Félix Gallardo, según Félix Gallardo/DIEGO ENRIQUE OSORNO
Milenio, 21.08.2021;
Se encuentra internado en una prisión de alta seguridad. Telemundo
La portada de El Jefe de Jefes, uno de los 10 discos en español más vendidos en México en 1997, es una fotografía de los cinco integrantes de Los Tigres del Norte en la prisión de Alcatraz. Ese año, la disputa a sangre y fuego por territorios del crimen ya era una realidad y no parecía extraño que un corrido en honor de un capo de la droga se convirtiera en éxito del momento, por encima de los boleros de Luis Miguel. Todo el tiempo surgían bandas del narco a las cuales los policías bautizaban con nombres de estados o ciudades como Juárez, Tijuana, Guadalajara, Durango, Sinaloa, o regiones del país como el Golfo, el Pacífico y el Sureste.
El corrido había aparecido en un momento inmejorable. La figura del capo ya formaba parte del imaginario nacional. Tras su lanzamiento, una tienda de armas de California, EU, puso a la venta, en 2 mil dólares cada uno, 200 revólveres calibre .38 con el gatillo y el martillo inoxidables, los tornillos de oro y la frase “el Jefe de Jefes” unida al grabado de un caballo bronco y el escudo nacional de México.
No en Alcatraz, pero sí en otra prisión de máxima seguridad inspirada en ella, Miguel Ángel Félix Gallardo, quien había conocido a varios jefes de los grupos que ya competían a balazos entre sí por el control del mercado de la droga, estaba a un año de cumplir su primera década preso.
El corrido de El Jefe de Jefes —cuya letra está basada en la ficción, según su creador, el compositor Teodoro Bello— revivía las leyendas creadas en torno a él. La más importante era que antes de ser detenido, Félix Gallardo había logrado controlar él solo todo el negocio de la droga en México; que él era el Jefe de Jefes, el hombre-mito al que se canta en el corrido.
Una década después del lanzamiento de El Jefe de Jefes, en la desaparecida página www.miguelfelixgallardo.com creada en agosto de 2008 por la familia de Félix Gallardo, un internauta comentó: “Se dice que el corrido Jefe de Jefes fue dedicado a él”. La respuesta apareció horas después:
“Acabo de buscar la letra en internet y empieza diciendo así: ‘A mí me gustan los corridos’, y para empezar a mi padre no le gustan. Él dice que agradece los que le han compuesto pero que él es de música más moderna y de lo romántico. Quizás el corrido Jefe de Jefes está basado en algún personaje de ficción y en algunos extractos de hechos reales, o viceversa, es algo muy común”.
A la par de una campaña para pedir al presidente Felipe Calderón que Félix Gallardo reciba una mejor atención médica debido a los padecimientos que tiene a los 63 años en un oído y en los ojos, la página web en la que apareció la pregunta cuenta con un foro de discusión que gira en torno a la vida de quien es considerado el fundador del cártel de Sinaloa. Las dudas sobre el hombre nacido en Bellavista, pueblo del valle de Culiacán que en los cuarenta no tenía calles pavimentadas, van desde cuáles eran sus pasatiempos preferidos hasta los detalles sobre las relaciones que estableció en los ochenta con su contemporáneo, el capo colombiano Pablo Escobar.
MILENIO, La Jornada, Reforma y Proceso publicaron notas sobre el sitio de internet, considerándolo a grandes rasgos una curiosidad del ciberespacio. También hubo comentarios en las respectivas páginas web de las publicaciones, donde se criticaba la supuesta exaltación al narco y el hacer apología de la violencia. A pesar de eso, los hijos mantuvieron el sitio electrónico y continuaron, entre preguntas y respuestas, soltando retazos de la historia no conocida del Jefe de Jefes, como el detalle de que es un lector voraz que lo mismo lee el Diccionario filosófico de Voltaire que la revista Mecánica Popular o novelas como Casi el paraíso de Luis Spota y el semanario Time. O incluso, que la mayor biblioteca de Sinaloa, ubicada en las instalaciones de la universidad pública estatal, fue construida con dinero donado por él.
En cambio, de la vida en los extremos del dinero y de la muerte se menciona poco en la página web.
Un día de noviembre de 2008, en el mismo foro del sitio de internet, un usuario acusó a Félix Gallardo de causar la violencia de ese momento en el país y en especial la que se vive en Culiacán, Sinaloa. Uno de los hijos del viejo capo respondió:
“Le informo que Miguel Félix Gallardo tiene casi 20 años en prisión y le aseguro que es muy poco probable que sea responsable de la ola de violencia que azota a nuestro país. La prensa utiliza el nombre de mi señor padre para rellenar notas; también el gobierno lo usa para adornar detenciones de otros personajes que ellos mismos crean. Muchos medios aseguran que algunas personas desde el Altiplano dirigen organizaciones criminales, cosa que es poco razonable ya que todas las llamadas telefónicas, visitas familiares y entrevistas con los abogados son grabadas; debo añadir que incluso la correspondencia es revisada. Aunque no me lo crea yo también detesto lo que está ocurriendo en Culiacán”.
Tras leer esta respuesta envié un mensaje electrónico a uno de los hijos que administran la página, preguntándole más detalles sobre la opinión que tenía su padre en torno a la situación en el país y planteando la posibilidad de una entrevista con él para abundar en el tema.
Así inicié correspondencia con uno de los 18 hijos de Félix Gallardo, un joven treintañero al que tampoco le gustan los corridos y a quien la reciente historia aparecida en periódicos europeos sobre el periplo del hijo de Bin Laden, buscando un país donde vivir, le pareció conmovedora, quizá porque algo de eso ha vivido él también.
“No estudié leyes pero en algún momento quise hacerlo al igual que también algo de política, pero de haberlo hecho quizás no hubiera tenido éxito ya que la gente, cuando sabe de dónde vienes, le pone ‘un narco’ a tu profesión. Por ejemplo, narco-abogado, narcopolítico, etcétera. Así jamás te dejan trabajar. Los problemas de los padres a veces se heredan de cierta forma.” Durante el intercambio epistolar, Jif —que es como se identifica por internet— me escribió:
“Hay personas que escuchan el nombre de mi papá y lo asocian a sucesos lamentables en los que en general no tiene mucho que ver. Le tachan de envenenador y demás. Yo no puedo afirmar ni negar que haya sido traficante de drogas; eso es un asunto legal en el que no me puedo meter. Lo que yo tengo entendido es que en los setenta y ochenta, México solo era un trampolín hacia Estados Unidos y que ‘el producto’ no se quedaba aquí. En 1989, cuando mi papá fue detenido, yo era muy joven. Lo que nunca olvidaré es que en las noticias lo presentaron acompañado de imágenes de niños de África desnutridos y otros aquí en México oliendo Resistol, como si mi padre hubiera sido el responsable del hambre y las condiciones sociales del país”.
Cuando encontró el mejor momento para hacerlo, el hijo de Félix Gallardo le planteó mi inquietud a su padre. Él aceptó de inmediato recibirme en el Altiplano para concederme una entrevista; sin embargo, al poco tiempo me di cuenta de que podía ser más fácil que se legalice la mariguana en México que el que un reportero entre en Almoloya para tratar de hacer su trabajo. A lo largo de la historia de la penitenciaría diseñada por el arquitecto Juan Pablo de Tavira, solamente los periodistas Julio Scherer, Carlos Marín y el fallecido Jesús Blancornelas han podido tener conversaciones periodísticas con internos. En comparación con Colombia, donde más de un jefe del narcotráfico ha dado su testimonio sobre uno de los mayores negocios de América Latina, en México pocos han sido los personajes importantes del crimen organizado que han relatado sus experiencias, como lo hizo antes Rafael Caro Quintero y ahora Sandra Ávila Beltrán, la Reina del Pacífico.
Diego Enrique Osorno
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