Sinaloa...La narcoguerra traerá nuevos acuerdos/ Ismael Bojórquez

La narcoguerra traerá nuevos acuerdos/ Ismael Bojórquez

Rio Doce,  25 de mayo de 2025 en la edición # 1165 

ALTARES Y SÓTANOS, IMPRESO

La narcoguerra traerá nuevos acuerdos

Fue un éxodo, extraño como muchas de las cosas que han estado pasando desde aquel 25 de julio cuando secuestraron a Ismael Zambada García y mataron a Héctor Melesio Cuen Ojeda, por hablar solo de los dos hechos más significativos de ese día. Ver en el paso fronterizo de San Ysidro a 17 miembros de una familia ligada a tres hombres que están presos en los Estados Unidos por delitos relacionados con el narcotráfico, es como estar viendo correr una serie de televisión. Una mujer madura, ex esposa del Chapo Guzmán –uno de los capos más poderosos que ha tenido este país–, su hija Grisell, su yerno Édgar, sobrinos, nietos… todos cargando maletas y poniéndose al resguardo del FBI. Impensable. No se entregaron al gobierno norteamericano porque ninguno de ellos tiene acusaciones allá ni procesos abiertos. Se pusieron en manos de la agencia para ser protegidos, y eso solo pudo ser bajo acuerdo previo del gobierno gringo con los hijos de Griselda, que serán sometidos a juicio en las próximas semanas. Huyen de la guerra, eso es obvio.

Una de las preguntas que gravitan en torno a la guerra entre mayos y chapos es cuál es el futuro del Cártel de Sinaloa. Siempre fue una unión de familias que trabajaron coordinadamente hasta que explotó la guerra de 2008 después de que detuvieron a Alfredo Beltrán Leyva, el Mochomo, y Arturo Beltrán acusó al Mayo y al Chapo de haberlo entregado. Los Beltrán se separaron y el Cártel se mantuvo como tal, incluso en disputa territorial con aquellos en distintas partes del país y, por supuesto, en Sinaloa.

Pero el impacto que significa para el Cártel la ruptura entre mayos y chapos es de mayor escala porque las condiciones también son muy distintas. Por ejemplo, la fuerza de los Cázares, una de las familias que conformaban el Cártel y que jugaron un papel protagónico en la guerra de 2008, fue diezmada desde que detuvieron a Víctor Emilio, el jefe; los Fernández, aunque son una gran familia narca, han sido siempre de muy bajo perfil; los Esparragoza prácticamente desaparecieron, haya o no muerto el Azul; los Caro, una familia numerosa también, desde hace muchos años se refugiaron en Caborca, Sonora, su plaza histórica. Quedaban los Guzmán y los Zambada como los dos grandes bastiones del Cártel de Sinaloa, a pesar de que el Chapo había sido extraditado y juzgado en los Estados Unidos, el Mayo al frente de su estructura y los hijos de su compadre al frente de lo que les dejó. Ambos bandos controlaban casi todo Sinaloa salvo los municipios del centro norte, Guasave, Sinaloa y Ahome, que han estado desde hace lustros en manos del Chapo Isidro y de Óscar Manuel Gastélum Iribe, el Músico.

Los cambios que genere el resultado de la guerra traerá nuevos acuerdos a nivel político, con el gobierno federal, pero también con el estatal y con los municipales, donde aterrizan muchos de los beneficios, empezando por el usufructo de las policías, la obra pública, la nómina, las juntas de agua potable… Si la zona norte está en calma –a pesar de los bloqueos de hace dos semanas— se debe al control casi absoluto que tienen Isidro y el Músico allá, pero en acuerdo con los gobiernos estatal y municipales. No es posible que sea de otro modo; Guasave y Ahome son muy buenos ejemplos, pues el Chapo Isidro transitó de gobiernos priistas a morenistas sin ninguna sacudida, a pesar de que a Ahome llegó un hombre, Gerardo Vargas Landeros, que, desde la secretaría general de gobierno, con Malova, fue parte de las embestidas que sufrió por parte de las policías municipales y estatales, lideradas entonces por Jesús Antonio Aguilar Íñiguez. En las elecciones del 21 más de 90 operadores de Morena fueron secuestrados en Guasave y Sinaloa –igual que los operadores del PRI en Culiacán–, pero al perder el PRI la elección le dio la vuelta a la página y mantuvo sus privilegios con la 4T.

Bola y cadena

POR ESO HAY QUE ESPERAR nuevos acuerdos, si es que no se están ejecutando ya, y que en los municipios del centro y hasta el sur, se empiece a configurar un nuevo escenario de la narcopolítica, derivado de los resultados de la guerra. Nada quedará como estaba, eso sí es seguro, y ninguno de estos cambios será ajeno a la venia del gobierno federal.

Sentido contrario

HAY UN ELEMENTO EN JUEGO EN el tema de la narcopolítica que gravita en torno al conflicto y es el juicio que enfrentan los hijos de Griselda López Pérez en los Estados Unidos. El éxodo de esta familia y su protección allá no será gratuito. A Joaquín y Ovidio les costará mucho del dinero que les sobra, pero también tendrán que brindar información de todo tipo, incluyendo sus nexos con personajes de la política. Si esto fuera una serie de televisión, el tema abarcaría varios capítulos.

Humo negro

ENTRE MÁS SE ACERCA EL DÍA en que “el pueblo” tendrá la oportunidad de elegir a los miembros del Poder Judicial, más mugre la sale a la franela. En Nuevo León se repartieron “acordeones” para inducir el voto para tal y cual candidato o candidata y las huestes morenistas empiezan a entrar en pánico y son urgidas a llevar votantes ante el temor –fundado, por supuesto–, de que la elección sea desairada por los votantes y terminen haciendo el ridículo. Ya veremos.