Cooptación rusa/ Dolia-Estévez
Ejecentral.com, Abril 1, 2024
El Club de Periodistas de México, A.C. (CPM) bien puede ser la primera institución mexicana cooptada por Rusia. Entrega más premios a propagandistas, ideólogos y conspiranoicos rusos que a cualquier otro grupo extranjero; el ruso es único embajador que participa en sus eventos y representa a los premiados in absentia; es la “asociación civil” mexicana que más replica la desinformación del Kremlin y los discursos de Vladímir Putin en sus redes sociales y publicaciones. Su cooptación sin máscaras ni disimulos se dio con la connivencia y posible financiamiento del gobierno de López Obrador y de la Embajada Rusa.
En diciembre de 2022, a unos meses del ataque a Ucrania, el vocero presidencial Jesús Ramírez Cuevas compartió por segundo año la entrega de premios desde el presídium en el patio del edificio del CPM en el Centro Histórico. Asombró el galardón póstumo para Daria Dugina, hija de Alexander Dugin, ideólogo de cabecera de Putin y artífice de su ideología del odio. El entonces embajador Viktor Koronelli recibió el homenaje en representación de la asesinada en un atentado de bomba que presuntamente iba dirigido al padre. Además de la propagandista que alegaba que las matanzas de civiles ucranianos eran actuadas, también fueron premiados tres reporteros de RT, canal ruso proscrito en Occidente, y la histriónica influencer rusa Liu Sivaya.
En 2023, mientras que Putin era declarado criminal de guerra, el CPM premiaba a Tsargard, medio dirigido por Konstantin Malofeev, ideólogo putinista indiciado penalmente en Estados Unidos y vetado en Bulgaria por espionaje. Otros premiados: Sergey Brilev, conductor del canal estatal ruso Rossiya, sancionado por Occidente; cuatro reporteros de RT y dos de Sputnik. “Estamos muy complacidos por el reconocimiento y la bien merecida posición de RT en el espacio mediático mexicano”, dijo el embajador ruso Nikolai Sofinski, tras recibir el premio a Tsargard.
La cooptación del CPM ha pasado prácticamente desapercibida en México, pero no en el extranjero. “Un foro como el Club sirve para dar una supuesta pátina de legitimidad y con ella credibilidad a agentes desinformadores al servicio del Kremlin… No es casualidad que conocidos propagandistas hayan sido premiados por una institución que, desde fuera de México, puede ser (erróneamente) percibida como representativa del periodismo de calidad mexicano. La estrategia rusa es crear un entorno paralelo propio (RT, Sputnik, blogs) con vistas a influir y perturbar el espacio informativo mexicano”, me dijo Nicolás de Pedro, analista español experto en Rusia. En un informe reciente, el Instituto para la Paz en Washington señaló que los premios a RT son ejemplo de la influencia rusa en el ecosistema informativo mexicano.
En 2017, el CPM premió a Daniel Estulin, conspiranoico irredento y admirador de Stalin, quien se dice exespía de la KGB y asesor de seis presidentes, entre quienes estaría AMLO; y al criminal estadounidense Alex Jones, fundador de Infowars, cuyos videos han sido borrados de las plataformas sociales tras ser hallado culpable de difamar a los niños masacrados en la escuela Sandy Hook. Jones es quizá el personaje más tóxico con premio del CPM. Estulin, quien misteriosamente radica en Cancún, fue premiado por segunda vez en 2021. Promotor del discurso de odio contra la comunidad LGBT+, goza de una cercana relación con la directiva del CPM. Otros premiados: reporteros de HispanTV, medio de la teocracia represora iraní; los ultraderechistas putinistas españoles Jesús López Almejo y Guillermo Rocafort; la propagandista rusa Inna Afinogenova y John Ackerman, excolaboradores de RT; los moneros de AMLO, El Chamuco TV, Jenaro Villamil y youtuberos en la nómina de Ramírez Cuevas. La parodia puede ofender, pero no debe demeritar el trabajo profesional digno de reconocimiento de periodistas mexicanos que reciben el premio entre los desinformadores rusos.
El CPM está dirigido por el sirio mexicano Mouris Salloum George y su esposa Celeste Sáenz de Miera, hija del fundador. En su cuenta de X (antes Twitter), Sáenz funge de vocera de facto de la embajada rusa, replicando sus textos, teorías de la conspiración antioccidentales y antidemocráticas, y aplaudiendo la proclividad rusa de AMLO. Antes de volverse un negocio familiar controlado por la pareja (renta el edificio para eventos sociales), el CPM era una organización de periodistas legítima respetada por el gremio. Hoy, de esa institución fundada en 1952, queda un membrete al servicio de la desinformación rusa que ha hecho de los mexicanos su principal blanco latinoamericano.
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