Homenaje a Jorge Medina Viedas
Mesa Redonda
El Legado Universitario de Jorge Medina Viedas
H. Congreso del Estado de Sinaloa
LXIII Legislatura.
Tomado del bbog de Carlos Calderón Viedas
¿Por qué será que la ausencia ayuda a conocer todavía más a las personas que se han ido para siempre? Al valorar en vida, la cercanía alimenta los sentimientos, las emociones, por su parte, la lejanía es antesala de la fría razón, del pensamiento quieto, sosegado y, posiblemente, más objetivo. Con la muerte, los dos estados espirituales conviven sin imponerse el uno al otro.
Ahora que Jorge Medina Viedas no se encuentra entre nosotros quizás alcancemos a ver que fue una de las personalidades más importantes de la vida publica de Sinaloa en los últimos cincuenta años. Y no habría llegado a este sitial por una carrera política destacada, como es el camino usual en muchos casos, sino por su versátil actividad siempre guiada por algo que nunca modificó, el prurito moral, la ética de la responsabilidad que todo el tiempo antepuso a los proyectos que emprendía.
La figura pública de Jorge Medina se dejó ver entusiasmada y magnética desde sus días de estudiante en la Escuela de Derecho de la Universidad de Sinaloa. Su vibrante oratoria, valiente y veraz, convencía a los auditorios que lo escuchaban. Rápidamente destacó como uno de los principales líderes estudiantiles de los años sesenta, época de ebullición de las conciencias juveniles.
Por esos mismos años, Jorge Medina descollaba también en las canchas de futbol de Culiacán. Su equipo de toda la vida fue el Universidad. El líder universitario carismático también era un destacado futbolista, donde lucía dotes sobresalientes en ese deporte.
Las oportunidades que la vida le ofreció, Jorge Medina las tomó y las engrandeció, conoció a quien sería su esposa y madre de sus hijos con quienes hizo una bella familia, una de sus más grandes pasiones.
Como es la vida para todos, que da chances, también hay derroteros que uno mismo puede construir. Jorge Medina Viedas no dejó de construir su futuro, en lo que le fue posible. Pero como soñador, romántico y tenaz que era, hasta de lo imposible se proponía obtener un logro.
Al término de sus estudios le dieron el encargo del Bufete Estudiantil, oficina desde donde la Universidad ofrecía auxilio jurídico a la población de menores recursos económicos. En ese momento la figura de Jorge Medina cobra un perfil adicional debido al apoyo jurídico y social que la Universidad brindaba a través de la oficina que Jorge comandaba.
A quienes lo conocimos y tratamos nos consta que era un lector voraz de novela, revistas culturales, ensayo político, aunque un tema tocaba fibras sensibles de su alma, la historia de Sinaloa. Siendo rector de la Universidad hizo acopio de una obra dispersa y la publicó en una colección de enorme valor para historiadores y lectores en general. Las inquietudes literarias de Jorge Medina enriquecieron su acervo cultural, fortalecieron sus convicciones y ratificaron los principios que guiaron esa andadura que le llevó por distintos lugares en su vida profesional.
Te asaltan múltiples imágenes cuando te propones decir algo sobre una persona que en su vida incursionó por varios caminos. Lugares, tiempos y fenómenos se entrecruzan, aparecen, desaparecen y vuelven, ahora que he leído algunos textos de amigos, colegas y colaboradores de Jorge Medina, con motivo de su fallecimiento, me digo ¡Qué barbaridad, Jorge nunca descansó!: Líder estudiantil, dirigente universitario, gestor popular, funcionario en las universidades de Puebla y en la UNAM, rector de la UAS, operador político, altos cargos en el Gobierno federal, creador de un suplemento periodístico dedicado a la educación superior, Campus Milenio, cuyo primer número apareció el 12 de septiembre de 2002 y, como ingrata coincidencia, el mismo día que aparece el número de aniversario 16, el 28 de noviembre de 2018, fallece su director fundador.
Todas las actividades que Jorge Medina llevó a cabo durante su prolija existencia le hicieron el personaje que ahora homenajeamos. Figuras como él no son ajenas a las controversias; independientemente cual era el motivo de la polémica, daba la cara, no acostumbraba a ocultar lo que él consideraba su propia verdad o razones. Hay algo que, me parece, le impelía a encarar a sus detractores, se consideraba un hombre bueno, lo digo en un sentido laico y kantiano, buscaba fines morales. De ahí esa ética de la responsabilidad con que animó sus proyectos, la mayoría de ellos vinculados con la cultura, la educación y la comunicación.
Sea en su paso por la UAS, Puebla y la UNAM, en el gobierno -su último cargo antes de morir fue en la SEP- o en el área de medios, Jorge fue amigo de la palabra, como lector, periodista o funcionario público. Fue bendecido con el verbo. Siendo estudiante y líder universitario y social, gran parte de sus adeptos fueron seducidos con su oratoria. El verbo de un hombre inteligente y culto comprometido con ideales y con las causas buenas de un pueblo.
A pesar de la diversidad de campos en los que Jorge Medina Viedas esparció su legado, en uno de ellos marcó una impronta muy especial, su vida universitaria, cuya fase culminante se dio cuando fue rector de su Alma Mater, institución que llegó a querer con similar pasión como lo hiciera uno de sus iconos preferidos, Enrique Félix Castro.
Eustaquio Buelna, Rafael Buelna Tenorio, el Guacho Félix y Rodolfo Monjaraz Buelna, representaron el santuario romántico de la casa Rosalina para Jorge Medina, sitio de inspiración espiritual para quien es considerado el mejor rector que la Universidad haya tenido en los últimos tiempos.
Pero dejemos que sea Jorge Medina quien nos recuerde que pensaba de nuestra Universidad Autónoma de Sinaloa. En un discurso con motivo del Honoris Causa que la Universidad le otorgó, decía:
Hay una razón más profunda y entrañable que explica este acto: la idea de recuperar el pasado de la institución que a todos nos pertenece. Podría iniciar esta nota recordando que hace casi 35 años la Universidad Autónoma de Sinaloa se puso de pie, levantó su rostro, miró de frente y reafirmó el derecho de ser libre.
Tal vez lo que importa para esta comunidad es la mnemotecnia de aquella resistencia, de aquella batalla de los universitarios de Sinaloa en la cual estaba en juego el destino de la universidad. Y sí carácter es destino, el de la Universidad está prescrito por su ethos liberal, laico y público.
Y continuaba:
En esas aulas preñadas de ansiedad democrática, vocación autonomista y renovación educativa, encontramos a Rodolfo Monjaraz Buelna, albacea moral de Félix. Con él como rector en su segundo periodo, se inicia la nueva andadura de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
La autonomía fortaleció la libertad de cátedra, la creatividad académica y cultural; la tolerancia y la apertura a las manifestaciones democráticas en los campus universitarios se hicieron más frecuentes. La pasión crítica y la investigación alcanzaron un nivel sin precedente.
Antes de terminar mi intervención quiero insistir sobre un aspecto que me parece fundamental para justipreciar la presencia pública de Jorge Medina Viedas en Sinaloa y en otras partes del país. Donde quiera haya estado, donde sea haya ido, fue en todo momento un hombre integral. Su corazón político siempre latió del lado izquierdo y su inteligencia no encontró reposo hasta el final de sus días. Hombre culto, generoso y alegre, amigos de sus amigos y leal compañero en otras lides. Admiró al Guacho Félix porque en el fondo se veía como él, idealista, soñador y colmado de utopías. El Guacho se desgarró en sus sueños románticos y Jorge se consumió en el trabajo, soñar cuesta ha de haber pensado. Presto a cumplir con esa empresa, los ideales se convirtieron en obra de trabajo, actividades disímbolas pero conectadas al carácter de un hombre empeñado en hacer cosas buenas para fines buenos. Tal fue Jorge Medina Viedas, un hombre de bien.
Muchas gracias.
Culiacán, Sinaloa a 10 de diciembre de 2018 ..
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