Revista Proceso # 2079, 4 de septiembre de 2016
Vapuleo de la prensa internacional/Jenaro Villamil
Desde la fuga de Joaquín El Chapo Guzmán en julio de 2015, las primeras
planas de los medios internacionales no habían mencionado a México tanto como a
raíz del encuentro del presidente Enrique Peña Nieto con el candidato presidencial
republicano Donald Trump, pero con una clara orientación negativa para el
mandatario mexicano.
“Surrealista”, calificó The New York Times la visita; “retroceso”,
subrayó The Wall Street Journal; una “burla”, señaló The New Yorker; Peña Nieto
“conmocionó” al país, anotó The Washington Post, y el viernes 2 el periódico
español El País publicó: “México vive un terremoto político tras la visita de
Trump”.
Los corresponsales de The Washington Post en México escribieron: “Peña
Nieto, que es profundamente impopular aquí, conmocionó al país y a muchos de su
gobierno por invitar a Trump en un encuentro personal”.
Desde las notas informativas emitidas el 31 de agosto por la noche, tras
el discurso de Trump en Arizona, el balance era negativo para Peña Nieto por
recibir al magnate en Los Pinos. The New York Times relató en su nota que Trump
volvió a “mofarse” de los mexicanos, mientras que la agencia británica BBC
destacó: “El gobierno de Peña Nieto cayó en la trampa (de Trump)”.
El periódico USA Today –que citó
Luis Videgaray en un programa de Televisa como ejemplo de cobertura favorable–,
cabeceó el viernes 2 su nota principal: “Después de la visita de Donald Trump,
los mexicanos dicen: ‘la humillación es ahora completa’”.
The Economist, la prestigiosa revista británica, anotó que no hay acuerdo
entre Trump y el presidente mexicano sobre “quién pagará el muro fronterizo”.
El periódico brasileño O’Globo, en medio de la destitución de la
presidenta Dilma Rousseff, destacó que Trump “delante del mandatario mexicano
adoptó un tono más suave, pero tan pronto volvió a la carga y defendió
nuevamente la idea de construir un muro en la frontera de dos países”.
“No cesan críticas a Enrique Peña Nieto tras invitar a Trump a México”,
cabeceó el diario colombiano El Tiempo y citó declaraciones del director para
América Latina del Atlantic Council, Peter Schechter: “Es inexplicable que el
presidente Peña Nieto le ofrezca legitimidad a un candidato que de manera
permanente ha sido hostil contra su país”.
El rotativo argentino El Clarín, quien alabó a Peña Nieto durante su
encuentro con Mauricio Macri, calificó la reunión como “error histórico”,
citando al historiador mexicano Enrique Krauze.
No sólo las notas informativas fueron negativas. También los artículos de
opinión destacaron la derrota de “moderar” el discurso de Trump y el
endurecimiento del empresario al anunciar en Phoenix que construirá el muro y
los mexicanos lo pagarán al 100%.
Los Angeles Times publicó que la visita de Trump a México y su discurso
en Arizona “entierran por completo” la idea de que intentaría conseguir
votantes latinos para las elecciones presidenciales.
El viernes 2, en su artículo “¿Por qué Peña Nieto Invitó a Trump a
México?”, Ioan Grillo afirmó que el mandatario vive “un terrible verano” que
terminó peor con la burla del magnate republicano.
Financial Times y The Wall Street Journal, los dos medios anglosajones de
referencia en el mundo de las finanzas, publicaron una serie de artículos en
los que se opinó que el magnate “juega a ambos lados de la ‘gran muralla’.
Donald Trump practica la política a la vieja usanza en México”, escribió Robert
Shrimsley.
Desde el jueves 1 circuló en las agencias informativas internacionales el
texto del director cinematográfico Alejandro González Iñárritu, ganador del
Oscar en cuatro ocasiones, quien calificó como “traición” la decisión de Peña
Nieto de invitar a Donald Trump. En El País, el realizador afirmó:
“Tras este acto y como ciudadano mexicano, Enrique Peña Nieto no me
representa más. No puedo aceptar como ‘representante’ a un gobernante que en
lugar de defender y dignificar a sus compatriotas sea él mismo quien los
denigre y pone en riesgo al invitar a alguien que, como él, no es digno de
representar a ningún país.”
La declaración de González Iñárritu lo convirtió en Trending Topic en la
red social de Twitter y su nombre fue tan mencionado como el de Juan Gabriel en
los medios latinoamericanos.
#
El presidente, imputable de traición a la patria/JORGE CARRASCO ARAIZAGA`
La invitación a Donald Trump y el sometimiento a él fue un desastre
político que va mucho más allá del ridículo o la humillación. El coprotagonista
del encuentro, el presidente Enrique Peña Nieto, abrió las puertas, empoderó y
promovió al candidato republicano, alguien que el propio mandatario califica
como una amenaza para el Estado mexicano. Y abrirle las puertas a una amenaza
al país se llama traición a la patria. Por esto, de acuerdo con el
constitucionalista Elisur Arteaga, el presidente puede ser denunciado ante el
Senado, que tiene la facultad para tramitar un juicio político y sentenciarlo a
pena de cárcel.
El presidente Enrique Peña Nieto elevó a rango de amenaza a la seguridad
nacional la candidatura de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. Y,
pese a ello, lo invitó a México y le permitió relanzar, desde aquí, su campaña.
De acuerdo con especialistas, esa decisión lo expone a ser denunciado por
traición a la patria.
“Cualquiera puede presentar una denuncia ante el Congreso por traición a
la patria, para que los legisladores determinen en un juicio político si el
titular del Ejecutivo cometió ese delito” al recibir, el 31 de agosto en la
residencia oficial de Los Pinos, al magnate estadunidense y abierto opositor a
México, considera el constitucionalista Elisur Arteaga.
Ante el amplio rechazo social que generó la invitación a Trump y el hecho
de que Peña le dio trato presidencial en una conferencia de prensa –tras lo
cual el candidato republicano voló a Arizona para insistir en que México pagará
por la construcción de un muro fronterizo–, el mandatario mexicano se presentó
la noche del mismo miércoles frente a las cámaras de Televisa, en el noticiario
10 en Punto, para justificar la recepción en Los Pinos.
Aseguró que lo hizo para “enfrentar la amenaza y el riesgo que hay sobre
nuestro país” con el candidato del Partido Republicano en Estados Unidos.
“Algunos de los posicionamientos que (Trump) ha hecho sí representan una
amenaza para el futuro de México”. Durante los 10 minutos de entrevista, de
forma reiterada, habló de “riesgo y amenaza” para México.
Al siguiente día, el jueves 1, en su encuentro a modo con un grupo de
jóvenes (en un cambio de formato del informe presidencial), insistió en colocar
a Trump como un peligro para la seguridad del Estado mexicano. “Sin duda, en
varias de las propuestas del candidato Trump hay una amenaza real para México,
hay un riesgo real para México de cara a su futuro y desarrollo”.
Peña Nieto remarcó una y otra vez: “Ante las posturas y posicionamientos
del candidato Trump, que claramente representan una amenaza para el futuro de
México, había que hablar, era necesario dejarle sentir y saber por qué México
no acepta esas posiciones”.
Sin decirlo expresamente, el presidente recurrió al concepto de seguridad
nacional, y consideró que los dichos del candidato presidencial estadunidense
son actos contrarios al Estado mexicano; es decir, contra el territorio, la
población y el gobierno.
Ni en Televisa ni en el foro controlado que tuvo con jóvenes Peña Nieto
aclaró si su invitación a la candidata del Partido Demócrata, Hillary Clinton,
también obedecía a razones de riesgo o amenaza. Hasta el viernes 2, la
exsecretaria de Estado y exsenadora estadunidense no había respondido a la
convocatoria del mexicano.
Inflar al xenófobo
Si Peña Nieto quería atemperar o mitigar la posición de Trump hacia
México, falló. Lo que logró fue un rechazo generalizado de los mexicanos,
además de engrandecer al republicano al considerarlo como un asunto de
seguridad nacional y referirse a su candidatura como una amenaza, dice Edmundo
Salas Garza, exdirector de análisis del Centro de Investigación y Seguridad
Nacional (Cisen).
Maestro en planeación y seguridad nacional por el Centro de Estudios
Navales (Cesnav) de la Secretaría de Marina, Salas arguye que la actitud antimexicana
de Trump ha sido, en efecto, beligerante.
Sus propuestas de construir un muro “que pagarán los mexicanos” u
organizar una deportación masiva basada en la premisa de que los migrantes son
delincuentes –o el desconocimiento del Tratado de Libre Comercio– configuran un
discurso que agrede no sólo a los mexicanos, sino al Estado mexicano, apunta.
Ahora bien, su eventual llegada a la presidencia de Estados Unidos sería
en todo caso “una situación no favorable para los intereses de México”. Y aun cuando
ganara la Casa Blanca, Trump por sí solo no podría actuar contra México, porque
en Estados Unidos hay contrapesos muy fuertes al poder del presidente. “Los
estadunidenses tienen una organización presidencial muy acotada”, dice en
entrevista.
Otra cosa es asentar que un triunfo del candidato republicano puede poner
en peligro la permanencia e integridad del Estado mexicano. “Y si así fuera, no
nos dicen si se trata de un riesgo alto, mediano o bajo”, precisa.
De acuerdo con la agencia encargada de la seguridad del Estado mexicano,
el Cisen, los riesgos y amenazas a la seguridad nacional ocurren cuando se
vulnera el territorio, las instituciones nacionales, la gobernabilidad
democrática o el estado de derecho. Algunos ejemplos de estos peligros son el terrorismo,
la destrucción o inhabilitación de infraestructura estratégica o acciones que
propicien la separación de las partes de la Federación.
“En lugar de hablar de amenazas y riesgos, el gobierno mexicano tendría
que tener una política de defensa contra esas actitudes antimexicanas, buscando
a las organizaciones chicanas, reuniéndose con expertos, grupos de presión y
cabildeo de Estados Unidos, organizaciones empresariales y los gobiernos
locales, que tienen un gran peso”, asegura el exfuncionario del Cisen.
Contrario a esta necesaria política de defensa, dice, el gobierno de Peña
Nieto mantuvo acéfala durante meses la embajada nacional en Estados Unidos,
mientras que el anterior representante plenipotenciario, Miguel Basáñez,
sencillamente dejó pasar la beligerancia de Trump.
En medio de los señalamientos de que la titular de la Secretaría de
Relaciones Exteriores (SRE), Claudia Ruiz Massieu, fue marginada de la decisión
de invitar a Trump, Salas recuerda que durante años una de las grandes
estrategias de la seguridad nacional del Estado mexicano fue la política
exterior.
“La inició Benito Juárez en el siglo XIX. Genaro Estrada y Venustiano
Carranza la reforzaron en el siglo XX. Fue una época en la que lo externo
dominaba la seguridad nacional de México. Ahora hasta el propio gobierno dice
que la Doctrina Estrada, de no intervención, está rebasada. Puede que en
algunos aspectos esté obsoleta. Pero no nos dicen por qué política la van a
cambiar.”
Salas expresa que hay una desarticulación de los distintos actores del
Estado, y como consecuencia “tenemos un gobierno muy débil”.
El tamaño de la amenaza
Erubiel Tirado Cervantes, especialista en Seguridad Nacional y egresado
de la London School of Economics, dice a Proceso que el gobierno de Peña Nieto
debe explicar las razones de fondo por las que aludió a “riesgos y amenazas” a
la hora de justificar la invitación al candidato republicano.
No queda claro si se refiere a la construcción del muro fronterizo, que
puede tener características como el que edificó Israel para contener a la
población palestina, o a la persona misma de Trump, explica Tirado.
El especialista advierte un “uso ligero de las palabras presidenciales”,
que si no son acompañadas de verdaderos razonamientos “quedan como recurso
fácil de amedrentamiento a la opinión ciudadana de nuestro país; o bien, como
uso irresponsable del lenguaje de la seguridad, que sólo anticipa miedo y
represión. Ninguna opción le es favorable al dicho presidencial”.
Coordinador del Diplomado de Seguridad Nacional de la Universidad
Iberoamericana, se pregunta si Trump es un problema para el país como candidato
o presidente, si el problema es para las relaciones México-Estados Unidos o
para la existencia misma de nuestro país: “Las respuestas apuntan a que el
personaje, hoy por hoy, es una amenaza para la relación bilateral con Estados
Unidos y no es claro que lo sea para la seguridad nacional, con todo y que Peña
ha comparado a Trump con Hitler”.
Un conflicto es de seguridad nacional si sus consecuencias ponen en
peligro la viabilidad de un Estado-nación, delinea el experto en planeación
estratégica.
Dice que la expresión “seguridad nacional” se ha usado como aserto que no
requiere justificación alguna. Como ejemplo recuerda que el pasado 23 de
agosto, al amparo de esta expresión, se canceló sin más la concesión de la ruta
ferroviaria del sur a la empresa Chiapas-Mayab, que operaba La Bestia, el tren
que transportaba a los migrantes por más de mil kilómetros desde la frontera
con Guatemala hasta el norte del país.
Aunque asegura que no se deben minimizar las implicaciones de un posible
triunfo de Trump, observa que la administración de Barack Obama ha deportado a
más mexicanos que su antecesor, George W. Bush, sin que el gobierno de Peña
Nieto lo considere como una amenaza a la seguridad del país.
En este caso, y si en efecto fue el secretario de Hacienda, Luis
Videgaray, el artífice de la invitación a Trump, añade, el encargado de los
dineros nacionales optó por dramatizar y exagerar el peso del candidato
republicano para alarmar al presidente con una supuesta catástrofe económica en
caso de que el republicano gane.
Egresado de la Universidad de Defensa Nacional, en Washington, Estados
Unidos, Tirado añade: “Si no se explican en forma clara tales implicaciones,
podemos suponer que se está ocultando información estratégica y vital para el
país; o bien se trata de una coartada para ocultar la ineficacia de la
estrategia económica y financiera del gobierno, sobre todo en perspectiva de
una agudización de nuestra mal disimulada crisis económica”.
Este asunto también muestra la arrogancia con la que se recurre a ciertos
conceptos como coartada para esconder la ignorancia o los errores de los
gobernantes, agrega.
Traición a la patria
Las dudas sobre la actuación presidencial y sus consecuencias también son
llevadas al terreno jurídico. Elisur Arteaga, doctor en derecho constitucional,
advierte sobre la posibilidad de que se promueva un juicio político contra el
presidente. La acusación sería traición a la patria.
“Si el presidente está invitando a México a alguien que se ha considerado
como enemigo de México, roza en el delito de traición a la patria”, dice el
profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México.
“Trump ha denostado a México y a los mexicanos. Ha advertido una y otra
vez que va a levantar un muro en la frontera común y que México va a pagarlo,
que va a congelar el dinero de los mexicanos que trabajan en Estados Unidos y
que somos criminales y violadores. Ante todo eso, el presidente no nos ha dado
cuenta exacta de los temas y compromisos que pudo hacer con el candidato
republicano”, dice el constitucionalista a Proceso.
Para Arteaga, “todo indica que hay elementos para pensar que Peña Nieto y
quienes participaron en la decisión de invitar a Trump cometieron el delito de
traición a la patria”. Explica que cualquier ciudadano mexicano puede iniciar
una demanda ante el Congreso para que se inicie un juicio político contra el
presidente. Como pruebas basta que aporte la información oficial que se ha
generado sobre la visita de Trump y la entrevista que tuvo con Televisa,
precisa.
Explica que Peña Nieto pudo haber violado el artículo 89 de la
Constitución, que en su fracción X, en la que se le da la conducción de la
política exterior, le prohíbe intervenir en asuntos internos de otros Estados.
Considera que la titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Claudia
Ruiz Massieu, al dejar que se verificara el encuentro con Trump, por acción o
sumisión al presidente, perdió no sólo autoridad como encargada de la política
exterior, sino cualquier aspiración a ser candidata a encabezar el Poder
Ejecutivo.
Dice que el artículo 108 de la Constitución, en su segundo párrafo,
establece que durante su encargo el primer mandatario sólo podrá ser acusado
por traición a la patria y delitos graves de orden común.
Añade que, al amparo del párrafo tercero de la fracción IV del artículo
109 constitucional, cualquier ciudadano, mediante la presentación de pruebas,
podrá hacer una denuncia ante la Cámara de Diputados en contra de los
funcionarios que incurran en responsabilidad frente al Estado.
Precisa que el titular del Ejecutivo sólo puede ser acusado ante la
Cámara de Senadores, erigida en jurado de sentencia. Además, de acuerdo con el
artículo 114 constitucional, el procedimiento de juicio político sólo podrá
iniciarse durante el periodo en el que el servidor público desempeñe su cargo o
hasta un año después.
Acorde con el artículo 123 del Código Penal Federal, el delito de
traición a la patria se paga con cinco y hasta 40 años de prisión.
Así, la conducta del presidente de la República se tiene que revisar a la
luz de todos estos preceptos. Y sería incorrecto dejarla pasar como un mero
acto político desastroso, concluye el constitucionalista.
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