Con la novedad....que...continuarán las obras de construcción en la terminal aérea....
La construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) continuará para revisar nuevamente el proyecto, los avances y negociar con los acreedores e inversionistas de bonos de deuda, informó hoy el Consejo de Administración del Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM).
Y entonces?
Según lo expuesto en lo revelado por los analistas Darío Celis y Raymundo Riva Palacio, se trata de una medida precautoria ante la incertidumbre en mercados que ha generado el anuncio de la suspensión del NAICM.
La información detalla que se determinó continuar con los trabajos hasta tener una nueva evaluación, debido a razones de tipo financiero y jurídicas que colaboradores de López Obrador, entre ellos el secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú tomaron.
La versión detalla que el consejo de administración del Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México, sostuvo un encuentro con autoridades de la nueva administración la mañana de este domingo en la que se acordó lo señalado, mientras se define una estrategia para compensar a bonistas del proyecto, así como a los contratistas que participan en él.
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En su primer acto público con las Fuerzas Armadas como Presidente, Andrés Manuel López Obrador recibió la salutación de comandantes de Zona y Región del Ejército, Armada y Fuerza Aérea.
En la ceremonia en Campo Marte, el Mandatario estuvo compañado por el General Luis Cresencio Sandoval, Secretario de la Defensa Nacional, y el Almirante José Rafael Ojeda Durán, Secretario de Marina.
Es tradición de las Fuerzas Armadas realizar esta ceremonia al inicio del sexenio, en la que soldados, marinos y pilotos reconocen al titular del Poder Ejecutivo como su Comandante Supremo.
En Campo Marte también están presentes Olga Sánchez Cordero, Secretaria de Gobernación; Alfonso Durazo, Secretario de Seguridad, y la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.
AMLO aseguró que confía en los oficiales de Fuerzas Armadas porque no hacen negocios turbios al amparo del poder ni son parte de la oligarquía.
"Tengo confianza en las Fuerzas Armadas porque han actuado con responsabilidad y no se han mezclado, inmiscuido, en negocios, que se hacen a la sombra del poder, los generales, almirantes, no forman parte de la oligarquía, como suele pasar en otros países", dijo el Mandatario.
En la ceremonia de salutación López Obrador llamó a las Fuerzas Armadas a adaptarse a los nuevos tiempos y ejercer un nuevo rol y desempeñar labores de seguridad pública, ya que el País necesita su ayuda.
Tras defender nuevamente la creación de la Guardia Nacional, afirmó que tiene confianza en el Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea.
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Con una manifestación del Monumento a la Independencia al Monumento a la Revolución, cientos de ciudadanos dan la bienvenida al Gobierno de AMLO:..
Los manifestantes también lanzan gritos a favor de que no se cancele la construcción del nuevo aeropuerto en Texcoco, como "¡Queremos Texcoco, no un viejo loco!".
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Se reúnen Gobernadores con superdelegados
Gobernadores de Michoacán, Estado de México, Chiapas, Puebla, Oaxaca, San Luis Potosí, Hidalgo, Michoacán, Campeche, Guerrero y Morelos se reunieron con los llamados "superdelegados", nombrados por el Presidente López Obrador, con el fin de instalar una coordinación para atender el plan de seguridad en cada entidad.
Sin embargo, en Jalisco, se ausentaron el Mandatario Aristóteles Sandoval y los Presidentes municipales.
Debido a esto, el delegado federal Carlos Lomelí llamó al Gobierno jalisciense a incorporarse.
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Las columnas políticas hoy, domingo 2 de diciembre de 2018...
Templo Mayor/ Reforma,
COMO QUE a alguien se le olvidó avisarle a Andrés Manuel López Obrador que ya es Presidente, pues sus dos discursos de ayer parecieron más los de un candidato, que los de alguien que ya tiene el poder.
Y ES QUE en lugar de, por fin, delinear los "cómos" de su ambicioso plan de gobierno, se dedicó a repetir -oootra vez- sus promesas de campaña y hasta leyó un documento de 100 puntos.
NCLUSO hay quienes opinaron que, más que un discurso político, aquello fue como un sermón, pues, al estar sustentado únicamente en su palabra y buenas intenciones, se convertía en un acto de fe.
DESDE acabar con la corrupción, hasta erradicar la pobreza, pasando por devolver la bonanza petrolera a México y convertir al país en autosuficiente, cada enunciado se basó en la buena fe, pero no en indicadores, en hechos o datos duros.
Y SI ALGO quedó claro es que México debe abrocharse el cinturón para dar el salto... ¡a 1960! Porque no escatimó elogios para el manejo económico en esos años, y dejó claro que ése es su modelo a seguir... sí, un sistema de hace seis décadas.
PERO tal vez lo más importante de los discursos no fue lo que dijo, sino lo que no dijo. Por ejemplo, ni una sola mención al narco, al crimen organizado y a su imperio del terror. Fue más enfático en culpar a los empresarios de la "corrupción inmunda" que en achacar a los delincuentes su responsabilidad en la violencia.
TAMBIÉN fue notoria la ausencia de temas actuales a los que pareciera prestar poca atención. Nada dijo de infraestructura digital, de comercio electrónico, del internet de las cosas y, menos, del espacio radioeléctrico. Eso sí, volvió a presumir su nueva refinería y prohibió de un plumazo el fracking y los transgénicos. Así, sin debate ni argumentos científicos.
NADIE le puede escatimar a López Obrador el enorme apoyo con el que inicia su gobierno. El asunto es si será capaz de construir un México del futuro o si, como parece, regresará el calendario 60 años.
DURA despedida le tocó al ex presidente Enrique Peña Nieto, quien escuchó en vivo y en directo cómo su sucesor demolía a su administración.
PARA COLMO, ni siquiera todos los priistas lo arroparon en su paso de ayer por San Lázaro, pues, mientras la mayoría de los 47 diputados lo acompañaron al entrar y al salir del recinto, sólo 1 de los 15 senadores tricolores -el ex gobernador mexiquense Eruviel Ávila- se sumó al grupo que intentó cobijarlo.
VAYA QUE el año más difícil de cualquier sexenio es... ¡el séptimo!
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Frentes Políticos/xXcelsior...
I. Simbolismos. La toma de posesión del Presidente fue una jornada intensa y de emociones encontradas. Desde regresar al Congreso, después de 13 años del desafuero, y el viajar sin seguridad del Estado Mayor Presidencial, hasta dar su discurso en el Zócalo, desde el templete y no desde el balcón de Palacio Nacional. Todo tiene un significado histórico. Andrés Manuel López Obrador traza ya los ejes de su gobierno. Corrupción e impunidad fueron las palabras más repetidas, pero también quedará lo dicho, previo a recibir la banda presidencial, denostando lo hecho por la política neoliberal, y con Enrique Peña Nieto, el expresidente, escuchando con atención. De manera inédita, López Obrador recibió el bastón de mando de los 68 pueblos indígenas y el pueblo afromexicano. Habemus Presidente.
II. Largo trayecto. La voz de Porfirio Muñoz Ledo se escucha cascada por la edad, tiene 85 años, pero desde hace 31 se perfilaba para ser parte importante de la toma de posesión de un presidente de izquierda. En 1987, la Corriente Democratizadora rompió con el PRI, cansada del “dedazo presidencial”, y postuló a Cuauhtémoc Cárdenas para Presidente de la República. No faltaron los que exigían medidas disciplinarias y la expulsión del PRI, tanto de Cárdenas como de Muñoz Ledo, los líderes más destacados de los democratizadores. Y sucedió, se fueron del tricolor y lucharon durante tres décadas por lo que finalmente consiguieron ayer: un cambio de régimen. Perseverancia es la palabra que define a los nuevos gobernantes. Y con esos ejemplos. México lo logrará.
III. Jugada maestra. Hay que darle el mérito a Marcelo Ebrard, nuevo secretario de Relaciones Exteriores, pues realizó el mejor tejido diplomático de la toma de posesión al agendar que, por cuestiones de vuelo, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, no llegara al Congreso. Sabedor de que el PAN traía una pancarta y de que lugares como Paseo de la Reforma servirían como punto para manifestarse en contra del mandatario venezolano, evadió exponerlo. Cuando por fin arribó a Palacio Nacional, la gente gritaba: “¡Ni represor ni bandido, Maduro es bienvenido!”. El presidente de Venezuela declaró que con la presidencia de Andrés Manuel López Obrador “México escribe una página brillante en la historia”. No sirvieron las protestas de las huestes de Marko Cortés, líder del panismo, y su enojo se disipó gracias a una gran jugada de Ebrard. Jaque.
IV. Sobreactuada. La diputada panista Adriana Dávila ve moros con tranchetes, es decir, ve peligro donde no lo hay. Por un lado, aseguró en su cuenta de Twitter que el discurso de Andrés Manuel López Obrador estuvo “lleno de acusaciones al pasado, de señalamientos de corrupción, de descrédito a la clase política, pero con un dejo de ‘perdonavidas’”, y añadió “qué tristeza escuchar el mismito mensaje que en campaña, pensé que el señor ya se había dado cuenta de que estamos en 1 de diciembre de 2018”. La legisladora exagera. Nada le parece, se nota que hay quienes no toleran la crítica y las verdades. ¿Un mejor argumento, no tiene?
V. Todos parejos. Aun en la Ciudad de México hay rezagos. Y esto debe ser una alerta para Claudia Sheinbaum, próxima jefa de Gobierno. La alcaldía de Iztapalapa registra la mayor desigualdad de la capital, en todos los ámbitos, expresada, sobre todo, en situaciones de deterioro, abandono e inseguridad de enormes proporciones, advirtió Clara Brugada. La alcaldesa de esa demarcación visitó la Unidad Iztapalapa de la UAM para hablar de las políticas sociales que emprenderá su gestión. “La población más pobre de la capital vive en Iztapalapa”. Inseguridad, violencia, pobreza extrema. La responsabilidad de colocar a esta alcaldía a la altura de una ciudad moderna será de Brugada y de Sheinbaum. Que no haya pretexto para no lograrlo.
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López Obrador como hombre de Estado
Razones/JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ
Excelsior....
El fin de la corrupción, el punto final, la política social, la seguridad y las Fuerzas Armadas, una diplomacia abierta, pero con el centro en los acuerdos de América del Norte, el no a la reelección y una seguridad personal demasiado endeble, han sido los ejes de una jornada, en el mejor de los sentidos, histórica, marcada por la emotividad, la intensidad y el sentimiento de un verdadero cambio de régimen.
Si hay algo que resulta indudable es que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha generado un entusiasmo y unas expectativas enormes que se reflejaron en el recibimiento popular al mandatario.
Decíamos el viernes que el de este sábado sería el discurso más importante en la vida de López Obrador porque definiría el tono de su mandato y la confiabilidad de su gobierno. No hubo sorpresas, pero sí confirmaciones. El discurso en San Lázaro tuvo una lógica implacable y permite definir, de inicio, los ejes de la administración López Obrador. El Presidente es consciente de que triunfó por dos razones: la corrupción y la inseguridad. A partir de los mismos explicó su estrategia.
El diagnóstico de la corrupción ligada a lo que llamó el neoliberalismo fue demoledor, aunque basada en un ejercicio de blancos y negros, sin matices. La promesa de recuperar el crecimiento fue de la mano con el fin de la corrupción, pese a que no se termina de explicar cómo se logrará más allá de la reforma administrativa planteada. Es notable su confianza en que con esas medidas se generarán ahorros para emprender innumerables proyectos sociales: aumentos al salario mínimo; 2 millones 300 mil jóvenes de aprendices con un salario de 3 mil 600 pesos mensuales; 10 millones de becas; la creación de 100 universidades públicas; aumentar al doble y hacerlos universales, los apoyos a los adultos mayores, con un apoyo similar a quien sufra de alguna discapacidad; créditos a la palabra, subsidios y, algo que llamó la atención y que fue un fracaso en el pasado, precios de garantía al campo. Todo sin aumentar impuestos y sin hacer crecer el déficit y la deuda.
Es un compromiso monumental que requiere enormes recursos, más aún si se le suman los adquiridos en infraestructura. Deberá ser el suyo un ejercicio presupuestal inédito y será revisado con lupa por los mercados para ver si se puede cumplir.
La lista de propuestas, promesas y opciones es prácticamente inabarcable, pero hay dos puntos en los que, sobre todo, el presidente López Obrador, incluso más allá de sus dichos de campaña, actuó como un verdadero hombre de Estado. Primero, la propuesta de punto final: después de casi dos décadas de un duro discurso contra la que llamó “la mafia del poder”, reflejado en su diagnóstico sobre la corrupción y el neoliberalismo, propuso mirar para adelante. Apostar por poner un punto final asumiendo que si se va por una línea marcada por la venganza se tendrá un país fracturado, con conflictos y confrontación, y prefiere destinar los esfuerzos y los recursos a la reactivación económica y la pacificación, evitando los delitos por venir. Definió esa estrategia como “un asunto político de Estado”. El punto final, dijo, en las actuales circunstancias, es más importante que los juicios sumarios. Esa tensión entre el punto final y las exigencias de su base, reflejadas en el propio palacio de San Lázaro, será uno de los puntos de inflexión claves, en el inicio de su gobierno.
El otro capítulo es el de la seguridad y las Fuerzas Armadas. Asumió que es polémico para muchos sectores, incluyendo su propio movimiento, el papel que jugarán las Fuerzas Armadas en la seguridad nacional, interior y pública del país. Reconoció algo que hemos señalado en el pasado cada vez que se descalificaba a las instituciones militares, sobre todo desde Morena. Las Fuerzas Armadas, dijo, son las mejores instituciones de México; el ejército surgió de la Revolución, nació del pueblo; nunca ha dado o intentado en toda su historia un golpe de Estado; no es elitista, ni oligárquico; no se han formado en su seno minorías corrompidas; tiene el respaldo de la opinión pública; su apoyo eficaz en tareas de auxilio a la población es indudable; tienen vocación nacionalista y nunca se han subordinado a una fuerza extranjera. Las mismas características reconoció a la Marina Armada de México. Es un justo reconocimiento y una rectificación que muestra que López Obrador también puede cambiar de opinión cuando la realidad se lo impone.
También fue fruto de un nuevo pragmatismo el tema de la relación con Estados Unidos y con Donald Trump, con especial énfasis en la posibilidad de ir más allá de los acuerdos firmados apenas ayer del T-MEC (aunque algunos de sus legisladores prefirieron echar vivas a Maduro y a Cuba). Y no menos importante es su compromiso de que no apostará por la reelección, una aspiración que siempre ha llevado a mal término a los mandatarios que la ambicionaron. Y creo que su compromiso fue sincero.
Un último punto. Es sano que el Presidente busque el contacto con la gente, pero no pueden obviarse las medidas de seguridad más elementales. Ayer hubo un completo desorden en torno a su seguridad. Deshacerse de Los Pinos y del avión presidencial es un error que le restará muchísima eficiencia a su labor, pero no puede, no debe deshacerse de un mínimo esquema de seguridad personal.
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Cuarta Transformación, ¿sólo eso?...
De naturaleza política/ENRIQUE ARANDA..
Excelsior..
Cuarta Transformación, ¿sólo eso?...
Cambio de régimen entonces, sí; de rumbo y de la manera concreta de hacer las cosas, también…
Contundente y, sin duda, polarizante, sustentada en toda suerte de indicadores y comparaciones con regímenes y/o periodos gubernamentales pasados, la crítica y condena que del “neoliberalismo corrupto”, responsable de la pobreza y desigualdad sociales, y del entorno de inseguridad y violencia que vivimos, hizo Andrés Manuel López Obrador en el marco de su formal asunción como jefe del Ejecutivo federal.
Lo dijo en todos los tonos e insistió consistentemente en ello, cuando de precisar “en una frase” se trató, el que aseguró será el objetivo central y prioritario de su gestión: “acabar con la corrupción y la impunidad…”.
Habló entonces de un nuevo régimen, de una nueva manera de hacer las cosas, de un nuevo enfoque social de la gestión pública y de una renovada forma de comportarse de quienes ejercen la autoridad. Refirió, incluso, que frente a conductas indebidas, él sólo responderá por su hijo Jesús, “porque es menor de edad”, y expuso que a nadie solapará: ni a amigos ni a compañeros, luchadores sociales o familiares incluso.
Se comprometió a derogar las reformas Educativa y Energética. Insistió en su política de “punto final”: avanzar en el objetivo (anticorrupción) planteado sin perseguir a nadie…, pues “no apostamos al circo ni a la simulación”. Reiteró su decisión de no permitir que el gobierno siga siendo “un simple facilitador (del sector privado) para el saqueo…”, aunque garantizó seguridad y respeto a la inversión nacional y/o extranjera: Estado de derecho, seguridad jurídica, confianza y honestidad. Garantizó su pleno respeto a la autonomía del Banco de México y, finalmente, dejó en claro que no buscará reelegirse.
Y todo, en el marco de eso que él mismo bautizó como la Cuarta Transformación, pero que, a fuerza de ser sinceros, no explicó, como había prometido que lo haría. Dijo, sí, que “en la Independencia se luchó por abolir la esclavitud y alcanzar la soberanía nacional”. En la Reforma, “por el predominio del poder civil (sobre el eclesiástico, obvió) y por la restauración de la República”, y en la Revolución, “por la justicia (social) y por la democracia”.
Luego, a manera de explicación de lo que entiende (y debemos entender todos) como la Cuarta Transformación, expuso aquello de que “ahora, nosotros queremos convertir la honestidad y la fraternidad en forma de vida y de gobierno”. Planteó que ello no era un asunto retórico o propagandístico… Y no dijo más.
Cambio de régimen entonces, sí; de rumbo y de la manera concreta de hacer las cosas, también…
Pero, ¿es sólo el combate a la corrupción y la impunidad el móvil y objetivo central de la Cuarta Transformación (política), anunciada como la vía idónea para hacer de México no sólo una potencia económica, sino, en esencia, un país donde prevalezcan la igualdad y el desarrollo compartido, un clima de pleno respeto a la libertad de todos y justicia, de respeto a los derechos humanos y al sufragio, de oportunidades y alternativas?
Incuestionable, aunque no parece suficiente ni equivalente a las tres transformaciones previas. ¿O sí?...
ASTERISCOS
* Propio del cobarde dictadorzuelo que es, la conducta del venezolano Nicolás Maduro, quien para evitar las muestras de repudio que sabía se darían en su contra en San Lázaro, evitó llegar a la ceremonia de toma de posesión del nuevo mandatario y se conformó con asistir a la comida que en Palacio —“a resguardo, pues…”— se ofreció a los invitados especiales a la misma.
* En el marco de su último Informe de Gobierno, como adelantamos aquí mismo, el poblano Antonio Tony Gali Fayad confirmó que Puebla es hoy la segunda economía más vigorosa del país, con un crecimiento anual promedio de 5.9%, contra un 1.9% nacional, y una tasa de desocupación de 2.7%, abajo del 3.4% general. Los resultados, digámoslo, ahí están…
Veámonos aquí mañana, con otro asunto De naturaleza política.
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El primer día/Eduardo Caccia
Reforma, 02 Dic. 2018
¿Es posible unir a un país como el México de hoy en un discurso? Sin duda debe ser una tarea difícil, más aún para el presidente Andrés Manuel López Obrador, hombre de convicciones firmes quien, en su toma de protesta, refrendó sus promesas de campaña. Para algunos (me incluyo) fue una extensión de la campaña presidencial, para otros fue un mensaje predecible y alentador. No puede negarse que el discurso fue congruente con lo que el hombre que ahora ostenta el Poder Ejecutivo ha sido y ha dicho, sus millones de seguidores se sentirán complacidos. Algunos también pensamos que fue una oportunidad desaprovechada para, sin traicionar sus causas, dar señales en favor de luchar contra la polarización que vivimos en el país. Esperaba un Presidente despojado del candidato, vi a un candidato con la banda presidencial. Reconozco que yo no represento a la mayoría.
Quedó claro, por si había dudas, que la gran promesa central del nuevo gobierno es la lucha contra la corrupción y la impunidad, encomienda que me parece loable pero poco realista dada la estrategia (si podemos llamarle así) planteada, donde no hay un reconocimiento a un fenómeno sistémico y sí una esperanza que raya en lo mesiánico y en lo ingenuo. No sólo la corrupción y la impunidad, asociadas al llamado modelo neoliberal, son el enemigo de México, también hay que sumar la polarización que ha dejado el proceso de ser oposición durante muchos años. Debe pasarse de ser oposición a ser gobierno.
El discurso de ayer del Presidente se acerca más a lo primero que a lo segundo, por el bien del país esperemos que pronto pueda dar señales que permitan apaciguar la polarización, porque ni todos quienes apoyan incondicionalmente a López Obrador y a Morena deben ser etiquetados como chairos u otro adjetivo peyorativo ni todos los que difieren de sus postulados son fifís ni conservadores corruptos ni neoliberales (ahora sinónimo de lo peor que ha dado el país). El Presidente no sólo debe proponerse pasar a la historia en un tomo de gloria por su cuarta transformación, también debería proponerse dar ejemplo de evitar la polarización que tan buen resultado le dio como opositor.
Me comenta Roberto Bonilla, especialista en Espirales Dinámicas, modelo que estudia científicamente los modelos mentales de las personas y las sociedades (por ende también su comportamiento) a través de un sistema de valores que refleja la forma de ver el mundo, que AMLO es especialista en comunicarse con los 3 primeros niveles de la espiral (1. La sobrevivencia, 2. La seguridad y la tradición, 3. El poder y el impulso) donde está la gran mayoría de sus seguidores. Su reto sería llevarlos al 4o. nivel, el orden, las reglas y la transparencia. Considérese que los empresarios y los inversionistas (lo que podríamos llamar "el mercado") están en el nivel 5, competitividad emprendedora. El modelo de Espirales Dinámicas, comenta Roberto, predice que cuando hay dos o más niveles de diferencia, "la comunicación es imposible, no importa que ambos niveles hablen español". Esto explica que para algunos el mensaje presidencial no haya gustado, pero a otros sí.
Ojalá que por el bien de todos la cuarta transformación sea exitosa y que López Obrador pase a la historia como el mejor presidente de México. Su gobierno comienza con evocaciones muy marcadas al pasado, como la imagen institucional (de la que pienso fue un abuso innecesario usar el color de Morena) que habla del ayer, no del mañana, y la vuelta a políticas económicas que contundentemente han fracasado en el mundo: los subsidios, el asistencialismo marcado y los precios de garantía.
Por otro lado se trató de una gran fiesta popular con actos tan simbólicos como la apertura de Los Pinos, en la que a la gente se le hace saber que recupera algo que le pertenecía, y la austeridad del Presidente que viaja en auto compacto y se acerca a la gente. Ayer mencionó la "honrosa medianía" de Juárez; otro de sus retos será que esa medianía no se convierta en mediocridad, con burócratas y asesores mal pagados y obras públicas que no aspiran a destacar por su grandeza sino por lo poco que cuestan.
Como sea, aún falta que AMLO se siente en la silla del águila y nos responda lo que sigue en el aire: ¿quién es el presidente López Obrador?
@eduardo_cacciaOPINIÓN
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Exigencia ciudadana/Enrique Krauze
Reforma, 02 Dic. 2018
El 4 de diciembre de 1970, apareció en Excélsior un artículo titulado "Rogativa". Su autor era el historiador, ensayista y editor Daniel Cosío Villegas; su destinatario, el nuevo presidente Luis Echeverría.
Con la herida abierta de Tlatelolco y los líderes estudiantiles en la cárcel, México vivía tiempos de zozobra. A sabiendas de que en aquel sistema político el presidente era todopoderoso, don Daniel escribió: "México no necesita tanto un líder político; tampoco un reformador administrativo; ni siquiera un promotor enajenado de las obras públicas. Por lo que clama es por un líder moral, que sirva de ejemplo y de inspiración a todo el país".
Ese líder de sólida "contextura ética" debía tener dos prendas: rectitud y generosidad. La primera suponía "severidad" y "firmeza en las resoluciones" pero "a condición de ser justas, de apegarse a la ley y a la razón", y de estar acompañadas por "la mesura, es decir, la moderación y el comedimiento". La generosidad significaba, llanamente, "obrar con magnanimidad y nobleza de ánimo".
Ha pasado medio siglo. Desde 1997, las resoluciones no han dependido solo del Ejecutivo sino de su relación con un Legislativo que las aprueba, modifica o rechaza, de un Judicial que avala o no su constitucionalidad, todo en el marco de un pacto federal, instituciones autónomas y libertades civiles. Si bien nuestra democracia ha sido imperfecta, ha representado un progreso frente a la dictadura perfecta. Bajo las reglas, instituciones y libertades de esa democracia, el mandato legítimo e inequívoco de las elecciones del 1 de julio fue concentrar el poder una vez más, de manera absoluta, en el presidente. Esta realidad, aunada a la circunstancia aún más dramática de violencia e inseguridad que vivimos ahora, otorga nueva vigencia a los consejos de don Daniel.
Treinta millones de ciudadanos votaron por el candidato López Obrador porque han visto en él a un líder moral. Hay otro sector que piensa distinto. Para ese sector -en el que me incluyo-, el presidente electo López Obrador tomó varias resoluciones con severidad y firmeza, pero no con apego a la ley y a la razón. Tampoco lo ha caracterizado la mesura, la moderación y el comedimiento. En cuanto a la generosidad, la magnanimidad y nobleza de ánimo, sus beneficiarios han sido los políticos corruptos, no los críticos demócratas, a quienes con frecuencia descalifica.
Todos los mexicanos, los que votaron y no votaron por él, serán quienes juzguen su desempeño como presidente. Pero una cosa es clara: por sus hechos lo conocerán. La altura moral de un gobernante no se mide por la belleza abstracta de unas ideas o principios. La altura moral de un gobernante se mide por la traducción concreta de sus ideas y principios. Por olvidarlo, muchos revolucionarios del siglo XX, enamorados de su propia pureza moral, han causado la ruina de los pueblos que querían redimir.
Hoy el liderazgo moral debe incluir la rectitud firme, legal, racional y generosa que predicaba don Daniel. También la práctica adicional de tres valores permanentes.
Uno es la civilidad. Esta noble tradición implica respeto a quien no piensa como uno. Tolerancia, entendida como disposición a convivir con el otro y, sobre todo, a escucharlo. Cuidado extremo con la palabra pública, que usada como vehículo de odio puede lastimar irremediablemente. Y lo que los antiguos llamaban espíritu cívico, buscar el bien público con sentido de responsabilidad.
La concordia es otro valor fundamental. "La concordia -decía Cicerón- es el mejor y más apretado vínculo de todo Estado". Dividir a la sociedad mexicana entre el "pueblo" que apoya al presidente y los enemigos del pueblo que no lo apoyan o lo critican, es entrar en la zona minada de la discordia. Las naturales diferencias de opinión no deben desgarrar a la familia mexicana.
El valor cardinal es la libertad. "La libertad individual -escribió Cosío Villegas en 1951- es un fin en sí mismo y, a la vista de nuestros días, el más apremiante que pueda proponerse al hombre". Lo sigue siendo, sobre todo la libertad de expresión y de crítica.
Si asume esos valores, el presidente puede descubrir caminos acaso insospechados para cumplir, en la práctica, sus mejores promesas.
Don Daniel concluía con estas palabras:
Esta es mi rogativa, señor Presidente: que se convierta usted en ese ejemplo moral de la nación mexicana.
Con el mismo respeto hago mío su mensaje, pero cambiando una palabra. No es una rogativa. Es una exigencia que comparten muchos mexicanos.
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Datos y estrellas/Juan E. Pardinas
Reforma, 02 Dic. 2018
En la antigüedad, los viejos marinos guiaban sus navíos por la posición de los astros en el cielo. En los próximos párrafos presentaré un inventario mínimo de ocho datos sobre lo que más ofende y más preocupa a los mexicanos. Esos números pueden ser como señales en el horizonte nocturno para guiar el rumbo que lleva la República bajo el timón del presidente Andrés Manuel López Obrador. Estos registros son un mapa de ruta para leer el destino de México durante el sexenio que apenas inicia su travesía. Estas estadísticas no son cifras lejanas como la bóveda celeste, sino indicadores de referencia sobre tus miedos, tus enojos y tus posibilidades de prosperar.
29 homicidios por 100 mil habitantes. Este es el indicador de violencia más relevante y el dato corresponde a octubre de 2018. El movimiento descendente o ascendente de esta cifra será un parámetro para evaluar la apuesta por consolidar la militarización de la seguridad pública.
47 periodistas asesinados en el sexenio de Peña Nieto. Hoy México es más peligroso para ejercer el periodismo que Afganistán. Sin libertad de expresión no puede haber democracia.
43% de la población en pobreza (Coneval 2016). Ser pobre en México implica nacer lejos de un hospital, tener acceso a una educación que aporta herramientas insuficientes, enfermarse sin medicinas y envejecer sin una pensión digna. Ser pobre también aumenta dramáticamente el riesgo de morir en un acto de violencia o ser sentenciado culpable en caso de enfrentar una acusación criminal. La desigualdad tiene muchas dimensiones y retos de política pública. Un gobierno de izquierda tendrá que tener estas consideraciones en el centro de sus metas y objetivos.
56% de la población ocupada trabaja en el sector informal. Ser pobre también implica una alta probabilidad de ser un empleado informal. Los estados con mayores niveles de pobreza son también las entidades con mayor grado de informalidad laboral. La regla también se cumple a la inversa. Un empleo formal, con todos los derechos que establece la ley, parece ser la mejor forma de mantener a una persona fuera de la pobreza.
2.4% de crecimiento económico. Sin dinamismo económico, no habrá ni empleos formales ni reducción en el porcentaje de personas que viven bajo condiciones de carencias y precariedad.
El tamaño de la deuda pública representa el 44% del PIB. Las crisis económicas son las mayores fábricas de pobres. Un gobierno que se endeuda irresponsablemente para financiar barbaridades es una autoridad que debilita la salud de las finanzas públicas y lastra el potencial económico del país.
Desde el año 2000, la Auditoría Superior de la Federación le ha entregado a la PGR cerca de 958 carpetas de investigación por presuntos casos de corrupción. Cerca del 98% de estas denuncias ni siquiera han llegado al escritorio de un juez. Esa es la cifra más cercana de la impunidad por casos de corrupción en México. Por el discurso de AMLO ayer, se puede anticipar que esa métrica de impunidad no cambiará mucho en los años que vienen.
18% de la electricidad se genera con energías renovables. Hay mucho ruido político por la importación de gasolinas de Estados Unidos, pero hay muy poca conversación sobre la dependencia del gas extranjero para generación de electricidad. Entre 2000 y 2014, las importaciones de gasolina crecieron en 143%, pero las importaciones de gas aumentaron en 880%. El desarrollo de energías renovables permitiría fortalecer la soberanía energética, reducir subsidios a tarifas eléctricas y tener menos fluctuaciones en los precios de generación. Entre la elección presidencial y la toma de posesión de AMLO, el precio del gas en Texas (Henry Hub) ha aumentado en más de 45%.
Faltan cifras y espacio editorial para enunciarlas. No son datos neoliberales o neoecheverristas, son sólo un primer inventario de estrellas para seguir la ruta de navegación del nuevo sexenio.
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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