El papa Francisco se encuentra de gira desde el pasado jueves 2 de diciembre por Chipre y Grecia; es el viaje # 35 de su pontificado; acude con fervor a tierras consideradas la cuna de la civilización occidental.
Ayer culminó su visita a Chipre con un emotivo encuentro con migrantes; desde ahí pidió abrir los ojos ante el horror de los campos de concentración que hay por esos lugares...
Alredededor de 200 personas, la mayoría migrantes y refugiados, asistieron la tarde a un servicio religioso en la iglesia de la Santa Cruz.
Entre ellas se encontraban personas diversas nacionalidades: sirios, cameruneses, congoleños, filipinos, libaneses. Francisco escuchó los durísimos testimonios que casi lo hicieron llorar..
En ese momento, hizo a una lado su discurso oficial e improvisó y con con palabras durísimas volvió a gritarle al mundo el espanto de la existencia de muros y alambrados de púas, de virtuales campos de concentración donde encierran a desesperados que huyeron de sus casa por un futuro mejor,
Consideró el drama de la migración, “la guerra de este momento”.
“¡Es el sufrimiento de hermanos y hermanas que no podemos callar!”, clamó, denunciando la situación de esclavitud que sufren los migrantes, pero sobre todo la reinante “cultura de la indiferencia”.
"Viéndolos a ustedes, pienso en todos los que tuvieron que volver porque fueron rechazados. Y acaban - o acabaron-, en lugares donde son vendidos, torturados, donde la esclavitud se impone", deploró.
Desde allí, el Papa pudo ver en primera persona el terrible muro que parte en dos a Chipre. El edificio -la iglesia-, en efecto, se levanta en la llamada “tierra de nadie”, zona controlada por Naciones Unidas, a lo largo de la llamada “línea verde”, entre las líneas militares greco-chipriotas y turco-chipriotas.
“Veo desde aquí los alambrados de púa... Esta es una guerra de odio que divide el país”, admitió, refiriéndose al conflicto chipriota.
Pero agregó que no sólo hay muros en este lugar, sino en muchos ( no mencionó pero ha mencionado a EU).
“Pero hay alambrados de púa en otras partes, que se ponen para no dejar entrar al refugiado, el que viene a pedir libertad, pan, ayuda, hermandad, alegría, que está huyendo del odio y que se encuentra delante de un odio que se llama alambre de púas”, acusó, con palabras que evidentemente le salían del corazón.
“Que el Señor despierte la consciencia de todos nosotros delante de estas cosas”, urgió.
Fue un fuerte discurso del papa jesuita.
Hoy viajó a Grecia donde tras almorzar en la nunciatura, el Pontífice sostuvo un histórico encuentro con la Iglesia Ortodoxa Griega; Francisco fue acogido por Su Beatitud, Jerónimo II, Arzobispo de Atenas y Primado de la Iglesia Ortodoxa de Grecia.
Y en unas horas volverá a la isla de Lesbos, símbolo del drama de los migrantes, lugar que ya visitó en 2016, donde también dejó en claro su dolor ante la cada vez mayor indiferencia del mundo ante este drama.
Por cierto, el papa tiene previsto el traslado de 50 migrantes de Chipre hacia Italia.
Se trata de un primer grupo de 12 migrantes que llegará a Italia dentro de unas semanas, gracias a la iniciativa del Papa y a la organización de la Comunidad de Sant'Egidio, con la contribución de las autoridades italianas y chipriotas. El objetivo es reubicar a unas cincuenta personas, entre ellas mujeres solteras con hijos.
¡Enhorabuena!
##
En Chipre, el papa Francisco denunció la indiferencia frente al sufrimiento de los migrantes
France24.com 04/12/2021 - 00:13
Texto por: Amal Benotman
El sumo pontífice pretendía con su viaje a Chipre centrarse una vez más en la cuestión de la migración, un reto considerable en la isla y en la región, con el contexto de las tensiones que este tema provoca en la Unión Europea. En un discurso sin rodeos, el jefe de la Iglesia católica volvió a advertir al continente europeo contra los "muros del miedo" y los "intereses nacionalistas".
Más de 200 personas, la mayoría migrantes y refugiados, asistieron en la tarde del viernes 3 de diciembre a una misa en la iglesia neoromana de Santa Cruz, presidida por el papa Francisco, en el segundo día de su visita a Chipre.
Entre ellas se encontraban personas diversas nacionalidades: sirios, cameruneses, congoleños, filipinos, libaneses, todos se reunieron en la iglesia donde el Papa dirigió una oración ecuménica.
El pontífice argentino -que procede él mismo de una familia de migrantes italianos y que nunca ha dejado de abogar por acoger a los "hermanos", independientemente de su religión o de su condición de refugiados o migrantes económicos- optó, antes de iniciar la ceremonia, por dejar su discurso oficial de lado y lanzarse en una fuerte carga contra quienes convierten la ruta de los migrantes en un viaje a menudo trágico.
Un discurso improvisado en defensa de los migrantes
"Viéndolos a ustedes, pienso en todos los que tuvieron que volver porque fueron rechazados. Y acaban en lugares donde son vendidos, torturados, donde la esclavitud se impone", deploró el jefe de la Iglesia católica, dirigiéndose a cuatro refugiados de Sri Lanka, Camerún, Irak y la República Democrática del Congo. Minutos antes, ellos dieron sus testimonios y describieron el sufrimiento diario por ser migrantes o refugiados.
"Cada día tengo que enfrentarme al hecho de que todos mis sueños y ambiciones se reducen a una simple casilla en un formulario que hay que marcar", declaró Thamara, una migrante de Sri Lanka.
"Tengo que explicarme en una palabra a las personas que deciden o no reconocer mi existencia. ¿Qué digo? Normalmente tengo que elegir entre: 'extranjera, víctima, solicitante de asilo, refugiada, migrante, otra…'", contó. "Pero lo que quiero gritar es: 'persona, hermana, amiga, creyente, vecina...'".
El papa Francisco, que dijo haberse sentido muy conmovido por los testimonios, pidió entonces que "se abran los ojos" ante la "esclavitud" y la "tortura" que sufren los migrantes en los campamentos, estableciendo un paralelismo con la Segunda Guerra Mundial.
"Nos recuerda la historia del siglo pasado, de los nazis, de Stalin, y nos preguntamos cómo pudo ocurrir. Pero lo que ocurrió en el pasado está ocurriendo hoy en las costas vecinas", denunció el pontífice, en una referencia a las costas europeas.
"¡Es tan fácil mirar para otro lado!"
"Vemos lo que está pasando y lo peor es que nos hemos acostumbrado a ello. ¡Acostumbrarse es una enfermedad muy seria! No hay antibióticos para esto", añadió durante su larga improvisación, condenando una vez más "la cultura de la indiferencia" por parte de "los que tienen todo".
"¡Es tan fácil mirar para otro lado!" sentenció.
Ante el "sufrimiento" de "tantas personas de las que se han aprovechado", Francisco siguió su alocución levantándose contra "la guerra del odio" y contra "quienes impiden la entrada de los refugiados que solicitan fraternidad, ayuda y alegría".
"Huyen del odio y se encuentran ante un muro de odio", dijo, viendo en esta realidad "la historia de esta sociedad desarrollada que llamamos Occidente".
Francisco siguió pidiendo a los creyentes "no resignarse a un mundo dividido", sino avanzar hacia "una humanidad sin muros de separación".
"Diferentes, ciertamente, y orgullosos de nuestras particularidades, que son un regalo de Dios", insistió.
Según reportó la agencia francesa AFP, el papa tiene previsto el traslado de 50 migrantes de Chipre hacia Italia.
La República de Chipre afirma tener el mayor número de solicitantes de asilo en Europa y dice que en los diez primeros meses del año llegaron unos 10.000 migrantes indocumentados, la mayoría procedentes de la parte norte separatista de la isla, ocupada por Turquía.
Según el ministro de Interior chipriota, Nikos Nouris, la proporción de solicitantes y beneficiarios de protección internacional en Chipre es del 4% de la población.
"Es obvio que se trata de una cifra enorme teniendo en cuenta la población de Chipre, que es de 1,2 millones, y sus recursos financieros y humanos", había advertido en una entrevista con el semanario francés Marianne a mediados de noviembre.
Por otra parte, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), más de 20% de los nuevos solicitantes de asilo en los primeros nueve meses de 2021 eran sirios. Sin embargo, el número de solicitantes de asilo procedentes de África Occidental aumentó en 2019.
Tras la visita de Benedicto XVI en 2010, esta fue la segunda visita de un papa a la isla mediterránea, en la que Francisco ve "un verdadero punto de encuentro entre diferentes etnias y culturas".
Con AFP
#
Síntesis de la tercera jornada del Viaje Apostólico de Francisco
Pasadas las 11 de la mañana se posó sobre la losa del aeropuerto internacional de Atenas, Grecia, el vuelo que llevó al Papa Francisco procedente de Chipre, iniciando así la segunda etapa de su 35º viaje apostólico.
Felipe Herrera-Espaliat desde Atenas, Grecia
Vatican News. Tras despedirse del pueblo de Chipre, donde habló fuertemente sobre los derechos de los migrantes, sobre la dignidad que se les debe respetar como hijos De Dios, y sobre la responsabilidad de todos, especialmente de la comunidad internacional, de dar una solución definitiva a esta tragedia humanitaria, el Santo padre abordó el vuelo que en dos horas lo condujo hasta la capital griega.
Al pie del avión lo esperaba el ministro de Relaciones Exteriores de Grecia y, como de costumbre, un pequeño grupo de niños que le ofrecieron un ramo de flores. Desde allí el Papa se fue raudo al Palacio de gobierno, donde fue acogido oficialmente por la Presidenta de la República Helénica, Katerina Sakellaropoulou, con quien sostuvo un encuentro privado. Acto seguido fue el turno de encontrarse con el Primer Ministro Kyriakos Mitsotakis.
El retroceso de la democracia
Después, Francisco habló a las autoridades de la nación y al Cuerpo Diplomático. Y eligió Grecia, precisamente la cuna de la democracia, para advertir acerca del retroceso de los valores democráticos que se está experimentando en Europa. El Papa explicó que esto en gran medida se debe al debilitamiento de las instituciones, que ha permitido la irrupción de nuevos tipos de populismos, autoritarismos y nacionalismos. Pero el Pontífice no se detuvo en la crítica: una vez más valoró el rol esencial que debe cumplir la buena política para trabajar por el bien común, y así organizar a las sociedades de modo que haya justicia y paz. Eso sí, el Papa advirtió que no todo depende de los políticos, sino que el fortalecimiento de la democracia requiere también del compromiso y de la participación de todos los ciudadanos. Como ha sido la tónica de este viaje, Francisco también aprovecho esta instancia para abogar una vez más por los migrantes.
Histórico encuentro con Iglesia Ortodoxa Griega
Tras almorzar en la nunciatura, el Pontífice sostuvo un histórico encuentro con la Iglesia Ortodoxa Griega en dependencias del arzobispado de dicha comunidad cristiana en Atenas. El Santo Padre fue acogido por Su Beatitud, Jerónimo II, Arzobispo de Atenas y Primado de la Iglesia Ortodoxa de Grecia. El diálogo se dio teniendo en medio de ellos un ejemplar dorado de los evangelios y un icono de la Theotokos, modo griego de referirse a la Madre de Dios. En sus palabras, llenas de estima a su hermano obispo, el Papa Francisco hizo referencia al hecho de que tanto la Iglesia Católica como la Ortodoxa proceden de la predicación de los apóstoles que acompañaron a Jesús, y lamentó el histórico deterioro de la comunión entre ambas. Por eso mismo, el Santo Padre invocó la fuerza del Espíritu Santo de modo que permita una nueva cercanía entre católicos y ortodoxos que se traduzca en un testimonio de caridad y unidad en Cristo para todo el mundo.
Servir con un amor apasionado
Posteriormente el Pontífice fue a la Catedral Católica de Atenas, dedicada a San Dionisio el Areopagita, primer obispo de la ciudad. Allí lo recibieron prelados, sacerdotes, religiosas y laicos que, en comunión con el Papa, anuncian el Evangelio en Grecia, la misma tierra que escuchó tan claramente la predicación de san Pablo, como lo recordó una y otra vez el Pontífice. Francisco siguió atento dos testimonios de las experiencias pastorales en la nación helénica, y les respondió agradecido, animando a todos a vivir su servicio con un amor apasionado, haciéndose don para las comunidades donde son enviados, y siempre teniendo un espíritu de confianza en Dios y de acogida a los demás.
El Papa cerró su jornada con una reunión privada con miembros de la Compañía de Jesús que sirven en Grecia, y se recogió para partir este domingo 5 de diciembre rumbo a la isla de Lesbos, donde visitará un campo de refugiados en la ciudad de Mitilene. Hace cinco años estuvo en esa misma localidad y alzó fuerte la voz pidiendo la asistencia internacional a los miles y miles de refugiados que sufren en el mundo, y cuya situación, pese al compromiso vital de Francisco, está lejos de mejorar.
##
El papa Francisco regresa a Lesbos cinco años después
Daniel Verdú
El País, Roma - 01 DIC 2021
El mundo es enorme y los pontificados cortos, especialmente si se atiende a la milenaria historia de la Iglesia católica. Así que repetir destinos, especialmente cuando no son grandes polos geoestratégicos, no es habitual en la agenda internacional de los pontífices. Francisco, sin embargo, ha decidido volver a hacerlo -la primera vez fue en Cuba- y subrayar uno de los objetivos de su pontificado regresando a la isla de Lesbos, de donde volvió en 2016 con 12 refugiados en el avión. Con ese faro comienza este jueves un viaje a Chipre y Grecia, el tercero internacional del año y el número 55 del pontificado. “En Lesbos me acercaré a una humanidad herida en la carne de tantos migrantes en busca de esperanza. Les pido, por favor, que me acompañen en la oración”, anunció durante la audiencia general.
Francisco regresa a Lesbos, cinco años después de su histórica visita. El momento era muy distinto entonces. En plena emergencia migratoria, más de 10.000 personas vivían en condiciones pésimas en el campo de Moria. El pontífice visitará ahora el nuevo campo de Mavrovouni, donde residen cerca de 2.500 migrantes en mejores condiciones que entonces, pero todavía azotados por las restricciones de la pandemia. Lesbos, convertido en uno de los grandes símbolos de su pontificado, servirá de nuevo para lanzar un llamamiento a Europa a favor de la acogida, justo en el momento en que los flujos han vuelto a aumentar.
Francisco durante su viaje a Lesbos en 2016
Francisco durante su viaje a Lesbos en 2016
REUTERS
DIRECTO | ENTREVISTA a DARIAS en CADENA SER
El viaje, sin embargo, arranca el jueves en Chipre. La mayoría religiosa en una isla que ejerce como última frontera europea es ortodoxa griega. Los católicos en este país no llegan al 1 % de la población y los maronitas apenas rozan los 8.000. Una comunidad que espera que este viaje ayude a conservar su cultura. Pero la visita también tendrá connotaciones políticas con marcado acento turco. “La reunificación de Chipre ha sido durante mucho tiempo una herida abierta, no será ignorada”, aseguró el portavoz de la Santa Sede, Matteo Bruni, recordando que el Vaticano “apoya todos los esfuerzos para fortalecer las conversaciones bilaterales, que son la única solución para la isla y sus habitantes”.
Francisco, presumiblemente, animará al diálogo y hará referencia al llamado “ultimo muro de Europa”, el que divide Chipre y su capital Nicosia tras la invasión en 1974 de Turquía, que ocupó un tercio de la isla y que en 1983 proclamó como República Turca del Norte de Chipre (RTNC), aunque solo Ankara la reconoce como legítima. Las alusiones al país vecino, alejado en tantos temas de la visión del mundo del actual Pontífice, serán también examinadas con lupa en los discursos que realizará durante los dos días que se encontrará en la isla. La jornada siguiente, el viernes 3 de diciembre, Francisco iniciará uno de los objetivos de este viaje: relanzar el diálogo con la iglesia ortodoxa. Para ello se reunirá con Jrisóstomo II, arzobispo ortodoxo de Chipre, en el palacio arzobispal y después seguirá un encuentro con el Santo Sínodo en la catedral ortodoxa de Nicosia, al que el papa dirigirá un discurso.
El aterrizaje en Atenas, donde pasará una jornada completa, y el encuentro con las autoridades eclesiales y políticas quedará algo ensombrecido por la expectación levantada por la visita al campo de refugiados. El Vaticano no confirmó ni desmintió que el Papa pueda volver a subir en su avión a un grupo de refugiados, tal y como hizo en 2016 (en aquella ocasión estuvo acompañado por el patriarca ecuménico Bartolomé I y por el arzobispo ortodoxo de Atenas y toda Grecia, Ieronymos). “Se estaban estudiando opciones de este tipo, pero la complejidad de la legislación no permite dar respuestas definitivas. En cambio, estas cosas suelen decirse después”, señaló el portavoz. En cualquier caso, explicó, no se trataría de “un corredor humanitario, sino de una reubicación, posiblemente un movimiento de refugiados de un país a otro de Europa”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario