PABLO PARDO Corresponsal Washington
El Mundo, 7 ENE. 2018 ;
Robert y Rebekah Mercer, en una gala benéfica en Nueva York. Patrick McMullanGetty
Cada vez que meta una palabra o un párrafo en un traductor online, dele las gracias a Robert Mercer por esa tecnología. Y, si usted coincide con la línea política de Donald Trump, dele las gracias doblemente. Porque puede decirse que Robert Mercer es quien ha puesto a Donald Trump en la Casa Blanca.
Es otra paradoja de Trump: el presidente que habla con el lenguaje de un niño de nueve años debe su cargo al hombre que en la década de los ochenta lanzó su carrera profesional revolucionando los sistemas de traducción por computador. El jefe de Estado y del Gobierno que el 20 de enero, al jurar el cargo, dijo que "hoy transferimos el poder al pueblo americano", ha llegado a donde está gracias a esa misma persona, que a partir de 1993 -y hasta que fue cesado hace dos meses por racista- revolucionó la compraventa de activos financieros en Wall Street.
La alianza política entre Robert Mercer, ex co-consejero delegado de Renaissiance Technologies, conocido coloquialmente como RenTech, el hedge fund más exitoso de la Historia, y Donald Trump, ha marcado la política de Estados Unidos. Fue Mercer quien, cuando la campaña de Trump estaba colapsándose en agosto de 2016, le presentó a Steve Bannon, director de la página web de ultraderecha Breitbart, que el líder de Ren Tech financiaba. El 8 de noviembre, Trump fue elegido presidente.
Así se formó el triángulo Mercer-Bannon-Trump, en el que el primero aportaba los fondos, el segundo, la estrategia, y el tercero, la política. En el centro de esa geometría estaba la segunda hija de Mercer, Rebekah, que es quien se ocupa del día a día de las actividades políticas de su padre. Era un triángulo incomprensible. Robert Mercer no recuerda haber tenido en su vida una sola pesadilla, y su ex jefe en IBM le llamaba "el autómata", según narra Sebastian Mallaby en su historia de los hedge funds More Money Than God (Más dinero que Dios).
Rebakeha solo ha tenido un trabajo en su vida, casualmente, en Renaissance. Y Bannon y Trump son, por decirlo suavemente, propensos al histrionismo. Es difícil imaginar una combinación más rocambolesca.
Aun así, la alianza funcionó. Hasta que esta semana, el libro del periodista Michael Wolff The Fire and the Fury (El fuego y la furia) sobre la Casa Blanca de Trump, salió publicado. Y, en él, un brutal ataque de Bannon a los que él llama 'Jarvanka', y que no son otros que la hija mayor de Trump, Ivanka, y su esposo, Jared Kushner, ambos, además, asesores del presidente.
Trump rompió con Bannon inmediatamente, en su medio de comunicación favorito: Twitter. Los Mercer, que nunca jamás hablan y de los que apenas hay fotografías, hicieron algo inusual: emitir un comunicado. Rebekah, de 44 años, declaró: "Ni mi familia ni yo hemos mantenido relación con Steven Bannon ni le hemos dado financiación desde hace meses". O sea: los Mercer están con Trump. Eso indica que la maquinaria financiera y tecnológica del trumpismo sigue junto al presidente. Y que Bannon está aislado. Ha roto con el presidente y con sus financiadores. Es difícil exagerar el papel de los Mercer en la oleada de populismo nacionalista que recorre Occidente. Así lo declaró el propio Bannon en una entrevista el 1 de mayo: "Los Mercer sentaron las bases de la revolución de Trump". Oficialmente, Rebekah Mercer es, junto con sus dos hermanas, la dueña de una empresa de chocolate, Ruby et Violette. En realidad, es una de las mujeres más poderosas del mundo. Su alineamiento con Trump y contra Bannon puede ser un golpe mortal para este último. Las Mercer son poderosos no solo por su dinero, aunque nadie sabe a ciencia cierta cuánto tienen. Lo son por su estrategia. Breitbart, que arrancó poco menos que como una broma, se ha convertido en la referencia mundial de la derecha alternativa. Más complejo es el mecanismo de Cambridge Analytica, una consultora especializada en el uso de big data que fue decisiva para que el Brexit ganara el referéndum del 23 de junio de 2016, cuando colaboró con el ultranacionalista Nigel Farage y a su partido UKIP. Al combinar datos con medios de comunicación, los Mercer tienen un poder mucho mayor que el de cualquier donante estilo Adelson que se limita a dar cheques. La piedra angular de su estrategia es en el uso de los datos para conocer e influir la opinión pública. Es algo que procede del padre, Robert, que revolucionó la tecnología de traducción de uidiomas por ordenador en IBM, hasta que el fundador de RenTech, Jim Simons, lo fichó para su hedge fund (un hedge fund es un fondo no regulado, con lo que puede tomar riesgos que las autoridades nunca permitirían a una institución financiera normal). Renaissance es, de lejos, el fondo que ha tenido más éxito, y lo ha logrado con una regla básica: no contratar jamás a un economista, sino a matemáticos, físicos, astrónomos y expertos en computación. Dirigidos por Simons y Mercer, Renaissance inventó el trading de activos que se hace hoy en día. Y ahora, Mercer es el artífice de Brexit y de Trump, y, tal vez, lo sea en el futuro de la desaparición política de Steve Bannon.
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