Noroeste, 2 de Diciembre de 2018
Medina Viedas y la autonomía universitaria/Ernesto Hernández Norzagaray
‘Un intelectual demócrata que logró aglutinar alrededor de su liderazgo a todas, absolutamente todas las corrientes del pensamiento universitario, en nuestra lucha por mantener la integridad de la UAS’.
A Jorge Medina Viedas (JMV) lo vi por última vez en el Casino de la Cultura de Culiacán durante la presentación del libro “Adiós al 68” de su amigo y antiguo camarada Joel Ortega. Esa mañana de octubre ahí estaba puntual, saludando a los amigos en primera fila, escuchando la enésima narrativa de aquella epopeya estudiantil que fue la pauta para el cambio político en México.
Quizá, en su silencio atento, rememoraba aquellos días aciagos que le tocó vivir junto a una generación de jóvenes sinaloenses que fueron clave en el Consejo Nacional de Huelga (CNH) y en Sinaloa, él mismo replicó la lucha junto con otros igualmente entusiastas, decididos, claros, contra el autoritarismo diazordacista.
Estuvo al lado de Liberato Terán, Fausto Burgueño, Silvia Millán, Camilo Valenzuela, Jesús Michel, Norma Corona, Manuel Meléndez, Francisco Álvarez, Jorge Delgado y otros más, en aquellos días de nuestras grandes alamedas llamaron a la suspensión de clases, los paros escalonados, la movilización popular como respuesta a las balas criminales de Tlatelolco.
Fueron días álgidos, tempestuosos, en la Facultad de Derecho, la Escuela de Contabilidad y de Economía se vivía especialmente una gran efervescencia política y es que resultaba intolerable, tanta brutalidad contra los estudiantes capitalinos que habían tomado las calles para exigir el cumplimiento de los seis puntos del pliego petitorio.
En aquel entonces, muchos de los estudiantes uaseños empezaron su andadura por la izquierda ingresando a sus grupos y partidos. Uno de ellos, el más lleno de símbolos, el Comunista con la hoz y el martillo, atrajo la simpatía de decenas de muchachos, uno de esos fue Medina quien ingresa al PCM e inmediatamente en ese entorno afirma su liderazgo, carisma y oratoria.
Así, cuando la Junta de Gobierno de la UAS nombra Rector a Gonzalo Armienta Calderón, estalla la movilización estudiantil contra la imposición autoritaria. JMV es uno de los líderes del movimiento antiarmientista y por la causa de la democratización de la casa de estudios fue detenido junto con una docena de universitarios y pararon en el penal de Aguaruto.
Finalmente, cae Armienta Calderón, y los estudiantes fueron liberados, JMV pasa por Difusión Cultural y Extensión Universitaria y el IEES para luego irse a trabajar a la Facultad de Economía de la UNAM donde cumple un encargo administrativo y de ahí a la BUAP, que dirigía Luis Rivera Terrazas, un científico miembro también del PCM.
Regresa a Sinaloa durante el rectorado de Eduardo Franco y ocupa el cargo de Secretario General de la UAS y en 1981, se postula como candidato a Rector, por una amplia confluencia de fuerzas universitarias de izquierda y progresistas.
No tiene oposición real.
Se habilita como Rector y con él empieza una etapa de renovación de la Universidad, que muy bien la describe autocríticamente Rodrigo López Zavala, uno de los más connotados especialistas en educación que tiene la UAS, nos dice “con una formación sólida, envidiable por muchos de esa época. Levantó de las cenizas a nuestra Universidad... Asumió el cargo de Rector en medio de la lucha histórica y emblemática en 1981 por la defensa de la autonomía, ante el gobierno hostil de Antonio Toledo Corro. Un intelectual demócrata que logró aglutinar alrededor de su liderazgo a todas, absolutamente todas las corrientes del pensamiento universitario, en nuestra lucha por mantenerr la integridad de la UAS. Hizo aprobar en el Consejo Universitario un proyecto de desarrollo institucional, el Programa de Reforma Universitaria, con largos alcances innovadores pero que el conservadurismo de los actores políticos no le permitimos realizarlo a plenitud. La talla de Jorge Medina Viedas hasta ahora no ha sido igualada por los rectores que le sucedieron”.
En 1985, siendo todavía Rector, crea junto con otros destacados universitarios el Movimiento Rosalino que postula como candidato a Rector a su amigo y correligionario Liberato Terán Olguín, en tanto el sector duro del entonces PSUM, lo hace con otro de los históricos del movimiento estudiantil: Audómar Ahumada, quien finalmente resulta Rector, siendo el último Rector comunista.
Pero, en el sustrato de este proceso sucesorio, hay un fuerte debate político en las filas del PSUM sobre la relación Universidad-partido, donde estaban los renovadores bajo la influencia intelectual de Medina Viedas sosteniendo la tesis de que los partidos deberían dejar que la Universidad cumpliera con su rol formativo y cultural y contra el instrumentalismo partidario en las funciones sustantivas de la UAS; mientras la otra opinión, dogmática, que terminó siendo la triunfadora, sostenía que el partido debía permanecer dando directrices a la Universidad hasta alcanzar que fuera “democrática, crítica y popular”.
Al terminar su gestión rectoral, Medina regresa a la Ciudad de México y luego viaja a Madrid donde estudia un doctorado en Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad Complutense, escribe una tesis que luego terminó en libro: Élites y democracia en México (Cal y Arena), bajo la tutela del sociólogo Ludolfo Paramio, en ese entonces ideólogo del PSOE.
Después de España su vida política da un vuelco, se dice que fue decisivo su encuentro con Otto Granados, el hasta ayer Secretario de Educación Pública, pero quizá fue Paramio con su pensamiento socialdemócrata el que lo llevó a decir adiós a la izquierda partidaria e ingresar al PRI, lo que en su momento causó revuelo entre sus antiguos camaradas, no obstante, estuvo en las corrientes más a la izquierda del priismo como fue el caso del colosismo.
Después de estar en Notimex inicia una carrera prolífica en el periodismo educativo creando el suplemento Campus-Milenio, donde le da visibilidad a los grandes temas de la educación superior y sobre todo se vuelve un crítico severo del proyecto de Héctor Melesio Cuén y alcanza la crítica también al entonces Rector Víctor Antonio Corrales Burgueño, su antiguo camarada del PCM, por volver a las andadas de la Universidad-partido ahora con el Partido Sinaloense.
Lamentablemente esta actitud coherente de defensa de la UAS, notoria en el compendio de discursos que él y Liberato prepararon bajo el título de La Universidad amenazada (UAS,1982), se fue apagando hasta desaparecer cuando se le otorga el Honoris Causa en su alma mater. Y era lo justo, pero injusto por quien lo entregaba. El grupo político que él tanto había cuestionado, algunos lo criticamos públicamente por su incongruencia, y sospecho que haber aceptado el honoris nunca le satisfizo plenamente.
Y lo creo, mejor todavía porque hace cosa de un año y algo, coincidimos en el Restaurante El Cardenal del Hotel Hilton en la ciudad de México junto a otros dos universitarios, y al terminar el desayuno bajó la voz y me dijo: “Ernesto, tú y yo vamos a armar un desmadre en Culiacán”, sonreí y le pregunté ¿de qué se trata?, “Tengo un libro inédito sobre la UAS, y quiero que tú me lo presentes, te lo voy a enviar muy pronto”.
Nunca llegó el libro.
Y no me atreví a preguntarle, cuando lo vi amable y sonriente en el Casino de la Cultura.
¡Descanse en paz, el amigo Jorge!
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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