21 jul 2016

Consecuencias estratégicas del intento de golpe en Turquía/

Consecuencias estratégicas del intento de golpe en Turquía/Sinan Ülgen is Chairman of the Istanbul-based Center for Economics and Foreign Policy Studies (EDAM) and a visiting scholar at Carnegie Europe in Brussels. He is the author of the recent Carnegie Europe paper “A Threat-Based Strategy for NATO’s Southern Flank”. 

Traducción: Esteban Flamini
Project Syndicate, 20 de julio de 2016
Todo derrocamiento de gobiernos electos por parte de los militares suele desatar un vendaval de análisis sobre la dirección futura del país afectado tras el quiebre de la institucionalidad democrática. Pero los golpes fallidos pueden ser igual de trascendentes. La intentona de elementos del ejército turco de derrocar al presidente Recep Tayyip Erdoğan incidirá profundamente en las relaciones de Turquía con el extranjero y su papel regional en el futuro. Particularmente afectada resultará la relación con Estados Unidos.
 El intento de golpe preanuncia una nueva y difícil fase en la relación turcoestadounidense, porque las autoridades turcas lo vincularon con Fethullah Gülen, un predicador islámico que aunque está radicado en las afueras de Filadelfia desde 1999, tiene una base de seguidores en Turquía.

 A Gülen ya se lo había acusado de montar una estructura paraestatal, especialmente dentro de la policía, la justicia y el ejército. Más cerca en el tiempo, las autoridades turcas calificaron al movimiento gülenista de organización terrorista, rótulo que cobra nuevo significado tras el golpe fallido. Pero a pesar de que cada vez hay más pruebas contra Gülen y sus seguidores, la impresión en Ankara es que EE. UU. sigue negándose a limitar las actividades de su red, que incluye numerosas escuelas y organizaciones civiles.
 Esta red permite a los gülenistas recaudar fondos considerables, que según las autoridades sostienen operaciones ilícitas de sus afiliados en Turquía. Eso llevó a que la permanencia de Gülen en Pensilvania se haya vuelto no solo tema de conflicto en la relación bilateral, sino también fuente importante de creciente antiamericanismo en Turquía.
 El golpe fallido no hará más que agravar esta tendencia. Superada la intentona, habrá cada vez más presión para que EE. UU. reconsidere su actitud permisiva hacia Gülen. El gobierno turco ya dio señales de que iniciará un pedido formal de extradición.
 De modo que el intento de golpe hace más imperiosa la solución de esta importante disputa entre dos aliados dentro de la OTAN. La falta de acuerdo en estas nuevas circunstancias afectará las posibilidades de cooperación en muchos niveles. Es indudable que estaría en riesgo la efectividad de la lucha conjunta contra Estado Islámico (ISIS), que depende en gran medida de ataques aéreos que salen de la base de Incirlik en el sur de Turquía. En un sentido más general, una fisura en esta relación bilateral clave puede debilitar la cohesión de la OTAN en su política hacia Rusia, ya que Turquía tratará de salirse del marco confrontacional trazado en la reciente cumbre de Varsovia de la Alianza.
 Es probable que las consecuencias del fallido golpe también afecten la relación turcoeuropea. En marzo, Turquía y la Unión Europea acordaron un ambicioso paquete de medidas para detener el flujo de refugiados a Europa. Pero aunque el arreglo fue exitoso, todavía es políticamente vulnerable. Para Turquía, el premio mayor era la promesa de la UE de eximir de visado a los ciudadanos turcos que viajen a países del Espacio Schengen, decisión que iba a hacerse efectiva en junio, pero fue pospuesta hasta octubre, por la negativa de Turquía a cumplir con unas pocas condiciones restantes.
 El motivo principal del atasco de las negociaciones es la demanda europea de que Turquía modifique su legislación antiterrorista para adecuarla a las normas del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. La Unión Europea busca garantizar que la legislación se aplique solamente a casos de terrorismo auténticos y evitar que se use como herramienta para restringir la libertad de expresión. Pero después del intento de golpe, es de prever que el gobierno turco no estará tan dispuesto a introducir dichas modificaciones.
 En consecuencia, es probable que en octubre se produzca una crisis diplomática, cuando Turquía acuse a la UE de no honrar sus compromisos. Eso pondría en riesgo todo el paquete de políticas para los refugiados (por el cual Turquía sigue hospedando a más de 2,8 millones de refugiados sirios), lo que repercutirá en el flujo de solicitantes de asilo.
 Por último, el golpe fallido restará a Turquía capacidad para contribuir a la seguridad regional. El ejército turco atravesará un doloroso proceso de purga de los elementos gülenistas que afectará inevitablemente la moral y la cohesión, en un momento en que las fuerzas armadas turcas tienen una actuación fundamental en el combate al separatismo kurdo y al terrorismo del ISIS, y en el fortalecimiento del control de las fronteras turcas, que ayudó a impedir la entrada de yihadistas extranjeros al territorio controlado por ISIS en Siria. En particular, el intento de golpe afectará la confianza mutua y dificultará la cooperación entre el ejército, la policía y los servicios de inteligencia.
 Igual que los golpes exitosos, los fallidos pueden repercutir seriamente en las políticas de seguridad y asuntos externos de los países afectados. La intentona golpista en Turquía aumenta la probabilidad de que la relación con EE. UU. y Europa pronto pase por momentos cruciales.

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