11 mar 2017

Medio siglo oculto, un greco aparece en México/NIZA RIVERA

Revista Proceso # 2106, 11 de marzo de 2017
Medio siglo oculto, un greco aparece en México/NIZA RIVERA
La pintura, una representación de San Andrés, cruzó el océano para sobrevivir a la Guerra Civil Española, llegó a Nueva York, de donde –en 1963– salió para México, y más de cinco décadas permaneció en casa de la familia Escalante Fouque sin que se supiera que se trataba de un óleo de Domeniko Theotokopoulos, El Greco. La obra sin firma de 136.5 x 89.7 centímetros, luego de estrictos análisis de toda índole, ha sido autentificada, y la historia del hallazgo es dada a conocer a través de Proceso por el grupo cultural Los Contemporáneos, A. C.

A más de 400 años, El Greco sigue dando sorpresas… esta vez en México.
Luego de una serie de rigurosos análisis por parte de especialistas mexicanos, se confirmó lo que parecía imposible: un óleo de los años de madurez del pintor manierista fue encontrado en nuestro país.
La obra sin firma de 136.5 x 89.7 centímetros representa al apóstol San Andrés en medio de un paisaje de la campiña toledana, pintado “al más puro estilo renacentista”, según se lee en la “Memoria de trabajo”.
Un equipo de notables mexicanos, entre ellos el conservador y restaurador José Sol Rosales, el ingeniero químico Javier Vázquez Negrete, y el investigador Alejandro González Acosta, demostraron que el cuadro adquirido por el grupo promotor de cultura Los Contemporáneos, A.C. en 2014, es el santo con cruz aspada que perteneció hasta el siglo XIX a la Colección Diego Cánovas de Madrid, España, cuya autoría es de Domeniko Theotokopoulos, llamado El Greco.

Los estudios determinaron la fecha de realización entre 1600 y 1605, y salida de España en medio de la Guerra Civil (1936-1939) con destino a Nueva York, donde estuvo en una bodega desde finales de la década de 1930 hasta 1963.
De ahí llegó a México, donde estuvo casi cinco décadas en casa de la familia Escalante Fouque, que en 2012 cedió los derechos al anticuario Jorge Urbina, según narró a este semanario el presidente de Los Contemporáneos, Salvador Riestra.
Desde su arribo al país y sin mayor documentación ni firma, se desconocía que era de Theotokopoulos (Creta, Grecia, 1541-Toledo, España, 1614).
Fue hasta 2014 que llegó a manos del patronato de Los Contemporáneos cuando se hicieron los estudios respectivos para conocer al autor: análisis químicos, genealógicos, técnicos, espectográficos y radiológicos que tomaron dos años develaron su “autenticidad”, según la carpeta de estudios proporcionada a Proceso.
Ello a pesar del escepticismo y desdén de especialistas españoles consultados, como el historiador Fernando Marías, y Leticia Ruiz, jefa del Departamento de Pintura Española en el Museo Nacional del Prado. Esta última asentó en un correo electrónico su posición a Riestra:
“Mi respuesta fue repetir lo que Harold Wethey (sic) escribió al respecto en su catálogo sobre el Greco de 1962 (x-233), cuando la pintura se registraba en la colección Diego Cánovas: ‘una pobre copia’ bastante tardía en cuanto a su realización.”
Tomó como referencia a Whitey (1902-1984), quien expuso esa idea en el volumen Catálogo razonado (1962), aunque nunca tuvo el cuadro frente a sus ojos.
La travesía a México
Desde la sede de Los Contemporáneos –grupo de intelectuales y artistas conformado en 1998–, Riestra explicó cómo llegó el cuadro a su poder:
“Fue una sorpresa pues no había mucha documentación, estaba maltratado, muy oscuro, por eso lo vimos con especialistas. Se sometió a limpieza por parte del maestro José Sol, lo que tomó casi un año, e investigación y exámenes químicos, colores, tela, madera del bastidor. Ahora sabemos que se realizó entre 1590 y 1610 y fue pintado por la mano de El Greco.”
–¿Hay manera de refutarlo?
–En el caso de que fuera una institución importante tendrían que tener mucho cuidado, porque podríamos demandar. Están los estudios, las pruebas que confirman origen y antigüedad y se encuentran debidamente registradas en un informe.
–¿En cuánto lo compraron y cuál es su valor actual?
–La adquirimos cuando tuvimos la certeza de que sí era, y lo que hicimos fue cambiarlo por varias obras de arte de la Colección Los Contemporáneos, entre ellas de David Alfaro Siqueiros. El valor del arte es subjetivo.
Ante la insistencia, respondió:
“Sólo puedo decir que los Grecos se valúan en millones de euros.”
En 2013 Sotheby’s de Londres, Inglaterra, subastó dos obras de El Greco: Santo domingo rezando por 10 millones 676 mil 683 euros, y Cristo en la cruz por cuatro millones 16 mil 872 euros; un año después la misma casa, pero con sede en Nueva York, alcanzó cuatro millones 345 mil 670 euros por una Anunciación.
–¿Qué va a pasar con el cuadro?
–Por ahora se encuentra en una bodega y este mismo año lo queremos mostrar en un museo, estamos en pláticas con el área de comunicación de la Secretaría de Cultura.
–Posterior a eso, ¿se quedará con ustedes, lo puede ver el público?
–Estamos viendo la posibilidad de exhibirlo nosotros y también trabajamos en una galería de la Colección Los Contemporáneos, sólo que aún no tenemos una colección definitiva. Por ahora se mueven mucho las piezas… ¿verlo? por ahora quizás a través de una cita.
La colección del patronato se acerca a las 350 piezas, entre óleos, grabados, dibujos, esculturas, fotografías de artistas como Raul Anguiano, Pedro Friedeberg, Pedro Coronel, Leonora Carrington, Diego Rivera, Francisco Toledo, Wifredo Lam, David Alfaro Siqueiros, incluidos anónimos, como un óleo austriaco del siglo XIX de recién adquisición.
Además adelantó que a raíz de la labor y éxito del trabajo con el San Andrés, ya piensan en un Departamento de Investigación Científica de Obras de Arte, mismo que abrirían en breve, único en el país.
Siguiendo pistas
Fue Alejandro González Acosta,  doctor en Letras Iberoamericanas por la UNAM e investigador titular del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la Biblioteca y Hemeroteca Nacional (miembro además de Los Contemporáneos), el encargado de trazar el camino del San Andrés a México, y partió de un dato relativamente sencillo que había pasado desapercibido: una nota a lápiz en la parte trasera del óleo.
Se lee: “Srta de la Riva, Carboneros y Sol, 12” (en Madrid).
Y al centro, una tachuela con una tarjeta adjunta, “constancia” del registro de ingreso de una antigua compañía de depósitos de Nueva York:
The Manhattan Storage and Warehouse Inc. Co., New York 28, N.Y.
Al reverso de la tarjeta un nombre, teléfono y número de registro.
González Acosta encontró que se trataba de una compañía de depósitos que, sin embargo, desapareció en los años setenta. En su informe bastante amplio, interesante y titulado “Un Greco en México”, señala en el subtítulo “Nuevas pistas sobre el San Andrés de México”:
“Puede suponerse (ante la carencia  por el momento de mayor información), que la pieza pertenecía o estuvo encomendada a la custodia de esa hasta ahora no identificada ‘Señorita de la Riva’, quien presumo debió tener algún vínculo con el coleccionista don Diego Cánovas, y posiblemente durante la Guerra Civil extrajo (como muchas personas entonces temerosas) ese cuadro de España –quizás otros más junto con él– y lo depositó en la mencionada compañía neoyorkina, alejado de la vista de extraños donde estuvo al menos hasta el 25 de junio de 1963, cuando fue adquirido por la familia mexicana que lo conservó hasta el año 2012…”.
–¿Fue directo a Nueva York, cómo fue la búsqueda de la compañía de depósito que tuvo la obra?
–En realidad fue a través de amigos en Nueva York que estuve checando y me di cuenta que la compañía desapareció por cuestiones de reordenamiento urbano. La obra estuvo en Madrid, luego en Nueva York,  y de ahí llegó con la familia Fouque, las fechas tienen una secuencia lineal, y bueno a título personal por supuesto me gustaría seguir, es parte de una deformación profesional, por decirlo así, ver los archivos sería maravilloso, verlo todo, pero hay veces como esta ocasión en que no ha sido posible.
Uno de varios San Andrés
Por su parte, el exdirector del Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble (Cencorpam) del INBA, José Sol Rosales, quien estuvo a cargo de la limpieza de la obra entre diciembre de 2016 y enero de 2017, basado en el criterio de “mínima intervención” también hizo su registro.
Acorde a la carpeta “Memoria de trabajo” dicha limpieza consistió en:
Eliminar el polvo suelto con materiales de tipo acuosos, pruebas de solubilidad para la eliminación de varias capaz de barniz oxidado teniendo como resultados solventes de la familia de los bencenos y otros de alta volatilidad y poca penetración, retiro de repintes, eliminación de deformaciones del soporte al re-tensar parcialmente la tela, resano de pasta tipo animal, reintegración cromática en las zonas de retiro de repintes, y finalmente aplicación de dos capaz de barniz, una brillante y luego mate.
En la “Descripción temática”, Sol Rosales apuntó que se conocen varias versiones de San Andrés con algunas variantes entre sí: una perteneciente al Museo Metropolitano de Nueva York (que es prácticamente idéntica a la obra de Los Contemporáneos), cuatro interpretaciones de San Andrés, una más del  mismo apóstol en compañía de San Francisco, incluso “otras tantas” con San Pedro, y una versión más pequeña en el retablo de la virgen del Rosario ubicado en Talavera, España; dos en colecciones privadas, y una en la colección Fumasili de Madrid.
Detalló la figura del San Andrés mexicano como “… una silueta delgada, pero sin perder humanidad, adopta posiciones extremas casi dislocadas como es la mano derecha, acompañadas de la extrema longitud de la parte inferior del cuerpo. La barba y las manos parecen estar inconclusas y muestran la manera de trabajar de ‘El Greco’, con manchas de luz y color, siguiendo la tradición de la escuela veneciana donde tanto aprendió.”
–¿Cómo saber si fue hecho por la mano de El Greco?
–Analizando las capas, las pinceladas, nos fuimos dando cuenta que responde a la técnica de El Greco, los pigmentos eran todos utilizados en la época, naturales y molidos; el soporte del siglo XVII, el bastidor, no es el original, lo re-entelaron a principios del siglo XX.
“Uniendo todas estas cosas podemos decir que es un Greco, pudo haber sido intervenido por alguno de sus alumnos, es posible, tuvo un taller y ayudantes porque los pedidos le sobraban. Pero la mano principal, por los detalles, la forma en que se aplicó el color, fueron de él”, comentó en entrevista telefónica Sol, quien trabajó en 1982 en la última restauración del lienzo de la Virgen de Guadalupe.
En sus apuntes finales sobre el San Andrés se lee:
“Como conclusión a este estudio es nuestra opinión que estamos ante una obra original de la mano de El Greco, pintada en su época de madurez alrededor de los años 1600-1605.”
Cabe mencionar que esta no es la primera vez que Sol Rosales, en sus 50 años de experiencia en patrimonio artístico, participa en el descubrimiento de una obra de alta relevancia: en 1977 el reportero Armando Ponce registró en Proceso, número 21, el hallazgo de un cuadro cubista de Diego Rivera escondido bajo una capa de óleo violeta en la parte posterior del célebre Paisaje zapatista de 1915. En ese momento el conservador dirigió al equipo de restauradores del Centro Nacional de Conservación de Obras Artística del INBAL, cuyo titular era Tomás Zurián.
La química no miente
Los análisis químicos del San Andrés realizados en pintura, lienzo y madera del bastidor corrieron a cargo del ingeniero en química Javier Vázquez Negrete.
En la presentación de su documento expuso, a través de resultados acompañados de fotos, que: los pigmentos (blanco de plomo, yeso, blanco de España, negro de humo, negro de huesos, bermellón/cinabrio, rojo óxido/hematita, ocre, lapis lazuli, y tierras de sombra) “son de la  época y concuerdan con los pigmentos utilizados por El Greco”, de acuerdo a comparaciones realizadas con pigmentos de un boletín de 1982 del Museo del Prado, del Museo Thyssen-Bornemisza, y del estudio de la pintura Entierro del Señor de Orgaz, del  mismo autor.
El análisis del lienzo, tela de lino del tipo liso o tafetán, concuerdan también con las  muestras de tela y forro del cuadro Entierro del Señor de Orgaz de la iglesia de Santo Tomé de Toledo, España; y los tres cortes de madera cabezal superior del larguero derecho del bastidor, que la madera es Pinus sylvestris L., madera castellana de abundancia en Burgos, Ávila en la península Ibérica, Palencia, Segovia y Valladolid.
Está en la “Consideración final”:

“De acuerdo con los resultados obtenidos de los estudios químicos y biológicos de los pigmentos, tela y madera, la pintura sobre lienzo con dimensiones de 136.5 centímetros por 89.7 centímetros titulada ‘San Andrés’, fue pintada en el siglo XVI por El Greco (Domeniko Theotokopoulos)”, y al calce la firma de Javier Vázquez Negrete.   l

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