Catorce civiles fueron asesinadas impunemente...!; Hay sólo un detenido.
Agentes policiales abatieron a cinco presuntos delincuentes. “Al ser localizados, los individuos opusieron resistencia y agredieron a personal policial, el cual repelió la agresión”, indicó el Grupo de Coordinación Estatal para la Construcción de la Paz en Tamaulipas.
Y dónde diablos está nuestra “gloriosa” Guardia Nacional?
El general Bucio presumió en la mañanera que tienen desplegados "una fuerza operativa de 99 mil 946 elementos” en 214 coordinaciones regionales.
Falta inteligencia.
Las autoridades resguardan una de las casas donde fueron asesinadas al menos dos personas en Reynosa (Tamaulipas).JOSÉ MARTÍNEZ / EFE
El tema merecía ser abordado como una prioridad en la conferencia mañanera, pero nuestro presidente sólo le dedico un párrafo de manera marginal, dijo;
"La información que quiero trasmitir a ustedes va en el sentido de que hechos lamentables en Reynosa, Tamaulipas, le costaron la vida a inocentes, 14 personas inocentes, porque todo indica que no fue un enfrenTamiento (la FGR habla de enfrentamiento), sino que fue un comando que disparó a gente que no estaba en plan de confrontación.
Entonces, es un ataque cobarde que le quita la vida a personas inocentes, enviamos desde luego nuestro pésame a los familiares y le he pedido al consejero jurídico que haga gestiones en la Fiscalía General de la República para que se atraiga el caso y se inicie una investigación a fondo para conocer los motivos y castigar a los responsables, eso lo quería informar.”
Es todo lo que dijo; estaban presente todo el gabinete de seguridad, y no dijeron más. Lástima.
Por cierto, Ricardo Monreal, responsabilizó a la Suprema Corte de Justicia de la Nación de la crisis de violencia e ingobernabilidad que sufre Tamaulipas al mantenerse “inerte”, sin resolver ni aclarar el estatus jurídico del gobernador tamaulipeco, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, a quien la Cámara de Diputados le retiró el fuero constitucional.
"Luego de lamentar la masacre ocurrida el fin de semana en Reynosa, a la que calificó de “cobarde atentado y asesinato contra gente inocente”, el senador zacatecano urgió a una reconducción ante el descontrol y la parálisis institucional en Tamaulipas, que genera un vacío de mando y de dirección, que es aprovechado por la delincuencia organizada, lo que “no merece” esa entidad. (El Universal).
Horas más tarde la FGR atrajo el caso: Comunicado FGR 232/21.
"En el caso del enfrentamiento violento, los homicidios y los diversos delitos del fuero común y federal que dieron como resultado, hasta el momento, la muerte de 19 personas, diversos lesionados y un individuo detenido, en Reynosa, Tamaulipas, la Fiscalía General de la República (FGR), en el ámbito de su competencia en materia de delincuencia organizada y la utilización de armamento exclusivo del Ejército, a petición del Gobierno de ese estado, atrajo la carpeta de investigación del fuero común para integrarla al fuero federal, en forma inmediata.
La FGR ha requerido a las autoridades locales, con base en la legislación vigente, su participación y auxilio en la indagatoria federal y en las diligencias que debe continuar la autoridad local, por los delitos del fuero común que se han cometido.
Por lo que toca al detenido Jonathan “R”, éste será puesto a disposición de las autoridades judiciales federales en el término constitucional, en razón de habérsele encontrado con un arma larga de uso exclusivo del Ejército; mientras, se continúan las investigaciones correspondientes a estos delitos de la más alta violencia, que son consecuencia de la lucha territorial de grupos delictivos de Río Bravo, Tamaulipas, contra los cárteles que operan en Reynosa.
Conforme se avance en la investigación, se continuará informando puntualmente."
Leamos el reportaje de el madrileño El País y la opinión de Héctor de Mauleón y de Alejandro Hope columnistas de El Universal, así como la de Ricardo Raphael en Milenio.
Mañana seguirá el tema.
Matanza de civiles al azar: el terror del narco asola Tamaulipas:
El crimen organizado asesinó a 14 personas a sangre fría en Reynosa. Esta cacería de inocentes es un hecho insólito para una entidad asediada por narcotráfico
Nota de ELENA REINA/ El País, 21 JUN 2021 -
Los periódicos locales de Tamaulipas advertían este lunes de que una de sus principales ciudades, Reynosa, había enmudecido. El silencio se ha apoderado de sus calles, convertidas durante 48 horas en el escenario de una guerra abierta entre el narcotráfico y las autoridades. Todas las fuerzas federales, estatales y locales se habían concentrado el domingo en aniquilar a los hombres armados que habían sembrado el terror el sábado asesinando a sangre fría a 14 personas, entre ellas albañiles, enfermeros, estudiantes, familias. Y las autoridades terminaron ejecutando a cuatro presuntos criminales. El saldo: al menos 18 muertos de una guerra que no cesa, con un epicentro esta vez en el Estado amordazado del norte, frontera con Estados Unidos. La capacidad de fuego de los cárteles mexicanos cuestiona de nuevo la estrategia prometida como consigna por el presidente Andrés Manuel López Obrador: “Abrazos y no balazos”. Cuando el mandatario insiste desde la tarima en que el país está en paz y que ya no hay guerra, la soledad de las calles de Reynosa le recuerdan que el terror de la violencia sigue ahí, ajena a eslóganes de campaña y promesas incumplidas.
La matanza de Reynosa ha constituido un hecho insólito en una entidad asediada por el crimen organizado. Los enfrentamientos callejeros entre los cárteles de la droga han sido habituales desde hace décadas, y también las balas perdidas que han asesinado a inocentes. Muchos vecinos revisan sus grupos de WhatsApp para saber si es seguro salir a la calle a determinadas horas. Pero la cacería de civiles que vivió este sábado la ciudad se trata de un suceso “inédito, inaudito”, según señaló el procurador, Irving Barrios, este fin de semana.
Pocos de los habitantes de esta ciudad de unos 600.000 habitantes, a un paso de Estados Unidos, han tenido paz desde hace décadas. La guerra contra el narco que inició Felipe Calderón en 2006 sembró de cadáveres el Estado. Los enfrentamientos entre los cárteles de la droga por controlar uno de los pasos clave de tráfico de toda mercancía ilegal (incluida la trata de personas) desde el golfo de México consolidó una población asediada por el narco, el Ejército y las fuerzas federales de seguridad. Las cifras de muertos, pese a que la guerra presuntamente concluyera con el inicio del mandato de López Obrador en 2018, han continuado siendo críticas. Según el Instituto Nacional de Estadística, que recoge las cifras más precisas de homicidios según las carpetas de investigación de la Fiscalía e informes forenses, desde 2011 (el año más sangriento) han muerto de media casi tres personas al día. Este sábado fueron acribilladas a balazos 14.
Más allá de las cifras, lo que vivió Reynosa el sábado fue un escenario de guerra en el que los criminales camparon impunemente por sus calles, con armas propias del Ejército y con un único objetivo: sembrar el terror en la población. Adultos mayores, albañiles y empleados de la maquila, taxistas, un joven recolector de basura, familias, comerciantes y un enfermero, son algunas de las víctimas de este sábado.
El periodista tamaulipeco Marco Antonio Martínez, que reportó en vivo los ataques en Reynosa, mostró los rostros de algunas, como Fernando Ruiz Flores, técnico en enfermería de 19 años. El joven originario de Río Bravo estaba trabajando en una casa como albañil para pagarse sus estudios cuando el grupo armado disparó y lo mató junto a dos compañeros. Vecinos de la colonia Bienestar aseguraron que dos de las víctimas acribilladas en una tienda de abarrotes eran el dueño y un cliente, de 55 y 24 años. Otra víctima de la masacre fue Eduardo, empleado de una maquila en Reynosa.
Todo comenzó a las 12.30 del sábado. A esa hora las autoridades estatales detectaron que una caravana de tres camionetas con hombres armados había salido de la brecha el Berrendo rumbo a la colonia Almaguer, en Reynosa. Antes de comenzar los ataques, disparando a diestro y siniestro, robaron una camioneta y avanzaron hacia esa zona residencial.
Aproximadamente alrededor de las a 12.45, el grupo acribilló a siete hombres que se encontraban dentro de un domicilio, ubicado en la avenida Rodríguez, en la colonia Almaguer. Después, como si se tratara de un escuadrón militar, avanzaron hacia la colonia Obrera y mataron a otros dos. La estela de muerte siguió hacia la colonia Bienestar, donde el mismo grupo tiroteó a otros dos hombres y a una cuadra, masacró a una familia: dos mujeres y un hombre que se resistieron a entregarles la camioneta Nissan Murano donde viajaban.
Para las 13.30, en solo una hora, el narco había asesinado ya a al menos 12 personas, según registraron las autoridades. La policía recibió numerosas llamadas de auxilio y media hora después, a las 14.00, alcanzaron al comando en el puente fronterizo Pharr. Allí las autoridades se enfrentaron a los hombres armados, uno de ellos fue ejecutado y otro, detenido. En el maletero de la camioneta llevaban a dos mujeres amordazadas.
La guerra continuó toda la noche hasta el domingo. La búsqueda del resto de los responsables se extendió hasta el municipio de Río Bravo, ubicado a 23 kilómetros de Reynosa. Soldados y policías estatales recorrieron algunos sectores y encontraron una granada sin detonar. Este lunes, el saldo de la persecución es un detenido y cuatro presuntos criminales asesinados.
Durante la tarde del domingo, el gobernador de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca —investigado por la Fiscalía General de la República por delincuencia organizada y lavado de dinero— lamentó los asesinatos de “ciudadanos inocentes” en Reynosa. “Se investiga ya el móvil de estos actos que afectaron de manera directa a la población civil, en colaboración con el Ejército mexicano, la Guardia Nacional y la Fiscalía General de Justicia del Estado”, expresó en un comunicado. Cabeza de Vaca exigió al Gobierno federal que asuma su responsabilidad en el combate a los grupos del crimen organizado, pues se trata de un delito federal y no estatal. De acuerdo con análisis criminales, células de los Cárteles del Golfo, del Noreste y Zetas Vieja Escuela operan en territorio tamaulipeco. “Las organizaciones criminales deben recibir por parte del Gobierno federal una señal clara, explícita y contundente de que no habrá espacios para la impunidad, ni tolerancia ante sus reprobables conductas delictivas. En mi Gobierno no habrá tregua para los violentos”, afirmó el mandatario.
La mañana de este lunes, López Obrador anunció que la Fiscalía General atraerá el caso de la masacre de Reynosa. “Todo indica que no fue un enfrentamiento [entre cárteles], sino que fue un comando que disparó a gente que no estaba en plan de confrontación”, ha señalado el presidente. “Fue un ataque cobarde”, ha remarcado el mandatario. Lo que sucedió en Reynosa este fin de semana es además, según han señalado algunos expertos como Geovanni F. Barrios Moreno, presidente de la asociación Justicia Tamaulipas, “un delito de lesa humanidad” perpetrado por el crimen organizado. Una guerra abierta con más de una decena de civiles asesinados.
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El tema en las columnas políticas
Reynosa y el carrusel de la impunidad/Alejandro Hope
No temían la reacción de las autoridades. No intentaron huir, sino que fueron por el segundo y el tercero ataques
El Universal,
Los sicarios arrancaron en la colonia Bienestar, un barrio céntrico de Reynosa, donde, según un reporte aparecido en EL UNIVERSAL, “asesinaron a una familia de tres personas para despojarla de una camioneta Nissan y asesinaron al propietario de una tienda y a un cliente del establecimiento”.
Luego se fueron a la colonia Almaguer, ubicada a poco más de un kilómetro del sitio del primer atentado. Allí ejecutaron a otras seis personas e hirieron a dos más. Luego continuaron la masacre en la colonia Unidad Obrera, dejando al menos dos víctimas mortales más.
Al cabo de la matanza, el comando trató de huir hacia Río Bravo. En el camino, parecen haberse topado con elementos de la Policía estatal y, según el parte oficial, esto derivó en la detención de una persona que llevaba en la cajuela de un automóvil a dos mujeres presuntamente secuestradas. Asimismo, se aseguraron tres camionetas y un arma larga. No se han dado hasta ahora más detalles sobre otras detenciones o incautaciones.
Todo esto sucedió, valga la aclaración, a menos de tres kilómetros de la sede de la 8va zona militar, a 10 minutos del complejo de seguridad de la policía estatal y a siete minutos de uno de los puentes internacionales que unen a Reynosa con McAllen, Texas.
Eso lleva a varias preguntas obvias: ¿por qué no hubo una reacción de las autoridades federales y estatales luego del primer atentado? Y si la hubo, ¿por qué no lograron prevenir al menos dos atentados adicionales en un radio de menos de tres kilómetros? Un convoy de varias camionetas con muchos hombres armados no es algo que pase desapercibido en una zona urbana densamente poblada.
Y está, por supuesto, el asunto de la fuga: luego de tres ataques, con un operativo en curso, con personal desplegado en toda la ciudad, ¿cómo es posible que solo una persona haya sido detenida? ¿Qué sucedió con todos los demás miembros del grupo armado?
La respuesta a estas preguntas es tristemente obvia: este tipo de hechos no puede suceder en ausencia de una red de protección a los delincuentes. Los asesinos probablemente sabían de antemano que iban a poder moverse en Reynosa sin mayor impedimento. No temían la reacción de las autoridades. No intentaron huir luego del primer ataque, sino que fueron por el segundo blanco y luego por el tercero.
Esta masacre ocurrió porque hubo connivencia de diversas autoridades con los asesinos ¿Hasta dónde llegan las complicidades? Lo ignoro, pero las investigaciones tendrían que involucrar a todos los funcionarios estatales y federales que pudieron haber reaccionado y no lo hicieron.
Los hechos de Reynosa son un potente recordatorio del déficit de rendición de cuentas de nuestro sistema de seguridad y justicia. No existen mecanismos robustos para que haya consecuencias por lo que se hace y lo que se deja de hacer. Las corporaciones que cuentan con unidades de asuntos internos medianamente funcionales se cuentan con los dedos de una mano. Las que cuentan con mecanismos de fiscalización civil externa son aún más escasas. La supervisión legislativa sobre las policías, las fiscalías o las Fuerzas Armadas es estructuralmente débil. El control judicial es incipiente, en el mejor de los casos. En esas circunstancias, no hay condiciones para contener los abusos y la corrupción que permean en las instituciones de seguridad y justicia.
Mientras no se atienda ese problema y seguimos durmiendo con el enemigo, no va a haber manera de contener la violencia. Los criminales matan porque pueden y pueden porque nadie intenta detenerlos.
alejandrohope@outlook.com
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La cacería de inocentes en Reynosa/Héctor De Mauleón
El Universal,
No había ocurrido nunca algo semejante a lo que sucedió este sábado: sicarios cazando personas en las calles, sin que se les persiga, se les detenga, se les juzgue
El sábado pasado, la ciudad de Reynosa volvió a ser un pueblo fantasma de avenidas desoladas y comercios cerrados. Circulaban por WhatsApp mensajes que pedían a la gente no salir de sus casas y alertar a sus familiares de que la pesadilla nuevamente había comenzado.
Ese día una caravana formada por camionetas y autos sedán llegó a Reynosa desde Río Bravo. Quienes formaban parte del convoy recorrieron cuatro colonias del oriente –Almaguer, Lampacitos, Unidad Obrera y Bienestar– disparando contra la gente que iban hallando a su paso.
Trabajadores de la construcción, obreros que reparaban el alcantarillado, un joven enfermero recién graduado, un adulto mayor que caminaba bajo el sol ardiente (y al que tendieron de un tiro en la garganta), el dueño de una tienda de abarrotes y un cliente que hacía compras en el momento en que pasó el comando de sicarios.
En total, 14 personas cuyas vidas fueron arrancadas de tajo, a capricho de los asesinos.
La gente de Reynosa ha aprendido a vivir entre balaceras que se registran casi todos los días, a cualquier hora. Es común que los ciudadanos chequen sus redes sociales antes de salir de la casa o del trabajo, a fin de evitar las zonas de guerra: vialidades en las que se registran persecuciones, o hay vehículos incendiados.
No es extraño que civiles pierdan la vida al quedar en medio del fuego de los grupos que disputan el control de esa ciudad fronteriza.
Pero nunca había ocurrido algo semejante. La cacería de personas inocentes, sin antecedentes penales ni relación alguna con el crimen organizado. “Inédito, inaudito”, dijo el procurador Irving Barrios.
En abril de 2017, un antiguo guardaespaldas que se había convertido en líder del Cártel del Golfo, Julián Manuel Loisa Salinas, El Comandante Toro, fue abatido por la Marina.
Loisa huía por sexta vez de un operativo diseñado para detenerlo. En esa ocasión no consiguió escapar. La camioneta en que se daba a la fuga se estrelló contra un árbol: él descendió abriendo fuego contra los marinos. Lo acribillaron en el acto.
Su muerte desató dos días de caos y violencia extrema en Reynosa. Sus hombres quemaron comercios, automóviles, autobuses, camiones de carga. Se registraron 32 bloqueos en la ciudad.
El mismo Cártel del Golfo hizo circular audios en los que ordenaba a la gente no salir de sus casas. Corrían versiones de que un grupo de Ciclones –una de las facciones del cártel– había sido enviado desde Matamoros para apoderarse de la ciudad, uno de los principales pasos de droga y de migrantes: mina de oro del secuestro, el “cobro de piso”, el robo de hidrocarburos y la extorsión.
El mando fue asumido por Jesús García, El Güero Jessi. Pero otros jefes del cártel se opusieron: Alberto Salinas, El Betillo; Petronilo Flores, alias El Metro 100 o El Comandante Panilo; Lui Alberto Blanco, El Pelochas, así como Juan Miguel Lizardi, a quien apodan Miguelito 56.
Entre abril y julio de ese año se registraron 90 ejecuciones en Reynosa. Se hablaba de un centenar de desapariciones. Se recrudecieron los enfrentamientos entre Los Metros (fracción del CDG cuyo bastión es Reynosa), Los Ciclones (brazo armado creado por Alfredo Cárdenas Martínez, El Contador) y Los Escorpiones (fracción creada por Antonio Ezequiel Cárdenas Guillén, alias Tony Tormenta, e integrada por expolicías).
La lucha interna terminó en un baño de sangre que sumió a Reynosa en la oscuridad. El Betillo y El Güero Jessi fueron abatidos. El Pelochas y El Metro 100, detenidos. Sus sucesores siguieron enfrascados en una pugna que ha hecho de Reynosa una de las ciudades más peligrosas de México –y con mayor percepción de inseguridad.
En 2019 140 habitantes de Charco Escondido, a solo 20 kilómetros de Reynosa, abandonaron sus casas: los sicarios habían entrado a la comunidad para quemar varios domicilios: siete personas de la misma familia fueron asesinadas días después.
En medio de todo aquel fuego también se introdujo en la zona el Cártel del Noreste, que comanda un sobrino del sanguinario Z-40, exlíder de los Zetas: Juan Gerardo Treviño, conocido como El Huevo.
Desde hace años, los cadáveres de personas ejecutadas aparecen en los caminos rurales, como ocurrió en mayo de 2021 cuando seis hombres con chalecos tácticos fueron hallados con disparos en la cabeza, o como ocurrió en agosto del año pasado, en que aparecieron las cabezas de tres “estacas” del Comandante Maestrín (un lugarteniente de Miguelito 56).
Desde hace años, los bloqueos son cosa de todos los días, como sucedió en marzo pasado, cuando la alcaldesa Maki Ortiz no pudo llegar al festejo por los 272 años de la fundación de la ciudad debido a que criminales habían atravesado vehículos y colocado ponchallantas en diversas avenidas.
Desde hace años, en uno de los principales centros manufactureros y de comercio transfronterizo, las clases se suspenden, los comercios cierran, la gente se pertrecha en sus casas: las calles se convierten en un cementerio.
Y sin embargo, no había ocurrido nunca algo semejante a lo que sucedió este sábado: sicarios cazando personas en las calles: asesinos que recorren cuatro colonias matando al azar, sin que ocurra nada: sin que se les persiga, se les detenga, se les juzgue.
Las masacres se repiten. La violencia en México está fuera de control y el Estado es cada vez más incapaz de garantizar la seguridad de los ciudadanos.
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La masacre de Reynosa/Héctor De Mauleón
El Universal, 22/06/2021;
Fue El Maestrín, lugarteniente de uno de los jefes del Cártel del Golfo a quien se conoce como Miguelito 56, quien dio las órdenes: entrar en Reynosa, bastión de Los Metros, y abrir fuego contra quien fuera: provocar una masacre que obligara a las autoridades a aplastar a Los Metros.
En al menos tres vehículos, un grupo de sicarios recorrió los 20 kilómetros que separan Río Bravo de Reynosa, Tamaulipas.
A esta última ciudad los sicarios entraron por una brecha —se dice que la brecha a la que llaman El Berrendo— y se aproximaron al sector donde se hallan las maquiladoras.
Entre los atacantes había gente de Matamoros —del grupo Los Ciclones—, enviada por José Alfredo Cárdenas Martínez, El Contador, sobrino de Osiel Cárdenas Guillén. Había también gente de la organización conocida como Los Escorpiones, que opera en Río Bravo.
Estas organizaciones disputan desde hace años el control del Puente Internacional Pharr, así como del torrente de negocios ilícitos que transcurre a lo largo de este: contrabando, tráfico de migrantes, paso de drogas, de armas, de huachicol.
Tras apenas pisar Reynosa, la caravana divisó a un muchacho que al lado de sus padres se disponía a abordar una camioneta Murano. Los sicarios decidieron quedársela. Lo acribillaron a él, y luego a sus padres. Metieron en la cajuela del vehículo a dos hermanas del joven y avanzaron por zonas de marginación y bajo ingreso.
Eran aproximadamente las 12:45 del sábado 19 de junio, un día de horror.
El comando atravesó calles de la colonia Almaguer, una de las ocho más inseguras de la ciudad, y apareció de pronto en General Rodríguez. Ahí, los asesinos tiraron contra unos albañiles que hacían reparaciones. Los conteos son contradictorios y confusos. De acuerdo con los testigos, mataron a tres e hirieron a dos de los trabajadores.
En la misma avenida acribillaron, metros más adelante, a un taxista que quedó doblado sobre el volante de su Nissan. Luego balearon al conductor de un Jeep: también él perdió la vida.
El grupo recorrió tres colonias más —Lampacitos, Unidad Obrera y Bienestar—. Esa tarde, según las autoridades, ocurrieron en total “11 eventos”. El saldo fue de 15 civiles muertos. La policía recogió casquillos de .222, “cuernos de chivo” y .9mm.
En un enfrentamiento con estatales que les dieron alcance en las cercanías del Puente Pharr, uno de los agresores murió y otro quedó herido. Según fuentes de seguridad, este último reveló que quien había “bajado” la orden era “El Comandante Maestrín”.
Existe poca información sobre este operador del Cártel del Golfo (CDG), aunque hace unos meses la decapitación de tres sujetos enviados por él a Reynosa fue grabada por sicarios de Los Metros.
Las profundas divisiones que el Cártel del Golfo sufre a consecuencia de sus luchas de poder —hice referencia a ellas en la entrega de ayer—, arreciaron en noviembre del año pasado cuando un sobrino de Osiel Cárdenas Guillén, José Alfredo Cárdenas Martínez, El Contador, fue liberado mediante artilugios legales, tras pasar casi dos años en un penal de Durango.
El Contador volvió a Tamaulipas e inició una recomposición del CDG. Datos de inteligencia indican que ordenó que Los Ciclones tomaran control pleno de Reynosa.
Se cree que él mismo dio instrucciones para que sus hombres les pusieran a Los Metros “la plaza” en llamas.
La información proporcionada a cuentagotas por las autoridades indica que, en un segundo enfrentamiento con la policía, suscitado horas después del primer ataque, murieron otros tres agresores, entre ellos una mujer.
Reportes de medios locales indican que cuando la Guardia Nacional y elementos de la Sedena barrieron Río Bravo y Reynosa, a los atacantes ya no se les veía ni el polvo. Se informó, incluso, que un helicóptero de la Defensa había sido tiroteado desde tierra.
Los sucesos de Reynosa, ocurridos luego de que el gobierno federal retirara a miles de elementos de la Guardia Nacional, enviados a cuidar las elecciones, desmienten que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador tenga sobre el país el control territorial que dice tener. No solo eso, al ocurrir a solo unos metros de la línea fronteriza, podrían llevar al gobierno a una nueva zona de tensión con Washington, en donde está la tentación de emplear un término —terrorismo— que el gobierno mexicano no quisiera escuchar.
Según analistas consultados, el hecho de que un grupo criminal se atreva a salir a cazar gente inocente por las calles, es también un aviso: un aviso que dice que Francisco Cabeza de Vaca ya no gobierna Tamaulipas.
Por donde se le mire, fue un sábado atroz.
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POLÍTICA ZOOM
La guerra que vamos perdiendo/RICARDO RAPHAEL
Milenio,
Al crimen organizado se le derrota cuando sus actividades ocurren debajo de la coladera. Esta conflagración se gana cuando las empresas criminales no afectan la vida cotidiana de la sociedad; cuando su violencia no toca a las personas comunes, a sus propiedades, su comercio, su dignidad, sus derechos.
Esta conseja es del fiscal italiano Gian Carlo Caselli, quien procesó al líder de la Cosa Nostra, Salvatore Totò Riina, organización que se apoderó de Sicilia durante los años 80 y principios de los 90 del siglo pasado.
En una entrevista para el programa Espiral que me concedió en 2009, Caselli agregó: tan ingenuo es suponer que basta con eliminar a las cabezas como creer que puede erradicarse a estas organizaciones. Obviamente no se trata tampoco de pactar mafiosamente con ellas.
El mensaje del Estado debe ser contundente: “si sacas la cabeza de la coladera y atentas contra las y los civiles, la fuerza pública será implacable.”
En México hemos cometido las tres ingenuidades referidas por Caselli: creímos que era suficiente apresar a “los objetivos” más buscados, también que era posible destruir a las organizaciones criminales; más recientemente, hemos supuesto que puede lograrse con ellas un pacto explícito de no agresión.
Ninguna de las tres estrategias ha funcionado: el sábado pasado un comando armado asesinó, presumiblemente al azar, a 14 personas en el municipio de Reynosa, Tamaulipas. A partir del medio día, los criminales visitaron tres colonias distintas situadas al sureste de la ciudad: Almaguer, Lampacitos, Unidad Obrera y Bienestar.
Desde sus automóviles arremetieron contra el dependiente de una tienda de abarrotes, un adulto mayor, un taxista, un joven que vendía celulares, dos mujeres y un hombre pertenecientes a una misma familia, entre otras víctimas.
La siembra de cuerpos y rostros, cubiertos por los servicios forenses en las calles de Reynosa, son la escenografía de la derrota. Mientras puedan violentar libremente la vida de la gente común, el triunfo continuará siendo suyo.
Zoom: atentar contra civiles inocentes es el desafío más vil, es un acto de terrorismo, que según el consejo de Caselli habría de merecer la respuesta más definitiva y contundente de la autoridad. Y sin embargo...
@ricardomraphael
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