Crónica de
estío/Javier Gómez de Liaño, juez en excedencia, es abogado y consejero de EL ESPAÑOL.
El
Español, 24 de agosto de 2016..
“El arte
del descanso es una parte del arte de trabajar” (John Steinbech).
Veinte
días es tiempo de sobra para leer muchas más noticias que la retina puede
aguantar. En tres semanas el mundo se reúne e ilusiona en Río de Janeiro por
unos Juegos Olímpicos; la tierra se desangra a causa de las guerras y del
terrorismo más cruel, con imágenes como la ese niño, de nombre Omran Daqneesh,
rescatado con vida de los escombros de un bombardeo en Siria; una aplicación
virtual llamada Pokémon Go se convierte, de la noche a la mañana, en una fiebre
de inmadurez con pérdida de aptitud para la reflexión; un comandante en el
ocaso, de nombre Fidel Castro, cumple noventa años después de haber ejercido el
poder por usucapión durante 44; el presidente Obama quiere cerrar la cárcel de
Guantánamo para limpiar la horrible mancha que ensucia los valores democráticos
norteamericanos; el líder político Leopoldo López continua preso por decisión
de unos tribunales que, según todos los indicios, están sometidos únicamente al
imperio del régimen chavista, que no al de la ley; y así, un largo etcétera.
Como
apuntaba, estuve unos días de viaje por el extranjero, aunque gracias al
milagro de internet he podido leer los periódicos, una de mis principales y
tranquilas aficiones. La lectura de los diarios siempre me pareció instructiva
y, en la mayoría de los casos, estimulante de las tres potencias del alma de
las que Cela escribe: la memoria para recordar bonanzas y calamidades, el
entendimiento para saber por donde va la cosa y la voluntad para vencer al
tedio y la holganza. Comprobado, pues, que en estas fechas las noticias han
sido tan llamativas como el resto del año, abordo algunos de los sucesos
acaecidos.
En lo que llevamos de verano los grandes incendios españoles han
devorado cerca de 30.000 hectáreas de nuestro mapa nacional. La isla de La
Palma se ha llevado la peor parte, pero no se quedan atrás la comunidad gallega
y otros espacios de la geografía patria, como la reserva natural de la Gargante
de los Infiernos en el Valle del Jerte. España entera ha sido siempre tierra de
fuego, de trágico fuego. España sigue teniendo, al cabo de los siglos, bosques
para dar y arder. España lleva ardiendo mil años; quién sabe si más. Este
verano, de nuevo el fuego se ha paseado por España como un fantasma, sembrando
el pánico con miles de lenguas burlonas.
La
candidatura de Otegi. Arnaldo Otegi y sus partidarios, o sea, EH Bildu, han
formalizado la candidatura del primero a los próximos comicios autonómicos del próximo
25 de septiembre en el País Vasco. Aunque la penúltima palabra la tiene la
Junta Electoral de Guipúzcoa y la última los tribunales de justicia
jurisdiccionalmente competentes, ante el debate suscitado en relación al
alcance objetivo y temporal de la pena de inhabilitación especial impuesta, mi
opinión es que, atendidos los términos de la sentencia de la Audiencia Nacional
de septiembre de 2011 y de la posterior del Tribunal Supremo, de mayo de 2012,
y sobre todo del auto del pasado 18 de enero de 2016 que desestima el recurso
contra la liquidación de condena practicada por auto de 23 de noviembre de
2015, Otegi está privado del derecho de sufragio pasivo hasta febrero de 2021,
circunstancia que el mismo admitió desde el momento que, pudiendo haberlo hecho,
no recurrió aquella resolución y que, por tanto, adquirió firmeza y fuerza de
cosa juzgada.
Ítem más.
Los romanos, cuando escribían cartas se despedían con siglas. Al aspirante a
lehendakari Arnaldo Otegi le aplicaría ésta que, a bote pronto, se me ocurre:
“Acuérdate de aquellos a quienes el terrorismo quitó la vida y la libertad”. Y,
por favor, no invoque en vano a Neruda hablando de flores cortadas ni de
primaveras detenidas.
La fiesta
de los toros vuelve a San Sebastián. Ha ocurrido a los dos años de que el
Ayuntamiento de la ciudad, entonces gobernado por Bildu, acordase poner fin a
las corridas con el argumento de que era un festejo español. También frente al
empeño de alguna que otra plataforma antitaurina. No recuerdo quién dijo que
los toros formaban parte del ser físico y hasta psicológico de la patria
hispana, lo que tal vez sea verdad, pero a la vista está que la llamada fiesta
nacional ni crecerá ni mermará porque unos ediles y no ediles confundan el culo
con las cuatro témporas. Si pensamos que en todo hay una medida, entonces tiene
que haber una báscula que pese los kilos de insensatez y de intolerancia, esa
actitud humana que es la más intolerable de todas. Los políticos, lo mismo que
los seudopolíticos, o mantienen el equilibrio o se descuernan. Nunca mejor
dicho.
Nadal,
siempre Nadal. Pese a no haber ganado el oro olímpico en la categoría
individual, a estas alturas nadie puede dudar de que Rafael Nadal es un
espléndido jugador y que mientras el cuerpo le aguante seguirá siendo un caballero
que llevará su éxito como Miguel de Cervantes pensaba que habría de llevarse:
en la llaneza y en la humildad, dos recovecos donde suelen esconderse las
emociones más intensas. La constancia o la perseverancia, llámese como se
quiera, es el más fiel aliado de las cualidades del tenista. Cuando Rafael
Nadal se bate el cobre de la forma que lo hace, uno piensa que en el deporte
del tenis el viejo mens sana in corpore sano sigue siendo verdad y que quienes
amamos las reglas del juego –de todos los juegos– no podemos dejar de
alegrarnos.
El barón
Pierre de Coubertin, aquel que dijo que lo importante no es vencer, sino
luchar, habría tenido a Nadal como primera referencia, pues al formular su
principio en lo que estaba pensando es que el deporte, además de fortalecer los
músculos, también tonifica el alma y agudiza la inteligencia.
Una
comisión en tela de juicio. Entre las condiciones pactadas entre el Partido
Popular y Ciudadanos para que el segundo, con sus 32 diputados, apoye la
investidura de Mariano Rajoy, hay una que me suscita muy serias dudas; por
supuesto, todas de naturaleza juridica. Hablo de la “creación de una comisión
de investigación parlamentaria sobre la presunta financiación ilegal del PP”,
que habrá de coincidir con el primero de los juicios donde se dilucidarán
responsabilidades del mismo orden –este caso, el rotulado como Caso
Gürtel/Época 1– y que, según la agenda del tribunal, arrancará el 4 de octubre
y tendrá una duración de aproximadamente un año. Se dice y no sin fundamento,
que sin control judicial no hay Estado de Derecho, como sin controles políticos
no hay Estado democrático.
Así es.
Ahora bien, la simultaneidad de actuaciones de esa comisión de investigación
que recaerá sobre hechos que están siendo enjuiciados puede comportar
confusiones y perturbaciones en la buena marcha del proceso, de manera que
aquella se convierta en un juicio paralelo en el que desfilarían personajes muy
variados. Levantar en el Congreso de los Diputados un tinglado de ese calibre y
desarrollar sobre él unas tareas investigadoras que, a buen seguro, tendrá
tintes partidistas, puede tener consecuencias insospechadas y lamentables.
Lo digo
con el mayor de los respetos, pero hasta los más ingenuos saben que unos
diputados elegidos por los partidos para decir amén a todo y servir de caja de
resonancia a una determinada política, carecen de facultades legítimas de
investigación cuyo ejercicio en la mayoría de los casos ignoran y darán lugar a
no pocos supuestos de competencia desleal e intrusismo en la profesión;
judicial, evidentemente. Y el que no quiera entender, que no entienda, aunque
seguro que acabará entendiendo.
Adiós a
un buen juez. Todos los días se muere alguien importante, para unos o para
otros. El pasado 8 de agosto, a los 80 años, falleció en Valladolid un hombre
de leyes que se llamó Pablo Cachón Villar y llegó a ser magistrado del Tribunal
Constitucional. No aspiro a decir la última palabra sobre él, pero sí a
dedicarle mi recuerdo. Pablo Cachón encajaba como un guante y con todos los
honores, en la figura del homo iuridicus, pues reunía los tres síntomas: el
hondo saber, el íntimo entendimiento de la justicia y el abnegado amor a la
función judicial, ese oficio tan hermoso como arriesgado. Me consuela que en
este caso sea verdad que la vida, además del corazón que late, es el
pensamiento que flota sobre el corazón inerte.
Última
hoja del calendario. Estoy convencido de que una las mayores enseñanzas que los
viajes aportan, sobre todo cuando los desplazamientos son largos, es el
atractivo sufrimiento del cansancio. Carezco de espíritu juvenil y, desde
luego, de afanes aventureros, pero al cabo de los años me he dado cuenta de lo
grato que es ir de un lado para otro y conocer personas con hábitos y hasta
manías diferentes a las propias. Miguel de Unamuno nos dice en Niebla que
“quien viaja mucho va huyendo del lugar que deja y no buscando cada lugar al
que llega”. Es cierto. Viajar por viajar es estéril y sinónimo de trasladarte
como una maleta. La clave está en el deseo de explorar, de observar y analizar
el alma de cada pueblo. Quizá el andar tierras distintas a las habituales y
comunicar con gentes diversas, a los humanos nos hace más humanos.
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