundación Simon Wiesenthal ha declarado que España ha
apoyado a organizaciones y políticas antisemitas.
Es cierto, por desgracia, que
casi cada gestión hecha por los gobiernos españoles de la época democrática en
favor de Palestina puede interpretarse como hostil a Israel. Sin embargo, lo
que pasa es que hay dos principales cuestiones políticas en las que la actitud
oficial de España no es excepcional, e incluso coincide con la política de
muchos otros gobiernos. Estos dos temas son: la cuestión de la presencia de
Palestina en el TPI (Tribunal Penal Internacional), y la cuestión del
reconocimiento del país como Estado político independiente. Ambos temas han
llegado a ser dominantes durante el actual mes de enero.
A
principios de este mes, Ban Ki-moon, Secretario General de la ONU, anunció que
el «Estado» de Palestina se prepara el 1 de abril para unirse a la lista de
países que permiten que el Tribunal Penal Internacional examine las actividades
crimi- nales dentro de sus fronteras. Parece ser un gesto a través del cual
Palestina podría presentar cargos por crímenes de guerra contra Israel.
Finalmente, Palestina ha aceptado, después de años de rechazo, las reglas del
TPI y así ha completado el proceso legal para unirse al Tribunal. Pero todavía
hay algunas cuestiones importantes por resolver. Palestina ha presentado una
declaración de concesión de jurisdicción retroactiva del Tribunal desde el 13
de junio de 2014, que incluye la invasión de Gaza el verano pasado. Así que
cualquiera de los crímenes que tuvieron lugar en el período posterior,
incluidos los de la guerra de Gaza, podrían ser remitidos al Tribunal en el
marco de una situación para la investigación.
¿Pero
se interesa Palestina realmente por los crímenes de guerra? Parece que su
Gobierno ha querido unirse al TPI no con el fin de impulsar las investigaciones
judiciales, sino en realidad con el fin de asegurar un mayor apoyo para
Palestina en los círculos internacionales. Es una táctica política más que un
movimiento para plantear la cuestión de los crímenes de guerra. Pero ni
siquiera la táctica política podría tener éxito. Algunos países creen que
Palestina no tiene derecho a estar dentro del TPI, y EEUU en protesta podría
suspender el pago de 400 millones de dólares que había prometido a Palestina.
Así que el acceso al TPI puede poner en peligro el proceso de paz, no adelantarlo.
El
TPI fue creado para enjuiciar a los autores de crímenes de guerra, crímenes
contra la Humanidad y de genocidio. Palestina se convertiría en el miembro
número 123. El papel del país en el TPI puede ser contraproducente, de tres
maneras principales. Primero, puede contrariar a Israel, así que el proceso no
hará que la paz sea más cercana. Ya, Israel ha suspendido el pago de grandes
sumas de dinero que normalmente paga al Gobierno palestino. Segundo, puede
producir una declaración del TPI de que Palestina no es un Estado
independiente, que de nuevo no sería útil. Por último, en el caso de que el TPI
decida iniciar persecuciones, bien podría empezar por investigar los crímenes
de guerra por parte de militantes palestinos, ya que no puede investigar los crímenes
israelíes que están siendo investigados por los tribunales israelíes. Sería
mucho más fácil para el tribunal procesar a los militantes de Palestina en
lugar de los de Israel.
La
obtención de acceso al TPI, de hecho, servirá de poco para avanzar en la
campaña para reconocer a Palestina como Estado. El pleno del Congreso de los
Diputados en España aprobó en noviembre pasado una proposición no de ley en
favor del reconocimiento de Palestina como Estado independiente, lo que
convirtió al Parlamento español en el tercero de Europa que se pronuncia en
este sentido en las últimas semanas, tras las votaciones de las cámaras
legislativas de Reino Unido e Irlanda, que siguieron el paso de Suecia, el
primer país europeo en favorecer el reconocimiento de Palestina. El texto final
de la propuesta española recibió 319 votos a favor, una abstención y dos votos
negativos. Los embajadores de varios países musulmanes asistieron a la
votación, así como un representante de Palestina.
Ese
voto estaba lleno de buenas intenciones. De hecho, el voto de España es de
cierta importancia, ya que este año España se ha convertido en un miembro
temporal del Consejo de Seguridad. Pero, ¿qué va a pasar después de la
votación? Previsiblemente, nada, porque a pesar de su amplio apoyo en la
Asamblea General de la ONU, Palestina tiene pocos de los atributos de un Estado
político independiente: no hay fronteras internacionalmente reconocidas, no
tiene capital, no tiene verdadera autonomía militar, política, o económica. Los
intentos anteriores por parte de las autoridades palestinas para agitar la
opinión internacional contra Israel, sobre todo después de las ofensivas
militares israelíes en la Franja de Gaza, han fracasado debido a su debilidad.
La
cuestión del reconocimiento de Palestina como Estado tiene una larga historia.
La Organización para la Liberación de Palestina (OLP) tiene contabilizados 135
países que dicen reconocer un Estado palestino, y en la votación celebrada en
la Asamblea General en 2012, 138 países aceptaron su inclusión como
«observador» en la ONU. Ser «observador», por supuesto, no es lo mismo que ser
«miembro». El apoyo de tantos países es en gran medida simbólico, porque en
realidad pocos de ellos dan alguna ayuda política o financiera a Palestina. De
hecho, a pesar de este apoyo aparente, la posición de Palestina es muy débil.
Hace tres semanas, el Consejo de Seguridad rechazó una petición respaldada por
Palestina, para poner fin a la ocupación israelí de Cisjordania.
Por
el contrario, los países que se oponen a un reconocimiento oficial de Palestina
son poderosos. El principal de ellos es el de Estados Unidos, y no menos
importante es el caso de Alemania, dos países que están profundamente
preocupados por preservar la paz mundial, siempre y cuando la paz se base en un
auténtico acuerdo sobre las cuestiones que son la base actual de confrontación
entre Palestina e Israel. Las buenas intenciones expresadas en el voto tomado
en el Congreso de Diputados en España son en perspectiva un gesto
insignificante, ya que no ofrecen ninguna solución a los problemas. Con
demasiada frecuencia, los países piensan que los gestos son suficientes. No lo
son. El pueblo de Palestina merece un futuro sólido y seguro, que los gestos
por sí solos no conseguirán.
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