31 dic 2015

La falsa impresión del derecho de Richard Dawkins/

La falsa impresión del derecho de Richard Dawkins/Ronald Sokol, who practices law in France, formerly practiced in the United States and lectured in appellate practice at the University of Virginia. His books include Federal Habeas Corpus and Justice after Darwin
Traducción: Esteban Flamini.
Project Syndicate | 31  de diciembre de 2015…
Richard Dawkins es una de las grandes mentes de nuestro tiempo; aun así, en su memoria de reciente publicación, Brief Candle in the Dark: My Life in Science, observa que las grandes mentes suelen equivocarse cuando abandonan su campo de experiencia. Dawkins cita al gran astrónomo Fred Hoyle, cuyo libro La naturaleza del universo fue una lectura esencial hace medio siglo. Cuando Hoyle se inclinó por la biología, se fue por el mal camino. Lo mismo le sucede a Dawkins cuando pasa de la ciencia al derecho.
Dawkins considera al derecho como una cinchada. De un lado, dice, defienden a rajatabla una propuesta “la crean o no”, mientras que la parte contraria le paga a alguien para presentar los contraargumentos más sólidos. El resultado es sólo una cuestión de quién gana la cinchada. Dawkins piensa que los abogados serían más “honestos y humanos” si sólo “se sentaran en conjunto a analizar la evidencia e intentar descifrar qué es lo que realmente sucedió”.

El argumento de Dawkins es imperfecto debido a tres falacias comunes. La primera podría llamarse la Falacia del Delito. Como les sucede a muchas personas, lo primero que le salta a la mente a Dawkins cuando piensa en el derecho es el derecho penal. Los juicios penales ocupan un espacio grande en la imaginación pública, pero -para tomar prestada una metáfora de la biología- no son más que una célula en el cuerpo complejo del derecho. La mayoría de los abogados y jueces nunca pisan una corte penal.
La segunda es la Falacia de la Culpa. Dawkins se siente “profundamente sorprendido” al descubrir que una persona que cometió un acto ilegal tal vez no sea hallada culpable. La Falacia de la Culpa confunde “culpa”, que es un concepto legal, con la perpetración de un acto prohibido. Que alguien haya cometido un acto es una cuestión de hecho. Que alguien sea “culpable” es una cuestión de derecho. Una persona puede haber perpetrado un acto, pero con toda la razón “no ser encontrada culpable” -de la misma manera que puede ser encontrada “culpable”, aunque no haya hecho nada.
Esto perturba a Dawkins, como a muchos otros. “Culpa” significa que el estado demostró más allá de una duda razonable que el acusado cometió el acto. Si el estado no puede demostrarlo más allá de una duda razonable, el acusado “no es culpable” -independientemente de si él o ella realmente cometió el acto.
Si esa carga de prueba -“más allá de una duda razonable”- se redujera a, digamos, “una preponderancia de la evidencia”, como sucede en los casos civiles, el estado tendría una tarea más fácil. Pero si bien esto resultaría en más veredictos culpables para quienes han cometido delitos, también haría que más gente inocente fuera declarada culpable. La premisa subyacente que Dawkins parece no entender es clara: es mejor dejar que diez criminales salgan en libertad a que una persona inocente sea condenada. Siglos de historia legal demuestran que este sistema, aunque dista de ser perfecto, es el más justo que los seres humanos han podido diseñar.
La tercera falacia de Dawkins, y la más fundamental, es la falsa impresión de que el derecho tiene que ver con la verdad -“lo que realmente sucedió”, como él dice-. Vamos a llamarla la Falacia de la Verdad. Es aquí cuando Dawkins se confunde aún más. El objetivo del derecho, a diferencia del de la ciencia, no es determinar la verdad; su objetivo principal es minimizar el conflicto. El juez de la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos Louis Brandeis resumió este concepto de la siguiente manera: “En la mayoría de las cuestiones es más importante que se establezca el régimen de derecho aplicable a que se lo establezca de la manera correcta”. Hasta una decisión equivocada o “injusta” puede poner fin a un conflicto.
Sólo cuando las partes en un conflicto no pueden llegar a un acuerdo un juez intentará descubrir “lo que realmente sucedió”. Los abogados lo llaman el proceso de investigación, que se caracteriza por una compensación: averiguar lo que realmente sucedió, en lugar de poner fin a la disputa, puede ser costoso.
Una comparación del derecho estadounidense y del derecho francés es ilustrativa en este sentido. El derecho norteamericano tiene un proceso de investigación elaborado llamado “descubrimiento”. En las disputas civiles francesas, por el contrario, no existe un testimonio oral con un interrogatorio de testigos. Toda la evidencia es escrita. Los abogados reúnen la evidencia escrita que tengan y la presentan ante el juez, quien luego decide. En casos donde se puede ver algo -un edificio, por ejemplo- el juez francés designará a un “experto” para que lo examine y luego presente un informe escrito.
El sistema legal estadounidense es mejor a la hora de averiguar lo que realmente sucedió, pero su costo elevado deja a gran parte de la población sin acceso a los tribunales. El sistema francés ofrece un mayor acceso a la población, pero es menos probable que averigüe qué es lo que realmente sucedió.
La piedra angular del derecho es la armonía social, y su máximo objetivo se puede definir como la promoción de la felicidad social, un estándar más elevado que la simple armonía. Dawkins encontró felicidad en la ciencia; todos somos más afortunados gracias a su aporte. Pero, a juzgar por sus memorias, somos igualmente afortunados de que no haya seguido una carrera de leyes.

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