Trump: daños y perjuicios
La violencia verbal de Trump ha dejado un clima de animadversión
xenofóbica contra los migrantes en Estados Unidos. Foto: Luis San Vicente
Marina Franco
Revisa R, Reforma, 4 de septiembre de 2016…
Cd. de México (04 septiembre 2016).- Donald Trump no ganaría hoy las
elecciones presidenciales de Estados Unidos.
Pese a que ya ha burlado varias convenciones electorales -entre ellas
seguir en la contienda pese a criticar abiertamente a sectores demográficos
enteros como latinos, veteranos, mujeres, afroamericanos y tantos más-, la
maquinaria no está ahí. El ex presidente de la Cámara de Representantes Tip
O'Neill alguna vez dijo que, en Estados Unidos, "toda la política es
local". Eso es particularmente cierto para las elecciones presidenciales,
pues el sistema de voto indirecto premia el tiempo que un candidato pasa
haciendo campaña a escala local y estatal y, sobre todo, en aquellas entidades
que tienen más peso en el Colegio Electoral. Para ello, es necesario tener un
equipo que conozca el área y haga proselitismo, invertir en spots televisivos
en los canales locales, ir sumando números poco a poco para llegar a los 270
votos electorales necesarios.
Trump tiene 72 empleados de campaña en nómina; Hillary Clinton tiene más
de 700. La campaña de la demócrata ha gastado 122 millones de dólares en
anuncios televisados locales, en comparación a alrededor de 20.2 millones de
dólares para el magnate, de acuerdo con reportes de la Comisión Federal
Electoral.
Pero el problema de la candidatura de Trump no es que gane. Es qué viene
después de su campaña.
* * *
"Los números no le dan para ser Presidente. Pero el Trumpismo se
queda", advierte Mark Singer, autor de El show de Trump: perfil de un
vendedor de humo (Debate, 2016).
Singer es un experimentado periodista estadounidense, que lleva dos
décadas estudiando a Trump, desde que le tocó seguir al ahora republicano
-antes miembro del Partido Demócrata e independiente- por varios meses, en
1996, para un artículo de la revista The New Yorker.
En el libro, la descripción más amable que Singer ofrece sobre Trump es
que es un hombre que cuenta con "el lujo máximo: una existencia sin el
perturbador rumor de un alma".
"No ha cambiado desde entonces. Sus defectos de personalidad siempre
han estado ahí, lo que cambió es que antes lo que estaba en juego era poco.
Ahora se ha vuelto peligroso. Entonces, aunque no creo que gane la elección, el
problema es que el daño ya está hecho", afirma Singer.
El hoy candidato republicano ha admitido que, si su público empieza a
aburrirse durante un mitin, sólo tiene que gritar su lema no oficial de
campaña: "¡¿Quién va a construir el muro?!", y de inmediato la gente
responde, efusivamente: "¡México!".
Es una efusividad que difícilmente desaparece de la noche a la mañana,
mucho menos si pierde el caballo al que uno le apuesta en la carrera.
El 'muro' de Mr. Trump y el TLCAN
#TrumpEnMéxico: crítica (casi) unánime
El 66 por ciento de los votantes del magnate cree que la migración es un
problema de casi la misma magnitud que el terrorismo, según un sondeo del Pew
Research Center. El 79 por ciento quieren que se construya el famoso muro y la
mitad afirma que los migrantes en el país vecino son más propensos a cometer un
crimen.
"Ése es, sin duda, el temor. ¿Qué implicaciones tiene para el
futuro? Tenemos a mucha gente enojada que sólo va a enfurecerse más porque
perdió la elección y a quienes este monstruo les prometió incontables
cosas", alerta Singer.
"Están los idiotas que creen que realmente va a construir un muro y
que México, de algún modo, lo va a pagar. Está el sector que es verdaderamente
racista. Pero también están los partidarios de Trump que son gente de clase
trabajadora cuya situación no ha mejorado en cuatro décadas, sin importar el
partido político. Trump les promete regresarles su trabajo y eso los esperanza.
¿Qué pasa si les quitas esa esperanza?", dice el periodista.
Las ondas expansivas van más allá de los estadounidenses que pueden
votar.
Maestros de primaria han reportado un aumento en casos de abuso escolar
contra latinos y musulmanes, con estudiantes que se sienten
"envalentonados a usar insultos" y que "usan los nombres de los
candidatos de manera peyorativa para molestarse entre ellos", dice un
estudio del Southern Poverty Law Center, grupo especializado en la defensa de
derechos civiles.
"Migrantes, hijos de migrantes y musulmanes han expresado
preocupación o miedo sobre lo que les sucederá a ellos o a su familia después
de la elección", alerta el estudio.
* * *
Cuando Trump desaparezca -si es que lo hace- después del 8 de noviembre,
seguirá sintiéndose su sombra mucho más allá de los temas migratorios.
"Si está hablando, está mintiendo", afirma Singer. Como
candidato, esas mentiras tienen peso, más del que tenían cuando Trump era sólo
un desarrollador inmobiliario -aunque muchos edificios con su nombre
técnicamente no son de su propiedad, según la investigación de Singer-, o
cuando conducía un reality show y aseguraba haber ganado una apuesta que nunca
hizo.
Ahora, las mentiras de Trump hacen eco.
Se quedan, en parte, en los vestigios del Partido Republicano que lo ha
cobijado -sólo muy a veces arrepentidamente- y que, para Singer, "ahora
tiene la sangre en sus manos".
Las afirmaciones del magnate, como la de que vio a musulmanes en Nueva
Jersey festejar después del 11 de septiembre, han sido repetidas por
partidarios durante mítines.
Además, están sus cuestionamientos sobre la validez del sistema
electoral.
Los gritos de fraude en Estados Unidos prácticamente nunca habían salido
de la boca de un candidato presidencial. Trump lleva semanas diciendo que
"la corrupta Hillary" va a robarse la victoria.
Ahora hay partidarios de Trump que advierten, sin evidencia alguna, sobre
una caída del sistema. Sólo el 38 por ciento de sus votantes cree que el conteo
de los votos del 8 de noviembre va a ser riguroso, de acuerdo con el Pew
Research Center. Es un fuerte contraste con el 75 por ciento que tenían esa
certeza entre los que votaron por George W. Bush en 2004, o el 65 por ciento
que respaldó a John McCain en 2008.
De hecho, es más factible que alguien sea azotado por un rayo a que pueda
cometer fraude en las urnas, según un estudio del Centro Brennan para la
Justicia, de la Universidad de Nueva York.
Pero, gracias a Trump, ahora a muchos estadounidenses siempre les quedará
la duda.
* * *
Quizás uno de los mayores misterios sobre la candidatura de Trump es qué
lo motiva a seguir en la contienda, pregunta Singer. El periodista explica que
hay reportes de que, en marzo de 2015, antes de anunciar que se subía al ring,
el republicano le confesó a algunos colegas que sólo quería conseguir algo como
el 12 por ciento del voto en las primarias, para quizás mejorar su marca.
"El que haya llegado hasta aquí es probablemente un cálculo mal
hecho por su parte. No creo que haya pensado lo mucho que resonaría su mensaje.
Y el hecho de que haya resonado, cuando empezó llamando a los mexicanos
violadores y narcotraficantes, es un hecho muy triste para este país",
señala el periodista.
"Sobre todo porque quienes lo siguen no se dan cuenta de que no son
de importancia alguna para ellos. Es un estafador, sin nada qué ofrecer. Algo
que me parece muy revelador es que sigue diciendo todas estas cosas sin
especificidad alguna, sin detalles sobre cómo gobernaría, porque no le
importa", añade.
Por eso -y otras razones- es inexplicable para Singer que Trump haya
visitado recientemente México, a invitación del presidente Enrique Peña Nieto.
Horas después de su reunión con el mandatario mexicano, Trump estaba de
regreso en Arizona haciendo exactamente los mismos comentarios y promesas
electorales de antes.
"La visita parece un acto desesperado, pero no sé cuál de los dos
estaba más desesperado. Porque a Trump no le importa ganar. No parece realmente
querer gobernar para promover políticas que afecten la relación entre Estados
Unidos y México, o cualquier otra cosa. Es un hombre extremadamente
ignorante", dice Singer.
"El bienestar de sus votantes le importa casi lo mismo que el de los
ciudadanos mexicanos", añade.
Entre las advertencias, Singer se toma tiempo para bromear. Si Trump
llegara a la Casa Blanca -vaticina- en poco tiempo habría guerra civil. También
señala que, dado el gusto decorativo que le tocó ver en las propiedades de
Trump cuando escribía su libro, sería divertido ver las posibles remodelaciones
de la residencia presidencial estadounidense.
"Cosa que toca, cosa que arruina con su mal gusto. Es un juego para
él", dice.
Luego suspira:
"Pero no tenemos opción, aquí estamos hablando de él y tomándolo en
serio".
Quizás eso es lo que Trump gana.
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